miércoles, diciembre 28, 2022

Un cafecito con mi Dios / Misericordia

Tanta misericordia sólo en Dios

Hace más de 37 años (27 de marzo, 1985) escribí un pequeño comentario al Salmo 51 que hoy volvemos a compartir, Jesús. Te pido que hablemos un poquito largo de lo que quieres decirme por este Salmo, pero para empezar, permíteme reproducir lo que escribí hace un cuarto de siglo (claro, que mucha agua ha corrido…).

“El Miserere.

Misericordia es tener corazón ante las miserias. Y es una actitud básica para el abandono. Dios, nuestro Padre, tiene corazón ante nuestras miserias. ¿Por qué no tener corazón ante nuestras propias miserias y las miserias de nuestros hermanos? ¿Por qué ser más duros que el Padre? Es una locura (locura humana).

Bondad: Tú, Padre, eres bueno, quieres lo mejor para mí.

Compasión: Del latín compadeceré, padecer-con... porque Tú padeces en mi, puedes borrar mis culpas, puedes arrasar con el león rugiente que llevo en mi interior, con esas alimañas que son el pecado, el delito.

Una condición: me reconozco nada, soy pecador. Te reconozco TODO, eres gratuito…

V. 8: “… crea en mi un corazón limpio” (puro). Eso quiero, Señor, un corazón sincero, limpio, puro.

Quiero sabiduría. La sabiduría de luchar intensamente por cambiar aquellas cosas que aún pueden ser cambiadas, la sabiduría de aceptar  y abandonarme en aquellas cosas que no puedo cambiar. La sabiduría de conocer la diferencia. Y para esta sabiduría, purifícame, lávame, libérame. Hazme una persona abandonada a tu voluntad.

V.10: Y por esto, una persona gozosa, alegre, feliz.

Que no haya heridas del pasado que sangren en mí, que se alegren hasta mis huesos.

V.11: Que desaparezca todo sentido de culpa, porque eres mi Padre, (V. 12) que pueda ser una criatura nueva, en camino a la santidad. Afiánzame, hazme tu hijo y tu apóstol. Ábreme los labios. Acepta este espíritu que se entrega a ti (V. 19), porque Tú eres mi Señor y mi Todo. Eres mi papá que me dices que me amas con un amor eterno, hasta la muerte. Sólo esta locura: la del amor”.

Señor, gracias por este cafecito que hemos compartido y por permitirme leerte un poquito de nuestra relación hace más de 25 años… gracias porque durante ese cuarto de siglo tu misericordia, tu corazón ante mis miserias, nunca me ha abandonado. Gracias por ser mi Padre.

Milton Tejada C.

 

 

lunes, diciembre 19, 2022

Fomentando un NOSOTROS

CINCO CONSEJOS PARA FOMENTAR UN NOSOTROS

Estas breves líneas están escritas para hombres casados. Si te llegan como mujer, puedes utilizarla para compartirla con tus amigos varones o con tu esposo.

Hay algo que debemos recordar permanentemente: tenemos una tremenda responsabilidad en conservar nuestra relación matrimonial sana, llena de la presencia de Dios, con alegría para nuestras esposas e hijos… He aquí algunos consejos tomados de la revista “Enfoque” y escrito por Rebeca Knowles. Se trata de un breve resumen.

Los matrimonios tienen etapas en que lo que prima es el YO, en otras se hace fuerte el TÚ, pero alcanzan su madurez cuando se reemplazan estas dos expresiones por un NOSOTROS y se logra la unidad.

A partir del escrito de Knowles, te doy cinco consejos para fomentar este nosotros:

1. Tomarse de las manos. Tómense de las manos al caminar. Oren tomados de las manos. Mantener la unión física nos ayuda a mantener la unión en general. No tengas miedo, hombre, de mostrar tu afecto y recibirlo.

2. Abrir el corazón. Hay que fomentar la confianza y la amistad. Expresa lo que tienes dentro, tus temores, tus retos, tus desafíos. Debes tener cuidado cuando discutes con tu cónyuge. Cuando una pareja está en un conflicto, la manera en que interactúan determina que rumbo toma la relación.

3. Entregar tu fuerza. El matrimonio requiere que des todo de ti. La idea de que “yo pongo 50% y tú el otro 50%” es errónea, y sólo crea conflictos y competencias. En el matrimonio somos uno cuando el “yo” y el “tú” se funden a través de las cuerdas del amor de Dios. En realidad, se trata de un 100-100, dándolo todo, sin anularnos.

