¡Estoy enojado y no puedo evitarlo!
Ocho pautas para comprender y superar la ira
Por: Milton Tejada C.
Sí, he sido de “mecha corta”, pero he aprendido a desactivar la
mecha. No significa que en ocasiones parecería volver a encenderse (tiene que
ver con mi historia). Lo que te aseguro es que el aprender a gobernar la ira
traerá mayor calidad de vida a ti y a quienes te rodean o como decimos en
#GRATAVIDA: Vida y vida en abundancia. Es posible.
Mi
querido lector de #GRATAVIDA:
Yo
conozco bien cuáles cosas disparan con mayor facilidad mi enojo y también he
aprendido a “no tomármelo tan a pecho”. Tú dirás: claro, Milton, después de más
de 60 años es normal que hayas aprendido a no tomártelo tan a pecho. Cierto,
muy cierto. Tienes razón, pero creo que no tienes por qué esperar tanto tiempo
para aprender a tener control sobre el enojo o ira. Creo que puedes evitar el
tropezar tantas veces. No tienes que esperar a envejecer y, te aseguro, que
hay mayores que también son "explosivos".
Hemos
de trabajar para que nuestras respuestas -a partir de nuestras
emociones- sean saludables, lo cual es definido como estar consciente
de tus ideas y sentimientos y tener el control de tus comportamientos, de
manera que estén acorde con la situación.
Esta vez
te pido permiso para escribirte un poquito largo -no te enojes conmigo por esa
causa-. Vale la pena que leas, reflexiones y tengas presente las pautas que
quiero enseñarte, y también vale la pena que puedas compartirme tu experiencia.
Aquí las pautas.
Aquí algunas pautas que te ayudarán a comprender y superar la ira:
1º. COMPRENDE CON CLARIDAD QUÉ ES EL ENOJO Y LO QUE EN TI
PROVOCA. El enojo
es un estado emocional. Puede variar en intensidad: desde una leve
irritación hasta una furia o ira intensa. Conduce a cambios
psicológicos y biológicos: incremento de la frecuencia cardiaca y la
presión arterial, así como de la adrenalina y noradrenalina.
2º. COMPRENDE LAS CAUSAS DE TU ENOJO. El enojo puede ser causado por
hechos o estados externos o internos o por combinación de factores.
Puedes
enojarte con personas (compañeros de trabajo, tu cónyuge, tus hijos, un
familiar, alguien en la calle). Puedes enojarte por situaciones no directamente
vinculadas a una relación con personas como, por ejemplo: un tapón, el
incremento exagerado de la factura de un servicio, una música escandalosa pero
que no sabe quién la provoca, la basura en frente de tu casa. Puedes enojarte
contigo mismo: tus preocupaciones, lo que consideras fue una respuesta errónea,
recuerdos de situaciones pasadas, frustraciones y tu manejo de ellas… O, como
me acaba de pasar, una combinación de ambas: se “frisó” la laptop y perdí
algunos cambios en este archivo (suceso externo) y yo no tuve la precaución de
ir salvando lo que hacía (enojo conmigo mismo).
3º. DIFERENCIA LAS EMOCIONES DE LAS ACCIONES O CONDUCTAS. La Biblia no te dice: no
puedes enojarte, no puedes airarte. Si te dice: “Airarte si, pecar no” (Efesios
4:26). Ese pasaje de Efesios nos indica que debemos diferenciar entre la
emoción de la ira y las acciones o conductas que tomes a causa de la ira. Tenemos
(tristeza, dolor, alegría, ira). Son parte de nuestra naturaleza humana y no
son de por si un pecado. Tener ira no es pecado. ¿Estás claro? De
hecho, la ira es -generalmente- involuntaria, aunque debes ir conociendo los
factores que con mayor facilidad te llevan a ella.
4º. MANTÉN EL CONTROL SOBRE TU IRA. Séneca dijo que la ira era un
estado de “locura breve” o momentáneo. Tenemos varios modos de
respuestas, conscientes o inconscientes, de respuesta a esta “locura breve”. Por
lo menos ten presentes estas tres formas de responder:
El primer modo y la reacción más frecuente -así como también la que más
problemas nos causa- es la de actuar bajo
el gobierno de la ira. De forma instintiva tendemos a expresar el
enojo respondiendo de modo agresivo, especialmente cuando nos sentimos
atacados. Por lo tanto, en ocasiones el enojo podría ayudarnos a sobrevivir,
pero también podría llevarnos a conductas destructivas y problemas serios con
nosotros mismos y con los demás.
En segundo lugar, puedes reprimir el enojo,
no expresarlo y luego redirigirlo. En este caso te concentras en algo positivo,
dejas de pensar en el enojo, lo obvias, buscando tener conductas constructivas.
Sin embargo, no expresar el enojo o exteriorizarlo, quedándote con él
internamente, puede ser dañino para ti y algunos expertos afirman que puede
causarte hipertensión, presión arterial elevada e incluso depresión.
