jueves, noviembre 07, 2019

Las matemáticas divinas


Dos haciéndose uno: Las matemáticas divinas

Les comparto algunas notas que tomé en nuestro Fin de Semana Inolvidable 2019, con el tema: Dos Haciéndose Uno - Moviendo tu matrimonio del desempeño a la fe. Los expositores, Kent y Michelle Sterchi, nos ayudaron mucho con su claridad expositiva. Probablemente para algunos era un “plato conocido”, pero volver a las fuentes, retomar principios, fortalecer valores, siempre es saludable, sobre todo si queremos un matrimonio lleno del amor de Dios y “a prueba de divorcio”.

Kent y Michelle Sterchi,
los expositores.
En el mundo suele decirse que un buen matrimonio es como las matemáticas: 50 + 50. Sin embargo, la realidad es que debemos ir dispuestos a dar nuestro 100% a cambio de nada (es lo que llamo “amor sacrificial”). Las matemáticas de Dios, por lo tanto, podrían representarse como 100+0, para cualquiera de los dos cónyuges.

Dios une las diferencias para hacer algo más fuerte. Su matemática también puede representarse por lo que humanamente parecería un absurdo: 1+1=1. Somos mucho mejor juntos de lo que éramos por separado.

Mi cónyuge es mi provisión perfecta. Dios manda que el esposo ame, cuide y dirija a su esposa, como cabeza del hogar. Y a la esposa: amar y respetar a su esposo. Y ambos, en mutua sujeción al Señor.

Se trata, por lo tanto, de roles complementarios.

1 Corintios 11:3 el deseo de Dios refleja el orden del matrimonio. Someternos a la autoridad de Cristo, siguiendo su liderazgo, amando a nuestras esposas sacrificialmente y las esposas sujetas al esposo para que cumplamos los propósitos de Dios para el matrimonio.

Es difícil porque hemos recibido imágenes distorsionadas de liderazgo: dominación, abuso… no es imagen del liderazgo bíblico, de ser cabeza. Cabeza es igual a proveedor, protector, amante, desarrollador de…. (es el concepto bíblico).

Ser cabeza es una llamada divina al esposo, para ser un líder-siervo, brindar provisión  protección en el hogar.

Esposas, definición de su misión: llamado divino para honrar y afirmar el liderazgo del esposo, utilizando todos los dones que Dios les ha dado. Sumisión: someterse al rol del esposo.

No es sinónimo de debilidad. No quiere decir que no tengas una voz o que tu opinión no importa (no es la intención de Dios, aunque sí es la definición de nuestra cultur).

La intención de Dios es traer unidad al matrimonio.

El esposo nunca tendrá el derecho de demandar y ordenar la sujeción. La mujer, de modo voluntario, se somete al esposo y él, también de modo voluntario, se somete a Cristo.

Las más de 120 parejas asistentes al
Fin de Semana Inolvidable 2019
Los dos nos sometemos a Cristo. Como esposa, una relación personal con Cristo es clave.

Hombres, tres aspectos específicos de ser cabeza (sometidos a Cristo) resultando en una esposa amada y segura.

Efesios 5:21-25.33.

