DUELO EN MEDIO DE LA CRISIS
“Aunque todos debemos
intentar encontrar sentido a nuestras
pérdidas y a la vida que llevamos después de sufrirlas, no hay ningún
motivo para que tengamos que hacerlo de manera heroica, sin el apoyo, los
consejos y las ayudas concretas de los demás”. Neimeyer
Hace unos meses
participé –junto a tres maravillosos profesionales de la conducta: Susana, José
Luis y Patricia- en un taller que organiza la Iglesia Palabra de Vida para
personas que han tenido pérdidas significativas de seres queridos. Como
Consejero, me enriqueció muchísimo en torno a la dinámica del duelo. Desde
entonces mi lectura del tema ha sido constante. Sin embargo, lo que ocurre
ahora es diferente.
Es verdad que cada duelo es especial, pero los duelos actuales tienen
elementos que surgen de las circunstancias que le dan características
particulares.
Más de 125 familias se encuentran en duelo por la muerte de un ser
querido a causa del COVID-19. Muchas otras también están en duelo por el
fallecimiento de algún ser querido por otra causa, pero en medio de las
circunstancias que han creado las medidas decididas por el gobierno y acatadas
por la sociedad, incluyendo la prohibición de viajar de un pueblo a otro (tengo
el testimonio de un amigo que no pudo ir de Santo Domingo a La Vega al entierro
de su padre y a acompañar a su anciana madre).
En esas circunstancias me preguntaba cómo acompañar a los conocidos que
han tenido pérdidas en estas circunstancias, qué orientaciones podríamos tener
para que podamos ser parte de esa dinámica en medio de las rupturas de las
pautas culturales de cercanía física, de acudir a funerarias, de acompañar a
deudos, de estar con la familia. Incluso ritos religiosos que no pueden ser
cumplidos como los nueve días, el velatorio con los detalles que generalmente
tiene… y que contribuyen a superar el duelo.
El duelo obliga a las personas a
estructurar una nueva normalidad, pero uno se pregunta: cómo hacerlo en medio
de la anormalidad social que vivimos.
Así llegó a una guía del Colegio Oficial de Psicología de Andalucía
Occidental: Guía dedicada a las personas que se hallan en estos momentos en
duelo por la muerte de algún ser querido por Covid-19, cuyos aportes
fundamentales quiero compartir con ustedes (divulgar, eso es lo que hago,
simplemente divulgar, en algunos casos tratando de adaptar y en otros,
ampliando).
El duelo es un camino de recuperación del dolor. Ese camino se hace más
difícil con las normas de establecer distancia, de no contacto físico para
prevenir contagio (razonable, pero hay razones que el corazón no entiende. Es
un camino difícil, pero un camino posible, y el ser humano tiene múltiples
recursos que pueden ayudar a recorrerlo y salir de él.
DUELO ANTICIPADO
“El duelo es la intensa respuesta emocional al dolor de una pérdida. Es el reflejo
de una conexión que se ha roto… es
un viaje emocional, espiritual y psicológico a la curación. El poder del duelo
es maravilloso… El duelo transforma el alma rota y herida, el alma que ya no
desea levantarse por las mañanas, el alma que es incapaz de encontrar una razón
para vivir, el alma que ha sufrido una pérdida increíble. El duelo posee el
poder de curar”. Elisabeth Kübler-Ross
Ante el ingreso de un familiar,
con la información disponible, asumimos que se encuentra en riesgo de muerte
(especialmente si ese familiar tiene alguna condición vulnerable: edad,
hipertenso, diabético, etc.). Nos da miedo la posibilidad de una pérdida que
aún no ha llegado. Es lo que se conoce como duelo anticipado: se vive la pérdida como si hubiese ocurrido en
realidad, pero no ha sucedido todavía. Es una respuesta que nos va permitiendo
adaptarnos, aunque no seamos conscientes, pero desata en nosotros extrañas
sensaciones. El cuerpo, la cabeza se están protegiendo, tomándose tiempo para
adaptarse a los posibles cambios. “Nos estamos preparando para lo que nos
espera”, indican las autoras.
El énfasis, como supongo lo hacen la mayor parte de los profesionales
de la conducta, está en que se tiene un conjunto de emociones, pensamientos y
conductas con la potencial pérdidas que son normales, adaptativas “e incluso
deseables porque nos van a permitir continuar hacia adelante”. Entre las cosas
que pueden sentirse están:
·
Angustia, ansiedad, llanto, pena, incluso enojo
y culpa, sentimientos inherentes al duelo.
