Sábados
de fe y vida
No lo trates como a un niño
Milton
Tejada C.
Algunas
esposas suelen mostrar una actitud “maternal” hacia sus esposos: los
regañan como si fueran niños, en ocasiones fomentan un rol pasivo del esposo, a
veces lo sobreprotegen. En ocasiones lo hacen porque visualizan algo que el
esposo “está haciendo mal”, que daña al esposo (por ejemplo: su relación con la
comida) y se comportan como “madres”.
Lo
más curioso de todo es que en esta dinámica las mujeres encuentran una
respuesta que no esperan: hombres que reaccionan como niños: se enojan,
rechazan la confrontación, escapan, se incomunican.
Me
llama la atención que mujeres famosas también han externado este punto de
vista, y lo han hecho de modo categórico, con ironía y hasta sarcásticamente.
Aquí te pongo varios ejemplos y no se asusten si alguna vez pensaron así:
- “Muchas
mujeres no tienen un marido, sino un niño grande con quien dormir” (Erica
Jong, novelista).
- "Los hombres son como los niños:
cuanto más se les dice que no, más quieren hacerlo”
(Mae West, actriz y guionista).
- "No conozco a ningún hombre que no
necesite una madre. El problema es cuando él cree que su esposa lo es”
(Zsa Zsa Gabor, actriz).
- "Mi idea del trabajo perfecto: ser
madre de mi esposo. Tiene la edad emocional perfecta para eso”
(Erma Bombeck, humorista y columnista)
- "Muchos hombres no buscan una
esposa. Buscan una madre con la que puedan dormir”
(Shirley MacLaine, actriz y escritora)
- "Los hombres son como
electrodomésticos: si no funcionan bien, busca el manual, que suele estar en la
infancia”
(Fran Lebowitz (escritora y humorista)
Sin
embargo, a pesar de esta visión determinista de algunas mujeres, la verdad es
que la relación de parejas -salvo excepciones de salud- es una relación
equitativa, de adulto a adulto. Perdón, dije: ES, en realidad debo
escribir: ESTÁ LLAMADA A SER (no siempre es).
Hoy
no voy a centrarme en el comportamiento infantil que podemos tener los hombres
cuando somos “tratados” como niños, sino en precisar a la mujer lo que su
actitud y comportamiento “maternal” puede estar provocando en sus esposos. No
me lo tomen a reproche, mi interés es continuar aportando a relaciones de
parejas que nos conduzcan a vida abundante, como Jesús quiere. No seré
exhaustivo, pero aquí van cinco aspectos que debes considerar:
Daño
a la autoestima del esposo. Tratarlo como un niño puede
hacer que se sienta menospreciado, incapaz o no confiable, minando su confianza
personal y su rol como adulto. O, en todo caso, refuerza esos aspectos si ya
existen en él.
Desequilibrio
del balance en la relación. Cuando uno actúa como
“padre” o “madre” del otro, se pierde la horizontalidad necesaria para una
relación sana. Se crea un ambiente de control o de intento de control, no de
compañerismo. Se echa a un lado eso de que “los dos serán una sola carne”.
Falta
de atracción y deseo. Aunque no lo crean, la dinámica
madre-hijo puede apagar la atracción romántica y sexual, ya que el rol maternal
sustituye al de pareja.
Fomenta
la inmadurez real. Al
sobreproteger a tu esposo o corregirlo constantemente, la esposa puede reforzar,
sin querer, una actitud pasiva, irresponsable o dependiente en su pareja.
Tratar un adulto como niño no va a la raíz de la inmadurez que pueda tener en
determinadas áreas. Un adulto es un adulto, y punto.
Resentimiento
acumulado. En
una ocasión leí que uno de los peores pecados es la amargura. Cuando en la
pareja se da la dinámica padre-hija o madre-hijo se tiende a desarrollar
resentimientos: ella por sentir que “todo recae sobre sus hombros” y él por
sentirse constantemente regañado o infantilizado.
Dificultad
para tomar decisiones juntos. Si uno asume el rol de
“adulto responsable” y el otro es visto como incapaz, se anula la oportunidad
de tomar decisiones en equipo, dañando la dinámica del hogar y tendiendo a una
separación emocional que, en muchos casos, es antesala de la separación real o
legal.
Impacto
negativo en los hijos. Si tienen hijos, ellos observan está
dinámica, a veces la interiorizan y podrían repetirla en sus propias
relaciones. O bien pueden perder el respeto que deben al padre al verlo en una
posición infantil o al verlo tratado como un niño. En ocasiones, incluso, se
forma una especie de “pandilla” de “mamá y nosotros” contra papá. Nada más
lejos del propósito de Dios para el matrimonio.
Bloqueo
del crecimiento mutuo. El rol de madre se enfoca en el
crecimiento de los niños -y del padre considerado niño, en esta dinámica
enfermiza-. Por lo tanto, la mujer pierde la oportunidad de tener una relación
de pareja madura, de crecer juntos, de ver los problemas como algo que ponemos
sobre la mesa y buscamos soluciones. Se pierde, además, la oportunidad de que
su esposo asuma y crezca en el liderazgo que está llamado a jugar en el hogar.
Algunas referencias bíblicas para esta reflexión:
Efesios
5:33.
Es un versículo en que se destaca la necesidad de que el esposo ame y la esposa
respete, como base de una relación equilibrada y saludable. El regaño constante
no es un indicador de respeto.
Efesios
5:22-24. No
se trata de una sumisión ciega, sino del reconocimiento del orden y del rol
espiritual del esposo, el de liderazgo del hogar, sin eliminar la
dignidad ni el valor de la esposa. El infantilizar con tus regaños constantes
al esposo le niega esta posibilidad y puede que él hasta se acomode, lo cual no
es satisfactorio para un hogar según los mandatos de Dios.
1
Pedro 3:7: “De
igual manera, ustedes esposos, sean comprensivos en su vida conyugal, tratando
cada uno a su esposa con respeto... para que nada estorbe sus oraciones.”.
Aunque este versículo se dirige al esposo, muestra que el trato respetuoso y
considerado debe ser recíproco. La relación debe nutrirse desde ambos
lados.
Romanos
12:2: Necesidad de cambio y renovación en Cristo. “No
os conforméis a este siglo, sino transformaos por medio de la renovación de
vuestro entendimiento...”. Es una invitación, a ambos cónyuges a
dejar atrás patrones poco saludables (como la infantilización del esposo) y
adoptar una nueva mentalidad según la voluntad de Dios.
Sé que no es fácil mantener una relación
de balance, equilibrio, de iguales (porque iguales somos espiritualmente ante
Dios), de amor y respeto. Las invito a orar sin cesar, tanto por tus actitudes
“maternales” equivocadas ante tu esposo, como por la persistencia de alguna
inmadurez en él.
El amor, nos dice Pablo, es paciente.
Este es el primero de varios artículos
sobre “matrimonio adulto”.
Si deseas compartirme alguna pregunta o
inquietud, no dudes en escribirme.
GRATA VIDA.
Bendiciones Milton, como en cada uno de tu escritos, excelente reflexion, muchas cosas pueden cambiar cuando entendemos que tenemos un manual asequible que es la palabra de Dios y un corazón que debe estar en constante renovación para aceptar lo que esta nos enseña respecto al matrimonio.
ResponderEliminarMuy buen artículo!
Dios le bendiga..excelente reflexión!
ResponderEliminarMuy buen aporte
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