lunes, febrero 12, 2007

Desde mi fe / Secretos matrimoniales

Desde mi fe / 12 de Febrero, 2007.

Secretos matrimoniales

De esto nos hablaron, a Ysabel –mi esposa- y a mi, el hermano Pablo y su esposa Linda. Una pareja que en enero pasado cumplió 65 años de casada. Feliz, porque el compromiso matrimonial no niega la posibilidad de dolor.

Nos aseguraron que su felicidad se fundamenta en siete “secretos”.

1o. El marido es el sacerdote del hogar. Esto significa que es el líder espiritual, la cabeza. Sin embargo, al decir de Pablo, este es un puesto al que todo hombre puede aspirar, pero se gana. Y el “ejemplo perfecto” es Jesús, capaz de dar la vida por su Iglesia. Ef 5,23: “… porque el marido es la cabeza de la mujer, como el Mesías, salvador del cuerpo, es cabeza de la Iglesia”.

2º. La esposa está llamada a someterse a su marido. Nos dijeron que la mujer debe permanecer unida a su marido, que todo reino dividido perecerá. Mc 3,25: “Si una familia se divide, esa familia no puede mantenerse en pie”. En Ef 5,24 el mandato es claro: “Como la Iglesia es dócil al Mesías, así también las mujeres a sus maridos en todo” (¡Claro, previamente establece (Ef. 5,22): “Sean dóciles unos con otros por respeto a Cristo”!).

3º. No cometerás adulterio. El adulterio es horrible e innecesario. Destruye hogares, niños… el adulterio retira el oxigeno del matrimonio y lo ahoga poco a poco. Todo el que comete pecado es un rebelde a los ojos de Dios (1 Jn 3,4).

Pablo y Linda nos recordaron lo que establece Rom 13,13-14: “Comportémonos como en pleno día, con decoro: nada de comilonas ni borracheras, nada de orgías ni desórdenes, nada de riñas ni porfías. En vez de eso, revístanse del Señor, Jesús Mesías, y no fomenten los bajos deseos”.

Y es que el sexo es lindo, es hermoso, pero fuera del plan de Dios es destructivo, dañino, mortal.

Nos recordaron que la pornografía es adulterio (Mt 5,27-28).

Nos indicaron –y creo que es válido para hombres y mujeres- que la lectura de la Biblia fortalece y nos ayuda a luchar contra este desorden.

4º. No se negarán el uno al otro. En 1 Cor 7,2-5: “…tenga cada uno su propia mujer y cada mujer su propio marido. El marido dé a su mujer lo que le debe y lo mismo la mujer al marido; la mujer ya no es dueña de su cuerpo, lo es el hombre, y tampoco el hombre es dueño de su cuerpo, lo es la mujer. No se priven el uno del otro; si acaso, de común acuerdo y por cierto tiempo, para dedicarse a la oración y luego se juntan otra vez, no sea que el diablo los tiente si no pueden contenerse”.

Pablo y Linda nos dijeron que debemos recordar que hombres y mujeres son diferentes. Por ejemplo, el sexo para el hombre es indispensable, para la mujer no.

Nos indicaron que el sexo en el hogar (lecho nupcial) es sin pecado. Nos recordaron lo que dicho en Heb 13,4: “Valoren todos el matrimonio y no deshonren el lecho nupcial, porque a los libertinos y adúlteros los juzgará Dios”.

Y Linda nos recordó, hermosamente, que una mujer necesita ser tratada con respeto, con ternura… necesita ser tomada en cuenta y que cuando esto sucede ella atiende gozosa las necesidades sexuales de su marido. Yo suelo decirlo de otra manera: una mujer enloquecida, enloquece a su marido (claro: enloquecida por las atenciones, por los mimos, por los cuidados, por el respeto…).

Pablo nos señaló que parece ser que el hombre es “un animal” y la mujer un “refrigerador”, pero es tomar en cuenta las necesidades emocionales de mi esposa lo que hará posible que el “refrigerador” se convierta en un “horno” para ti.

5º. Acéptense el uno al otro, tal cual son. Ya lo hemos dicho, hombres y mujeres somos diferentes. Y un hombre es diferente de otro hombre, una mujer de otra mujer. Por ejemplo, el hombre es analítico, la mujer es emocional.

En Gen 1,27 nos dice el Señor: “Y creó Dios al hombre a su imagen; a imagen de Dios lo creó; varón y hembra los creó”. Es decir, distintos.

6º. Perdonen y olviden. A veces el perdón es doloroso. A veces sólo es posible perdonar con el poder de Dios. Perdonar y olvidar se hace posible cuando hacemos de Jesús el Rey y Señor de nuestra vida matrimonial.

7º. Amense uno al otro. Amar es una decisión, es un mandamiento. No es opcional para el cristiano, ni es tampoco algo sobre todo emocional.

Una buena forma de aprender a demostrar el amor es “hacer como que la quiero”, esto produce el querer. Hacer como que la amo, produce el amor.

Para terminar, quiero dejarles con unas frases recogida de la sabiduría humana:

“Hay maridos tan injustos que exigen de sus mujeres una fidelidad que ellos mismos violan. Se parecen a los generales que huyen cobardemente del enemigo, quienes sin embargo, quieren que sus soldados sostengan el puesto con valor” (Plutarco, escritor griego).

“En todo matrimonio que ha durado más de una semana existen motivos para el divorcio. La clave consiste en encontrar siempre motivos para el matrimonio” (Robert Anderson).

“Un matrimonio feliz, es una larga conversación que siempre parece demasiado corta” (André Maurois, novelista y ensayista francés).

“El matrimonio es una barca que lleva a dos personas por un mar tormentoso; si uno de los dos hace algún movimiento brusco, la barca se hunde” (Leon Tolstoi, escritor ruso).

“Para un buen matrimonio hay que enamorarse muchas veces, siempre de la misma persona” (Mignon McLaughlin, periodista estadounidense).

“Hasta que el marido no entiende absolutamente todas las palabras que su mujer no ha dicho, no estará realmente casado” (Alfred Hitchcock, director de cine).

“El sexo forma parte de la naturaleza. Y yo me llevo de maravilla con la naturaleza” (Marilyn Monroe, actriz estadounidense).

“¿Por qué lo llaman amor cuando quieren decir sexo?” (Groucho Marx actor estadounidense).


1 comentario:

Juan Tejada dijo...

excelente reflexión si los matrimonios siguieran estos simples consejos creo que los divorcios serian menos :)