A
la hora de exportar, de ingresar con nuestros productos a mercados extranjeros,
es preciso recordar que nos estamos dirigiendo a otros con sistemas culturales,
intereses, gustos, deseos, historias,
miedos y códigos distintos a los nuestros. Alejandro Formanchuk reflexiona
sobre la importancia de tomar en cuenta la comunicación para que una cultura
exportadora sea exitosa.
La gestión de la imagen corporativa
y la segmentación de públicos: dos claves a la hora de exportar
Por Lic. Alejandro
Formanchuk
Director de Formanchuk &
Asociados
Docente en la Universidad de
Buenos Aires
Usted tiene una empresa, puede que una Pyme o un
emprendimiento, y quiere comenzar a exportar. En su cabeza giran, al mismo
tiempo y describiendo distintas órbitas, cinco mil cuestiones a evaluar y
planificar: desde lo financiero y legal hasta lo productivo, la logística y el
transporte. En principio ya es suficiente, digamos que tiene con qué divertirse
durante varios meses. Pero le sugiero que dentro de esa inmensa galaxia de
temas enfoque su telescopio hacia un sistema solar llamado “comunicación”,
porque, como veremos aquí, es un recurso y una herramienta fundamental para
exportar con éxito sus productos o servicios.
Ya que estamos con las metáforas astronómicas
sigamos. La comunicación externa es un sistema solar formado por muchos
planetas y estrellas, cada uno con distintos tamaños, formas y fuerzas
gravitacionales: imagen corporativa, papelería, publicidad, sitio web, brochure
institucional, folletos de productos, marketing directo, relaciones públicas, prensa,
lobbying, auspicios, promociones, merchandising, mobiliario, atención al
cliente… La lista es casi infinita y comprende todo lo que puede ser soporte de
sentido y significación para un otro
(desde la textura de un envoltorio de chocolates hasta el olor de un auto
nuevo).
Estas acciones y herramientas son, en mayor o menor
medida, utilizadas por las compañías para llegar a sus públicos. Ahora bien,
¿qué sucede cuando estos públicos viven en otro país, cuál es la variable
diferencial a tener en cuenta? La respuesta es casi tautológica: es preciso
recordar que viven en otro país,
que nos
estamos dirigiendo a personas con otros sistemas culturales, intereses, gustos, deseos, historias, miedos y códigos.
Por eso, a la hora de planificar una estrategia de
comunicación, debemos conocer la gestión de la imagen corporativa y la
segmentación de públicos: dos claves a la hora de exportar a nuestro target
para luego poder seleccionar los mensajes, soportes, canales y herramientas más
efectivos.
Armar un “mapa de públicos” es una tarea
irrenunciable para cualquiera que desee exportar porque el
target define la estrategia. A los clientes que se acerca a nuestra agencia
(sean exportadores o no) siempre les decimos una perogrullada muy cierta: es difícil
comunicarse con alguien que uno no conoce. Por ejemplo, ¿cómo vamos a venderle vino
tinto a un estadounidense si no sabemos qué es lo que valora, espera o rechaza
de una bebida alcohólica?, ¿cómo vamos a convencerlo, seducirlo, fidelizarlo?,
¿cómo vamos a saber qué decirle, dónde y cuándo? Ahora, atención: tan negativo como
no saber nada del otro es esteriotiparlo y convertir a los brasileros,
mexicanos o italianos en una masa homogénea que responde idénticamente a los
mismos estímulos.
Entonces, clave
número uno: conozca a su público tanto como pueda porque sólo así podrá
determinar qué herramientas, canales, mensajes y tonos debe emplear para comunicarse
positivamente.
La imagen genera valor
Si se exporta, en especial a economías más
desarrolladas, hay que tener en cuenta que las empresas de esos países nos
llevan años de ventaja en posicionamiento e imagen y juegan con reglas más
sofisticadas. Consecuentemente, el comportamiento de los consumidores está
determinado por estos niveles de
calidad, lo cual provoca actitudes particulares de compra o de
percepción del servicio. Esto es bueno recordarlo porque muchos empresarios
todavía siguen discutiendo si vale la pena reforzar la marca, definir un
posicionamiento, rediseñar un logotipo, crear una página web, desarrollar un packaging
atractivo, mejorar la atención al cliente, etc.
¿Por qué existen compañías que deciden no “gastar”
en comunicación? Creo que porque están aferradas a un viejo paradigma: piensan
que para vender (aquí o en el exterior) basta con tener un buen producto. Pero
tengo malas noticias: la gente compra
marcas, no productos. La era industrial quedó atrás y hoy gana el que
genera la imagen más potente.
Como dice Jean Baudrillard, los objetos ya no son una cosa sino un status de sentido. Y para
comprobarlo haga esta prueba: tome dos remeras de algodón, a una cósale el
isotipo de Nike y a la otra nada, póngalas a la venta y fíjese cuánto está
dispuesto a pagar el consumidor por una y por otra.
Por eso, invertir en una estrategia de imagen,
comunicación y posicionamiento no es un capricho o el deseo de tener “un
logotipo más lindo”, sino que es una
inversión que genera valor agregado conceptual y que permite vender más
y a más ato precio un mismo producto. Digamos que es un enroque: la empresa le
da valor simbólico al cliente y éste acepta pagar un precio más alto. La
gestión de la imagen corporativa y la segmentación de públicos: dos claves a la
hora de exportar.
Entonces, segunda y última clave: ya sea que
exporte o no, invierta en la imagen de su
marca porque esto le permitirá diferenciarse, sobresalir y aumentar su
rentabilidad. La comunicación es un recurso, no la desaproveche.
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