jueves, abril 16, 2020

Un profesor inolvidable


 Características de un profesor inolvidable

María José Díez Aguado, citado por Rafael Guerrero, llega a la conclusión de que hay tres características que cumplen los profesores que nosotros consideramos que han sido realmente importantes y transformadores para nosotros.
La primera característica es que son profesores que aman su trabajo. Les gusta la docencia y disfrutan mucho la docencia.
En segundo lugar, tienen un gran deseo por aprender, quieren crecer profesionalmente.
Y en tercer y último lugar, son profesores que han ayudado personalmente a sus alumnos a superar el miedo, a superar situaciones angustiosas personales, familiares, sociales. Por tanto, les han mirado incondicionalmente, les han ayudado.

Otras características que, según Rafael Guerrero, podríamos añadir:
La ternura, el principal factor que previene la violencia.
Sentido del humor, esforzándose en realizar clases dinámicas, divertidas…
Empático. Es decir, que sea capaz de ponerse en el lugar de sus alumnos, de entender sus circunstancias, que conecte su hemisferio derecho con el de sus alumnos.
Llama a los alumnos por su nombre. Esto implica tiempo, implica dedicación. Y eso el alumno, al final, lo capta y lo agradece, por supuesto.
En el caso de los niños es una segunda oportunidad para aquellos casos en donde desgraciadamente mamá y papá, por problemáticas equis, no han podido hacerse cargo o no han podido darle al niño lo que realmente necesita, el profesor ejerce esa figura, desarrollando apego, porque son figuras muy importantes para niños y niñas.
Se muestra vulnerable. Es decir, el profesor no es alguien que sabe absolutamente todo y el alumno no es alguien que no sabe absolutamente nada. En ese deseo de aprender, estoy seguro de que el profesor hace una buena labor escuchando lo que dicen los alumnos para seguir aprendiendo. Como indica Howard Gardner,  para ser buen profesor hace falta ser una buena persona, sin lugar a dudas. No podemos tener profesores excelentes que sean malas personas.

Lo expresado por Díez Aguado y Guerrero tiene validez sobre todo para niños, pero creo que también algunas cosas en nuestro ser docentes de adultos. Pondría, como punto de partida y zapata, lo siguiente:

Una persona de profunda fe en Cristo, que también se traduce en su calidad humana, pues como Cristo será humilde, persona de oración y de intensa pasión por evangelizar y dar por Gracia lo que recibió por Gracia.

viernes, abril 10, 2020

Ficha de Lectura / El duelo

DUELO EN MEDIO DE LA CRISIS

“Aunque todos debemos intentar encontrar sentido a nuestras pérdidas y a la vida que llevamos después de sufrirlas, no hay ningún motivo para que tengamos que hacerlo de manera heroica, sin el apoyo, los consejos y las ayudas concretas de los demás”. Neimeyer

Hace unos meses participé –junto a tres maravillosos profesionales de la conducta: Susana, José Luis y Patricia- en un taller que organiza la Iglesia Palabra de Vida para personas que han tenido pérdidas significativas de seres queridos. Como Consejero, me enriqueció muchísimo en torno a la dinámica del duelo. Desde entonces mi lectura del tema ha sido constante. Sin embargo, lo que ocurre ahora es diferente.
Es verdad que cada duelo es especial, pero los duelos actuales tienen elementos que surgen de las circunstancias que le dan características particulares.
Más de 125 familias se encuentran en duelo por la muerte de un ser querido a causa del COVID-19. Muchas otras también están en duelo por el fallecimiento de algún ser querido por otra causa, pero en medio de las circunstancias que han creado las medidas decididas por el gobierno y acatadas por la sociedad, incluyendo la prohibición de viajar de un pueblo a otro (tengo el testimonio de un amigo que no pudo ir de Santo Domingo a La Vega al entierro de su padre y a acompañar a su anciana madre).
En esas circunstancias me preguntaba cómo acompañar a los conocidos que han tenido pérdidas en estas circunstancias, qué orientaciones podríamos tener para que podamos ser parte de esa dinámica en medio de las rupturas de las pautas culturales de cercanía física, de acudir a funerarias, de acompañar a deudos, de estar con la familia. Incluso ritos religiosos que no pueden ser cumplidos como los nueve días, el velatorio con los detalles que generalmente tiene… y que contribuyen a superar el duelo.
El duelo obliga a las personas a estructurar una nueva normalidad, pero uno se pregunta: cómo hacerlo en medio de la anormalidad social que vivimos.
Así llegó a una guía del Colegio Oficial de Psicología de Andalucía Occidental: Guía dedicada a las personas que se hallan en estos momentos en duelo por la muerte de algún ser querido por Covid-19, cuyos aportes fundamentales quiero compartir con ustedes (divulgar, eso es lo que hago, simplemente divulgar, en algunos casos tratando de adaptar y en otros, ampliando).