1.   Amor. Agape. El tipo de amor que Dios tiene por nosotros y por eso podemos tomar la decisión de amar a nuestras esposas. Cristo es nuestro modelo de cómo amar (1 Corintios 13). Es el mandato de Dios para nosotros, hombres. Es un mandato imposible de cumplir en la carne, solo es posible cuando me mantengo muy unido al Espíritu Santo.
2.   Mujer. Primera instrucción: Efesios 5:33: “Esposa debe respetar al marido”. Significa honrar a tu esposo, profunda admiración y tratarlo de modo amable y cuidadosa. Su esposo no necesita merecer el respeto. El respeto es un mandato. La mujer debe respetar a su esposo (hay límites: nada debe resultar en que la esposa peque y nunca la esposa se someterá a conductas de abuso. Un líder-siervo busca no herirla ni disminuirla).
Los hombres necesitan sentirse competentes. Es como si ustedes, mujeres, le dijeran: “tienes lo que necesitas, yo creo en ti”. Mujeres: dejen de ser tan críticas, controladoras… Denle al esposo un lugar seguro, donde pueda vivir su rol como cabeza. Es irrespeto cuando le cuestionamos constantemente o constantemente le corregimos y actuamos como si fuésemos su madre y no sus esposas (Prov 12:4): una mujer irrespetuosa es como cáncer en los huesos…
El liderazgo es su rol y el nuestro es liberar ese liderazgo, cuando la mujer lo respeta da alas al hombre. Cometerá errores. El Espíritu Santo le irá revelando cómo hacerlo mejor. Preguntémonos, mujeres, ¿dónde le quito el bastón a mi esposo en el área de liderazgo?
3.   Hombres. Somos aprendices toda la vida. Estudiamos toda la vida  nuestras esposas (1 Pedro 3:7). Piensa cuidadosamente antes de hacer o decir cualquier cosa. Esta tarea requiere devoción, energía.
Pregúntale a tu esposa sobre qué piensa ella que tú valoras más en la vida. Aprender siempre y continuamente, sus esperanzas, sus miedos, sus gustos, etc.
Mientras más aprenda de tu esposa (con la mente y el corazón), más efectivo será tu amor hacia ella. No hay una manera única. Hay que aprender. Qué cosas la hacen sentirse amadas, qué cosas hace ella que debes valorar.
A veces pensamos que realmente lo estamos haciendo mejor de lo que realmente lo hacemos. Preguntemos: ¿qué te gustaría que haga más, haga menos… qué te haga sentir amada y segura? ¿Cómo puedo orar por ti”. Hombres, oren por sus esposas.
Estudiantes de por vida de nuestras esposas…. Y no hay graduación posible.
4.   Esposas. Ustedes son ayuda. Gen 2:18. Dios las creó para ser la “ayuda idónea”. Encajan para usar sus dones y talentos que son únicos.
No piensen que “ser ayuda” es ser menos. No es lo que Dios quiso decir. Dios es nuestro “ayudador” porque nos trae poder y fuerza y es lo que la mujer debe hacer: traer poder y fuerza al hombre.
Como mujer, tienes el privilegio de ser la mejor amiga de su esposo. La amistad es esencial para un matrimonio saludable. Debemos continuar divirtiéndonos juntos. Debe traer paz, orden a su casa.
Usted “completa” a su esposo apreciando, disfrutando el deseo sexual de su esposo. Responder e iniciar esa relación íntima es saludable.
Mujer, tú puedes ser la fuente de consejería más grande de tu esposo. Ayúdale a llevar su carga, ora por él. Como su ayudadora, dele palabras de verdad, de amor, de ánimo para que sea todo lo que Dios quiere que él sea.
Su esposo lo necesita, vivimos ese rol en obediencia a Dios.
5.   Esposo. Usted es guía. Usted está llamado a liderarla.
Mat 20:24-28. Estamos llamados a ser líderes-siervos en el hogar. Hablar de manera alta, positiva, de tu esposa. Ser líder es un llamado alto.
Ser cabeza se hace amando como Cristo ama y siendo un líder-siervo.
6.   Esposa. Llamada a afirmar. Cuando afirmamos mostramos respeto. Tenemos que ser la fanática número uno de nuestros esposos (Prov 31:10-12). “Todos los días…”. Su esposo tiene la necesidad de sentirse importante. Quiere saber que su vida importa. Las palabras tienen poder de traer vida a ellos.
Pregúntate, mujer, cuáles son las cosas que él necesita escuchar de ti. Agradézcale por ser proveedor, por ser tu protector, por ser el regalo perfecto de Dios para ti.