4. Encuentra tu voz. Escucha para entender. Si queremos fomentar la unidad, hay que decidir escuchar con la intención de entender y no sólo oír. Tenemos un problema de sintonía cuando hablo una cosa, y mi pareja escucha otra cosa, cuando tomamos decisiones y luego mis acciones no están completamente en acuerdo con lo acordado.

5. Da tu tiempo: una hora diaria. Asegúrate de estar presente siempre. El libro titulado “Un minuto con Dios” recuerda que una buena practica es darle un tiempo diario a tu relación matrimonial, y que mejor manera de hacerlo que darle a Dios la oportunidad de hablarte.

Una relación madura se basa en el nosotros, y solo busca al yo para decidir qué dar, qué defender y qué trabajar. 

viernes, diciembre 16, 2022

Pautas para padres sanos / 1

 PAUTAS PARA PADRES SANOS


Las pautas que vamos a compartir entran dentro de la tercera función del ser padres: cuidar, proveer y educar/formar. Este rol tiene un punto final. Nos “jubilamos” de esta función o rol. Con tiempo limitado, aprovechémoslo trabajando por su estabilidad emocional.

PRIMERA PAUTA:

HAGAMOS DE NUESTROS HIJOS PERSONAS EMOCIONALMENTE ESTABLES.

Estabilidad emocional es fundamental para el éxito en la vida. Es preciso que nuestros hijos puedan identificar, nombrar y expresar sus emociones de modo sano. Y aquí algunos consejitos:

1.    EMPATÍA. Si uno de nuestros hijos nos habla de algo que le preocupa escuchemos y atendamos hasta que encuentre el equilibrio emocional. Es decir, tengamos empatía. Coloquémonos en su lugar. Esto no solo se puede, sino que se debe enseñar. Y para ello es importante no solo lo que decimos, sino lo que hacemos.

2.    GESTIONAR LAS EMOCIONES. Los niños tienen que aprender a autorregular sus emociones. Aprender significa que son enseñados. En una primera etapa esas emociones son reguladas desde fuera, es decir, sus padres contribuimos enormemente a regularlas. Para lograr esto, tengo que autorregularme yo, gestionar mis emociones. Es una forma de enseñar que esto requiere mucha paciencia.

Por lo tanto, los padres estamos llamados a: conocer las emociones, reconocerlas, validarlas, aprender a gestionarlas…. ¿Las conoces? Y un punto clave, a su nivel y el tuyo, reflexionar. Y darle una narrativa, un relato, una explicación, a su nivel y a su momento.

Algunos tips para ayudarnos a gestionar correctamente las emociones:

a.    Diferenciemos entre necesidades y deseos. Tenemos que diferenciar entre necesidades y deseos, y más todavía: entre lo que yo creo que son sus necesidades y las que son necesidades reales para su desarrollo. Menciono algunas:

b.    Seguridad y la protección. Nuestros niños necesitan desarrollarse en entornos de seguridad y de protección. Somos los responsables de que suplan esta necesidad.

c.    Autonomía. Todo tiene su momento. La autonomía se va construyendo poco a poco. Cuando el adolescente se autorregula a sí mismo tiene mayor autonomía que el niño, que todavía no gestiona sus emociones.

d.    Descodificación: Explicarles a los niños lo que está ocurriendo o lo que ha ocurrido. Es contar el cuento de lo ocurrido, es darle un relato. Una narrativa. Una historia.

e.    Necesidad de ser vistos. Por ejemplo, cuando decimos que un niño tiene una baja autoestima, hay que revisar un poquito si esta necesidad ha sido satisfecha (ser respetado, confiar en ellos, tomarlos en cuenta), reconocerlos.

f.    Ser explícito en el cariño a nuestros hijos. No hay que darlo por hecho. Tienen necesidad de que seamos explícitos. Y en cada edad y hasta para cada niño es diferente la forma en que esto sucede.

g.    Aprendamos a legitimar en el 100% de los casos las emociones de nuestros hijos. Implica que yo permito que mi hijo no solamente experimente la emoción, sino que la pueda expresar. Siempre dentro de unos límites.