El duelo es un camino de recuperación del dolor. Ese camino se hace más difícil con las normas de establecer distancia, de no contacto físico para prevenir contagio (razonable, pero hay razones que el corazón no entiende. Es un camino difícil, pero un camino posible, y el ser humano tiene múltiples recursos que pueden ayudar a recorrerlo y salir de él.

DUELO ANTICIPADO
“El duelo es la intensa respuesta emocional al dolor de una pérdida. Es el reflejo de una conexión que se ha roto… es un viaje emocional, espiritual y psicológico a la curación. El poder del duelo es maravilloso… El duelo transforma el alma rota y herida, el alma que ya no desea levantarse por las mañanas, el alma que es incapaz de encontrar una razón para vivir, el alma que ha sufrido una pérdida increíble. El duelo posee el poder de curar”. Elisabeth Kübler-Ross

Ante el ingreso de un familiar, con la información disponible, asumimos que se encuentra en riesgo de muerte (especialmente si ese familiar tiene alguna condición vulnerable: edad, hipertenso, diabético, etc.). Nos da miedo la posibilidad de una pérdida que aún no ha llegado. Es lo que se conoce como duelo anticipado: se vive la pérdida como si hubiese ocurrido en realidad, pero no ha sucedido todavía. Es una respuesta que nos va permitiendo adaptarnos, aunque no seamos conscientes, pero desata en nosotros extrañas sensaciones. El cuerpo, la cabeza se están protegiendo, tomándose tiempo para adaptarse a los posibles cambios. “Nos estamos preparando para lo que nos espera”, indican las autoras.
El énfasis, como supongo lo hacen la mayor parte de los profesionales de la conducta, está en que se tiene un conjunto de emociones, pensamientos y conductas con la potencial pérdidas que son normales, adaptativas “e incluso deseables porque nos van a permitir continuar hacia adelante”. Entre las cosas que pueden sentirse están:
·         Angustia, ansiedad, llanto, pena, incluso enojo y culpa, sentimientos inherentes al duelo.
·         Incremento de preocupación por el enfermo, imaginación de posibles desenlaces.

Estrategias que pueden contribuir a respuestas adaptativas
Algunas de las estrategias propuestas por las autoras las hemos experimentados en los talleres de duelo y son válidas no solo para el duelo anticipado. Entre ellas:

1.       Evitar el aislamiento social. Insisto, prefiero hablar de la medida impuesta de quedarse en sus hogares o de guardar distancia de los demás no como aislamiento social, sino como distanciamiento físico. El aislamiento social debe ser evitado en toda circunstancia, no solo en caso de duelo.
Compartir los sentimientos de tristeza, impotencia, con familiares y amigos. Podemos utilizar vías como videollamadas, whatsApp, llamadas telefónicas para poder conectar con ellos.
2.       Tomarse tiempo para sentir. Deje que fluyan sus emociones. En algunos casos puede que sean desagradables, pero es beneficioso dejarlas fluir, pues ayudan a avanzar y no se reprimen. Si se reprimen, tarde o temprano aparecerán. Permítase sentir la angustia.
La palabra escrita puede servir para expresar estas emociones y sentimientos. Lo único que necesitas es un lápiz y papel, un lugar tranquilo y comenzar a escribir sobre lo que te está pasando, lo que está sintiendo. Una forma es que incluso puedes escribir al ser querido que está distante, contándole como te va, lo que temes.
3.       Llorar. “Es una buena manera de afrontar el estrés y la pena” y nos indican que hay que darse permiso para hacerlo. Se produce, además, un efecto sedante.
4.       Reducir el nivel de ansiedad. En general, miedo y ansiedad pueden ayudarnos a enfrentarnos a peligros, pero cuando se convierten en respuesta excesiva pueden ser perjudiciales. Una técnica utilizada es la respiración diagramática (podemos encontrar en internet el cómo hacerla). También el ejercicio físico, aunque pueda ser difícil practicarlo. Yo hago ejercicios de resistencia y corro en la azotea o techo del edificio. Actividades como bailar, hacer tareas del hogar, yoga, pueden ser posibles en las actuales circunstancias.
5.       Manejar los pensamientos desagradables. “Lo que nos decimos y cómo nos lo decimos influye mucho en nuestro estado de ánimo”. Cuando se trata de pensamientos negativos, las autoras recomiendan distanciarnos un poquito de ellos, para lo cual indican dos pasos: 1º. Reconocer el pensamiento que estás teniendo; 2. Expresarlo de una forma no dañina para la persona, utilizando la frase: “Estoy pensando que…” Un ejemplo: “Estoy sola”, puedo sustituirlo por “Estoy pensan que me siento sola”.

MI FAMILIAR HA MUERTO

“En ninguna otra situación como en el duelo, el dolor producido es TOTAL: es un dolor biológico (duele el cuerpo), psicológico (duele la personalidad), social (duele la sociedad y su forma de ser), familiar (nos duele el dolor de otros) y espiritual (duele el alma). En la pérdida de un ser querido duele el pasado, el presente y especialmente el futuro. Toda la vida, en su conjunto, duele”.
J. Montoya Carraquilla

Al enterarnos de que ha muerto alguien a quien queremos mucho, importante en nuestras vidas, puede existir una primera sensación de: “esto no es verdad. Es lo que se llama “negación”. Su duración puede ser breve o tiempo ilimitado. Nos permite asumir poco a poco la noticia, el dolor.
La negación puede ser más intensa en esta situación de aislamiento porque quizás no hemos podido despedir a nuestro ser querido, no le hemos podido visitar en el hospital o clínica y a lo mejor ni hemos podido comunicarnos con él telefónicamente. La sensación de que no, que no ha muerto, puede incrementarse.
Sin embargo, poco o mucho tiempo, vamos tomando conciencia de la realidad, del dolor que sentimos y entonces se presenta un segundo momento: aceptar la realidad de la pérdida.
A causa del COVID-19 puede que quien tenga una pérdida en estas circunstancias no cuente con tener cerca a familiares y amigos.
Ayuda:
·         Contar lo sucedido, tiene valor terapéutico.
·         Pedir lo que necesitamos, no aislarnos.
·         Aprovechar las formas de comunicación que están a nuestro alcance, eligiendo cada uno aquella forma con la que se sienta más cómodo l(teléfono, mensajes escritos o de voz, videollamadas).

Ayudar a entender que emociones, sentimientos y pensamientos asociados a la pérdida son naturales y forman parte del proceso. Es bueno identificar las emociones y los pensamientos que la acompañan, siendo los más frecuentes:
·         Tristeza. Si deseas llorar, llora.
·         Ira: impotencia. Es indignación cuando algo está pasando de forma que uno considera que no debería. Evita que nos ahoguemos en la tristeza.
·         Temor. El miedo a que les ocurra a otros seres queridos. Aceptémoslo como normal, démosle un espacio.
·         Culpa. La culpa a veces confunde, a veces no es más que impotencia, imposibilidad de cambiar algunas cosas.

En medio de esta crisis de COVID-19, ayudará en el proceso de duelo transitar por las emociones que vengan a propósito de la pérdida.

Un punto difícil del duelo es la despedida. Es muy importante despedirse (Nota MT: Entre los cristianos evangélicos se suele hacer lo que se llama “memorial”, es una despedida de familia, pero también son muy importantes las despedidas individuales: compartir recuerdos, anécdotas, puede ayudar). Hablar, dar explicaciones, dar gracias, etc. nos dará tranquilidad. El no poder despedirnos en ocasiones complica el duelo, por eso es importante despedirse cuando es posible.
“Si sentimos que hay cosas que no pudimos decir a esa persona, antes o después, permítete decirlas. En voz alta, por escrito, mirando algún retrato o pertenencia de ella…”.

