Lectura intencional
"Leer en los procesos de investigación tiene sin embargo otra connotación. Pues se trata de abordar la lectura con fines específicos: ampliar conocimientos sobre temas de investigación, enriquecer el marco teórico, encontrar rutas metodológicas, ahondar en preguntas orientadoras, es decir ller implica literalmente a la manera de Zuleta, trabajar, encontrar los argumentos para sustentar la hipótesis" ("Las humanidades y la lectura en los procesos de investigación científica" / Nevis Balanta Castilla, Claudia Mabel Moreno).
jueves, marzo 26, 2015
viernes, marzo 13, 2015
Personal / Raíces
Las raíces que hoy tengo
Madrugada. Encontrar esta hermosa carta que me envió mi hijo Juan Roberto que ahora está en Monterrey, México, trabajando luego de concluir sus estudios allá, me enternece y me dice: sí, he cometido errores, pero también he dado todo por ser padre y me siento orgulloso de lo que hemos podido sembrar... raíces, algunas de ellas mis muchachos tendrán que deshacerlas, otras podrán profundizar más hondo la tierra, su tierra.
Buenas noches estimado y gran padre:
![]() |
Carlos Ariel, Milton y Juan Roberto en paseo a Cabrera |
Espero te encuentres muy bien y conservándote
en ese entusiasmo y espíritu que te
hacen más viejo, pero más sabio que nunca.
Te escribo porque por mi cabeza pasa
cada día una lección diferente de esas tantas que día con día me intentaste
enseñar y muchas veces si lo entendí, otras veces simplemente pensé que eran
rabietas de adultos que no querían que los niños fueran felices.
Hoy sé más que nunca que esas raíces
que como padres intentan inculcar en los hijos es fruto del esfuerzo de
enmendar esas lagunas que como hijos tuvieron también ustedes o quizás
trasmitir esos valores que crecieron con
ustedes. Quizás no todo lo absorbimos como ustedes desearían y es triste
saber que, en ocasiones, por nuestra inmadurez o terquedad no dejamos que las
bendiciones de vida fuesen trasmitidas de generación en generación.
Me preocupa solo de pensar que me
espera el día de mañana. No sé si los ignorantes son felices porque no conocen más
que su ignorancia. Cuando eres una persona consciente y capaz de identificar
que hay algo más allá de nuestras narices, y que no se necesitas de un batallón
para conquistar un imperio, se vuelve hasta una pesadilla el solo imaginarte no
escalar ese escalón que como miembro de tu familia te toca escalar para
acercarte más a esa meta del éxito generacional que todos deseamos que se
mantenga constante.
El estar alejado me ha dado muchos golpes. Algunas
veces he sentido que no puedo salir de esos agujeros de temor e inseguridad,
pero en esos momentos voy a esas hermosas canciones que crecieron conmigo en
casetes con poetas trovadores como Joan, Pedro, Silvio, Joaquín y todos los
demás para darme cuenta de lo que dicen sus letras, que te enseñan a vivir y contar una historia de lo bello y hermosos
que puede ser cada día.
Por ultimo te dejo estas letras de una
canción que me deja más que claro que sin esas raíces que hoy tengo, gracias a
ustedes, no sería quien soy hoy por hoy.
Muchas gracias, un fuerte abrazo
TQM, Juan R.
Raíz que debo a mis viejos
a mis hijos y a los besos
que me guardo y que no di
raíz que busco y no encuentro
que vive oculta en los versos
que no escribo y que perdí
raíz de todos nosotros
raíz que aguarda en los ojos
que hacen guardia para ver
raíz abierta a la vida
raíz hoguera y guarida
raíz que está por hacer
¿sin esa raíz
qué será?
raíz dormida en la tierra
raíz que enreda mis piernas
y me toca el corazón
raíz que gana mis guerras
la guerra contra la guerra
y el estado del dolor
raíz de toda la gente
raíz que esquiva la muerte
que me enseña dónde ir
raíz que roza lo incierto
raíz que abrazo y me invento
para así sobrevivir
¿sin esa raíz
qué será?
Pedro Guerra
jueves, marzo 12, 2015
Política / Un paso delante de los políticos
Carta a la ciudadanía
Paso a nuevas expresiones y manera de hacer política...
La siguiente es una comunicación de Guadalupe Valdez, Diputada Nacional, reflexionando sobre el agotamiento del modelo actual de hacer política y afirmando que la sociedad siempre va un paso por delante de sus políticos, especialmente de sus legisladores.
Apreciado ciudadano, apreciada ciudadana:
Me
dirijo a ustedes porque siento la necesidad de compartir algunas reflexiones con
la vista puesta en el presente y el futuro del país.