·
Incremento de preocupación por el enfermo,
imaginación de posibles desenlaces.
Estrategias
que pueden contribuir a respuestas adaptativas
Algunas de las estrategias propuestas por las autoras las hemos
experimentados en los talleres de duelo y son válidas no solo para el duelo
anticipado. Entre ellas:
1.
Evitar el
aislamiento social. Insisto, prefiero hablar de la medida impuesta de
quedarse en sus hogares o de guardar distancia de los demás no como aislamiento
social, sino como distanciamiento físico. El aislamiento social debe ser
evitado en toda circunstancia, no solo en caso de duelo.
Compartir los sentimientos de
tristeza, impotencia, con familiares y amigos. Podemos utilizar vías como
videollamadas, whatsApp, llamadas telefónicas para poder conectar con ellos.
2. Tomarse tiempo para sentir. Deje que
fluyan sus emociones. En algunos casos puede que sean desagradables, pero es
beneficioso dejarlas fluir, pues ayudan a avanzar y no se reprimen. Si se
reprimen, tarde o temprano aparecerán. Permítase sentir la angustia.
La palabra escrita puede servir para expresar estas emociones y
sentimientos. Lo único que necesitas es un lápiz y papel, un lugar tranquilo y
comenzar a escribir sobre lo que te está pasando, lo que está sintiendo. Una
forma es que incluso puedes escribir al ser querido que está distante,
contándole como te va, lo que temes.
3. Llorar. “Es una buena manera de
afrontar el estrés y la pena” y nos indican que hay que darse permiso para
hacerlo. Se produce, además, un efecto sedante.
4. Reducir el nivel de ansiedad. En
general, miedo y ansiedad pueden ayudarnos a enfrentarnos a peligros, pero
cuando se convierten en respuesta excesiva pueden ser perjudiciales. Una
técnica utilizada es la respiración
diagramática (podemos encontrar en internet el cómo hacerla). También el ejercicio físico, aunque pueda ser
difícil practicarlo. Yo hago ejercicios de resistencia y corro en la azotea o
techo del edificio. Actividades como bailar, hacer tareas del hogar, yoga,
pueden ser posibles en las actuales circunstancias.
5. Manejar los pensamientos desagradables.
“Lo que nos decimos y cómo nos lo decimos influye mucho en nuestro estado de
ánimo”. Cuando se trata de pensamientos negativos, las autoras recomiendan
distanciarnos un poquito de ellos, para lo cual indican dos pasos: 1º.
Reconocer el pensamiento que estás teniendo; 2. Expresarlo de una forma no
dañina para la persona, utilizando la frase: “Estoy pensando que…” Un ejemplo: “Estoy
sola”, puedo sustituirlo por “Estoy pensan que me siento sola”.
MI FAMILIAR HA MUERTO
“En ninguna otra
situación como en el duelo, el dolor producido es TOTAL: es un dolor biológico
(duele el cuerpo), psicológico (duele la personalidad), social (duele la
sociedad y su forma de ser), familiar (nos duele el dolor de otros) y
espiritual (duele el alma). En la pérdida de un ser querido duele el pasado, el
presente y especialmente el futuro. Toda la vida, en su conjunto, duele”.
J. Montoya
Carraquilla
Al enterarnos de que ha muerto alguien a quien queremos mucho,
importante en nuestras vidas, puede existir una primera sensación de: “esto no
es verdad. Es lo que se llama “negación”. Su duración puede ser breve o tiempo
ilimitado. Nos permite asumir poco a poco la noticia, el dolor.
La negación puede ser más intensa en esta situación de aislamiento
porque quizás no hemos podido despedir a nuestro ser querido, no le hemos
podido visitar en el hospital o clínica y a lo mejor ni hemos podido
comunicarnos con él telefónicamente. La sensación de que no, que no ha muerto,
puede incrementarse.
Sin embargo, poco o mucho tiempo, vamos tomando conciencia de la
realidad, del dolor que sentimos y entonces se presenta un segundo momento: aceptar la realidad
de la pérdida.