No les demos categoría moral (no son buenas ni malas, simplemente son). El punto clave está en enseñarles a gestionarlas, no a negarlas. Las emociones no se pueden criticar porque yo no las he elegido, mis hijos no las han elegido, simplemente surgen. Es más, Dios nos hizo con ellas.

¿Qué opinar de una madre o de un padre que ante la rabia que siente su hijo le aconseja: “Pero no llores, que no es para tanto”? Lo que para ti parece una tontería, para tu hijo puede ser un gran problema. El no espera que tú lo trates como tontería. Para él o ella no es una tontería.

h.    Estimule la autoestima de su hijo. Los niños comienzan a desarrollar su sentido del yo desde que son bebés, cuando se ven a sí mismos a través de los ojos de sus padres. Sus hijos asimilan su tono de voz, su lenguaje corporal y todas sus expresiones. Sus palabras y acciones como padre tienen un impacto en el desarrollo de su autoestima más que ninguna otra cosa. El elogio de los logros, aunque sean pequeños, hará que los niños estén orgullosos; permitirles que hagan cosas por sí solos los hará sentir que son capaces y fuertes. Por el contrario, los comentarios denigrantes o las comparaciones negativas con otros niños los hará sentir inútiles.

Un elemento importante en estimular la autoestima es reconocer las buenas acciones. Elogie algo todos los días. Sea generoso con las recompensas: su amor, sus abrazos y elogios pueden hacer maravillas y suelen ser suficiente gratificación. Pronto descubrirá que está "cultivando" en mayor medida el comportamiento que desearía ver.

 

(Notas tomadas de aquí y de allá, con el convencimiento de que hijos emocionalmente estables están preparados para la vida y vida en abundancia).

domingo, noviembre 20, 2022

Vida conyugal / Diferencias que originan conflictos

 Matrimonio 3 / El origen de los conflictos conyugales

Hoy hacemos la tercera entrega del mejor camino para solucionar los conflictos: el amor que perdona. Lo hacemos a partir de la obra de Gary y Bárbara Rosberg. Esperamos que te sean provechosas estas reflexiones.

Hemos dicho que toda pareja tiene su cuota de malentendidos. Hemos dicho que los conflictos pueden quedar abiertos, destruyendo el matrimonio o, por el contrario, pueden cerrarse mediante el amor que perdona. Antes de profundizar en el amor que perdona, hablaremos del origen de los conflictos conyugales: diferencias por el trasfondo familiar, diferencias de valores y las más conocidas: diferencias de género. ¿Cómo influyen estas diferencias en la generación de conflictos?

Cada pareja trae a la relación dos estilos de vida distintos. Algunas diferencias comunes que pueden conducir al conflicto y a las ofensas en la relación matrimonial.

Diferencias por el trasfondo familiar

Diferentes trasfondos familiares constituyen, en muchas ocasiones, una fuente de conflicto en su matrimonio. Distintos trasfondos han encendido el conflicto en su matrimonio. El choque de los valores y las tradiciones familiares encienden conflictos más graves, discusiones acaloradas y heridas profundas año tras año.

Durante el noviazgo muchas parejas ven sus diferencias de personalidad como complementarias. Pero después de la boda, a veces, esas diferencias comienzan a exacerbar los nervios y conducen al conflicto.

Las diferencias de personalidad son algo bueno. Como alguien dijo: “Si dos personas son exactamente iguales, una de ellas es innecesaria”. Pero mantente alerta para descubrir de qué maneras tu tipo de personalidad puede ser una fuente de irritación para tu cónyuge.

Diferencias de valores

Las diferentes perspectivas acerca de algunos temas conducen a las ofensas. Es posible que tú y tu cónyuge tengan valores similares, en especial en lo que se refiere a la fe y a las costumbres cristianas. Pero cuando esos valores difieren, ten cuidado con el conflicto.

Diferencias de género

El DR. James Dobson, hablando de las diferenciad entre hombres y mujeres opina que, por ejemplo, para las mujeres abordan el juego (ping-pong, Monopolio, dominó) como excusa para el compañerismo, mientras que para los hombres el juego es conquista. El hombre revela su pasión por ganar.

Una diferencia que, comúnmente conduce a la ofensa y al dolor, es la sexualidad. Los hombres se excitan y satisfacen más rápidamente que sus esposas. Las mujeres necesitan más cuidados, caricias y relación.

¿Cuán a menudo los esposos ofenden a sus esposas al apurarse cuando tienen relaciones sexuales?

