viernes, julio 28, 2006

Desde mi fe / Los evangélicos y el concordato

Desde mi fe / Los evangélicos y el concordado

Milton Tejada C.
Diversos grupos evangélicos están demandando de la Suprema Corte de Justicia que anule el Concordato entre el Estado y la Iglesia Católica por considerarlo inconstitucional, puesto que no favorece la libertad de cultos. Hace unos meses, la demanda de algunas iglesias evangélicas se centraba en la petición de que se les permitiera ejercer como “ministros del matrimonio”, dando validez legal al acto de fe de la unión conyugal en la iglesia, mediante la presencia de un pastor o pastora.
Creo que las iglesias tienen un papel político y social que jugar.
Como profesionales, nos preocupamos por la reputación de las instituciones. Definimos reputación como la imagen que tiene una determinada institución, empresa u organización en el medio social en que se desenvuelve y que es labrada en el tiempo (es decir, la reputación es “sedimento” del quehacer y de la intervención social de las instituciones).
En ese sentido, las iglesias evangélicas deberían reflexionar sobre:

a) Los límites de su demanda de anulación del Concordato. Jesús no pidió al Poder Romano que le permitiera que sus seguidores –sus apóstoles- pudieran juzgar tal cual lo hacía el Sanedrín. Tampoco pidió Jesús la anulación del Sanedrín. Y esta institución judía tenía poder político-social, una comunicación franca con el poder político estatal y poder económico. ¿Cuál fue su destino? “Al César lo que es del César y a Dios lo que es de Dios”.

b) Al pedir poder ejercer como jueces civiles están los evangélicos solicitando que se les permita igual condición que los sacerdotes católicos. Parece un sentido humano de equidad, de igualdad. Sin embargo, el matrimonio cristiano tiene la virtud de centrarse en lo que debe ser: un acto de fe. En el momento en que pastores y pastoras evangélicos se les atribuya la potestad de “casar”, abren espacio para el ámbito del matrimonio como un acto “social”, “político”…

c) Parecen ignorar los evangélicos que es parte de su “atractivo mercadológico” la independencia del poder estatal, la capacidad de poder ejercer un papel profético centrado en lo que constituye la máxima autoridad de los cristianos: la Palabra de Dios, la Biblia…

d) Hay algunos elementos de reputación que muchas iglesias evangélicas (porque es un universo difícil de percibir como unitario) debieran cuidar más. Por ejemplo, la preparación de sus pastores y pastoras. La sabiduría viene de Dios, es cierto, pero Dios ha colocado a disposición de hombres y mujeres instrumentos para el conocimiento que les permitan hacer avanzar a sus iglesias. Claro, tampoco estamos a favor de un elitismo, que considere que el llamado de pastor(a) es para los preparados(as)… Los “pescadores de hombres” provienen de cualquier condición social y económica, porque el Señor quiere gloriarse en ellos.

Que no se nos mal interprete. Este es un pequeño llamado a la reflexión.
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Mandamientos del consumismo
Frei Betto, teólogo brasileño, esboza lo que considera los mandamientos del consumismo, que queremos compartir con ustedes (publicado por Ecoportal.net.

La sociedad de consumo es religiosa en sentido contrario. Casi no hay anuncio publicitario que no deje de valorar uno de los siete pecados capitales: soberbia, envidia, ira, pereza, lujuria, gula y avaricia. Capital significa cabeza. Mi hermano Santo Tomás de Aquino (1225-1274) enseña que son capitales los pecados que nos hacen perder la cabeza y de los cuales se derivan numerosos males. Lo contrario de la soberbia es la humildad; de la envidia el desapego; de la ira la tolerancia; de la pereza el compromiso; de la avaricia el compartir; de la gula la sobriedad; de la lujuria el amor.

Los cinco mandamientos del consumismo:

1º) Adorar el mercado sobre todas las cosas. Todo se vende o se cambia: objetos, cargos públicos, influencias, ideas, etc. En economías arcaicas, aún presentes en regiones de América Latina, el compartir los bienes materiales y simbólicos aseguraba la sobrevivencia humana. Ahora al valor de uso se sobrepone el valor de cambio. Es preferible dejar perderse los alimentos cuyos precios exigidos por los productores dejan de ofrecer el mismo margen de ganancia. Según el mercado, perecen los seres humanos pero se aseguran los precios.

2º) No profanar la moneda, desestabilizándola. Dicen que antiguamente los pueblos indígenas sacrificaban vidas humanas para aplacar la ira de los dioses. ¿Abominable? No tanto. El ritual prosigue; lo que cambó fueron solamente los métodos. En 1985 el Nacional, uno de los mayores bancos brasileños, comenzó a hundirse. Durante diez años, gracias a operaciones fraudulentas, el Nacional consiguió sacar miles de millones de dólares del Banco Central. En octubre de 1995 el gobierno de Cardoso creó por decreto el Proer -un programa de socorro para bancos en dificultades. Pero en aquel momento sólo fue favorecido un banco: el Nacional, con el equivalente a seis mil millones de dólares.

3º) No pecar contra la globalización. Gracias a las nuevas tecnologías de comunicación el mundo se transformó en una pequeña aldea. De hecho el Planeta quedó pequeño ante las inconmensurables ambiciones de las corporaciones trasnacionales. ¿Por qué van a invertir en la protección del medio ambiente si eso no aumenta el valor de las acciones en la Bolsa?

