jueves, enero 31, 2019

Padres, niños y tecnología


Normas para niños y padres en el uso de la tecnología

“Mi principal consejo para aquellos padres con hijos entre 4 y 11 años más o menos es que la disfruten, pues acabará pronto. Deben construir un buen nexo de unión con sus hijos, una relación fuerte, porque cuando llegue la adolescencia esa relación se va a poner a prueba. Así que pasen tiempo con ellos, disfruten de su compañía, conózcanlos bien, y también ellos a ustedes. Construyan una relación fuerte, pues en eso consiste la latencia” (Elizabeth Kilbey, psicóloga).

Elizabeth Kilbey
 Elizabeth Kilbey es la cara más conocida de la serie de televisión británica “La vida secreta de los niños”, en donde analiza el comportamiento de los pequeños que participan en el programa. Es investigadora del campo de la psicología clínica y está especializada en 'la edad de latencia’, que define como “el período que va de los 4 a los 11 años más o menos y que es una de las etapas más importantes, aunque más descuidadas, del desarrollo del niño”. Ha recibido en su consulta una preocupación recurrente: el uso incontrolado de nuevas tecnologías por parte de los niños. “Las pantallas están cambiando la forma en la que los niños juegan, el modo en el que socializan y las actividades que ocupan su tiempo” asegura la psicóloga.

Aquí les comparto algunas ideas expuesta por Kilbey y que pueden orientarnos en torno al tema del uso de la tecnología por parte de nuestros niños y niñas.


¿Qué podemos aprender los adultos de los niños?
Para Kilbey, podemos aprender “a ser más abiertos, a ser más compasivos y a vivir más el momento, el ahora”. Expresa que los adultos pensamos demasiado”, mientras que los niños se limitan a actuar, vivir, y son muy auténticos.
Explica que, sin embargo, la “latencia” (etpa que va de los 4 a los 11 años) es muy poco estudiada. Se estudia a los recién nacidos “porque nos parecen complicados”, y a los adolescentes “también son bastante complicados”.
La “latencia” es -nos dice- “como un jardín en invierno. Parece que está tranquilo y que no pasa nada, pero bajo tierra se está trabajando mucho. Se preparan los cimientos para lo que llegará más adelante: la adolescencia y la edad adulta. Es una etapa de desarrollo importantísima”.
No le damos -sin embargo- mucha importancia porque los niños en esta edad tienen capacidad motora, son bastante obedientes, “se les maneja mejo. Es más, resulta agradable estar con ellos… Por eso es fácil que nos relajemos y les demos vía libre, pero en su cabeza están pasando muchas cosas”.

Padres sometidos a presión
Para Kilbey, los padres se llenan de expectativas. Dan importancia a la educación, al éxito y los logros, “a qué te dedicarás y qué conseguirás en la vida”. Pero la perspectiva de los niños, explica, es distinta. Esas cosas les dan igual, están en otras cosas. “Están aprendiendo habilidades sociales, emocionales, de amistad. Eso es lo que hacen a esa edad. Y los adultos deberíamos dejar de presionarles y dejar que se desarrollen. Claro que se desarrollarán, sin duda. Nosotros simplemente debemos apoyarlos”, señala la experta.

Los padres, por lo tanto, estamos llamados a no preocuparnos tanto por esas expectativas, sino a disfrutar a nuestros hijos, a pasar tiempo con ellos, hablar, escuchar sus ideas, a veces desmesuradas a causa de su imaginación extraordinaria. “Es una etapa de sueños, sin responsabilidades. Así que pasa tiempo con ellos, imaginad a lo grande juntos y ayudadles a entender sus emociones, sus sentimientos, porque eso es lo que necesitan en ese momento. Porque cuando sean adolescentes, las emociones se les descontrolan”, sentencia Kilbey.

En mi caso (Milton T), otro elemento sobre el que llama la atención -y que practico desde hace años con mi esposa- es dedicarnos tiempo a nosotros mismos, como pareja, como personas. Al hablar de las vacaciones, expresa que “Puedes pasar tiempo en familia, pero también dedicarte tiempo para descansar y recargar energía. Si no lo haces, volverás a casa igual que te has ido. Tienes que recargar las pilas, porque no hay trabajo más duro que ser padre”.

Una advertencia es clara: si los padres no se cuidan, nadie lo hará por ellos. “Tu hijo necesita que estés lo mejor posible; y si no te cuidas, no lo estarás”, afirma.

Niños, padres y pantallas
Las familias se quejan de que no consiguen quitar los videojuegos a sus hijos. “Se pillan berrinches, discuten y se acuestan tarde, por la mañana van directos a la tablet nada más despertarse, no hacen los deberes… Al introducirse en los hogares, la tecnología ha creado conflictos entre padres e hijos. Los padres me preguntan constantemente qué pueden hacer para que sus hijos dejen los móviles y los escuchen y presten atención. Estos temas son mi día a día”, expresa.

Al hablar de los problemas de las tecnologías en el presente, Kilbey reconoce que la generación actual de niños está creciendo con las tecnologías de una manera que nosotros no conocimos, no sabemos cuál será su efecto. Las estadísticas apuntan a una vida sedentaria, lo cual repercute en el sueño, en el nivel de actividad física, en el nivel de obesidad, en la capacidad de concentración…Para esta psicóloga la tecnología no es algo malo,  pero debe ocupar su lugar durante estos años.

Para Kilbey la tecnología no debe estar presente durante toda la infancia. Es decir, cada cosa a su debido momento. Considera que hay otras capacidades que deben desarrollarse. Es común escuchar a un niño decir: “Me estoy aburriendo” o “estoy aburrido”. Necesitan estímulos constantemente. Respuesta: Sal, juega, abúrrete, sé creativo.

Usa una comparación con el consumo de dulces. Y afirma que “la tecnología es como el azúcar: está bien, pero sin pasarse. Por tanto, necesitamos acordar un plan entre todos y ponerlo en papel. A los niños entre 4 y 11 años les ayuda mucho que todo vaya por escrito. Pídeles que hagan una tabla y que la coloreen; les encantan esas cosas. Que todo el mundo conozca las reglas y las cumpla. Están acostumbrados a pillarse berrinches y que mamá o papá les devuelva la tablet o el móvil para que se les pase, así que piensan: “Si me cojo una rabieta, tú me lo devuelves”. Así que si se lo quitas, se portan aún peor. Al principio, la situación empeora antes de mejorar y a los padres les cuesta, pero deben decir: “No, hay unas normas que acordamos entre todos. Mantente firme. Puedes aguantarlo”. Y esto es importantísimo, pues los padres sienten que han perdido el control y una vez llegados ahí, ya todo es posible”.
Kilbey reconoce que hay tecnologías, en el área educativa, que son formidables, pero en realidad la mayoría de los niños usan las tecnologías para jugar a videojuegos, redes sociales, juegos digitales… Y eso no es tan beneficioso.

Sin embargo, no es una extremista. Afirma que usar tecnologías con moderación “está bien”.

 Romina Peñate, la entrevistadora, hace una pregunta a la que todos quisiéramos la respuesta:

“¿Cuándo es el momento adecuado para darles un móvil? ¿Cuándo es el momento correcto para dejarles acceder a las redes sociales?”.

“Es una pregunta muy complicada”, responde Kilbey. Señala que “la adolescencia es una etapa de mucha socialización en la que tu familia no importa tanto y te rodeas de gente de tu edad. Sé que las redes sociales son importantes en la adolescencia, pero para los jóvenes en esta etapa de latencia, su vida social es la familia”.

Considera que “los niños entre 4 y 11 años no necesitan las redes sociales. Los adolescentes quizás sí. Así que debemos averiguar cuándo nuestro hijo pasa a esa etapa de desarrollo social, de la adolescencia. Y ahí sí, a lo mejor le podemos dar un móvil para que siga el mismo ritmo de sus compañeros, que sí usarán las redes. En esta etapa de latencia no me parece necesario”.

En el fondo, Kilbey no niega la posibilidad de redes sociales para niños de 4 a 11 años, pero su énfasis es en la prioridad para esa etapa: seguridad emocional, relación con la familia y el entorno…

Al abordar algunos consejos para los padres, señala:

  1. A los padres con hijos entre 4 y 11 años más o menos les recomiendo que se resistan. Manténganse firmes. En la adolescencia, la historia cambia, pues usarán las redes sociales.
  2. En la adolescencia es diferente, pues tendrán redes sociales. Necesitan aprender y cometer errores, y también entender que podemos ayudarlos. Los padres deben tener claro que ellos son quienes tienen el control. Aunque el móvil sea de tu hijo e incluso si lo compró con dinero de su cumpleaños o de Navidad, tú sigues estando al mando por ser el adulto. Y asegúrate de que ellos lo sepan. Y establece normas. Por ejemplo, si pueden usarlo antes de ir al colegio, o cuando vuelvan, durante cuánto tiempo, o si pueden usarlo en su habitación. Deja claro también si pueden usarlo por la noche. Tener el móvil al lado de la cama es muy tentador. Mejor que lo dejen fuera.
  3. Establezcan un plan, pide a tus hijos que hagan una tabla, la decoren y la cuelguen en un lugar visible para que todos conozcamos las reglas que hay que cumplir. Y no olvidemos que los padres también tenemos que cumplirlas. Si no permitimos móviles en la mesa, el nuestro tampoco. Si no se responde al teléfono cuando estamos hablando, yo hago lo mismo. Debemos ser ejemplo de lo que les pedimos. Las normas también se nos aplican a nosotros.
  4. Si quieres que usen menos tecnología, haz tú lo mismo y ponte límites al usarla.
  5. Los padres estamos tan ocupados que no jugamos con los hijos. Mi trabajo me ha hecho ver que cuanto más mayores somos, menos jugamos. A algunos padres les cuesta mucho jugar. Les cuesta ser creativos y tener imaginación. Los juegos de niños son muy repetitivos y aburridos, reconozco que cuestan. Pero dediquemos diez o quince minutos cada día a jugar con nuestros hijos y dejémosle que mande él, a lo que sea: a los animales, al pillapilla, a subirse por algo, en el jardín, sacamos algunas cacerolas y las rellenamos de agua, o jugamos con arroz, a cualquier cosa.
  6. Dos conceptos claves a enseñar:  consecuencias y responsabilidades. Todo tiene consecuencias, ya sea positivas o negativas. Y por otro lado, la responsabilidad. Debemos enseñar a los niños que tienen que responsabilizarse de sus actos. Por eso es importante poner normas, me encantan las normas.
  7. Enseñarles que la privacidad no es igual en Internet. Si compartes una foto con alguien, puede acabar en cualquier lugar. Y hay que enseñarles que todo es permanente. Si no te atreves a decir algo a la cara, tampoco lo hagas en Internet, pues no lo podrás borrar. Y también hay que enseñarles que la gente quizás no sea como aparenta ser, pues en Internet uno puede ser como quiera, lo cual es estupendo para ser creativo, pero te impide conocer bien a la otra persona.
  8. Enseñarles que una relación en la vida real es distinta a una virtual; no conoces igual a la persona. Las relaciones virtuales pueden llegar a ser muy intensas e íntimas muy fácilmente porque el medio lo permite. Debes enseñarles todo esto. En definitiva, se trata de que entiendan el mundo digital, poner límites, decirles que vayan con calma, sin prisa; que sean curiosos y cuestionen todo a fondo para estar seguros de lo que hacen; y que cuenten a los padres con quién hablan en Internet, quiénes son sus amigos. Ocultar cosas a los adultos no sirve de nada; hay que contar todo. Y si a tus padres les preocupa algo, te conviene escucharlos.
  9. Una de las cosas más importantes como padre es ser consistente. Si cambias, el niño no sabrá cómo vas a reaccionar y eso alterará  mucho su comportamiento. Así que ante todo sé consistente. Si dices que no, di siempre que no, respeta tus normas. Me decanto más por el lado del orden, las normas y los límites, pero eso no te impide hacerlo desde la amabilidad y el cariño.

 “Mi principal consejo para aquellos padres con hijos entre 4 y 11 años más o menos es que la disfruten, pues acabará pronto. Deben construir un buen nexo de unión con sus hijos, una relación fuerte, porque cuando llegue la adolescencia esa relación se va a poner a prueba. Así que pasen tiempo con ellos, disfruten de su compañía, conózcanlos bien, y también ellos a ustedes. Construyan una relación fuerte, pues en eso consiste la latencia”, expresa.

jueves, enero 24, 2019

Padres, función con fecha de caducidad


ConsejeroMT:
SER PADRES:
”VEINTE AÑOS DE CÁRCEL Y DESPUÉS LIBERTAD CONDICIONAL”

Mi padre, Apolinar Tejada Rodríguez, tenía una frase que sirve de título a esta nota. Decía: “Cuando te nace un hijo, son veinte años de cárcel y después libertad condicional”.
Quiero compartir contigo una reflexión de mi lectura de esta semana: la función de ser padre tiene fecha de vencimiento (no sé si serán veinte años, como decía papá, o serán más, pero tiene fecha de vencimiento).
Bucay et al (mi lectura de esta semana: El Difícil Vínculo entre Padres e Hijos) indica que ser padres tiene tres aspectos distintos:
  • La decisión de ser padres;
  • El amor de padres, y
  • La función de padres.
Sobre la decisión de ser padres basta decir que implica el asumir el rol y el sentido de pertenencia. No dejamos nunca, en este sentido, de ser padres, aunque nuestros hijos no nos necesiten.
Sobre el amor de padres, es el único amor incondicional (Dios es Padre, no lo olviden). Sin reciprocidad ni motivos y, por lo tanto, dura toda la vida.
En cambio, la función de padre que consiste en cuidar, proveer y educar tiene un punto final. Un momento en el que (afortunadamente dice Bucay) se termina. Nos “jubilamos” de este rol o trabajo (no así de los dos primeros).
Tres de mis cuatro hijos han establecido sus propios hogares. La más pequeña todavía estudia, pero vive fuera del país. Nosotros estamos, pues, a la puerta de la “jubilación” de esta tercera función y, contrario a lo que algunos anuncian, no sentimos “crisis del nido vacío”, sino más bien el “gozo del deber cumplido”.
Estamos casi, papá, cumpliendo nuestros veinte años de cárcel. Lo hicimos porque adoptamos la decisión de ser padres y lo hicimos porque amamos incondicionalmente a estos muchachos -Carlos, Luis, Juan, Laura.
En términos de la función de cuidar, proveer y educar…. Esta llegará a su final.
Bendiciones, hijos amados.                                                     
Que Dios les cuide y proteja, EL también es PADRE.