Gay Smaley y John Trent escriben: “Para la mayoría de las mujeres, el sexo es mucho mas que un acto físico independiente. Es la culminación de un día lleno de seguridad, de conversación, de experiencias románticas y emotivas y luego, si todo está bien, la relación sexual.

La mayoría de los hombres podemos revertir el orden ¡o sencillamente omitir todo lo que viene antes de la relación sexual! 

Hombres, para que sus esposas disfruten plenamente de la experiencia sexual, es necesario que satisfagan las necesidades emocionales que tienen como mujeres. Esposas, no minimicen la necesidad de sus esposos de la expresión física de la intimidad sexual, aunque ellos sean lentos en satisfacer sus necesidades emocionales y de relación.

Te invito a que lo difundas, lo discutas y nos hagas saber tu parecer. Es nuestro interés, como GRATA VIDA, contribuir a matrimonios sanos, que vivan una vida abundante. 
Bendiciones,


Milton e Ysabel.

martes, noviembre 15, 2022

Vida Conyugal / El hijo pródigo y el matrimonio

Matrimonio /2: Senda del amor que perdona

Ante los conflictos, los malentendidos, tenemos dos posibilidades: o dejamos el circuito abierto o lo cerramos. La parábola del Hijo Pródigo es una ilustración de esto.


Establecimos un primer punto: en todo matrimonio hay una cuota de malentendidos. No nos enseñaron a resolver conflictos, y el conflicto no resuelto conduce al divorcio emocional y, en muchas ocasiones, al divorcio legal. Gary y Bárbara Rosberg, nos explican que hay un Plan, el de Dios, que da resultados para sanar las heridas de tu matrimonio. Dependerá de las decisiones que adoptemos el que nuestros matrimonios vayan en una dirección (su destrucción) o en otra, su fortalecimiento.

Hoy todavía no entramos en las pautas para sanar. Antes debemos comprender bien el proceso que se da cuando hay un conflicto. Es el mismo proceso que el de la Parábola del Hijo Pródigo. Avancemos en entender la dinámica de los conflictos en el matrimonio.

La ofensa, el malentendido, abre un proceso, un circuito. El conflicto conyugal comienza con una ofensa de algún tipo: estas herido y luego enojado. Es posible que tu cónyuge ni siquiera sepa que algo está mal. Muchos cónyuges ofendidos responden de manera que solo empeoran las cosas. El circuito o proceso queda abierto cuando:

  • Te empeña en devolver el golpe. “Él me la hizo, él me la paga…”.
  • Cuando entierras tu enojo y deja que fermente. Tu pareja ni se entera.
  • Cuando sencillamente te rindes y deja que tu cónyuge se salga con la suya. Te cansas, e incluso te alejas.

Muchas parejas viven con decenas de circuitos abiertos en sus matrimonios. Yo (MT) les llamo expedientes y recomiendo que no hagamos expedientes. Los conflictos sin resolver y las heridas sin sanar se apilan sobre cada uno de ellos. El enojo latente crece hasta transformarse en amargura, resentimiento y aun odio. El esposo y la esposa se alejan entre sí y se acercan al divorcio emocional.

La Parábola del Hijo Pródigo: un mensaje que ilustra cómo sanar

¿Saben por qué me considero un consejero cristiano? Para mí, Milton Tejada, es muy simple: porque ponemos la Palabra de Dios en el centro de las dinámicas de crecimiento y sanidad. En este caso, estos autores hacen lo mismo.

La historia del hijo pródigo es un ejemplo de cómo abrir y cerrar el circuito: conflicto, herida, solución, sanidad, de modo de restaurar nuestras relaciones deshechas.

La ofensa más grande que podía un hijo cometer, era pedir su herencia con anticipación. El padre satisfizo la demanda del joven pagando su herencia. Pasado el tiempo, la realidad se hizo patente: Estaba en quiebra y lejos de su hogar...el joven comenzó a pasar hambre. Dios tenía que hacer algo en el corazón del muchacho antes de que pudiera volver a su hogar. El padre mantenía los ojos en el camino con la esperanza de que su hijo volviera algún día. 

El joven se dio cuenta de que había cometido un gran error, estaba parado en una bifurcación. Se trata de tomar decisiones ¿Dejaría abierto el circuito para siempre, justificando su conducta, culpando a otros, revolcándose en la autocompasión y en la culpa implacable o elegiría cerrar el circuito y restaurar la relación con su padre?