(Otro tema muy importante que nos trataron los conferencistas fue el de cómo lidiar con los desencuentros, enojos, separaciones en el matrimonio. Lo dejamos para otra ocasión).


domingo, octubre 13, 2019

Comunicación y pareja


Cerrar y abrir la comunicación

Estas son pautas que abren y cierran la muralla que separa a una pareja. Esa muralla tejida de encuentros y desencuentros, de la historia que cada uno trajo a la relación, del ser distintos y a veces distantes. Son pautas para cerrar la comunicación, haciendo más difícil la convivencia. Y pautas para derribar muros y que fluya con mayor ligereza la palabra, la ternura, el acuerdo, el perdón…

Para cerrar la comunicación

Pensar que el otro debe pensar igual que tú. / El otro tiene una manera distinta de ver las cosas. Es necesario aprender a negociar, si escuchan aprenderán a entender la visión del otro. En una relación de pareja nunca hay una sola razón. Hay que tener ganas de escuchar al otro y encontrar juntos una solución.

Hablar sin escuchar o escuchar sin hablar. Es frustrante una discusión con una persona que no dice nada. Cualquier postura cerrada (el que solo habla, el que solo escucha) afecta la comunicación. La comunicación debe ser abierta, flexible. Saber escuchar es clave, saber hablar también.
Hablar es la escoba que limpia los conflictos, aclara los malos entendidos.
No podemos decir que amamos a una persona con la que no nos comunicamos.
Equivocación: muchos aprendimos que hablar es pelear, lastimar, destruir, eso es incorrecto. Hablar es tener la oportunidad del reencuentro, de escuchar lo que el otro siente, de aclararlo.

Descalificar lo que siente el otro. No tienes que entender lo que el otro siente, si pare él o ella algo es importante, entonces lo respeta, lo escuchar y aunque no lo compartes, le da validez.
Descalificar es violencia y lleva a la baja autoestima, lo cual convierte a las personas en tóxicas. Asegúrate de respetar los sentimientos del otro.

Hablar de lo importante en el peor momento. Para hablar hay que dar espacio. Hagan una cita para hablar, hagan citas de “novios”, para relajarse, disfrutar de lo que les gusta. La vida tiene disfrutes y dolores. Y recuerden, a veces tienen conflictos que resolver, pero ustedes no son un conflicto, son mucho más que eso. Si vemos al otro como el problema, probablemente nos amarguemos y hasta lleguemos al divorcio.

No verse a los ojos. Siempre que conversen cosas del corazón, mírense a los ojos. Cuando hables con ella o con él, mírale a los ojos (ejercicio: hablar con los ojos).
Mirarse a los ojos muestra el corazón. Mírense al hablar, al hacer el amor, al disfrutar de una cena, al ser testigos de las travesuras de sus hijos, para coquetearle, para ser cómplices, para un contacto travieso de amo y compañerismo verdadero.

Sentir que si reconoces tu error pierdes. Una persona que sabe decir “lo siento” es una persona con buena autoestima. Reconocer tu error no quiere decir que te pondrás en el piso para que te pisoteen.
Una persona capaz de reconocer su error no pierde, gana, porque esto le da la oportunidad de corregirlo y ser una mejor persona para su vida. Todos tenemos derecho a equivocarnos.
No necesitas ser perfecto para ser amado, sólo necesitas ser responsable de tus errores, saber pedir disculpas, y hacerlo mejor la próxima vez.
Cuando tu pareja reconozca que se ha equivocado, que ha cometido un error, dale las gracias y reconócele su capacidad de hacerlo.

Discutir para pelear y no saber negociar. Discutir no es pelear. Discutir es poner en la mesa un conflicto que pensamos diferente, sentimos diferente, necesitamos diferente, pero debemos encontrar un punto de encuentro para caminar juntos. En las parejas, como en la vida, todo es una eterna negociación.

Sacar un expediente de conflictos y faltas. Los conflictos, como los expedientes, deben tener fecha de vencimiento. El armar expedientes es una forma de perderte en discusiones interminables. Aprende esto: problemas de hoy, soluciones de hoy, y si hay un viejo tema que no hablaste, pero que no puedes dejar o no puedes soltar, entonces habla específicamente de eso.