En
agosto del 2010, hace 4 años y medio, asumimos la función de representar a la
sociedad ante el Congreso Nacional. En este tiempo hemos procurado desarrollar todas las actividades
parlamentarias con un enfoque de derechos y de justicia, especialmente en defensa
de los derechos de las personas que menos tienen y más sufren las consecuencias
de un modelo económico, político y social excluyente.
En
este bregar he meditado sobre la importancia de dotar al país de leyes que
respondan a las necesidades de las mayorías sin marginar a las minorías, minorías a menudo excluidas por su origen
étnico, preferencia sexual, por razones de raza o de género, por su
especificidad cultural. Y en esta labor de legislar he visto cómo la sociedad siempre se encuentra un paso delante
de los legisladores, reclamando derechos que no han sido atendidos.
Creo
que este actuar obedece en gran medida a la separación que existe entre
representantes y representados, así como a una
cultura política deficitaria, en la que predomina lo individual, los intereses
particulares por sobre los valores e intereses colectivos.
Creo
también que este ir a remolque de la sociedad es consecuencia de que no tenemos
claridad en la sociedad que queremos y necesitamos construir.
Cuando
me hago la pregunta de qué sociedad queremos legar a nuestros hijos y nietos,
la respuesta que siempre aflora es que tiene que ser mejor que la que nos ha
tocado vivir. Entonces pienso en la urgencia de articular voluntades, producir
acciones, generar transformaciones.
Disponemos
de una tierra que tiene recursos naturales y humanos suficientes para asegurar
a toda la población bienestar, salud y felicidad. Sin embargo, hay escasez de
empleos dignos, un alto porcentaje de la población padece hambre, nuestros
jóvenes sueñan con emigrar, muchas adolescentes se embarazan tempranamente; a
diario mueren niños y niñas porque el Estado no garantiza el derecho a la
salud, crecen el tráfico y el consumo de drogas.
Se
suceden los gobiernos y seguimos sufriendo presupuestos deficitarios y
concentrados en el pago de una deuda pública que cada año crece más y más. Nuestro país es cada vez más desigual y más
injusto con los seres humanos y con la naturaleza, reinan la inseguridad
ciudadana y la corrupción y –salvo honrosas excepciones- la política ha dejado
de ser un instrumento al servicio de la ciudadanía para convertirse en un
negocio. Pertenecemos por geografía, por
historia y cultura a la región latinoamericana y caribeña, pero no estamos
adecuada ni suficientemente integrados a ella.
Vivimos en un Estado que tiene un déficit de
derechos, y también de ciudadanía. Un Estado que
mantiene al pueblo atrapado con prácticas clientelares, asistencialistas, con
una educación deficitaria, con la desvergonzada impunidad de los que roban sus
arcas. Una sociedad que observa perpleja cómo “servidores públicos” hoy son
multimillonarios sin que puedan justificar de dónde han obtenido los recursos.
En
este panorama, los políticos y los partidos tradicionales, sea cual sea su
bandería, no han sido capaces de actuar para cambiar una situación que puede
derivar en un proceso tal de deterioro económico, social y ambiental que haga
peligrar crucialmente el futuro de la Nación.
Enfrascados
en los procesos electorales, en la procura de posiciones estatales y gubernamentales,
y afectados por el personalismo y las ambiciones, la clase política tradicional dominicana no se ha ocupado de contribuir
al desarrollo de una institucionalidad honrada y eficiente al servicio de toda
la ciudadanía, de un Estado responsable que vele por la equidad y la
justicia social, que proteja el trabajo honesto y que asegure los derechos a
toda la ciudadanía incluidos los sectores más vulnerables.
En
estos momentos que se acercan procesos electorales, nueva vez vemos que
afloran las ambiciones partidistas e individuales, comienzan a tejerse las
alianzas, emergen las promesas, todos ofrecen soluciones. Y me pregunto: ¿Soluciones a qué? ¿A la forma
de hacer política, a la forma de representar, gobernar, legislar, relacionarse
con la población, rendir cuentas…? O
“soluciones” con cambios de siglas, de colores, de rostros…, cambiar para que
nada cambie.
Mientras
esto ocurre en los partidos y en sus cúpulas, en el seno del pueblo se agita el
reclamo de encontrar alternativas válidas para iniciar el camino de
dignificación del ser humano, de la reconstrucción nacional, del desarrollo con
equidad.
Ante
esta situación, considero que los
esfuerzos hay que orientarlos a fortalecer la construcción de un sujeto
político nuevo, plural, inclusivo, participativo, democrático; un sujeto
político con decisión y capacidad de promover un cambio sustantivo en la
sociedad.
