domingo, noviembre 20, 2022

Vida conyugal / Diferencias que originan conflictos

 Matrimonio 3 / El origen de los conflictos conyugales

Hoy hacemos la tercera entrega del mejor camino para solucionar los conflictos: el amor que perdona. Lo hacemos a partir de la obra de Gary y Bárbara Rosberg. Esperamos que te sean provechosas estas reflexiones.

Hemos dicho que toda pareja tiene su cuota de malentendidos. Hemos dicho que los conflictos pueden quedar abiertos, destruyendo el matrimonio o, por el contrario, pueden cerrarse mediante el amor que perdona. Antes de profundizar en el amor que perdona, hablaremos del origen de los conflictos conyugales: diferencias por el trasfondo familiar, diferencias de valores y las más conocidas: diferencias de género. ¿Cómo influyen estas diferencias en la generación de conflictos?

Cada pareja trae a la relación dos estilos de vida distintos. Algunas diferencias comunes que pueden conducir al conflicto y a las ofensas en la relación matrimonial.

Diferencias por el trasfondo familiar

Diferentes trasfondos familiares constituyen, en muchas ocasiones, una fuente de conflicto en su matrimonio. Distintos trasfondos han encendido el conflicto en su matrimonio. El choque de los valores y las tradiciones familiares encienden conflictos más graves, discusiones acaloradas y heridas profundas año tras año.

Durante el noviazgo muchas parejas ven sus diferencias de personalidad como complementarias. Pero después de la boda, a veces, esas diferencias comienzan a exacerbar los nervios y conducen al conflicto.

Las diferencias de personalidad son algo bueno. Como alguien dijo: “Si dos personas son exactamente iguales, una de ellas es innecesaria”. Pero mantente alerta para descubrir de qué maneras tu tipo de personalidad puede ser una fuente de irritación para tu cónyuge.

Diferencias de valores

Las diferentes perspectivas acerca de algunos temas conducen a las ofensas. Es posible que tú y tu cónyuge tengan valores similares, en especial en lo que se refiere a la fe y a las costumbres cristianas. Pero cuando esos valores difieren, ten cuidado con el conflicto.

Diferencias de género

El DR. James Dobson, hablando de las diferenciad entre hombres y mujeres opina que, por ejemplo, para las mujeres abordan el juego (ping-pong, Monopolio, dominó) como excusa para el compañerismo, mientras que para los hombres el juego es conquista. El hombre revela su pasión por ganar.

Una diferencia que, comúnmente conduce a la ofensa y al dolor, es la sexualidad. Los hombres se excitan y satisfacen más rápidamente que sus esposas. Las mujeres necesitan más cuidados, caricias y relación.

¿Cuán a menudo los esposos ofenden a sus esposas al apurarse cuando tienen relaciones sexuales?

Gay Smaley y John Trent escriben: “Para la mayoría de las mujeres, el sexo es mucho mas que un acto físico independiente. Es la culminación de un día lleno de seguridad, de conversación, de experiencias románticas y emotivas y luego, si todo está bien, la relación sexual.

La mayoría de los hombres podemos revertir el orden ¡o sencillamente omitir todo lo que viene antes de la relación sexual! 

Hombres, para que sus esposas disfruten plenamente de la experiencia sexual, es necesario que satisfagan las necesidades emocionales que tienen como mujeres. Esposas, no minimicen la necesidad de sus esposos de la expresión física de la intimidad sexual, aunque ellos sean lentos en satisfacer sus necesidades emocionales y de relación.

Te invito a que lo difundas, lo discutas y nos hagas saber tu parecer. Es nuestro interés, como GRATA VIDA, contribuir a matrimonios sanos, que vivan una vida abundante. 
Bendiciones,


Milton e Ysabel.

martes, noviembre 15, 2022

Vida Conyugal / El hijo pródigo y el matrimonio

Matrimonio /2: Senda del amor que perdona

Ante los conflictos, los malentendidos, tenemos dos posibilidades: o dejamos el circuito abierto o lo cerramos. La parábola del Hijo Pródigo es una ilustración de esto.


Establecimos un primer punto: en todo matrimonio hay una cuota de malentendidos. No nos enseñaron a resolver conflictos, y el conflicto no resuelto conduce al divorcio emocional y, en muchas ocasiones, al divorcio legal. Gary y Bárbara Rosberg, nos explican que hay un Plan, el de Dios, que da resultados para sanar las heridas de tu matrimonio. Dependerá de las decisiones que adoptemos el que nuestros matrimonios vayan en una dirección (su destrucción) o en otra, su fortalecimiento.

Hoy todavía no entramos en las pautas para sanar. Antes debemos comprender bien el proceso que se da cuando hay un conflicto. Es el mismo proceso que el de la Parábola del Hijo Pródigo. Avancemos en entender la dinámica de los conflictos en el matrimonio.