Interpretar lo que el otro dice. Ser objetivo y describir un comportamiento sin interpretarlo es difícil, complicado. Cuando interpretas el acto del otro estás poniendo algo que procede de ti, no de él, y que cerrará la comunicación. Hay que hacer un esfuerzo por describir más que por interpretar.

Decir que otros piensan como tú. Atribuir a otros que piensan como tú para no hacerte responsable de lo que sientes, dices. Quieres meter a otros en la discusión (p.e.: “tu mamá piensa lo mismo”). Es un golpe bajo y solo logra que la otra persona se cierre.

Para abrir la comunicación:

Empatizar con lo que siente:
Escucho lo que sientes;
Acepto tu enojo;
Tu dolor es válido para mí;
Lamento tu tristeza;
Respeto tu miedo.

Reconocer y agradecer. Decir ¡gracias!
Gracias por decirme linda;
Gracias por el desayuno;
Qué bien te ves hoy, me gustas;
Amo cuando haces esto por mí;
Gracias por la iniciativa de hoy.

Asumir la responsabilidad:
Quiero que sepas que reconozco que este error es mío, no tuyo;
Te pido disculpa, no me di cuenta de mi error;
Asumo la responsabilidad de esto;
Me equivoqué, gracias por ayudarme a verlo;
Me comprometo a prestar atención en esto.

Decir lo que sientes en primera persona:
Me hace sentir invisible;
Me da miedo que me mientas;
Me enojo con tu comportamiento;
Me lastima lo que dices;
Siento que nada de lo que hago es suficiente.

No juzgar:
Sé que no hay mala intención, pero esto me afecta;
Confío en que lo harás;
Tu comportamiento me lástima;
No comparto lo que piensas;
No te juzgo, debe ser difícil para ti.

Tener una buena comunicación contigo mismo(a):
Diálogo conmigo y doy un espacio para observar lo que sientes;
Escribir lo que piensas y sientes antes de hablar con tu pareja;
Hablar con alguien capacitado en el tema para entender mejor;
Observar si estás sobredimensionando lo que pasa.
Observo lo que permito y genero con mi comportamiento.

Escuchar al otro con verdadero interés:
Sin teléfono, tele, computadora, etc.
Mirar a los ojos;
Ir acompañado con la cabeza y comentar algo de lo que dice, no interrumpir;
Escuchar intentando conocer y comprender su mundo.

Pensar en formas de resolver:
Preguntar qué necesita de ti;
Proponer soluciones;
Tener claro lo que tú quieres.
Actitud de que todo tiene solución;
Actitud de cambio, de querer moverse.

Bajarle tres rayitas a tu infierno:
Busca sanar tus heridas, la comunicación no será eficaz si traes una herida abierta;
Hay que tomar tiempo para cerrar el dolor;
Llorar para desahogarse y escribir son buenos recursos.
Separar tu historia de la relación, para no cobrar facturas que no le corresponden.

(Estas idea s fueron tomadas del libro “Sana tus heridas en Pareja”, de Anamar Orihuela).

miércoles, octubre 09, 2019

Conflicto y pareja


Manejo de conflictos:
La ruptura conyugal

¿Alguna vez te has sentido herido por causa de tu cónyuge? Seguro que sí. ¿Alguna vez has sido la causa del dolor en la vida de tu pareja? Seguramente. En toda relación matrimonial, el esposo y la esposa han sido tanto el ofendido como el ofensor, la causa y el objeto del dolor conyugal.

¿Por qué nos herimos mutuamente si somos esposos? ¿Por qué dos personas que se han comprometido a amarse el uno al otro durante toda la vida  veces se olvidan del otro, se ignoran o se ponen en contra? Porque todo matrimonio está formado por dos personas imperfectas que a veces son desconsideradas, insensibles, ásperas, o sencillamente egoístas. Y dos personas imperfectas compartiendo el mismo espacio están destinadas a tener desacuerdos. Todos tenemos estos “topetazos” conyugales de vez en cuando, no importa cuánto deseemos evitarlos y cuán tristes nos sintamos cuando suceden.

