sábado, julio 01, 2006

Desde mi estudio / Por qué el silencio

¿Por qué el silencio del movimiento ambiental?

El movimiento ambiental dominicano suele denunciar con acidez graves agresiones a los recursos naturales y al medio ambiente. Suele pedir justicia y hasta, en ocasiones, indica a los que considera culpables de delitos en esta área. Y está muy bien porque este proceder es parte de la razón de su existir.
Sin embargo, nos llama la atención que cuando se producen casos que pueden ser considerados emblemáticos, los ambientalistas guarden silencio. ¿Qué mejor, para despertar algo la confianza en que todavía es posible hacer algo, que lograr una condena ejemplar contra quienes agraden el ambiente y destruyen los recursos naturales, sobre todo cuando se trata de áreas protegidas?
Así, por ejemplo, el movimiento ambiental guardó silencio ante el proceso seguido al senador Dagoberto Rodríguez Adames, acusado de tala ilegal en el área protegida del Lago Enriquillo de centenares de árboles de guayacán, mangle, cactus y otras plantas endémicas.
Hoy, el juzgado de instrucción de la Suprema Corte de Justicia envió a juicio de fondo a Rodríguez Adames. El magistrado Edgar Hernández, designado como juez de instrucción, consideró que existen elementos de prueba suficientes para que Rodríguez Adames sea procesado penalmente por la violación de ocho artículos de la Ley 64-00 sobre Medio Ambiente y Recursos Naturales (Clave Digital – 01 de julio de 2006). Ahora es competencia de la Cámara Penal de la Suprema Corte de Justicia decidir sobre la culpabilidad o no de Rodríguez Adames.
En su momento escribimos que “a confesión de parte, relevo de pruebas”, puesto que el Senador por la Provincia Independencia ha insistido públicamente que desconocía que el terreno talado fuera parte de un área protegida (a pesar de que fue parte de los senadores que aprobaron constituir el Parque Lago Enriquillo como reserva de la biosfera y como área protegida). También ha señalado que sus intenciones eran crear un proyecto que sirviera de referencia en cuanto a reforestación se refiere (como si las buenas intenciones eximieran de responsabilidad).
Es posible que el movimiento ambiental no confíe en el sistema judicial dominicano. Esta, sin embargo, no nos parece una excusa válida para no hacerse presentes. También es posible que sus voces nos hayan pasado desapercibida (la proliferación de canales hace, a veces, imposible dar seguimiento en todas sus vertientes a determinados acontecimientos). Entonces estaríamos en un error y nuestra preocupación sería relativamente injustificada.
Ahora que el juicio entra en una nueva etapa y que un juez de instrucción consideró que hay elementos suficientes para el mismo, nos preguntamos si el movimiento ambiental dominicano seguirá guardando silencio, y si lo hace, el por qué de este silencio.

Milton Tejada C.
tejadamilton@yahoo.com

1 comentario:

Anónimo dijo...

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