4º) Ambicionar los bienes estatales y públicos en defensa de la privatización. Si no es el bien común el valor prioritario, sino el lucro, privatícese todo: salud, educación, autopistas, playas, selvas, etc. Privatizar es estrechar la pirámide de la desigualdad social. Las ganancias son apropiadas por una minoría, y los perjuicios -el desempleo y la miseria- socializados. Cuanto menos servicios públicos, mayor la parcela de población excluida del acceso a los servicios pagados.

Antes de la ganga de Usiminas, una de las mayores siderúrgicas brasileñas, la Nippon suscribió un 14% del capital de la empresa. Cuando se dio el aumento del capital de Usiminas, la Nippon no se interesó, lo que redujo su participación accionaria al 4.8%. Iniciado el proceso de privatización, las acciones de Usiminas se revalorizaron y la empresa japonesa obtuvo el privilegio de recuperar su participación original pagando 39.79 dólares por cada lote de mil acciones, cuando en la Bolsa su cotización ya había alcanzado 523.90 dólares. La Nippon obtuvo una ganancia del 1.340%.

El patrimonio de Usiminas valía 12 mil millones de dólares; fue vendido en mil 65 millones. Y nadie fue a parar a una cárcel por este asalto al patrimonio nacional. Con lo que se recaudó por la subasta de Usiminas, el 73.3% fueron pagados con “dinero basura” y el 26.4% con Certificados de Privatización. Papeles de colores. En dinero contante entraron apenas mil quinientos dólares, la mitad del precio de un carrito “popular”, sin usura.

5º) Dar culto a los sagrados objetos de consumo. Recorrimos aceleradamente el trayecto que conduce de la esbeltez física a la ostentación pública de celulares, de la casa de verano al auto importado, haciendo cuenta y caso que no tenemos nada que ver con la deuda social.

Expuestos a la mala calidad de esos medios electrónicos que nos ofrecen felicidad en frascos de perfume y refrigerante, alegría en paquetes de cigarros y enlatados, ya no queda espacio para la poesía ni tiempo para gozar la infancia. Perdimos la capacidad de soñar sin ganar a cambio sino el vacío, la perplejidad, la pérdida de identidad.

En dosis químicas, la felicidad nos parece más viable que recorrer el desafiante camino de la educación de la subjetividad. Se mercantilizan las relaciones conyugales, de parentesco y de amistad. Y en ese juego, al igual que en las películas norteamericanas, quien no es hábil y descaradamente cruel, muere.

Sólo hay esperanza para quien crea que el diluvio neoliberal no es capaz de inundar todos los sueños e intente navegar, a pesar de que casi no sople el viento, en las alas de la solidaridad con los excluidos, de la lucha por la justicia, del cultivo de la ética, de la defensa de los derechos humanos y de la búsqueda incansable de un mundo sin fronteras también entre ricos y oprimidos. Pero ésa es otra historia, que exige mucha fe y cierta dosis de valentía.

Traducción J.L.Burguet

tejadamilton@tytprimemedia.com

sábado, julio 01, 2006

Desde mi estudio / Por qué el silencio

¿Por qué el silencio del movimiento ambiental?

El movimiento ambiental dominicano suele denunciar con acidez graves agresiones a los recursos naturales y al medio ambiente. Suele pedir justicia y hasta, en ocasiones, indica a los que considera culpables de delitos en esta área. Y está muy bien porque este proceder es parte de la razón de su existir.
Sin embargo, nos llama la atención que cuando se producen casos que pueden ser considerados emblemáticos, los ambientalistas guarden silencio. ¿Qué mejor, para despertar algo la confianza en que todavía es posible hacer algo, que lograr una condena ejemplar contra quienes agraden el ambiente y destruyen los recursos naturales, sobre todo cuando se trata de áreas protegidas?
Así, por ejemplo, el movimiento ambiental guardó silencio ante el proceso seguido al senador Dagoberto Rodríguez Adames, acusado de tala ilegal en el área protegida del Lago Enriquillo de centenares de árboles de guayacán, mangle, cactus y otras plantas endémicas.
Hoy, el juzgado de instrucción de la Suprema Corte de Justicia envió a juicio de fondo a Rodríguez Adames. El magistrado Edgar Hernández, designado como juez de instrucción, consideró que existen elementos de prueba suficientes para que Rodríguez Adames sea procesado penalmente por la violación de ocho artículos de la Ley 64-00 sobre Medio Ambiente y Recursos Naturales (Clave Digital – 01 de julio de 2006). Ahora es competencia de la Cámara Penal de la Suprema Corte de Justicia decidir sobre la culpabilidad o no de Rodríguez Adames.
En su momento escribimos que “a confesión de parte, relevo de pruebas”, puesto que el Senador por la Provincia Independencia ha insistido públicamente que desconocía que el terreno talado fuera parte de un área protegida (a pesar de que fue parte de los senadores que aprobaron constituir el Parque Lago Enriquillo como reserva de la biosfera y como área protegida). También ha señalado que sus intenciones eran crear un proyecto que sirviera de referencia en cuanto a reforestación se refiere (como si las buenas intenciones eximieran de responsabilidad).
Es posible que el movimiento ambiental no confíe en el sistema judicial dominicano. Esta, sin embargo, no nos parece una excusa válida para no hacerse presentes. También es posible que sus voces nos hayan pasado desapercibida (la proliferación de canales hace, a veces, imposible dar seguimiento en todas sus vertientes a determinados acontecimientos). Entonces estaríamos en un error y nuestra preocupación sería relativamente injustificada.
Ahora que el juicio entra en una nueva etapa y que un juez de instrucción consideró que hay elementos suficientes para el mismo, nos preguntamos si el movimiento ambiental dominicano seguirá guardando silencio, y si lo hace, el por qué de este silencio.

Milton Tejada C.
tejadamilton@yahoo.com