Reflexionó. Sabía que tenía que humillarse a sí mismo y confesar su pecado para hacer las cosas bien. El orgullo había sido reemplazado por un corazón quebrantado, el hijo prodigo deseaba restaurar una relación deshecha.

El padre de la historia estaba más ansioso por cerrar el circuito que su hijo descarriado. El padre no permaneció parado en la entrada de la casa esperándolo. Se levantó y corrió para salirle al encuentro.  El padre le garantizó el perdón completo y restauró su compañerismo.

Este final feliz ilustra la manera cómo es el corazón de Dios para sanar las heridas e inspira el amor que perdona en su matrimonio. Los esposos y las esposas están más unidos que los padres y los hijos.

El dolor del circuito abierto es aún más grande en el matrimonio y el gozo y la paz de la sanidad son aún más dulces. Puedes revivir la escena final de esta parábola una y otra vez a través de tu propia experiencia a medida que aprendas a cerrar el circuito del conflicto y la herida.

Las ofensas conyugales son inevitables y a veces atacan por sorpresa. El adulterio, por ejemplo, es una ofensa conyugal de primer grado. Pero hay un sinnúmero de maneras con las que agraviamos a nuestro cónyuge que son de menor gravedad.

La bifurcación en el camino

Al igual que el muchacho de la parábola, los esposos y las esposas en muchos casos tenemos dificultad para tomar la decisión de sanar nuestras heridas. A veces no lo hacemos hasta que hemos tocado fondo. Estamos en una encrucijada ante la cual debemos tomar una decisión. Podemos elegir hacer lo que se necesita para cerrar el circuito mediante el amor que perdona o podemos no hacer nada y sufrir las dolorosas consecuencias. Es lo que se llama la “bifurcación en el camino”.

“Hacer lo que se necesita” significa poner en práctica el amor que perdona en tu matrimonio. Dios te dará el poder para esa tarea por medio de su Espíritu y pondrá en marcha el proceso de sanidad. Si quieres “hacer lo que se necesita”, lo primero es que prepares tu corazón, disipes el enojo y puedas comunicarle tus preocupaciones a tu pareja. Luego, es necesario enfrentar los conflictos, perdonar a tu cónyuge y reconstruir la confianza como esposo y esposa.

Puedes sanar las lesiones emocionales, antes de que la gangrena de la distancia y la desunión envenenen tu matrimonio. El Plan de Dios se fundamenta en el amor que perdona. Cuando este se vuelve una expresión cotidiana en sus vidas, damos pasos a un matrimonio a prueba de divorcio. Es un proceso (un circuito lo llaman estos autores), que tiene algunos puntos clave que nos ayudan a visualizar dónde nos encontramos en una crisis conyugal, a determinar cómo llegamos allí y a experimentar los principios bíblicos del amor que perdona.

Más adelante los autores nos enseñan los pasos para cerrar el circuito. Sin embargo, es necesario que aprendamos a comprender el origen de los conflictos que experimentas en el hogar te equipará mejor para ocuparte de ellos.  Sobre el origen de nuestros conflictos conyugales, escribiremos en la próxima entrega.

sábado, noviembre 05, 2022

Vida conyugal / Matrimonio y malentendidos

 Matrimonio: nuestra cuota de malentendidos

Una relación conyugal está formada por dos personas imperfetas y todos tenemos nuestra cuota de topetazos y errores en la relación


Hace un par de años -no recuerdo con exactitud cuándo- leí un libro que organizó algunos de mis conocimientos sobre las heridas en un matrimonio y sobre la resolución de conflictos. Se llama “Sana las heridas en tu matrimonio”, de Gary y Bárbara Rosberg. Hoy les comparto algunas notas tomadas de dicha lectura (casi textuales, pero en ocasiones me permito editarlas, ya que no busco una publicación, sino un compartir que también pueda ayudarte en tu relación conyugal -si la tienes-, prepararte si piensas tenerla alguna vez o simplemente darte un conocimiento que puede serte útil en ese camino a veces complejo de las relaciones humanas. Escríbeme dándome tu opinión sobre el tema (Milton T).

Aquí las primeras notas:

¿Alguna vez te has sentido herido por causa de tu cónyuge? Seguro que sí. ¿Alguna vez has sido la causa del dolor en la vida de tu pareja? Seguramente. En toda relación matrimonial el esposo y la esposa han sido -alguna vez- tanto el ofendido como el ofensor, la causa y el objeto del dolor conyugal.


¿Por qué nos herimos mutuamente si somos esposos? ¿Por qué dos personas que se han comprometido a amarse el uno al otro durante toda la vida, a veces se olvidan del otro, se ignoran o se ponen en contra?

Porque todo matrimonio está formado por dos personas imperfectas, que a veces son desconsideradas, ásperas, o sencillamente egoístas. Y dos personas imperfectas compartiendo el mismo espacio están destinadas a tener desacuerdos. Todos tenemos estos "topetazos" conyugales de vez en cuando, no importa cuánto deseemos evitarlos, ni cuán tristes nos sintamos cuando suceden.

Cada matrimonio tiene su cuota de malentendidos y errores en la relación, conflictos y desaires, palabras hirientes y peleas a gritos que terminan en dolor. Y a veces es como una colisión de frente que causa daños más severos (como traición, infidelidad o abuso).

Ciertos conflictos y heridas en determinados momentos son inevitables. No se trata de preguntarse si sucederá sino cuándo, entonces ¿Qué haces cuando sucede? ¿Como respondes cuando tienen un conflicto?

La resolución de conflictos y heridas se encuentra a la misma altura que la comunicación, que es el principal problema que encuentran las parejas.

Muchos estamos desorientados a la hora de resolver los problemas conyugales. ¿Por qué?  Porque nadie nos enseñó cómo hacerlo. No recibimos en el hogar un ejemplo para resolver conflictos de una manera saludable. A menudo ni siquiera aprendemos a resolver conflictos conyugales en la iglesia. Entonces, en lugar de sanar nuestras heridas y continuar con la vida, dejamos que nuestros problemas se acumulen, pensando erróneamente (o deseando en secreto) que el tiempo en verdad sane todas las heridas.

No es así. En cambio, con el tiempo, los conflictos sin resolver y las heridas sin sanar endurecen nuestros corazones y abren una brecha entre nosotros como esposos. Cuando enterramos nuestros conflictos en lugar de enfrentarlos, cuando guardamos nuestro dolor en lugar de ocuparnos de él se pone en marcha un proceso.

Evitarlo finalmente te guiará a un lugar donde no quieres ir: al divorcio emocional. Es posible que nunca te separes físicamente o inicies un divorcio legal por determinadas razones, como las apariencias, los hijos o las conveniencias religiosas. Pero la distancia entre ustedes seguirá ensanchando hacia una separación en la relación o hacia un divorcio emocional.

Te sentirás atascado e infeliz, viviendo en la misma casa y compartiendo el mismo apellido. El matrimonio soñado que alguna vez compartieron morirá lenta y dolorosamente. Todo lo que les falta es iniciar públicamente los trámites en los tribunales locales. 

Cuando tu cónyuge habla acerca de la importancia que tiene su matrimonio, escúchalo. Cuando dejan de hablar: cuidado, puede significar que han dejado de buscar la salida. Si este modelo de separación emocional continúa, este cónyuge puede terminar yéndose físicamente. Y queda la pregunta: ¿Qué debemos hacer? ¿Qué debemos saber?

(Nota final de Milton T:

La respuesta a estas preguntas la continuo en la próxima semana. No quiero ser extenso. Sin embargo, cuatro conclusiones me quedan de estas páginas leídas hasta acá: 1. En todo matrimonio hay heridas; 2. No nos enseñaron cómo solucionar conflictos conyugales; 3. El divorcio emocional ocurre mucho antes que el divorcio legal (a veces este no ocurre nunca); 4. Una pareja “divorciada” emocionalmente no es feliz). Nos vemos…

 

domingo, octubre 30, 2022

Padres imperfectos, hijos imperfectos

 Carta a los padres:

 Un hogar es un espacio seguro

CUANDO LA CRIANZA NO ES PERFECTA…

Queridos padres:

¿Saben qué? Me pasé toda mi vida  -como padre- en la lucha por lograr que mis hijos entendieran y vivieran lo que yo consideraba correcto. Además, quise hacer de ellos triunfadores, pero con mi propio concepto de lo que es o no es triunfo, y en ocasiones poniendo el énfasis sobre lo académico. Quería hijos perfectos, cuando yo, su padre, era y soy un paquete grande de imperfecciones.

Al aceptar a Jesús como mi Salvador acepté la misericordia mayor del Padre: la entrega de su hijo por mi redención, pero también reconocí que soy pecador, que soy imperfecto, que en algunas áreas de mi vida la perfección estaba bien, pero bien lejos.

Acabo de leer un libro de un autor, Jim Daly: “Cuando la crianza no es perfecta”. Aunque redactado un poco desordenadamente, sus conceptos reforzaron lo que ya sabía, pero que no tenía organizado: no somos perfectos en ninguno de nuestros roles, en ninguno.

En realidad me apenó que esto llegara a mi vida cuando ya mis hijos se han ido de la casa y han labrado y siguen labrando su propio camino, porque el no haberlo entendido antes implicó sufrimiento, tanto para ellos como para mí. Por esto, les pido perdón Laura María, Juan Roberto, Luis Reynaldo, Carlos Ariel (de la menor al mayor).

Ahora que son adultos solo me cabe trabajar –sin angustia, sin culpabilidad- por reparar lo mejor posible los puentes que nos unen.

Quiero compartirte unos conceptos de su primer capítulo, esperando que te sean de utilidad.

En primer lugar, hemos de reconocer que somos débiles, somos imperfectos y tenemos familias imperfectas. No somos lo suficientemente buenos si nos medimos con la regla santa de Dios, pero nos olvidamos que Dios pesa la perfección en una balanza diferente. Pensamos que la perfección radica en lo que hacemos, nos olvidamos que se trata de quienes somos. Y esto aplica para tus hijos: no te fijes tanto en lo que hacen, como en lo que manifiestan que son.

Podemos fingir una “A” en comportamiento, pero no podemos fingir el carácter, tenemos que ganarlo, tenemos que aprenderlo, y a veces solo se logra por medio del sufrimiento. En definitiva, céntrate en la formación de su carácter (y vigila y crece en el tuyo).

Te quiero decir una verdad que has de tener presente siempre: lo mejor que podemos dar a nuestros hijos es seguridad emocional, un sentido de hogar, y un carácter semejante al de Jesús. Con esa zapata serán capaces de soportar todos los sufrimientos y embates de la vida.

¡Claro! Hemos de saber que, en muchos casos los chicos son resistentes a las lecciones de los padres y los padres no siempre somos los mejores maestros.

La crianza perfecta tiene sus riesgos. Juan 16:33 nos dice que en el mundo tendremos aflicción. Lo curioso es que pocos creemos que la aflicción llegará a nuestros hogares.

En segundo lugar, queridos padres, entendamos y asumamos que el concepto de perfección puede ser uno de los más grandes obstáculos que tenemos. Ninguno de nosotros es perfecto.

Este concepto –el de la perfección- hace que, en muchas ocasiones, pongamos énfasis en los logros, no en el carácter. Lo veo a diario cuando los padres proclaman con orgullo que su hijo lleva A en todas sus materias, que será magna cum laude… pero a la vez se lamentan de los defectos de su carácter.

Poner el énfasis en la perfección, buscar hijos perfectos de padres imperfectos, conduce a que, en algún momento, tanto los padres como los hijos, sientan que son un fracaso.

Nos dice Daily que podemos hablar de expectativas saludables y moderadas hasta quedar sin aliento. La mayoría pensamos que nuestras expectativas son así. Pero preguntémonos: ¿Cómo lidiamos con los fracasos, los nuestros o los de nuestros hijos? ¿Qué sucede cuando no logramos alcanzar nuestras metas sencillas? ¿Cuál es nuestra reacción en esos momentos?

Cuando hay un fracaso en la vida de tu hijo… ¿significa que fracasaste como padre? ¿Eso hace que tu hijo sea un fracaso? Cuando cometemos un error, debemos quitárnoslo de encima, debemos seguir tirando, quizás fallemos, pero eso no quiere decir que somos un fracaso.

“No importa cuánto se esfuerce, nunca nos vamos a poder convertir en la mamá o el papá infalible”, expresa Daily. Comprendamos bien: no somos perfectos, por lo tanto hemos de asumir el camino del perdón y la misericordia, como parte cotidiana de nuestro andar como familias.