Cada matrimonio tiene su cuota de malentendidos y errores en la relación, conflictos y desaires, palabras hirientes y peleas a gritos que terminan en dolor. Y a veces es como una colisión de frente que causa daños más severos (como traición, infidelidad o abuso). No importa cuán profundamente se amen usted y su cónyuge. No se trate de preguntar si sucederá, sino CUÁNDO.

Entonces ¿qué haces cuando sucede? ¿Cómo respondes cuando un conflicto te hiere a ti, a tu cónyuge o a los dos? Muchas parejas no saben qué hacer. Por eso no hacen nada e inevitablemente se distancian. “El indicador número uno de divorcio es el hábito de evitar el conflicto”, afirma Diane Solle.

La resolución de conflictos y heridas se encuentra a la misma altura que la comunicación, que es el principal problema que enfrentan las parejas. Muchos estamos desorientados a la hora de resolver desavenencias conyugales.

¿Por qué? Porque nadie nos enseñó cómo hacerlo. No recibimos en el hogar un ejemplo para resolver conflictos de una manera saludable. A menudo, ni siquiera aprendemos a resolver conflictos conyugales en la iglesia. Entonces, en lugar de sanar nuestras heridas y continuar con la vida, dejamos que nuestros problemas se acumulen, pensando erróneamente (o deseando en secreto) que el tiempo en verdad sana todas las heridas. No es así. En cambio, con el tiempo, los conflictos sin resolver y las heridas sin sanar endurecen nuestros corazones y abren una brecha entre nosotros como esposos.

Cuando enterramos nuestros conflictos en lugar de enfrentarlos, cuando guardamos nuestro dolor en lugar de ocuparnos de él, se pone en marcha un proceso. Evitarlo finalmente te guiará a un lugar adonde no quieres ir: al DIVORCIO EMOCIONAL. Es posible que nunca te separes físicamente o inicies un divorcio legal por determinadas razones, como las apariencias, los hijos o convicciones religiosas. Pero la DISTANCIA ENTRE USTEDES SEGUIRÁ ENSANCHÁNDOSE hacia una separación en la relación y un divorcio emocional. Te sentirás atascado e infeliz, viviendo en la misma casa y compartiendo el mismo apellido. El matrimonio soñado que alguna vez compartieron morirá lenta y dolorosamente. Todo lo que les falta es iniciar públicamente los trámites en los tribunales locales.

Cuando tu cónyuge habla acerca de la importancia que tiene su matrimonio, escúchalo. Cuando dejar de hablar, cuidado, puede significar que han dejado de buscar salida. Si este modelo de separación emocional continúa durante seis meses o más, este cónyuge puede terminar yéndose físicamente.

(Nota MT: ¿Qué debemos saber? ¿Qué podemos hacer? Son preguntas que requieren respuestas).


(Editado de Rosberg, Gary y Bárbara: Sana las heridas en tu matrimonio, 2007. pp. 16-19).



jueves, septiembre 19, 2019

El Pacto Matrimonial

Del contrato al Pacto Matrimonial

Les comparto lo que escribí en una clase de Diplomado en Consejería en que participé en el IMAFA, impartida esta sesión por la profesora Eva Nieves. Cualquier imprecisión es mi responsabilidad, no de la profesora. Editado, claro está, a partir de mi interés propio.

¿Cómo se elige la pareja? En Psicología suele afirmarse que cada uno elige su pareja con lo que inconscientemente necesita. Es como si eligiéramos para llenar unas necesidades. Hacemos un contrato, tenemos una expectativa de cosas que queremos del otro. Esto es partir desde lo individual.

En nuestro décimo aniversario de bodas. Un regalo precioso
de Dios a mi vida, un arroyo cristalino a las aguas
de este Mar Muerto.
Muchas veces no se trata de la búsqueda de un Pacto, sino de un contrato para satisfacción individual. Uno piensa: “Lo que quiero cuando me case es…” Y tiene en su cabeza una serie de requisitos de lo que espera que él o ella hagan, una “lista”. Son expectativas individuales, procurando que se cumplan en el matrimonio. Cuando esas expectativas no se cumplen, viene la desesperanza: “Me engañé o me engañó”, “me casé con la mujer equivocada”, o “con el hombre equivocado”. Este “contrato matrimonial” dura mientras las expectativas son satisfechas, completa o mínimamente.