¿Y CON LOS MENORES QUÉ?
Es un tema difícil. Las autoras indican que, sin embargo, “explicarles adecuadamente la muerte les permite desarrollar herramientas y habilidades emocionales muy importantes que les facilitarán enfrentarse tanto a esta pérdida como a las que puedan tener en el futuro”. Es decir: sí, debe comunicárseles.
Además, en las actuales circunstancias es muy difícil ocultárselo. Hay que decirles la verdad, irles informando según su edad, que la persona está enferma o que ha fallecido. Si no lo haces, pueden perder la confianza en los adultos. Decirles, quién y cuándo: alguien cercano y querido y lo antes posible.
Tener claro: que la edad es importante para saber qué son capaces de entender sobre la muerte. Es bueno dejar claro que la muerte es universal (todos vamos a morir); irreversible (la persona no va a volver, no la veremos nunca más); no hay funciones vitales (la persona no come, no ve, no oye, no siente, no sufre); tiene una causa médica.
Las autoras hacen algunas recomendaciones sobre cómo despedirse los menores. Si la persona está grave, podrían: grabar un audio o escribir una carta en que le puedan expresar y decir lo que quieran; hacer un dibujo y escribir en él lo que le quieran decir; cantar y grabar una canción, o un cuento, etc.). A pesar de las circunstancias, hay que intentar que este mensaje llegue a la persona interesada. Si hay respuesta, se le hará llegar al niño o adolescente.
Si la persona ha fallecido, igual puede animársele a la carta o dibujo, en que expresen lo que quieran. Luego puede ser leída ante una foto de esa persona, en voz alta o silencio, como cada uno desee. De modo individual o en familia. Se pueden compartir recuerdos bonitos que cada uno tenga de esa persona, escuchar alguna canción que le gustaba, etc.
¿Qué podemos esperar? (MT: El duelo es un camino difícil, es el camino a sanidad). Podemos esperar avances y retrocesos. Momentos en que todavía vuelvo a no creérmelo (negación). Podemos esperar –por lo general- que los niños elaboren el duelo más rápido que los adultos. Podemos esperar que las reacciones emocionales varíen en función de la edad.

Las autoras continúan con una serie de recomendaciones a los adultos para contribuir con el duelo de los niños, así como una algunas consideraciones sobre lo que podría pasar tras la situación de alarma.

Contribuido de:


jueves, abril 09, 2020

Escuchando / Conflictos con tus hijos

ESCUCHANDO
Cómo resolver los conflictos con tus hijos

Pilar de la Torre
ESCUCHANDO es un complemento de FICHAS DE LECTURA. En este caso lo que hago es escuchar conferencias, la mayor parte de ellas ya está colgada en la red. De muy diversos temas. Y tomar ideas que me parecen relevante para mi labor de Consejería y de entender el mundo. Las ideas recogidas puede que no sean textuales. Las negritas y lo destacado es mío. Las notas provienen tanto de escuchar la conferencia como de leer la transcripción.
Una fuente que disfruto es el proyecto del BBVA-El País: ‘Aprendemos juntos’. Hoy he escuchado a Pilar de la Torre, licenciada en Psicología por la Universidad Complutense de Madrid, especialista en Psicoterapia Gestáltica, fundadora y directora del Instituto de Comunicación No Violenta, y principal exponente de esta metodología. Autora del libro: Fundamentos y Prácticas de la Comunicación no Violenta. Esta psicóloga sigue el modelo de Marshall Rosenberg. “Para mí, las herramientas más poderosas en el proceso de comunicación no violenta son sus cuatro pasos: hechos, sentimientos, necesidades y acción. Es decir, cuando legitimamos la experiencia o vivencia interna de un niño estaremos reforzando su autoestima y esto se consigue a través de la escucha, compresión y aceptación”, expresa.
Escuchada en YouTube. Contribuido de: https://www.youtube.com/watch?v=ut9ITixue1o&feature=emb_logo  (9 de Abril, 2020).