En tercer lugar, en el caso de los hijos estamos llamados a alejarnos del amor condicional. Ese amor que dice: te quiero más si sacas buenas notas; mi amor se enciende cuando vas a la Iglesia; por eso es que te amo: porque obedeces a tu mamá… Esas maneras de condicionar el amor –amor condicional- les hace sentir inseguros y les coloca en el camino de tus expectativas, no la de ellos.

Los chicos sienten que tienen que ganarse una buena relación contigo y eso destruye su autoestima, los aterra. Los aterra la presión del perfeccionismo y esas expectativas inalcanzables, pero que además no son las suyas, sino las tuyas.

Seguro has escuchado historias de hijos que han dicho: “estudié esto porque era lo que mi papá quería que estudiara, cuando terminé, le entregué el título. Era “su título”, no el mío”. Es triste.

Al pensar en esto pienso en una afirmación de Sigmen Freud que decía que “la infancia es destino”, pero de eso les escribiré en otro momento.

Este autor me encanta pues indica que debemos guiar a nuestros hijos a un camino lejos del perfeccionismo; un camino, que los lleve a un lugar de tranquilidad y amor, y a un sentido de hogar; un lugar donde la leche se derrama en el piso, un lugar en el cual tanto los hijos como los padres cometen errores, pero en medio del caos y el desorden, hay amor, hay perdón, hay gracia.

Tenemos una idealización y aspiramos a la familia perfecta. Lo triste es que presionamos tanto en esa dirección que a veces forzamos a que nuestros hijos corran en la dirección opuesta.

Luego les sigo comentando de esta lectura. Agradezcamos a Dios que nos ha dado el privilegio de ser padres y que ha sido misericordioso con nosotros. ¡Estamos llamados a misericordia con nuestros hijos…no lo olviden!

Con amor y aspirando a que podamos tener una #GRATAVIDA,

Milton Tejada

18 de Agosto, 2021

 

 

 

 

lunes, octubre 24, 2022

Necedad y consejeros

LA NECEDAD NOS CIERRA A RECIBIR CONSEJOS

"El hombre torpe no tiene conocimiento, y el necio no entiende esto" (Salmo 92:6).

Dice la Palabra de Dios que “en la multitud de consejeros, reside la sabiduría”. Pero cuidado al elegir uno o varios consejeros. Asegúrate de que conocen la Palabra de Dios, de que conocen al ser humano, de que son compasivos y, a la vez, capaces de confrontarte. Que sean capaces de escucharte sin juzgarte (y si hay algún juicio que sea el que procede de la Palabra de Dios).

Renunciemos a la necedad de creer que lo sabemos todo, que no necesitamos consejos y consejeros y de que no necesitamos de reconocer a Dios como el Consejero por excelencia.

Quiero hoy compartirte unas enseñanzas de una lectura (de Paúl David Tripp) sobre algo que nos impide acudir al Consejero y a consejeros que se sostienen en su Palabra.

¿Por qué algunas personas nos cerramos a recibir un consejo y sobre todo a recibir el consejo de la Palabra de Dios? Por necios.

La necedad nos hace creer que no hay ninguna perspectiva, visión, teoría, o “verdad” más fiable que la nuestra. Nos hace creer la mentira de que sabemos más. Esto nos lleva a distorsionar la realidad y vivir en mundos creados por nosotros mismos. Es como si mirásemos la vida a través de un espejo curvo que distorsiona la imagen, pero estamos convencidos de que podemos ver con claridad.

La necedad controla al ser humano que está cerrado al consejo de los demás y a la persona que ve poca necesidad de estudiar la Palabra de Dios. Esta necedad distorsiona nuestro sentido de identidad, destruye relaciones, retrasa el crecimiento y descarrila el cambio.

La necedad nos convence de que estamos bien, y que nuestras decisiones rebeldes e irracionales son correctas y son mejor. No fuimos creados para ser nuestra propia fuente de sabiduría. Fuimos diseñados para ser receptores de la revelación, dependientes de las verdades que Dios nos enseña y para aplicar esas verdades en nuestras vidas.

Cuando David dice en el salmo 14:1: “Dice el necio en su corazón: no hay Dios”, llega al fundamento de la necedad. Nuestra necedad es un rechazo a Dios, un deseo innato para reemplazar la sabiduría de Dios por la nuestra. Detrás de todo esto, queremos ser nuestros propios dioses y revelarnos a nosotros mismos toda la “verdad” que necesitamos.