Queridos padres y amigos de GRATA VIDA:
Los padres que sobreprotegen a sus hijos creen que para ser buenos padres no pueden permitir que sus hijos experimenten malestares. Creen que sus hijos no tienen que sufrir una contradicción, no tienen que tolerar la frustración y que ser un buen padre implica casi ejercer de guardaespaldas del hijo. Hacen del hijo alguien intocable. Son de los que advierten: ¡Cuidado si te metes con mi muchacho!
Es lo que una autora llamó la hiperpaternidad. Es un estilo de crianza que se basa en una atención excesiva al hijo, una sobreprotección y un estar detrás del niño todo el rato. Una especie de helicóptero que sobrevuela continuamente sobre el hijo o los hijos.
Si tú estás todo el día detrás del niño protegiéndolo de todo lo que le puede pasar tendrás dos consecuencias: le crearás ansiedad y le estarás incapacitando. Le estas quitando una de las herramientas básicas de la vida que es la adquisición de autonomía.
Te lo digo tajantemente: Sobreproteger es desproteger.
Los padres tenemos que observar. Estamos llamados a
estar pendientes de los hijos, pero no intervenir a la primera. Si tu
hijo se cae en el parque no corras como Usain Bolt a rescatarlo porque al final
lo que vas a conseguir es que el niño sea incapaz de levantarse por sí mismo.
Nuestra tarea: observar, estar pendiente, ver cómo se desenvuelven en la vida.
Al sobreproteger formamos niños que tienen una baja tolerancia a la frustración. Si tú no educas en el error, prueba-error, prueba-error, prueba-error, al final el niño se derrumba ante cualquier cosa.
¿Qué podemos hacer los padres para ayudarles a tolerar la frustración?
1. Lo primero es ejercitar una habilidad fundamental
en la vida: la paciencia. Vivimos un tiempo en que todo quiere
resolverse con un clic. Saber esperar, la contención, el autocontrol, es
importantísimo.
2. Aprender a aceptar el NO. Si crees que para que el niño gestione sus
emociones y tenga mucha autoestima de lo que se trata es de decirle que él es
maravilloso y nunca decirle que no, no estás desarrollando un niño con
autoestima, sino un narcisista.
3. Enséñales a perder. Empezando por ti mismo, enséñales que puedes
fallar, te puedes equivocar y no pasa nada. Porque hoy hay un miedo en los
niños y en los adolescentes a equivocarse. Todos perdemos y no pasa nada, y nos
recuperamos. En muchas cosas, nos formamos a base de caernos y volvernos a
levantar.
4. La frustración como
aprendizaje. ¿Hasta qué punto es necesario que un
niño se frustre y aprenda a frustrarse? Es tremendamente necesario. No podemos
esperar que si les solucionamos todas las situaciones de frustración, de
sufrimiento, nuestros niños sean capaces de soportarlas luego cuando se
independicen, se vayan de nuestro lado. La frustración es rabia (una emoción)
más conocimiento (una causa). Y hay que darle al niño estrategias para
gestionar sus emociones, tanto aquellas que llamamos negativas como las que
llamamos positivas.
La frustración es una emoción. O sea, la vida está llena de frustraciones, y es una emoción negativa y como tal se tiene que educar y gestionar. Y tenemos que enseñar a nuestros hijos a tolerarla, pero parece que seas un mal padre si les enseñas a aceptar el no, a repetir las cosas cuando las hacen mal.
5. Jugar. Para desarrollar la
habilidad de tolerar la frustración y desarrollar también otras habilidades un
factor importantísimo en los niños es jugar. Los niños tienen que jugar. El
modelo de hiperpaternidad llena a los niños de tardes cargadas de actividades
extraescolares, todo programado, todo estructurado… Impide un derecho
reconocido hasta por las Naciones Unidas: el derecho de jugar. Esencia de la
infancia.
El juego, ese juego libre, sin estructurar, solo o
acompañado, no solo aprende a trabajar en equipo, a ser creativo… sino también
aprendemos a tolerar la frustración.
El juego no estructurado es un patrimonio de la
infancia que perdemos al hacernos adultos y que ahora se está perdiendo cada
vez más rápido, y para mí es un pecado.
No carguemos a los niños con agendas de ministros.
Y entendamos bien: sobreproteger es desproteger.
Puedes escribirnos a nuestro whatsapp (809) 519-5584 o a nuestro correo: tejadamilton@gmail.com
3 comentarios:
Que tema tan interesante Milton.
En la vida, hay situaciones en que conseguimos nuestros objetivos, deseos y otros en que no. Durante la etapa infantil, los niños suelen pensar que el mundo gira a su alrededor, que se lo merecen todo, y que conseguirán en el momento lo que piden. No saben esperar porque no tienen desarrollado el concepto del tiempo ni la capacidad de pensar en los deseos y necesidades de los otros. Es entonces cuando hay que empezar a enseñarles a tolerar la frustración. Si los padres siempre dan a los hijos todo aquello que piden, no aprenderán a tolerar el malestar que provoca la frustración y a enfrentarse a situaciones dificiles, por eso en la edad adulta seguirán sintiéndose mal cada vez que no consigan aquello que se han propuesto.
Cuando un padre intenta complacer siempre a su hijo y evita que se sienta frustrado ante cualquier situación no favorece su desarrollo integral como persona.
Milton, como padres somos el mejor ejemplo de cómo podemos afrontar las cosas que nos frustran, de cómo nos reponemos de nuestras equivocaciones, de cómo persistimos en nuestras metas.
También debemos saber que para educar debemos estar conscientes de nuestra competencias y habilidades.
Dios nos ayude 🙏
Gracias Milton por tan sabios consejos que me han Sido una diosidencia pues no es fácil para mí cómo madre soltera criar a mis dos hijas adolescentes. Que Dios nos ayude, bendiciones.
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