1.   Violencia “todo aquello que hacemos o no hacemos, que decimos o no decimos que genera daño para la otra persona, mucho o poco, que lleva a que la otra persona, en el caso de nuestra familia, nuestros hijos, se sientan dolidos, se pongan a la defensiva, se cierren, se alejen emocionalmente de nosotros”.

2.   Las palabras, cómo nos expresamos y la energía que ponemos en esa expresión pueden alimentar el desencuentro con nuestros hijos. O a la inversa, pueden hacernos vivir proximidad y cercanía”.

3.   Los  niños necesitan estar seguros de que tienen un lugar en la familia. Los niños necesitan sentirse mirados con calidez.

4.   Obstáculos de la comunicación con nuestros hijos: juzgar, sermonear, querer tener la razón y convencer a nuestros hijos por la lógica, cuando lo que está pasando es más a nivel emocional, la ironía, la amenaza.

5.   “Para mí, la herramienta más poderosa es el proceso de comunicación no violenta con sus cuatro pasos: hechos, sentimientos, necesidades y acción”.

6.   “¿Elijo el camino de los obstáculos, los muros en la relación para conseguir, con un desgaste de energía enorme, lo que yo quiero que ocurra? ¿O elijo el camino del encuentro, de la profundidad, del diálogo, de ver qué está pasando, de la empatía, de la honestidad?”

7.   “…el silencio, para nuestros hijos, es retirada del afecto. Y ellos contactan con más o menos angustia en ese momento, porque es la retirada de un afecto que necesitan para sobrevivir”.

8.   “Yo no creo que haya nadie que resuelva todas las situaciones con los hijos desde el encuentro, desde el cuidado, desde la comprensión y desde la empatía. No lo creo”.

9.   “…cuando nos comportamos de una manera que no nos satisface, no quedarnos engullidos por la culpa. Salimos de la culpa inmediatamente que ponemos aprendizaje”.

10.               “… a nivel universal, a ninguna persona le sienta bien que le impongan las cosas, que le exijan. A ninguna edad (…) el ser humano viene, desde que nace, con una constitución emocional preparada para defender la libertad, la libertad de elección. Y eso lleva al rechazo de la exigencia”.

11.               La alternativa a no exigir no es el caos, es el diálogo. ¿La alternativa a la exigencia? Límites. Límites claros, estructurados, amorosos. Y cuando pasamos de la conexión a la que nos lleva el diálogo… ¿Qué necesitas tú, qué necesito yo, y qué podemos hacer juntos para cuidar de ambas necesidades? La exigencia ya no es necesaria y sí hay evolución, y sí hay motivación.

12.               LOS LÍMITES. ¿CÓMO PODEMOS GESTIONARLOS? ¿Cómo podemos los padres, frente a nuestros hijos, tener autoridad sin ser o parecer autoritarios?

13.               La comunicación no violenta implica poner límites. Una comunicación en donde no se ponen límites, antes o después es una comunicación violenta. Cuando no se ponen límites, las necesidades de alguna de las partes no son respetadas o cuidadas. “Los límites son acciones que nosotros elegimos poner para cuidar de una necesidad nuestra”.

14.               Sustituyamos el “pero” en la comunicación por el «al mismo tiempo», en lugar de contraponer, suma. El «pero» anula, barre lo anterior, y el «al mismo tiempo» incluye.

15.               ¿Cuántos? ¿Tiene que haber muchos límites, tiene que haber pocos?

16.               Mi primera obligación como madre es cuidar de lo mío, cuidar de mis necesidades, porque en el momento en que yo cuido de mis necesidades, voy a estar disponible para cuidar las del otro. Si yo no cuido de mis necesidades, dejando de poner límites que siento dentro de mí o poniendo límites que no siento, al final le voy a hacer pagar un precio a mis hijos. Porque si no cuido una necesidad, le voy a hacer responsable. Y si pongo límites que no me convienen, va a pasar factura a la relación también”.

17.               Cuando nuestros hijos no cumplen un acuerdo, algo que hemos pactado, el modelo social que tenemos suele ser el reproche, la acusación, el hacerle sentir culpable: «Habíamos quedado en esto y no lo has cumplido». El juicio: «Eres un irresponsable, no se puede confiar en ti». Palabras muy duras.