Un nuevo sujeto político que sea crítico con los
personalismos, con las prácticas clientelares, con el fatal predominio de los
intereses corporativos por encima de los intereses del
país. Un ser político que posicione el bien común por encima del
bien particular, que defienda una sociedad justa y solidaria.
En
este esfuerzo, hay que recuperar los principios éticos de la política, hay que
recuperar la formación, hay que recuperar el debate, hay que recuperar la
confrontación de ideas para construir los instrumentos de la transformación.
Hay, en resumen, que dignificar la política, ejercerla con ética y
desprendimiento, como servicio a la sociedad.
La
política la concebimos para luchar por la libertad, por la democracia, por los
derechos, por la dignidad, por el bienestar y la felicidad de la gente.
Necesitamos
contribuir con más fuerza, con más determinación para que el pueblo tenga los
instrumentos que requiere para luchar y triunfar por una mejor vida para todos
y todas.
Sabemos
que existe una lucha en sectores de la población, hombres y mujeres dispuestos
a dar lo mejor que tienen en el proceso de transformación que necesitamos, una
lucha que en muchos aspectos está transitada. Pero también sabemos que hay
disgregación. Mucha gente en los campos, en los barrios, en los territorios, en
las organizaciones está dispuesta a luchar, pero se requiere mejor articulación, más coordinación, mayor unidad, para
que juntos avancemos.
Desde
diferentes sectores de la sociedad escuchamos voces que alientan la
articulación de voluntades para producir acciones que generen transformaciones,
abrir espacios para que otras ideas, otras propuestas, otras personas, otras
formas de hacer política, se expresen, se escuchen.
Hay
que dar paso a nuevas expresiones y
maneras de hacer política, nuevas formas de relación entre la sociedad, los
políticos, las organizaciones e instituciones en las que predominen la
horizontalidad, la transparencia, la corresponsabilidad y la rendición de
cuentas.
Es
una responsabilidad de cada ciudadano y ciudadana, contribuir a construir
procesos que nos lleven a una mejor vida y aseguren un futuro mejor a nuestros
descendientes. En este empeño hay que ser perseverantes y confiar en nosotros
mismos, no esperar soluciones desde fuera de nosotros, el milagro del cambio lo haremos nosotros, conscientes que el futuro es
ahora.
Tenemos
el derecho y el deber de aportar ideas e iniciativas para articular voluntades,
para producir acciones, debatir, disentir, proponer de manera abierta,
horizontal, plural, para generar transformaciones, para trabajar por el
presente y por el futuro.
Hagámoslo
juntos. ¿Cómo, cuándo empezamos?
POR
UNA POLÍTICA AL SERVICIO DEL PUEBLO y DE LA JUSTICIA.
Diputada Nacional
Santo
Domingo, D.N.
13
de Febrero, 2015
miércoles, marzo 11, 2015
Política / Capitalizando decepciones
El partido español
Podemos o la capitalización de decepciones
VELIA GOVAERE VICAROLI
En una hora electoral, vivida en medio del desencanto y la desafección
partidaria generalizada, nada es más
ventajoso que la virginidad política, para todo condenarlo y todo prometerlo.
Es un Estado ideal fantasioso, donde no hay pasado que defender, trayectoria
que asumir, ni deudas que pagar. Detrás de su “pureza cristalina”, la tabla
rasa con la que se llega, oculta la
ausencia de capacidad probada de gestión y la retórica que incrimina, sin
historia propia, disfraza inexperiencia. Pero todo eso permanece
invisibilizado por la fuerza ciega del descontento.
La palabra “cambio” es suficiente para sembrar avalanchas
irracionales de expectativas. ¿Cómo
administrar después, en la hora de la responsabilidad de gobierno, el universo
de las restricciones institucionales? ¿Cómo aterrizar en el mundo real la
ilusión cargada de condenas al statu quo, pero desnutrida de contenido?
En abstracto. Una parte
importante del electorado español no quiere saber de eso y, desde ahora, se
apunta al partido Podemos, que todo lo condena y todo lo promete, eso sí, en
abstracto. Su nombre indica una aspiración que responde al grito del movimiento
de los “indignados”, surgido de la administración de la austeridad, para pagar
la deuda externa de España. Con marcadas diferencias, esa situación social y
política es hermana de la griega. Ambas nacieron de una imposición irracional y
de torpes acreedores, que ahora cosechan las tormentas que sembraron.