La ofensa, el malentendido, abre un proceso, un circuito. El conflicto conyugal comienza con una ofensa de algún tipo: estas herido y luego enojado. Es posible que tu cónyuge ni siquiera sepa que algo está mal. Muchos cónyuges ofendidos responden de manera que solo empeoran las cosas. El circuito o proceso queda abierto cuando:

  • Te empeña en devolver el golpe. “Él me la hizo, él me la paga…”.
  • Cuando entierras tu enojo y deja que fermente. Tu pareja ni se entera.
  • Cuando sencillamente te rindes y deja que tu cónyuge se salga con la suya. Te cansas, e incluso te alejas.

Muchas parejas viven con decenas de circuitos abiertos en sus matrimonios. Yo (MT) les llamo expedientes y recomiendo que no hagamos expedientes. Los conflictos sin resolver y las heridas sin sanar se apilan sobre cada uno de ellos. El enojo latente crece hasta transformarse en amargura, resentimiento y aun odio. El esposo y la esposa se alejan entre sí y se acercan al divorcio emocional.

La Parábola del Hijo Pródigo: un mensaje que ilustra cómo sanar

¿Saben por qué me considero un consejero cristiano? Para mí, Milton Tejada, es muy simple: porque ponemos la Palabra de Dios en el centro de las dinámicas de crecimiento y sanidad. En este caso, estos autores hacen lo mismo.

La historia del hijo pródigo es un ejemplo de cómo abrir y cerrar el circuito: conflicto, herida, solución, sanidad, de modo de restaurar nuestras relaciones deshechas.

La ofensa más grande que podía un hijo cometer, era pedir su herencia con anticipación. El padre satisfizo la demanda del joven pagando su herencia. Pasado el tiempo, la realidad se hizo patente: Estaba en quiebra y lejos de su hogar...el joven comenzó a pasar hambre. Dios tenía que hacer algo en el corazón del muchacho antes de que pudiera volver a su hogar. El padre mantenía los ojos en el camino con la esperanza de que su hijo volviera algún día. 

El joven se dio cuenta de que había cometido un gran error, estaba parado en una bifurcación. Se trata de tomar decisiones ¿Dejaría abierto el circuito para siempre, justificando su conducta, culpando a otros, revolcándose en la autocompasión y en la culpa implacable o elegiría cerrar el circuito y restaurar la relación con su padre?

Reflexionó. Sabía que tenía que humillarse a sí mismo y confesar su pecado para hacer las cosas bien. El orgullo había sido reemplazado por un corazón quebrantado, el hijo prodigo deseaba restaurar una relación deshecha.

El padre de la historia estaba más ansioso por cerrar el circuito que su hijo descarriado. El padre no permaneció parado en la entrada de la casa esperándolo. Se levantó y corrió para salirle al encuentro.  El padre le garantizó el perdón completo y restauró su compañerismo.

Este final feliz ilustra la manera cómo es el corazón de Dios para sanar las heridas e inspira el amor que perdona en su matrimonio. Los esposos y las esposas están más unidos que los padres y los hijos.

El dolor del circuito abierto es aún más grande en el matrimonio y el gozo y la paz de la sanidad son aún más dulces. Puedes revivir la escena final de esta parábola una y otra vez a través de tu propia experiencia a medida que aprendas a cerrar el circuito del conflicto y la herida.

Las ofensas conyugales son inevitables y a veces atacan por sorpresa. El adulterio, por ejemplo, es una ofensa conyugal de primer grado. Pero hay un sinnúmero de maneras con las que agraviamos a nuestro cónyuge que son de menor gravedad.

La bifurcación en el camino

Al igual que el muchacho de la parábola, los esposos y las esposas en muchos casos tenemos dificultad para tomar la decisión de sanar nuestras heridas. A veces no lo hacemos hasta que hemos tocado fondo. Estamos en una encrucijada ante la cual debemos tomar una decisión. Podemos elegir hacer lo que se necesita para cerrar el circuito mediante el amor que perdona o podemos no hacer nada y sufrir las dolorosas consecuencias. Es lo que se llama la “bifurcación en el camino”.

“Hacer lo que se necesita” significa poner en práctica el amor que perdona en tu matrimonio. Dios te dará el poder para esa tarea por medio de su Espíritu y pondrá en marcha el proceso de sanidad. Si quieres “hacer lo que se necesita”, lo primero es que prepares tu corazón, disipes el enojo y puedas comunicarle tus preocupaciones a tu pareja. Luego, es necesario enfrentar los conflictos, perdonar a tu cónyuge y reconstruir la confianza como esposo y esposa.

Puedes sanar las lesiones emocionales, antes de que la gangrena de la distancia y la desunión envenenen tu matrimonio. El Plan de Dios se fundamenta en el amor que perdona. Cuando este se vuelve una expresión cotidiana en sus vidas, damos pasos a un matrimonio a prueba de divorcio. Es un proceso (un circuito lo llaman estos autores), que tiene algunos puntos clave que nos ayudan a visualizar dónde nos encontramos en una crisis conyugal, a determinar cómo llegamos allí y a experimentar los principios bíblicos del amor que perdona.