18.               A veces, en el tema de los acuerdos sucede que los padres los forzamos un poquito. Nos parecen razonables. A veces los acuerdos responden a nuestras necesidades, pero no la de ellos.

19.               “Si miramos en profundidad, cuando un acuerdo no se respeta, ¿qué es lo que ocurre? Que alguna necesidad de la que no hemos sido conscientes cuando fijamos ese acuerdo no está siendo cuidada”.

20.               “Tenemos dos alternativas cuando no se respeta un acuerdo: utilizar esa falta de respeto del acuerdo para alimentar desencuentro y confrontación o, a partir de un acuerdo que no es respetado, llegar, pasando por explorar qué necesidades se han quedado en el camino, a un nuevo acuerdo diferente y enriquecido, porque este nuevo acuerdo cuida de más necesidades que el anterior”.

21.               En la cultura del NO se toma esto como un NO a la persona, como algo personal, cuando casi siempre es un no a la acción, un no a la propuesta, uno al planteamiento ante una situación. Si nuestros hijos nos dicen NO y nos lo tomamos como algo personal, crecerá la tensión, el conflicto, el desencuentro.

22.               En toda relación hay conflictos, pero nos han enseñado a resolver el conflicto de dos maneras “que es como lo resuelven los animales: atacando o huyendo. Y eso sí es dañino. La comunicación no violenta nos da un proceso que nos permite, de manera real, convertir el conflicto en una situación de más encuentro que antes, porque hay un nuevo ajuste fruto del conflicto que hemos tenido”.

23.               Nosotros elegimos: los conflictos son oportunidades de acercamiento o podemos convertirlos en oportunidades de distanciamiento.

24.               Marshall Rosenberg da tres recetas para incorporar la comunicación no violenta a nuestra vida. La primera receta es practicar, la segunda, practicar y la tercera, practicar.

25.               “Ayuda mucho el decodificar necesidades. Quiere comer entre horas, ¿qué necesita? Tiene hambre. Se está quejando del profesor, ¿qué necesita? Comprensión, confianza. Me está diciendo que soy injusto con su hermano, ¿qué necesita? Atención, cariño. Me está diciendo que cuánto me quiere, ¿qué necesita? Seguridad afectiva”.

26.               “Somos asertivos en comunicación no violenta cuando la fuerza vital la ponemos en proteger y en cuidar de nuestras necesidades”.


27.               «Conexión antes de educación»…si pones el foco en la conexión antes de la educación, luego la educación fluye.


Escuchando / Los niños y las emociones


ESCUCHANDO
Claves para convertir a tu hijo en un experto emocional

Rafael Guerrero
ESCUCHANDO es un complemento de FICHAS DE LECTURA. En este caso lo que hago es escuchar conferencias, la mayor parte de ellas ya está colgada en la red. De muy diversos temas. Y tomar ideas que me parecen relevante para mi labor de Consejería y de entender el mundo. Las ideas recogidas puede que no sean textuales. Las negritas y lo destacado es mío. Las notas provienen tanto de escuchar la conferencia como de leer la transcripción. 
Una fuente que disfruto es el proyecto del BBVA-El País: ‘Aprendemos juntos’. Hoy he escuchado a Rafael Guerrero, Licenciado en Psicología Clínica y de la Salud por la Universidad Complutense de Madrid y Doctor en Educación.
“Existen varias herramientas que podemos dar al niño para que sepa identificar, nombrar y expresar sus emociones. Debemos legitimarlas: si nuestro hijo nos habla de algo que le preocupa no podemos racionalizar, sino escuchar y atender hasta que encuentre el equilibrio emocional”, afirma el psicólogo. Y advierte de la importancia del “otro” en el aprendizaje de habilidades sociales. “La empatía no solo se puede, sino que se debe enseñar. Y para ello es importante no solo lo que decimos, sino lo que hacemos”, nos dice en la conferencia Rafael Guerrero. Escuchada en YouTube. Contribuido de: https://www.youtube.com/watch?v=UFTo6IVRD4Q (8 de Abril, 2020).

1.   Hace falta una tribu entera para desarrollar a un niño, más bien: hace falta una buena tribu. «No os preocupéis por lo que les decís a vuestros hijos, preocuparos de lo que hacéis» (Teresa de Calcuta).