La mano dura de los acreedores de España desencadenó una desconsiderada
austeridad con estancamiento productivo, retroceso de los índices de
satisfacción social y un sentido de desesperanza colectiva. Todo, en nombre de
pagar una deuda externa que no podía enfrentarse sin miseria, ya que, amarrada
como estaba a una moneda ajena, España no tenía política monetaria propia y
quedaba en permanente desventaja competitiva. Como resultado, en Grecia, el
descontento dio lugar a la victoria de Syriza. En España, pareciera que existen condiciones para que el partido
Podemos repita ese paso hacia lo desconocido.
Hace exactamente un año, Podemos no existía. Hoy es el
partido político con mayor preferencia electoral. Su fuerza lo convierte en un actor protagónico de la política española. Su
existencia misma señala ya el fin del bipartidismo desde la llegada de la
democracia, hace más de 30 años, y el inicio de un período de inestabilidad
política inevitable, independientemente de sus posibilidades electorales. Su mayor fuerza le llega del vacío creado
por el descrédito de los partidos tradicionales, que no supieron dar una cara
de hidalguía nacional, sensatez, sensibilidad y esperanza ante la austeridad
impuesta desde afuera. En España, ese descontento se alimenta desde la
izquierda, como heredera de una utopía
devaluada. En otras partes, como en Francia, el vacío se llena desde la
derecha xenofóbica. En toda Europa es síntoma, no respuesta, de una crisis de
representatividad, producto de la pérdida de cohesión social, el crecimiento de
la desigualdad y la sensación de vivir
una democracia secuestrada por los aparatos partidarios, alejados de las
angustias cotidianas.
Indefinición. El partido
Podemos, nuevo como es y en oposición a lo viejo, es decir, a todo, se define
prioritariamente por su indefinición. Está en su mejor momento, aquel estadio
virginal que mejor puede capitalizar las decepciones. Comienza por colocarse
“au-dessus de la mêlée”, más allá de todos los protagonismos de antaño. Por
eso, a todas las otras formaciones políticas las llama “castas”. Su visión no
la define como de izquierda o derecha, sino, muy útilmente, como los de abajo
contra los de arriba. Se presenta con promesas de un cambio radical, que
convenientemente no concreta. Condenar a diestra y a siniestra, eso es lo suyo.
En contraste con su supuesta “indefinición”, pocas dudas existen de los
estrechos vínculos, personales, políticos y financieros entre la dirigencia de
Podemos y el “Socialismo del siglo XXI” de Chávez. Pablo Iglesias, Juan Carlos
Monedero, Íñigo Errejón y Luis Alegre, líderes históricos de ese partido sin
historia, vivieron en Venezuela por muchos años como “asesores” de la
Presidencia, recibieron pagos personales millonarios por auditorías a
Nicaragua, Bolivia, Venezuela y Ecuador, hechos públicos por el fisco, y la
fundación CEPS, de la que todos ellos forman parte, declaró haber recibido 3,7
millones de euros del gobierno de Hugo Chávez ( El País , 17/6/2014).
Ilusoria utopía. Los simpatizantes de Podemos no quieren saber nada de eso. Con decir
que España no es Venezuela les basta. El pensamiento crítico de sus potenciales
votantes está monopolizado con lo establecido, emborrachados, como están, con
la ilusoria utopía de romper con lo existente. Es un voto protesta sin
propuesta. Ahí está el secreto de esas
nuevas formaciones diseñadas para ganar, no para gobernar. Si sus contornos
se dibujaran con claridad, no sería extraño descubrir “más de lo mismo”, porque
lo existente no se sustituye con el
vacío. Una vez en el poder, se acaba el misterio, la poesía termina y
comienza, con una dura prosa, el nuevo camino del viejo desencanto.
Incendio. Gobernar es
complejo y el votante no quiere saber de minucias prosaicas: aumentar la
productividad, mejorar la competitividad, desarrollar políticas fiscales que
fomenten la innovación, el valor agregado y la creación de capacidades, para
mayor empleabilidad con mejor remuneración. Eso no es nada idílico, sino
práctico, concreto, exigible. ¡Uf, qué aburrido hablar de ese tipo de temas
pedestres! Se oye más bonito “igualdad”, “justicia social” y “empleo”, así como
así, de la nada. En los períodos electorales se pueden hacer todas las condenas
abstractas que se quieran, pero en la administración concreta las definiciones
son ineludibles. Las palabras huecas suelen transmutarse en nuevas utopías
devaluadas. Pero el partido Podemos no
está todavía ahí. Está, más bien, en su momento poético, jugando con fantasías
de fuego para capitalizar decepciones.
El incendio vendrá después.
La autora es catedrática de la Universidad Estatal a Distancia (UNED).
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