Más adelante los autores nos enseñan los pasos para cerrar el circuito. Sin embargo, es necesario que aprendamos a comprender el origen de los conflictos que experimentas en el hogar te equipará mejor para ocuparte de ellos.  Sobre el origen de nuestros conflictos conyugales, escribiremos en la próxima entrega.

sábado, noviembre 05, 2022

Vida conyugal / Matrimonio y malentendidos

 Matrimonio: nuestra cuota de malentendidos

Una relación conyugal está formada por dos personas imperfetas y todos tenemos nuestra cuota de topetazos y errores en la relación


Hace un par de años -no recuerdo con exactitud cuándo- leí un libro que organizó algunos de mis conocimientos sobre las heridas en un matrimonio y sobre la resolución de conflictos. Se llama “Sana las heridas en tu matrimonio”, de Gary y Bárbara Rosberg. Hoy les comparto algunas notas tomadas de dicha lectura (casi textuales, pero en ocasiones me permito editarlas, ya que no busco una publicación, sino un compartir que también pueda ayudarte en tu relación conyugal -si la tienes-, prepararte si piensas tenerla alguna vez o simplemente darte un conocimiento que puede serte útil en ese camino a veces complejo de las relaciones humanas. Escríbeme dándome tu opinión sobre el tema (Milton T).

Aquí las primeras notas:

¿Alguna vez te has sentido herido por causa de tu cónyuge? Seguro que sí. ¿Alguna vez has sido la causa del dolor en la vida de tu pareja? Seguramente. En toda relación matrimonial el esposo y la esposa han sido -alguna vez- tanto el ofendido como el ofensor, la causa y el objeto del dolor conyugal.


¿Por qué nos herimos mutuamente si somos esposos? ¿Por qué dos personas que se han comprometido a amarse el uno al otro durante toda la vida, a veces se olvidan del otro, se ignoran o se ponen en contra?

Porque todo matrimonio está formado por dos personas imperfectas, que a veces son desconsideradas, ásperas, o sencillamente egoístas. Y dos personas imperfectas compartiendo el mismo espacio están destinadas a tener desacuerdos. Todos tenemos estos "topetazos" conyugales de vez en cuando, no importa cuánto deseemos evitarlos, ni cuán tristes nos sintamos cuando suceden.

Cada matrimonio tiene su cuota de malentendidos y errores en la relación, conflictos y desaires, palabras hirientes y peleas a gritos que terminan en dolor. Y a veces es como una colisión de frente que causa daños más severos (como traición, infidelidad o abuso).

Ciertos conflictos y heridas en determinados momentos son inevitables. No se trata de preguntarse si sucederá sino cuándo, entonces ¿Qué haces cuando sucede? ¿Como respondes cuando tienen un conflicto?

La resolución de conflictos y heridas se encuentra a la misma altura que la comunicación, que es el principal problema que encuentran las parejas.

Muchos estamos desorientados a la hora de resolver los problemas conyugales. ¿Por qué?  Porque nadie nos enseñó cómo hacerlo. No recibimos en el hogar un ejemplo para resolver conflictos de una manera saludable. A menudo ni siquiera aprendemos a resolver conflictos conyugales en la iglesia. Entonces, en lugar de sanar nuestras heridas y continuar con la vida, dejamos que nuestros problemas se acumulen, pensando erróneamente (o deseando en secreto) que el tiempo en verdad sane todas las heridas.

No es así. En cambio, con el tiempo, los conflictos sin resolver y las heridas sin sanar endurecen nuestros corazones y abren una brecha entre nosotros como esposos. Cuando enterramos nuestros conflictos en lugar de enfrentarlos, cuando guardamos nuestro dolor en lugar de ocuparnos de él se pone en marcha un proceso.

Evitarlo finalmente te guiará a un lugar donde no quieres ir: al divorcio emocional. Es posible que nunca te separes físicamente o inicies un divorcio legal por determinadas razones, como las apariencias, los hijos o las conveniencias religiosas. Pero la distancia entre ustedes seguirá ensanchando hacia una separación en la relación o hacia un divorcio emocional.

Te sentirás atascado e infeliz, viviendo en la misma casa y compartiendo el mismo apellido. El matrimonio soñado que alguna vez compartieron morirá lenta y dolorosamente. Todo lo que les falta es iniciar públicamente los trámites en los tribunales locales. 

Cuando tu cónyuge habla acerca de la importancia que tiene su matrimonio, escúchalo. Cuando dejan de hablar: cuidado, puede significar que han dejado de buscar la salida. Si este modelo de separación emocional continúa, este cónyuge puede terminar yéndose físicamente. Y queda la pregunta: ¿Qué debemos hacer? ¿Qué debemos saber?

(Nota final de Milton T:

La respuesta a estas preguntas la continuo en la próxima semana. No quiero ser extenso. Sin embargo, cuatro conclusiones me quedan de estas páginas leídas hasta acá: 1. En todo matrimonio hay heridas; 2. No nos enseñaron cómo solucionar conflictos conyugales; 3. El divorcio emocional ocurre mucho antes que el divorcio legal (a veces este no ocurre nunca); 4. Una pareja “divorciada” emocionalmente no es feliz). Nos vemos…