En un Pacto, en cambio, cada uno cumple con lo que corresponde, con su compromiso, con carácter de permanente. Partiendo de mí, se orienta al otro.

A veces también el Pacto se rompe, no se cumple, por la dureza del corazón del ser humano.

La diferencia entre un pacto y un contrato: el contrato termina cuando cualquier de la parte lo decida. El pacto tiene carácter de permanencia. Lamentablemente, hoy día el matrimonio tiene carácter de contrato (no es la visión de Dios). Contrato que, en ocasiones, tiene condicionantes preestablecidas, incluso escritas (como, por ejemplo, separación de bienes, derechos a determinadas acciones, etc.).

Atención: Una de las “causales” del divorcio es la incompatibilidad de caracteres. Sin embargo, desde el punto de vista bíblico, el hombre y la mujer son complementarios (no necesariamente compatibles).

Para los que viven bajo este Pacto, las Escrituras son claras: solo en caso de adulterio podría haber divorcio.

Lo que nos enseña Génesis 2:24

La Biblia nos dice, en Génesis 2:24:

“Por tanto, dejará el hombre a su padre y a su madre, y se unirá a su mujer, y serán una sola carne”.

Un Pacto matrimonial, a partir de este texto bíblico, implica:
  1. Dejar a papá y mamá, emocional y físicamente. Quienes se casan y siguen viviendo con los padres, tienen dificultades. Quienes se casan y anteponen el ser hijo al ser pareja, tienen dificultades.
  2. La pareja debe darse el primer lugar. Él es el Rey y ella es la Reyna. Se tratan el uno al otro con todo lo mejor que la otra persona espera y con todo lo mejor que puedo dar. Es un pensar no en lo que quiero, sino en lo que mi pareja necesita.
  3.  Implica que no se atan a los hijos, que hay límites con relación a los hijos. Los niños tienen que dormir en su propia cama, aunque sea en la misma habitación. Si tienen más de seis meses, es necesario pasarlo a habitaciones diferentes. Se les enseñan reglas de intimidad, de respeto de espacios. Se establecen fronteras, límites, con los hijos. Eso de que un niño siempre ha de dormirse o duerme en la cama de los padres, no es saludable.
  4. La pareja requiere momentos exclusivos. Espacios con su pareja, no con los hijos. En esa dirección va Deuteronomio 24:5: “Cuando alguno fuere recién casado, no saldrá a la guerra, ni en ninguna cosa se le ocupará; libre estará en su casa por un año, para alegrar a la mujer que tomó”. Salir en familia no es salir en pareja.  
  5. Matrimonio implica exclusividad sexual. Si estoy contigo, es solo contigo, y tu compromiso es que tú estés solamente conmigo. Si no hay un compromiso, se rompe el disfrute. Hay muchas complicaciones en una no exclusividad: enfermedades, embarazos no deseados, daños en las finanzas, resentimientos y amarguras en el corazón de quien ha sido víctima de esta falta, dolores emocionales en ambos, heridas que tendrían que ser sanadas… La exclusividad sexual es tanto para el hombre como para la mujer. Es un mito pensar que todos los hombres son infieles. Es un mito pensar que es imposible la fidelidad. Hay parejas que viven la exclusividad. Es posible.
  6. Matrimonio implica un camino de doble vía, un principio de reciprocidad. En un momento yo soy el estímulo y tú la respuesta, y viceversa.
  7. Un matrimonio saludable requiere de una comunicación positiva. El éxito de un matrimonio requiere de una buena comunicación. Facilita la crianza de los hijos, el manejo de las finanzas, el disfrute sexual. Facilita la sanidad interior porque hay la oportunidad de sanar las heridas, de pedir perdón por el daño causado. La comunicación es clave. Quejarse no es comunicarse. Deben evitarse las quejas.  Se comunica de manera positiva cuando expresa directa, clara y de modo asertivo lo que desea o quiere, con la esperanza de que pueda ser resuelto.
  8. La economía doméstica se debe manejar como un único presupuesto, a menos que no haya alguna condición que lo impidan. Formas: lo ideal es una sola cartera.
  9. Tener una misma fe facilita todo lo demás. Finanzas, fidelidad, enseñanza de los hijos. El hombre es el líder espiritual de su hogar y deberá dar cuenta de este rol a Dios. También aquí incluimos el NO al yugo desigual cuando la relación se trata de un noviazgo. Es sano que un matrimonio viva bajo la guía de Dios y el Espíritu Santo.
  10.  Carácter de permanencia. Es para toda la vida. No se trata de un horizonte limitado de tiempo en esta tierra. No se trata de un tiempo condicionado.


El matrimonio cristiano es un Pacto, no un contrato.


martes, septiembre 03, 2019

Liderazgo según la estatura de Jesús


EL LIDER CRISTIANO:
UN SER HUMANO DE ACTITUDES SEGÚN LA ESTATURA DE JESÚS

1 Tim 3, 1-7

Hoy quiero invitarles a revisar sus actitudes ante el liderazgo que les ha tocado y cambiar aquellas actitudes que no nos permiten “ensanchar nuestro territorio” y proclamar con audacia el evangelio a todos

Muchas veces pensamos que tenemos las cualidades necesarias, pero que las circunstancias nos impiden avanzar.

Usted no puede cambiar lo que pasa, pero SI puede elegir cómo va a enfrentar la situación, cómo va a reaccionar.

La actitud es más importante que los hechos, es más importante que su pasado, es más importante que la educación, que el dinero, que las circunstancias, que los fracasos, que el éxito, que lo que piensan, dicen o hacen otras personas.

NOSOTROS SOMOS RESPONSABLES DE NUESTRAS ACTITUDES.

LA ACTITUD DEL LIDER AYUDA A DETERMINAR LAS ACTITUDES DE LOS SEGUIDORES.

El liderazgo es influencia. La gente se contagia de las actitudes como se contagia de la gripe, acercándose.

*¿Qué sentimientos –que apuntan a actitudes- nos presenta 1 Tim 3, 1-7?*

ACTITUDES PRESENTADAS POR TIMOTEO:

FIDELIDAD
IRREPROCHABLE
COHERENCIA
SOBRIEDAD
PRUDENCIA
HOSPITALIDAD
MAESTRO – CAPAZ DE ENSEÑAR.
NO MATERIALISTA
NO EGOISTA
DISCIPLINADO
CAPAZ DE GOBERNAR
RESPETABLE
CRISTIANO MADURO
DECOROSO

Considero fundamental que el líder cristiano sea:

Coherente e irreprochable: Es, a mi modo de ver, la principal característica de un líder cristiano, lo cual equivale a ser *INTEGRO*. Si se pierde la integridad, el grupo (sea una célula, una iglesia, una familia) andará sin rumbo.

Prudente – la cual es hija del discernimiento, de la reflexión, de ponernos en manos de Dios y de asumir que la obra es de Dios, no nuestra.

Capaz de gobernar – Debe ser firme en las decisiones difíciles, con honestidad total, cumpliendo el compromiso que ha hecho.

Compasivo y con sentido del humor, señales de que se trata de un CRISTIANO MADURO, no es un neófito, sino que tiene capacidad de estar cercano y a la vez recurrir desde el corazón a la palabra de Dios.

Muchas otras cualidades han de ser cultivadas como líderes cristianos. Pablo a Timoteo nos indica algunas fundamentales… cultivar es una labor de día tras día, de equivocaciones y rectificaciones. De colocarnos bajo la guía de otros líderes experimentados que nos ayuden en nuestro crecimiento y “con los ojos puestos en Jesús”.

Bendiciones.

martes, agosto 06, 2019

El cementerio está lleno de imprescindibles


El adicto al trabajo
“El cementerio está lleno de gente
que se creyó imprescindible….”.

