Chavela Vargas y mi infancia
Partió Chavela
Vargas. De origen tica, se radicó en México. Para mi muy recordada porque sus
canciones –las propias y las que tomaba prestadas a otros- iban en la boca de
mi padre al trajinar los dos por el conuco. Las cantaba sabiendo -como me pasa a mi- que no tenía dotes para cantante, pero tenía corazón.
Algunas de sus canciones pareciera
como si dijeran adiós, un adiós que no rechazó y que se constituyó un “ya sí,
pero todavía no”, propio de la esperanza. Cantaba… “por eso muchacha, no partas
ahora, soñando el regreso… que amores simples y las cosas simples las devora el
tiempo”, o aquel otro que dice: “Me alejaré de aquí con un dolor dentro de mí:
te juro, corazón que no es falta de amor, pero es mejor así…”, o: “Uno se
despide insensiblemente de pequeñas cosas, lo mismo que un árbol que en tiempo
de otoño se queda sin hojas...”. O esta: La barca en que me iré lleva una cruz
de olvido, lleva una cruz de amor, y en esa cruz sin ti, me moriré de frío de
hastío.
Aquí comparto con
ustedes otros versos, ya no de partida, sino de amor y otras cosas:
•
Probablemente
estoy pidiendo demasiado, se me olvidó otra vez que habíamos terminado... se me
olvidó otra vez que solo yo te quise….
•
Toda una vida
estaría contigo, no me importa en qué forma, ni dónde ni cómo, pero junto a
ti...toda una vida!
•
Somos un sueño
imposible que busca la noche… somos dos gotas que el viento juntó en el otoño.
•
Noche de
ronda, qué triste pasa! Qué triste cruza por mi balcón.
•
Yo no entiendo
esas cosas de las clases sociales, sé también que me quieres como te quiero yo…
Adiós, papá… adiós
Chavela!
No hay comentarios:
Publicar un comentario