2.   ¿Hasta qué punto es necesario que un niño se frustre y aprenda a frustrarse? Es tremendamente necesario. No podemos esperar que si les solucionamos todas las situaciones de frustración, de sufrimiento, nuestros niños sean capaces de soportarlas luego cuando se independicen, se vayan de nuestro lado. La frustración es rabia (una emoción) más conocimiento (una causa). Y hay que darle al niño estrategias para gestionar sus emociones, negativas y positivas.

3.   Los niños tienen que aprender a autorregular sus emociones. Aprender significa que son enseñados. Clave: 1. Para yo heterroregular a un niño (es decir, regularlo desde fuera) tengo que autorregularme yo, gestionar mis emociones; 2. Tengo que enseñarle, esto requiere mucha paciencia; 3. Ya el adolescente sabe autorregularse.

4.   En cuanto a las emociones, los padres estamos llamados a: conocerlas, reconocerlas, validarlas, aprender a gestionarlas…. Lo sabes? Y un punto clave, a su nivel y el tuyo, reflexionar. Y darle una narrativa. Explicarle, a su nivel y a su momento.

5.   ¿Estamos dando a nuestros hijos lo que ellos necesitan? ¿Estoy respondiendo a sus necesidades? (Responsividad). Tenemos que diferenciar entre necesidades y deseos, y más todavía: entre lo que yo creo que son sus necesidades y las que son necesidades reales para su desarrollo. Menciono algunas:
·         Seguridad y la protección. Nuestros niños necesitan desarrollarse en entornos de seguridad y de protección. Somos los responsables de que suplan esta necesidad.
·         Autonomía. Todo tiene su momento. La autonomía se va construyendo poco a poco. Cuando el adolescente es heterroregulado (se regula él mismo) tiene mayor autonomía que el niño, que todavía no gestiona sus emociones.
Seguridad-protección y autonomía son dos caras de la misma moneda.
·         Descodificación: explicarle a los niños lo que está ocurriendo o lo que ha ocurrido. Es contar el cuento de lo ocurrido, es darle un relato.
·         Necesidad de ser vistos. Por ejemplo, cuando decimos que un niño tiene una baja autoestima, hay que revisar un poquito si esta necesidad ha sido satisfecha (ser respetado, confiar en ellos).
·         Ser explícito en el cariño a nuestros hijos. No hay que darlo por hecho. Tienen necesidad de que seamos explícitos. Y en cada edad y hasta para cada niño es diferente.

6.   Aprendamos a legitimar en el 100% de los casos las emociones de nuestros hijos. Implica que yo permito que mi hijo no solamente experimente la emoción, sino que la pueda expresar. Siempre dentro de unos límites.
No les demos categoría moral (no son buenas ni malas, simplemente son). El punto clave está en enseñarles a gestionarlas, no a negarlas. Las emociones no se pueden criticar porque yo no las he elegido, mis hijos no las han elegido, simplemente surgen.

7.   ¿Qué opinar de una madre o de un padre que ante la rabia que siente su hijo le aconseja: “Pero no llores, que no es para tanto”? Lo que para ti parece una tontería, para tu hijo puede ser un gran problema. El no espera que tú lo trates como tontería.

8.   La mamá superniña o el papá supermán…No! Basta con ser suficientemente bueno. Vulnerables.

9.   La sobrevaloración de los resultados académicos. “Si tú cumples con mis expectativas que yo te he puesto como padre, tienes todo mi cariño, pero si no cumples con ellas te lo retiro, no te hago caso, hoy dejo de ser tu padre, hoy no juego contigo. Y eso es tremendamente hiriente, eso va directo a la autoestima y hace polvo a los niños”. El niño es como es, no cómo tú quisiera que fuera.

10.               El efecto Pigmalión. «Tanto si crees que puedes como si crees que no puedes, estás en lo cierto». Expectativas. Mirada incondicional.

11.                “No juzgar a nuestros niños. Por supuesto que podemos criticar sus conductas, sus acciones. Faltaría más, ¿no? Pero no es lo mismo criticar la conducta que criticar a la persona”.