Cuando tenía 35 años me convertí en una persona “trabajólica”: adicta al trabajo. Mi padre –hombre sabio- me llevó al cementerio y me dijo: “Mira, está lleno de gente que se creyó imprescindible”. Debo confesar que me impactó, pero también debo confesar que no le hice caso por casi dos décadas más.

Te pregunto: ¿Trabajas más de cuarenta horas a la semana? ¿Con frecuencia te sientes cansado y estresado? ¿Dolor de espalda, de cabeza, indigestión, fatiga crónica? ¿Te llevas trabajo a casa con mucha frecuencia, incluyendo fines de semana, vacaciones, días de fiesta? ¿Te sientes culpable cuando te diviertes o relaja? ¿Miras mal a los que no trabajan tanto como tú? ¿No tienes hora para llegar a casa? ¿Te cuesta trabajo decir que NO? ¿En tu tiempo libre preferirías estar trabajando?

La adicción al trabajo es más frecuente de lo que podemos pensar. Un adicto al trabajo está obsesionado. Es una actitud que le perjudica a él y a otros. Es un monstruo que mina la salud, impide dormir, alimenta la codicia. Para muchos, el trabajo es el camino mediante el cual encuentran aprobación, respeto, éxito. Y se convierte en adicción.

Nos lleva a una incapacidad para descansar. Nos impulsa a ignorar nuestras exigencias emocionales y espirituales. Nos convierte –ante la familia- en personas que siempre tenemos prisa, de mal humor, indiferentes. Generalmente es indicador de una baja autoestima.

La verdad es que la vida laboral debe gestionarse en una relación sana con Dios, con la familia, el matrimonio, los amigos. Cuando no se mantiene este equilibrio, el trabajo se convierte en un ídolo, un capataz terrible que nos seca y nos saca la vida.

Como cristiano me permito algunos consejos:
Primero. Vuelve a centrar tu vida en Dios. Busca tiempo diario para la oración, la lectura de la Palabra de Dios, la meditación. Busca la guía de Dios para tus actividades diarias. Pero asume esto como una relación y no como otro trabajo más en tu cotidianidad.

Segundo. Busca equilibrio. Evalúa las actividades de tu agenda cada semana y cuáles de ellas son innecesarias y contribuyen a la adicción al trabajo. Equilibrio es una palabra clave: equilibrio entre el trabajo y las relaciones. “Programa” tiempo para el ocio.

Uso una especie de “latinazgo” para decir que Dios inventó el ocio y el diablo el “negocio” o negación del ocio. No niegues el ocio en tu vida. Es creativo, placentero.

Dedica tiempo a honrar a Dios, a participar en la Iglesia o en sus actividades.

Tercero. Reduce el ritmo. Pon el pie en el freno y retíralo del acelerador. Disminuye el ritmo cada día. Busca el descanso, el espacio para un poquito o un poco de ejercicio, para seguir una dieta equilibrada. Introduce en tu agenda actividades agradables para ti y tu familia.

Recuerda, no te angustie. Cambiar exige tiempo.

Cuarto, busca apoyo. Puede ser de un consejero, en otros casos necesitarás la ayuda de un terapeuta.

La capacidad de trabajar, disfrutar del trabajo, ganar dinero, aportar a otros, disfrutar el salario, compartirlo, es un don de Dios. El trabajo equilibrado, honesto, sincero, honra a Dios. Pidamos a Dios que nos dé la sabiduría suficiente para encontrar el equilibrio que necesitamos y podamos estarnos quietos y saber que EL es Dios.

Término con una expresión de Eclesiastés 5:18:
“He visto que esto es lo mejor que puede hacer uno: comer, beber y disfrutar de su trabajo durante la corta existencia en esta tierra. Dios nos concede una vida breve y eso es todo lo que tenemos”.

Que Dios te bendiga.

(Algunas ideas fueron tomadas de: Clinton y Hawkins – Consejería Bíblica – Manual de Consulta sobre 40 temas críticos).