Además,
en lo psicológico, puede llevarte a conductas también dañinas (esa que algunos
llaman pasiva-agresiva que es cuando te desquitas indirectamente, no por el
motivo real), cinismo y hostilidad. Esto daña tus posibilidades de relaciones
exitosas, satisfactorias.
Un tercer modo: la calma interior. Controlas tu conducta externa pero también tus
estados internos. Al hacer esto, reduces tu ritmo cardíaco y te preparas para
expresar tu enojo con firmeza, pero sin agresividad. Esta es la manera más sana
-no la más fácil- de expresar el enojo. Ser firme no significa prepotencia,
significa que te respeta a ti mismo y a los demás.
5º. TRABAJA RÁPIDAMENTE SOBRE LA IRA, NO LA DEJES CONVERTIRSE EN
AMARGURA, PECADO O UNA CONDUCTA AUTODESTRUCTIVA. La segunda parte de la
recomendación de Pablo dice “que no se acueste el sol sobre tu enojo”. No te
acuestes enojado. Un ejemplo doloroso: cuando una pareja discute y se va a
la cama con esa dolor o enojo y se comportan como dos pistoleros que se han
desafiado a un duelo: duermen de espaldas, a veces ni siquiera se dicen:
“Buenas noches”, respuestas cortas, cortantes y hasta agrias. Está hablando la
ira.
Decídete
a tomar control de tu enojo (que esa “locura breve” no te controle). Una primera
pauta, observas cómo reaccionas cuando te enojas o enfadas. Observa también que
circunstancias, personas o estados internos tienden a llevarte con más
facilidad a enojarte. Gritar, vociferar cosas hirientes, articular expresiones
destructivas, arrojar o estrellar objetos, golpear o dañar a alguien o a ti
mismo, dar puñetazos en la pared… no creo que sean las reacciones que la
mayoría de las personas quiere tener.
6º. TOMA CONCIENCIA DE QUE UN CAMBIO PUEDE LLEVAR TIEMPO, A VECES MUCHO
TIEMPO. Lo
repetiré a lo largo de muchos de mis escritos: la gente no cambia por una de
tres razones: No quiere, no sabe, no puede. Asumo que, si te preocupa tu manejo
de la ira, quieres cambiar, pero no sabes cómo (el
próximo sábado te compartiré pautas para resolver problemas dejando a un lado
la ira, no te la pierdas).
7º. RECONOCE CUANDO NECESITAS BUSCAR AYUDA. Recuerda, te dije que hay
personas que no cambian porque no quieren, otras porque no saben… pero también en
ocasiones no cambiamos porque no podemos. En esos casos es señal de que
algo más profundo está pasando (por ejemplo: si tu ira es frecuente, si ignoras
los motivos, si el enojo te amarga la vida por largo rato o tiempo, si tienes
problema para detenerte). Es el momento de buscar ayuda terapéutica,
profesional. Nunca cierres la puerta a esta posibilidad cuando en realidad es
una necesidad.
8º. OTRAS PAUTAS QUE PUEDEN AYUDARTE. El método de resolución de problemas o conflictos
puede serte útil, pero existen otras pautas que puedes asumir y te ayudarán a
una respuesta constructiva. Estas ideas podrían traerte calma:
Haz ejercicio físico: camina, corre, nada… en
ocasiones constituyen una excelente forma de mejorar nuestro humor, disminuir
los sentimientos negativos y reducir las posibilidades de depresión.
Haz ejercicios
respiratorios. Aprende
a calmar tu corazón en base a ellos. A veces bromeo con mi hija Laura y
decimos: “WhatsApp…..” en forma lenta (lo sacamos de una película). Practica el
relajarte, se aprende.
Escribe, expresa por escrito lo que
sientes, lo que piensas, lo que te hizo enojar. Externalízalo de ese modo, si
es que ese modo se te facilita (no te fuerces si no es un modo fácil de
comunicación para ti). También podrías dibujar.
Habla de
tus emociones y tus reacciones o conductas con alguien en quien confíes. Y
cuando lo hagas, utiliza “yo” para describir cómo te sientes. No se trata de
acusar, sino de entenderte. No es lo mismo decir: “Tú eres una desconsiderada”,
que decir: “Me siento desconsiderado”.
No guardes rencor. El rencor amarga, es una
carga emocional que nos prepara para iras mayores. Perdonar es bueno, sobre
todo, para ti, aunque también para la persona perdonada (incluso en ocasiones
es bueno perdonar a quien no se va a enterar de ese perdón).
Trabaja
en desarrollar un sano sentido del humor, aprendiendo incluso
a reírte de ti mismo, pero sin sarcasmo puesto que esto hiere sentimientos. El
humor sano tiende a reducir las tensiones.
Apreciados
lectores:
Las experiencias
y las inquietudes que me comparten sobre el crecer como personas, como parejas,
como padres, como cristianos, me enriquecen y me desafían a continuar aportando
para que se cumpla el propósito de Jesús: tener vida y vida en abundancia. Escríbanme
a mi WhatsApp (809) 519-5584 o en este mismo
blog.
GRATA VIDA.