VIVE
DESPACIO
GRATA VIDA para todos, apreciados amigos y queridos hermanos.
Hoy
quiero hablarte de un enemigo importante, muy importante, de vivir a plenitud:
la prisa.
Somos
de una época en que se aprecia mucho el microondas, la eficiencia, la rapidez
en el pensar y en el actuar, la comida rápida. Una época en que velocidad es
sinónimo de productividad.
Hoy te comparto una idea sencilla que va en contra de esa cultura: ve más despacio. Carl Honoré, escritor, afirma que “en un mundo adicto a la velocidad, la lentitud es un superpoder”.
Se
trata de hacer las cosas lo mejor posible en lugar de lo más rápido posible.
Se trata de saber cuándo es
necesario ir más rápido, pero también cuándo ir más lento.
Aprender -se dice- a
ralentizarnos.
Aprender
a vivir a la velocidad justa.
Las
consecuencias del estilo de vida “rápido” son innegables, y van desde la
superficialidad hasta enfermedades consideradas psicosomáticas.
Hay
algunas cosas que influyen en que vaya más rápido o que, por lo menos,
constituyen indicadores o signos de que “estás acelerado” y necesitas
“desacelerar”. Por ejemplo:
- Vives constantemente midiendo el tiempo,
viendo el reloj;
- El cansancio continuo, al llegar al límite de
lo que puede hacer el cuerpo, la mente, el alma.
- Sensación de superficialidad. Andar lento te
permite bucear en la esencia, profundizar.
- Problemas de memoria, de recordar rápido, pues
no te tomas el tiempo para procesar y no ocupas espacios profundos de la
memoria.
Además,
déjame decirte que ir más despacio tiene sus ventajas. Incluso, lo rápido se
beneficia de lo lento, de momentos de lentitud, en que puedes ver las cosas en
perspectivas, ser más creativo, reflexionar.
Las
mejores ideas de muchos surgen en momentos lentos (cuando, por ejemplo, te
retiras a un lugar apartado, cuando te desconectas y te enfocas).
La
endiablada prisa de nuestra sociedad, nuestras calles, nuestros trabajos, mata
la creatividad y mata la espontaneidad. Es decir, que la lentitud es
paradójica: los que ralentizan, los que pisan el freno, tienen más
posibilidades de gestionar y avanzar mucho mejor un mundo rápido.
Cuando
pregunto: ¿Cómo estás? Suelo escuchar una respuesta: “Todo bajo control”. Y
siempre digo: Por favor, deja espacio a la espontaneidad, a lo no planificado,
a salir del riel de la velocidad extrema.
Se
nos ha olvidado de cómo desenchufarnos. Se nos ha olvidado de cómo hacer una
cosa a la vez, cómo reducir la velocidad, cómo vivir plenamente el momento.
Desde
hoy te invito a renunciar a ser una persona “Next” o una persona “Now”,
“Ahora”, renuncia a la distracción permanente de las pantallas (móviles, televisión,
computadoras, videojuegos, etc.) que te impiden que abordes las grandes
preguntas de la vida. Renuncia a ese concepto que hace lo lento algo
“socialmente pecaminoso”. ¡Lo lento es gracia, es gozo, es alegría!
“El
virus de la prisa es una epidemia mundial. Si lo has contraído, trata de
curarte”, nos dice Carl Honoré.
Y
si lo veo desde el punto de vista de nuestra fe, entonces con más fuerza
defiendo la idea de tomar las cosas con calma. Dios mismo aparece cantidad de
veces como “lento” (especialmente cuando se refiere a la ira que merecemos). Y
aparece en la brisa suave. Y “en su tiempo”.
A
José de Saramago le preguntaron por su edad y su respuesta fue sabia: “Tengo la
edad suficiente para tomar las cosas con calma”. Que tu respuesta ante la
endiablada prisa cotidiana sea tomar las cosas con Calma.
Lo
lento es, a mi entender, una forma de cultivar la esperanza. Desde hoy, ve más
despacio.
Tu
amigo,
Milton
T.
3 comentarios:
Muy identificada!!
Así es rapidez excesiva trae muchos males.
Dar a cada día su propio afán , como siempre me encanto,muy bueno la verdad gracias
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