A causa del COVID-19 puede que quien tenga una pérdida en estas
circunstancias no cuente con tener cerca a familiares y amigos.
Ayuda:
·
Contar lo sucedido, tiene valor terapéutico.
·
Pedir lo que necesitamos, no aislarnos.
·
Aprovechar las formas de comunicación que están
a nuestro alcance, eligiendo cada uno aquella forma con la que se sienta más
cómodo l(teléfono, mensajes escritos o de voz, videollamadas).
Ayudar a entender que emociones, sentimientos y pensamientos asociados
a la pérdida son naturales y forman parte del proceso. Es bueno identificar las
emociones y los pensamientos que la acompañan, siendo los más frecuentes:
·
Tristeza. Si deseas llorar, llora.
·
Ira: impotencia. Es indignación cuando algo está
pasando de forma que uno considera que no debería. Evita que nos ahoguemos en
la tristeza.
·
Temor. El miedo a que les ocurra a otros seres
queridos. Aceptémoslo como normal, démosle un espacio.
·
Culpa. La culpa a veces confunde, a veces no es
más que impotencia, imposibilidad de cambiar algunas cosas.
En medio de esta crisis de COVID-19, ayudará en el proceso de duelo
transitar por las emociones que vengan a propósito de la pérdida.
Un punto difícil del duelo es la despedida. Es muy importante
despedirse (Nota MT: Entre los cristianos evangélicos se suele hacer lo que se
llama “memorial”, es una despedida de familia, pero también son muy importantes
las despedidas individuales: compartir recuerdos, anécdotas, puede ayudar).
Hablar, dar explicaciones, dar gracias, etc. nos dará tranquilidad. El no poder
despedirnos en ocasiones complica el duelo, por eso es importante despedirse
cuando es posible.
“Si sentimos que hay cosas que no pudimos decir a esa persona, antes o
después, permítete decirlas. En voz
alta, por escrito, mirando algún retrato o pertenencia de ella…”.
¿Y CON LOS MENORES QUÉ?
Es un tema difícil. Las autoras indican que, sin embargo, “explicarles adecuadamente la muerte les
permite desarrollar herramientas y habilidades emocionales muy importantes
que les facilitarán enfrentarse tanto a esta pérdida como a las que puedan tener
en el futuro”. Es decir: sí, debe comunicárseles.
Además, en las actuales circunstancias es muy difícil ocultárselo. Hay que decirles la
verdad, irles informando según su edad, que la persona está enferma
o que ha fallecido. Si no lo haces, pueden perder
la confianza en los adultos. Decirles, quién
y cuándo: alguien cercano y querido y lo antes posible.
Tener claro: que la edad es importante para saber qué son capaces de
entender sobre la muerte. Es bueno dejar claro que la muerte es universal (todos vamos a morir); irreversible
(la persona no va a volver, no la veremos nunca más); no hay funciones vitales (la persona no come, no ve, no oye, no siente,
no sufre); tiene una causa médica.
Las autoras hacen algunas recomendaciones sobre cómo despedirse los
menores. Si la persona está grave,
podrían: grabar un audio o escribir una carta en que le puedan expresar y decir
lo que quieran; hacer un dibujo y escribir en él lo que le quieran decir;
cantar y grabar una canción, o un cuento, etc.). A pesar de las circunstancias,
hay que intentar que este mensaje llegue a la persona interesada. Si hay
respuesta, se le hará llegar al niño o adolescente.
Si la persona ha fallecido,
igual puede animársele a la carta o dibujo, en que expresen lo que quieran.
Luego puede ser leída ante una foto de esa persona, en voz alta o silencio,
como cada uno desee. De modo individual o en familia. Se pueden compartir
recuerdos bonitos que cada uno tenga de esa persona, escuchar alguna canción
que le gustaba, etc.
¿Qué podemos esperar? (MT: El
duelo es un camino difícil, es el camino a sanidad). Podemos esperar avances y
retrocesos. Momentos en que todavía vuelvo a no creérmelo (negación). Podemos
esperar –por lo general- que los niños elaboren el duelo más rápido que los
adultos. Podemos esperar que las reacciones emocionales varíen en función de la
edad.
Las autoras continúan con una serie de recomendaciones a los adultos
para contribuir con el duelo de los niños, así como una algunas consideraciones
sobre lo que podría pasar tras la situación de alarma.
Contribuido de: