martes, diciembre 27, 2005

Desde mi estudio / El amor como compromiso

El amor como compromiso

Para Julio Mariñez y Adriana Del Comte, quienes maduran en el camino de ser pareja
De Milton e Ysabel Tejada
Hace un tiempo ya que decidieron "formalizar" lo suyo. Adriana y Julio, Julio y Adriana quisieron decir publicamente que se aman ... y ese es un compromiso, pero más compromiso es el amor cotidianamente.

Muchas maneras hay de definir el amor. Hoy Ysabel y yo queremos proponerles una: el amor es compromiso.
Noches hay en que el amor es un vuelco pasional en la alcoba o en cualquier rincón de la casa.
Momentos en que el amor es paciencia y es comprensión, es ternura y es un sonreír secreto ante travesuras que han emprendido juntos.
Minutos en que se hace espera y hasta desesperación porque no tenemos certeza de dónde anda nuestro amado, nuestra amada.
También suele suceder que el amor tiene días de hastío, de cansancio.
Y es chulería, un te quiero, un perdóname, o un estoy cercano…
Hoy, sin embargo, queremos decirles que el amor es compromiso.
Hacemos énfasis en esta dimensión para decirles que es un reto consciente, que no es fácil ser soportes el uno de la otra, que requiere de una decisión común, no sólo de envejecer juntos, sino también de madurar cada uno y como pareja.
Es compromiso porque el constituirse en pareja tiene valor por si mismo (en ustedes y nosotros esto es más verdad que en otras parejas que deciden tener hijos comunes).
Les advertimos que es compromiso porque el hijo/la hija son los visitantes más distinguidos que tienen… Pero partirán (y si no quieren partir hay que darles su empujoncito) y entonces el nido se quedará vacío y entonces sólo si ha existido el compromiso de construir un lazo una unidad, una pareja, un proyecto, podrán vivir felices
El ser humano nació para ser felizy el matrimonio es un espacio, una trinchera, para labrar esa felicidad.
Es a ese compromiso que les invitamos y creemos que es a él que ustedes dicen SI con este paso de hoy.
Además, queremos decirles gracias por lo que significaron para el inicio de nuestra vida juntos…
Hoy les prometemos velar por ustedes de la misma forma que velamos
Por el bienestar de un hermano, de una hermana…
Adriana y Julio, Julio y Adriana, El amor es compromiso.

domingo, diciembre 25, 2005

Desde mi estudio / Minoría de edad ciudadana

Un no a la minoría de edad de los ciudadanos
Milton Tejada C.
En 1996 Don Emilio Lapallese, quien ya no está con nosotros en esta empresa cotidiana de hacernos conscientes, afirmó que “mientras el pueblo no deje su minoriedad, estará buscando un salvador”. Y tenía y tiene razón. Somos un pueblo “menor de edad” en muchos y diversos aspectos. Voy más lejos: mientras seamos menores de edad, como pueblo, no estamos en condiciones de vivir en una auténtica democracia.
  • Cuando las calles de nuestros barrios, las orillas de los ríos, los solares baldíos, parecen auténticas pocilgas por la irresponsabilidad de sus moradores, hay minoría de edad.
  • Cuando el agua se desperdicia por fugas remediables, hay minoría de edad.
  • Cuando la música de mi casa o del club que nos queda al lado es para que tenga que oírla todo el vecindario, hay minoría de edad.
  • Cuando los que dicen desear un cambio social, una transformación profunda, proceden como si se tratara de cambiar jefes y discursos, pero con el mismo modo excluyente de ejercer el poder, hay minoría de edad.
  • Cuando el silencio se hace cómplice del delito y la corrupción es un hecho aceptado como “normal”, hay minoría de edad.
  • Cuando los bienes del Estado se reparten como si fueran patrimonio particular de quienes detentan el gobierno en un determinado momento, hay minoría de edad.
  • Cuando al país se le quiere hacer creer que lo negro no es parte de nuestra identidad y de nuestra historia, hay minoría de edad.
  • Cuando la política es el arte de la promesa por parte de líderes y la ingenua creencia en las mismas por parte de la población, hay minoría de edad.
  • Cuando en los militantes políticos existe la certeza de que, porque “se fajaron como locos” en la campaña, merecen y deben ser nombrados, aunque no sepan dónde, hay minoría de edad.
  • Cuando esos militantes políticos, sobre todo sus cuadros dirigentes, al analizar las posibilidades de empleo, lo hacen como nuestros niños al ir a un restaurante: viendo los precios de la derecha y no el plato que sirven, hay minoría de edad.
  • Cuando ser ciudadano se limita a unas cuantas horas en los procesos electorales, hay minoría de edad.
  • Cuando la fe cristiana no es un don que nos compromete, sino un refugio ante temores, dudas, incertidumbres, y la incapacidad de confiar en que el bien tiene la última palabra, hay minoría de edad.
  • Cuando lo “fuerte” es lo masculino y la ternura es lo femenino, hay minoría de edad.
Auténticos ciudadanos
Un anuncio publicitario indica que “unos envejecen, otros maduran”. Para que las cosas cambien, necesitamos madurar. Los dominicanos, si queremos un país fundamentando en una mayor justicia y con más equidad social, debemos madurar como ciudadanos y eso supone ser responsables.
Asumimos, falsamente, que ciudadano es todo aquel habitante de una ciudad o del país que tiene más de 18 años y está en el pleno ejercicio de sus derechos fundamentales. Olvidamos el otro lado de la balanza, la otra cara de la realidad: la de los deberes.
Qué fácil exigimos nuestros derechos y somos intransigentes y duros a la hora de juzgar cuando se violan los mismos. Sin embargo, que condescendientes y permisivos somos con nosotros mismos a la hora de explicar porqué no cumplimos con nuestros deberes.
  • Un mayor de 18 años es ciudadano cuando es capaz de mantener limpia su ciudad, el espacio en que se mueve.
  • Es ciudadano cuando se opone a todo tipo de abuso que se cometa en su presencia, incluso cuando el abuso no sea contra él o uno de los suyos.
  • Es ciudadano cuando no le basta participar en la fiesta electoral cada dos años, sino que requiere de las autoridades electas transparencia, honestidad, uso adecuado de los recursos que son de todos.
  • Es ciudadano cuando es capaz de indignación ante la violación de las leyes hechas para defender el bienestar de todos.
    Es ciudadano cuando no protesta la multa de tránsito que le fue impuesta porque violó las reglamentaciones existentes.
  • Es ciudadano cuando el hecho de que otros se conviertan en delincuentes no lo utiliza como excusa para cruzarse de brazos o, peor aún, para justificar sus propias faltas, las que considera “menores”.
Los dominicanos somos capaces de tal ciudadanía.
Yo apuesto por este tipo de madurez, no simplemente por envejecer, tener más edad, pasar de un siglo a otro, de un año a otro, de un mes a otro, y cada día más viejos, pero menos cerca de nuestros sueños.
Westcott afirmaba que sólo quien tiene cerebro puede cambiar de ideas. Necesitamos hombres y mujeres de cerebro, hombres y mujeres capaces de pensar y abandonar la costumbre, el mal hábito de la conformidad, del silencio…Ojalá que cada dirigente, cada líder de nuestra sociedad, asuma el bienestar de todos como norte y entonces se proponga, como Unamuno, “mover y agitar a la gente”, con la convicción de que “no vende pan, sino fermento”.Porque entonces, sólo entonces, podremos declamar juntos los versos de Julio Fausto Aguilera:
“Porque la patria, hermana, / es una casa: / amplia, cómoda, limpia, bien pintada, / blanca por dentro, / y habitada toda / por gentes muy amables, / que sonríen; / gentes desayunadas, satisfechas; / gentes hermanas, sin pleitos ni castigos; / todos trabajadores, madrugadores todos; / cantarinos a cual más; / cantando en el trabajo, / cantando en el crepúsculo, / dialogando con las estrellas, / tratándose de tú con los luceros…/ (En fin, ¡qué inmensas gentes!”.
tejadamilton@yahoo.com

miércoles, diciembre 21, 2005

Desde mi estudio / Debilidad masculina

Debilidad y desfachatez masculina

Entre la desfachatez del varón y la tentación femenina de “cosificarse”

Milton Tejada C.

Por un lado está la desfachatez masculina, evidencia diaria de una debilidad, de un dominio del animal sobre la cultura, de una imposición del instinto sobre la civilización. Es, por lo tanto, una esclavitud. El hombre dominado, ese macho que se asume superior, que es capaz de apreciar la estética del cuerpo femenino y que es incapaz de mirar la realidad como un todo integrado, cosificando, pero por el mismo acto de cosificar reduciendo las posiblidades que tiene de relacionarse con un ser igual a él, y al mismo tiempo diferente.
En la otra cara de la moneda se encuentra también la tentación femenina de “hacerse cosa” con tal de conquistar un espacio de dominio, de poner su valía en lo que es el “fenómeno”, la apariencia, muchas veces con la ilusión de que constituye un simple camino para que la reconozcan y que, al final, se impondrá lo que es. Y no es así. Cosificador y cosificada juegan a la muerte.
Yo propugno por otra perspectiva. Más radical, difícil, pero apuesto también a que es más satisfactoria. La otra –la mujer- es diferente de mi. Apuesto a que en mucho nos complementamos, pero también a que en diversos aspectos constituimos dos universos que no siempre podrán construir un conjunto común y que tendrán que aceptar que lo divergente es, existe.
Intento mirarte a los ojos. Intento descifrar tus palabras, tu sonrisa, tu forma de escribir y de existir. Y si eres de alguien no es por posesión, no es por complejo de “propietario de finquita” sino, todo lo contrario, por entrega, porque te da la gana, porque dispones de tu voluntad y la rindes y eres capaz de recuperarla (como todo lance, es posible el dolor). En el caso de las parejas, sólo así es posible enloquecer de amor y mantenerse cuerdo.
Recuerdo una enseñanza que indica la dimensión del respeto que aspiro a que se construya entre hombres y mujeres. “Maridos, amen a sus mujeres como Cristo amó a la Iglesia…”. Claro, hemos reivindicado la mitad conveniente, aquella que llama a las mujeres a obedecer a sus maridos y ser sumisas, pués él es la cabeza… pero es imprescindible saber que Cristo amó a su comunidad de creyentes hasta dar la vida por ella (y en la cruz). Sólo es posible la sumisión ante quien es capaz de dar la vida por ti. Dialéctica del amor, de lo incondicional.
Y me alegro por las mujeres. Mabel Caballero afirma en una columna escrita en el periódico el Caribe, que es fácil ver a un tipo inteligente con una mujer mediocre, pero no lo contrario. Sencillo: porque los ojos de mujer inteligente no son simplemente sus ojos verdes o castaños o del color que unos lentes de contacto le faciliten. En ella hay lo que ahora suele llamarse “inteligencia emocional”, esa capacidad que es intuición y es corazón.
Los hombres, en cambio, solemos caer en la trampa del “fenómeno”, de lo que vemos, de lo que “nos allanta”, detrás de quien corremos presurosos. Permiteme concluir con unos versos cuyo autor ya he olvidado (y cuya exactitud tampoco recuerdo):
Cu cu cantaba la rana.
Cu cu debajo del agua.
En mi opinión… Monsieur le moi,
el “moi” francés, ese si que es grande…
solo los que aman saben decir “tú”.
MT

sábado, diciembre 17, 2005

Desde mi estudio / Actitud ante los periodistas

Es un periodista… sonría

Si no conocemos a la persona, es imposible que mantengamos
una buena relación con el profesional, con el periodista

Me encanta tratar las actitudes y prejuicios. Modificarlos es la mejor forma de impulsar cambios en nuestro ambiente, en la empresa en que trabajamos, en la tarea que realizamos. Y hay un campo en nuestro quehacer profesional en donde prejuicios y actitudes afloran con rapidez extraordinaria, pero también con ligereza que pasma: el de las relaciones con los periodistas.

Esta simplicidad que se constituye en traba de nuestros objetivos no es un patrimonio exclusivo nuestro. Por ejemplo:

- Oscar Wilde decía que “en la edad media existía la tortura y en la moderna, los periodistas”.

- Soren Kierkegaard, un filósofo del norte de Europa, afirmaba que era incapaz de matar una mosca, pero que no dudaría en ponerse al frente de un pelotón de fusilamiento para liquidar a los periodistas.

- Manuel Vicent, periodista y escritor a quien admiro, afirma que el periodista “no teniendo talento para ser escritor ni coraje para ser policía se queda sólo en un chismoso o en un simple confidente”.

- Emile Zola, novelista, decía que hay dos tipos de periodistas: “el venal que es el que se compra con dinero, y el absolutamente honesto, que cuesta un poco más”.

El listado de estas percepciones negativas, incluyendo las nuestras, es extremadamente largo. Para muestra un botón.

He aquí algunas ideas que si las asumimos facilitarán nuestras relaciones con los medios de comunicación y con quienes laboran en ellos. Son tomadas del libro de Jesús Monroy Morante: “El empresario y la comunicación” en el que parte de su experiencia como Jefe del Servicio de Comunicaciones Internas de la Confederación Española de Organizaciones Empresariales.

Las relaciones con la prensa generan tensión. Es natural, porque se trata de relaciones de poder e influencia y, por lo tanto, debemos tratar de seguir ciertas reglas que alivien la fricción y que no nos hagan ahogarnos en enfrentamientos que desgastan la imagen de nuestras instituciones.

Muchas empresas prefieren un “bajo perfil” porque les aterra que den con su lado malo. Odian la prensa porque en el fondo odian lo social. No desean proyectar una imagen pública y sólo lo hacen cuando hay conflictos inevitables, recurriendo a asesores de imagen “apaga-fuegos”. Esas empresas tienden a desaparecer, no son capaces de soportar la ventaja competitiva que da la transparencia. Se trata de comportamientos mafiosos. Lo contrario es lo profesional, que implica criterios para hacer bien las cosas, con arreglo a un canon más o menos aceptado, apegado a una ética y valores.

La prefesionalidad en el trato con los periodistas rechaza de entrada la mentira; la compra de voluntades o la amenaza y la agresión; el manejo torpe de la exclusiva; el desprecio a su trabajo aduciendo siempre que tergiversa, confunde o manipula intencionadamente…

Algunas recomendaciones:

Supere los prejuicios sobre la profesión. El periodista está obligado a informar lo que sucede. Su deber es contrastar información, comprobar el grado de veracidad de lo que va a publicar. Por eso, cuando un periodista llama hay que atenderle y pensar que es mejor arrostrar la realidad, por dura que sea, y matizarla, que intentar taparla.

Trate de entender y facilitar el trabajo periodístico. No disponen, en la mayor parte de los casos, de tiempo para documentarse, por lo que hay que facilitarle la información desde la empresa.
Conozca personalmente y hable con los profesionales de los medios en épocas de calma. El trato directo es la entrada para unas relaciones fluidas y cordiales. Hablar en épocas de calma invita a la reflexión, a la explicación de quiénes somos y a qué nos dedicamos, a presentar nuestras inquietudes y nuestras ilusiones y a establecer reglas para cuando surjan los momentos delicados.

Piense que el periodista no escribe o trabaja para satisfacernos a nosotros sino para satisfacer la curiosidad el lector o de la audiencia. Es necesario colaborar, hasta donde sea posible, con una información que le pueda interesar al grupo de lectores del medio de que se trate.

Los periodistas trabajan con verdadero vértigo. Casi nada puede esperar a mañana.

Los periodistas se deben a una jerarquía profesional y sus jefes les imponen unos determinados criterios a la hora de presentar la información, de los que no son responsables.

Al periodista agresivo o beligerante trátele con mayor atención y cortesía. En ellos tiene el no, su deber es lograr el sí.

No están especializados en la materia que usted domina y tampoco su público. Es bueno explicarles las cuestiones complejas con claridad y simplificando APRA evitar la confusión y el aburrimiento. Suministre la información oportunamente, respetando el ritmo de los periodistas.

Leonardo Boff, teólogo brasileño, afirmaba que “todo punto de vista es la vista desde un punto”, por lo que en otra ocasión trataré de enfocar la cuestión desde el otro punto: el del periodista.

miércoles, diciembre 14, 2005

De otros / ¿A dónde vamos?

¿A dónde vamos como sociedad?

  • Hace unos meses mi esposa, que tiene un corazón que pesa más de 115 libras, se sintió conmocionada por la muerte de cuatro personas, activistas políticos, en Piedra Blanca, Bonao, República Dominicana. He aquí su reflexión al leer las noticias en los diarios:
Apreciados Amigos:

Les pido disculpas por no ser hoy todo lo positiva, entusiasta y constructiva que intento ser, pero hoy necesito compartir con ustedes, y al mismo tiempo me permite sacarlo de mí, una sensación de pesadumbre, de inquietud y consternación que cargo en mi alma.
Creo que la gota que derramó el vaso fue la muerte a tiros ayer de 4 personas por cuestiones políticas. Mientras leía las diferentes reseñas de los periódicos sobre el hecho, crecían al mismo tiempo en mí la incredulidad y la rabia... ¿A dónde vamos como sociedad? ¿En qué nos estamos convirtiendo? ¿Somos unos salvajes donde las diferencias sólo se resuelven ya a tiros, palos, bombazos y piedras?
En algunas de las fotos de la prensa aparecían las madres al lado de los cadáveres y mi corazón se conmovió tanto, esos muertos eran hombres jóvenes, quizás preparados, donde esas madres habían invertido sacrificios, esfuerzos, trabajo, amor, tiempo; .... y todo eso termina simplemente por diferencias políticas, ....... como consolar esas madres?
Pero eso es sólo un punto, está todo lo demás. Hoy nuestro Presidente dijo que el país es un caos, que no hay planes de nada, y yo me pregunto, entonces ¿hacia dónde vamos? ¿Cuál es el futuro para nosotros que tenemos una familia que echar adelante, que aún somos jóvenes y tenemos sueños y metas por las cuales luchamos a brazo partido, y ahora? Todo parece conspirar contra la estabilidad, la paz, contra el orden y la disciplina, y parece que nadie puede controlarlo.
Ayer terminamos de comprar los útiles escolares de nuestros hijos, con esfuerzo pero lo hicimos y no pude dejar de pensar en mi muchacha de servicio con tres niñas pequeñas ¿Cómo va a comprar lo que necesitan? ¿Y qué de la amenaza de reforma fiscal? También va a caer sobre nosotros. Sé que no puedo cargar con los problemas de todos, pero tampoco puedo vivir indiferente a lo que nos rodea, me toca, me duele.
He oído innumeras veces, en innúmeros lugares y dicho por innumeras gentes, muchas muy valiosas: que debemos replantearnos como sociedad, que hay que cambiar, pero yo no veo nada llegar, vamos de mal para peor, con un deterioro cada vez mayor de los valores, del respeto, de la tranquilidad; los que nos dirigen se comportan como salvajes sin patria y cada cuatro años asistimos al mismo carnaval de mentiras y falsedades.
¿Qué podemos hacer para cambiar todo esto que nos arrastra y nos arropa?
Gracias por la amistad que nos une y que me permite compartirles estas divagaciones.

Ysabel

lunes, diciembre 12, 2005

Una nación sin rumbo

La planificación no opera en el caos

¿Conocemos cuántos somos? ¿Qué es bueno para los dominicanos? ¿Qué es bueno para República Dominicana? ¿Cuántos haitianos hay en el país? ¿Qué queremos que sea nuestra educación en el 2015? ¿Qué sueños tienen nuestros jóvenes? ¿Por qué se suicidan tratando de ver el fondo de una botella de tequila? Somos una nación sin rumbo. El mar está embravecido y cambiamos de capitanes, pero ninguno de ellos se detiene a elaborar los mapas que nos lleven a puerto seguro.
Y no pueden.
No pueden porque carecemos de información y cuando lo han intentado, tal es el caso de nuestros censos nacionales, llegan tarde sus resultados. Información inútil.
Nos encontramos como “Alicia en el país de las maravillas”:
“Alicia: Cómo puedo salir de aquí?
El gato: Hacia dónde quieres ir?
Alicia: A cualquier parte!
El gato: Escoge cualquier camino!”.
Y esta es una forma de religión que profesamos. Escogemos cualquier camino. Elegimos para que nos ayuden a salir de una crisis. Y nos tranquilizamos momentáneamente, pero el mar sigue batiendo nuestro barco y nos amenaza con zozobrar.
No sabemos dónde estamos y por eso nos es difícil precisar hacia dónde vamos. Cualquier camino parece bueno.
El barco se deteriora. Suben seis pasajeros en un carro de cuatro. Contaminan. Compran neumáticos viejos en Taiwán o en Japón. No respetan las reglas de juego del tránsito. Gastan muchísimos dólares y no puede hacerse nada.
El barco se deteriora. Se sabe cuándo empiezan las obras, pero no se precisa cuándo terminarán y, por lo tanto, tampoco es fácil precisar cuál será su costo final.
El barco se deteriora. La modernidad nos empuja a un metro que promete resolver los problemas del tránsito capitalino, pero las necesidades de decenas de escuelas no están satisfechas; nuestras ciudades carecen de auténticos rellenos sanitarios; el sistema de salud pública se preocupa más de las crisis hospitalarias que de generar auténticos caminos de bienestar.
El barco se deteriora. La superficie de áreas protegidas se reduce y el capital sobrante irá a manos de particulares. Los recursos naturales son una riqueza apetecida por grupos que no anhelan el bienestar común y mucho menos piensan en un desarrollo con características de sostenible.
Somos una sociedad sin planificación, porque la planificación no opera en el caos.
Sin embargo, también somos una sociedad que se resiste a enterar sus sueños y que, por lo tanto, puede ponerse de pie, levantarse y andar.

tejadamilton@yahoo.com

domingo, diciembre 11, 2005

De Literatura / Son del Mar

Son del Mar:
Náufragos sin esperanzas


Una novela con una prosa viva y con imágenes de extraordinaria riqueza
para quienes vivimos junto al mar y nos negamos a ser marinos


Hay naufragios eventuales y los hay definitivos como la guerra o la ruptura sin retorno del amor. Se trata de bancarrotas del ser humano y de las relaciones entre ellos que, pese a los efectos de “cualquierización” que ejercen las estadísticas, no nos acostumbramos a aceptar como “buenas y validas”. Manuel Vicent nos coloca ante una realidad fundamental: solo es posible la esperanza cuando también es posible la muerte, el desastre, la ruptura, el naufragio.

“Son del Mar” es, por lo tanto, una novela que recoge la historia de un amor, pero no se queda en la epidermis de los cuerpos que asemejan volcanes al encontrarse (“Volvieron a abrazarse con el mismo brío gimiendo cada vez con más fuerza y el hecho de que se anudaran como dos animales dentro de la gruta le daba un sentido primitivo y misterioso a su existencia”) o a la declaración formal de Martina –una mujer que representa a muchas y a quien el autor ni siquiera apellida-, sino que cada hecho, cada encuentro y desencuentro coloca a los protagonistas ante un nuevo pedazo de si mismos y ante un nuevo piso del barco que construyen juntos y que un día –junto a ese otro barco anclado y abandonado en la orilla- el mar se llevará consigo, porque sólo naufragando serán plenos.

Para nosotros, isleños que obviamos ser isleños, “Son del Mar” es una novela salobre, olorosa, cálida, tendida entre la tradición y la modernidad, transición que Vicent nos presenta como un telón de fondo que, pese a cambios rápidos, permite la permanencia de determinados parámetros culturales.

A Ulises Adsuara el amor y las nuevas costumbres con las que se enfrenta le viran los esquemas. Martina, su mujer, su amante, su carcelera y, finalmente, quien opta junto a él por la muerte, vive en planos superpuestos porque es el animal erótico cuya lujuria y pasión encienden las historias fantásticas de Ulises, pero es también la niña inmadura de Circea que vive un amor platónico con Yul Brynner, un actor a quien solo se nombra y es, finalmente, la esposa de Alberto Sierra el magnate que, al ser declarada formalmente viuda por la desaparición de Ulises en el mar, la acosa hasta “conquistarla”. Sin embargo, Sierra, pese a toda su inmensa riqueza, sólo logra comprar lo más barato de Martina: su cuerpo.

Es un mundo junto al mar, donde es posible la llegada a tierra firme o el hundimiento. Ulises naufraga. Alberto Sierra es un ahogado por las migajas que caen del cuerpo de Martina. Los “jóvenes”, de bar en bar, son ahogados, náufragos que perdieron el rumbo y que se agarran a cualquier tablón del llamado mundo del ocio sin poder encontrar norte alguno. También son hombres rendidos los innumerables marineros que en Circea conoce Ulises, en la taberna El Tiburón. He aquí la paradoja: esta es la razón por la que también son hombres y mujeres de esperanza que inventan, reinventan o descubren algo que les permita mantener un sentido “contra viento y marea”.

Martina, náufraga y tabla de salvación, no soporta el recuerdo, el inmenso vacío de la desaparición de Ulises y de la entrega fingida a Alberto. Es este hastío el que hace posible el retorno de su primer marido. Es este hastío el que provoca una vuelta más pasional, absurda y animal que el primer encuentro. Vuelta que, en definitiva, prepara a ambos para el naufragio final, porque son navegantes y no es propio de los navegantes permanecer para siempre en un puerto, deben lanzarse a la mar aunque el precio a pagar pueda ser un naufragio.

En “Son del Mar” también hay seres que viven en la esperanza porque, de un modo u otro, se les considera muertos ante los convencionalismos sociales. Unos, sin nombres, como la legión de leprosos –y una leprosa en particular- que es capaz de gozarse y maravillarse del amor ajeno, otro, el amigo de Ulises, Xavier Leal, homosexual confeso a quien los hechos contribuyen a dar sentido a su vida.

Hay otras lecturas posibles. Por ejemplo, podemos establecer un paralelismo entre “Son del Mar” y algunos clásicos antiguos. Ulises es profesor de literatura clásica y el mismo lleva el nombre del personaje central de ese simbólico y maravilloso mundo que describe la Odisea y que constituye un canto a la libertad. Sin embargo, hemos optado por una. Y es que el lector siempre puede jugarle una trampa al autor o puede, en otros casos, descubrir un mundo distinto. Todo buen autor desata un alud de mundos del que no tiene control. Junto a los fantamas que creo Vicent pueden jugar, divertirse y sufrir nuestros propios fantasmas, ya que “Son del Mar” comparte con otras buenas novelas lo que Mario Vargas Llosa llamo “el reino por excelencia de la ambigüedad”.

Manuel Vicent fue galardonado con el II Premio Alfaguara de Novela 1999 por su obra Son de Mar. El jurado, compuesto por Eduardo Mendoza (presidente), Rosa Regás (secretaria), Jorge Edwards, Mayra Montero, Fernando Trueba, Sealtiel Alatriste y Juan Cruz, destacó que Son de Mar es «una historia contemporánea de amor y misterio enmarcada en el mundo sensual y mágico del Mediterráneo. Con una prosa nítida y rica en imágenes, Manuel Vicent cuenta la aventura de una pareja cuyo destino está sometido a su propia pasión y al influjo de los mitos clásicos que se mantienen vivos en su fantasía».

De pantalones largos a suelas de zapatos

De pantalones largos a suela de zapatos


Ríos de pantalones largos hoy son simples arroyos que no mojan la suela de los zapatos o, peor aún, de ellos apenas queda el lecho, la señal, la larga cicatriz que indica que una vez una rica vena de agua corría por esas tierras, soltando vida alegremente.
¿Qué ha pasado que hoy el rumor no se oye en campos y praderas? ¿Qué hemos hecho que estamos asesinando nuestras fuentes de agua y que nos parece que el Estado –el Gobierno, en todo caso- es el responsable de tal desgracia?
Hace unos meses viví una experiencia que ilustra el tamaño de nuestra desgracia.
En Semana Santa, San Cristóbal, hay una comunidad en la que una de las fuentes principales para sobrevivir lo constituye el asesinato. Así de simple. “Nos pareció que el río era de todos y que ese pedazo, el que pasa por aquí, era de nosotros, por eso hacemos lo que hicimos”, explicaba un líder comunitario de Semana Santa al tratar de justificar la extracción de agregados bajo el alegato no ya de “pobres padres de familia”, sino de una comunidad que necesita una escuela y una clínica rural y que la estaba diligenciando extrayendo material del lecho de los ríos.
No son los únicos, pero sirven de ejemplo.
Y digo “asesinato” porque se trata de la matanza de a poquito del Río Nizao, bajo la presión de empresas que se benefician de la labor de extracción de materiales del lecho de los ríos vía palas y volteos, así como por el trabajo de los llamados “hombres hormiga”.
Digo “asesinato” porque lo que pasó en Jimaní, cuando una avalancha de rocas, tierra y árboles terminó con la vida de cientos de personas, se quedará pequeño cuando una nueva catástrofe amenace la vida de los que habitan a la orilla del Nizao, de lo cual ya hay precedente.
Digo “asesinato” porque río abajo y río arriba, por diversos métodos y para beneficio de avaros y pobres, se está matando una de las principales fuentes de agua potable de la ciudad capital y llegará el momento en que muchos pedirán, con lágrimas en los ojos, un poco de agua para sus necesidades.
“Asesinato” porque sin agua la producción agropecuaria no es posible. Y estas tierras benditas de Dios, se convertirán en predios malditos por la acción depredadora de los hombres, capaces de producir sólo muerte, destrucción, calamidades.
El 10 de mayo de 1966, hace casi 40 años, el Profesor Juan Bosch, a través del programa Tribuna Democrática, dijo:

“Mientras unos cuantos dominicanos vivan talando los pinares de las lomas, otros vivan pensando en que no hay tierras buenas sin agua, así como no hay tierra mala si tiene agua, hasta en la arena cuando hay agua puede sembrase y cosecharse. En 36 años los dominicanos acabamos con nuestras lomas, las dejamos peladas y, al dejarlas peladas, empobrecimos los manantiales de los ríos. En todos los lugares del país hay cañadas que, en los meses de lluvia, bajan arrastrando lo que encuentran en su paso. El hombre no puede vivir sin agua, los animales no pueden vivir sin agua, las matas no prosperan sin agua. Hace sólo 35 años, los ríos eran ríos de pantalones largos y ahora muchos de ellos pueden pasarse a pie sin mojarse las suelas de los zapatos. Cuando sobraba el agua, nadie se daba cuenta de la falta que hacía, porque la gente sólo conoce el bien cuando lo pierde, y ahora tenemos entre todos que ponernos a trabajar como burros para no perder el agua que nos queda”.

Parece duro tener que reconocer que ahora hay que trabajar como burros si queremos preservar el agua que nos queda.
Alguien afirmó que la ciudad más limpia no es la que más se limpia, sino la que menos se ensucia… estoy convencido de que los recursos naturales tienen más garantía con su preservación que con su reposición y de que cada dominicano y dominicana anhela volver a ver ríos de “pantalones largos”, como expresaba ese dominicano del siglo pasado, el profesor Juan Bosch. En la próxima, expondré una propuesta para preservar este “oro” que permitió a los conquistadores llamar a Quisqueya “la tierra de los mil ríos”.

Milton Tejada C.
tejadamilton@yahoo.com

No se negocia impunidad

CARTA A OSCAR MEDINA / COLUMNISTA DEL LISTIN DIARIO
EN EL ROCKASH NO SE NEGOCIA IMPUNIDAD

Señor
Oscar Medina,
Listín Diario,
Ciudad.

Distinguido señor:

Me es grato leer su columna en el Listín Diario y valorar positivamente la independencia con la cual suele exponer sus criterios (y también la altura). Sin embargo, en esta ocasión difiero sobre el tratamiento dado al tema del rockash. El pasado lunes 28 de noviembre la Secretaría de Medio Ambiente sostuvo un encuentro con diversas organizaciones, en coordinación con la Academia de Ciencias de la República Dominicana, exponiendo con claridad cuál es la situación en la que nos encontramos con relación a esta problemática y escuchando el parecer de decenas de organizaciones que se dieron cita en el encuentro.
Lo primero, el “no ha lugar” de un juez en Montecristi no se debió a la falta de diligencia del Ministerio Público. El juez se pronunció sobre la toxicidad o no del material, sin que ese fuera el motivo de la acusación. El Ministerio Público fundamentó su caso en el hecho de que el rockash se depositó en el país violentando los procedimientos administrativos y la legislación ambiental vigente, así como acuerdos internacionales diversos –tal como el Tratado de Basilea, que obliga a la notificación del traslado de este tipo de material al país receptor y que impide la colocación de este tipo de desechos en zonas costero-marinas-. El magistrado no se pronunció en torno a esta acusación, con lo cual “denegó justicia” al hacer caso omiso de las mismas (dicho en una expresión: “Se le acusa de matar a Pedro. Yo no maté a Juana. Bien, es inocente de matar a Juana”).
Esto es independiente de que el rockash como tal es “ecotóxico” (es decir: mal dispuesto, como es el caso, causa daños significativos a la vida, a la cadena alimenticia, a la salud de la gente, aunque sea a largo plazo: traza de metales pesados, ph alto, entre otras características).
Usted señala que a las comunidades de Montecristi y Samaná “las han dejado solas … nadie habla del rockash”. Sin embargo, permítame recordarle que la actual gestión de Medio Ambiente emitió una resolución el 25 de noviembre de 2004 (la 11/2004), en donde sanciona administrativamente a las empresas Multigestiones Valenza, Trans Dominicana de Desarrollo y al Dr. René Ledesma, por ser solidariamente responsable de la introducción irregular al país del material denominado Rock Ash. Entre las sanciones, la resolución establece que los responsables deben recoger y trasladar de forma inmediata el residuo a un lugar adecuado y bajo condiciones ambientalmente seguras a fin de evitar o minimizar los posibles impactos negativos de dicho material al medio ambiente, los recursos naturales y a la salud humana. Además, se les ordena la elaboración y ejecución de un plan de recuperación, cuyos costos estarán a cargo de las empresas indicadas anteriormente. Medio Ambiente aplicó la máxima sanción administrativa posible al imponer el pago de una multa de tres mil (3000) salarios mínimos vigentes en la fecha en que se cometió la infracción, así como al apoderar al Procurador para la Defensa del Medio Ambiente y los Recursos Naturales para que realizara las acciones legales pertinentes.
Don Oscar, no se puede subsanar una violación, cometiendo otra violación u otras violaciones. Ha sido preciso esperar que los tribunales se pronuncien y seguir los procedimientos judiciales correspondientes. En ese sentido, una de las empresas, Multigestiones Valenza, interpuso un recurso de reconsideración contra la resolución de Medio Ambiente, y la otra, Trans Dominicana de Desarrollo, un recurso contencioso administrativo ante la Cámara de Cuentas. Ese paso lo dieron en diciembre del 2004.
En fecha 27 de enero del 2005 el Secretario de Estado de Medio Ambiente y Recursos Naturales rechaza las pretensiones de las empresas Multigestiones Valenza y del Sr. René Ledesma y ratifica las sanciones impuestas mediante la Resolución No.11/2004, y ocho meses más tarde (el 26 de septiembre del presente año), la Cámara de Cuentas, en función de Tribunal Superior Administrativo, emite la Sentencia No. 37-05 de fecha 26 de septiembre 2005 con motivo del recurso contencioso administrativo, interpuesto por el Sr. René Ledesma y la empresa Multigestiones Valenza.
La sentencia de la Cámara de Cuenta es un acto de responsabilidad de dicho tribunal, pero también es una ratificación del proceder del Secretario de Medio Ambiente, pues ratifica en todas sus partes la resolución 11/2004.
Valgan estos párrafos para indicarle el proceso seguido, sin obviar serias diligencias realizadas para someter a los responsables internacionales del hecho, para lo cual Medio Ambiente se encuentra dando los pasos de lugar.
Coincido con usted en algo fundamental: el material no se puede dejar donde está.
La toxicidad o no del material ha sido ampliamente debatida y parece clara una conclusión: no hay acuerdo. Lo que sí es generalmente aceptado es que el material, en la forma en que fue dispuesto es “ecotóxico”, dañino al ambiente a largo plazo, y ya ha hecho mucho daño a la economía turística de Samaná.
El rockash no puede ser “evaporado”, por lo cual sólo tienen las autoridades dos alternativas: o su exportación o su disposición en el país.
Los acusados –y condenados administrativamente- parecen no ser solventes (a pesar de lo cual, la acción que procede es el embargo). Iniciar el extrañamiento del material tiene un costo superior a los veinte millones de dólares lo cual significa una nueva carga para los contribuyentes dominicanos de más de 600 millones de pesos.
Otras alternativas giran en torno a disponer del material en República Dominicana: en el uso de construcciones, especialmente carreteras; enterrándolo en otro lugar, o procesándolo en las empresas cementeras nacionales (cuyos hornos a más de 2,500 grados incinerarían el rockash, haciendo fácil su eliminación).
No se negocia “impunidad”. Esperamos que los tribunales dominicanos también se pronuncien sobre el caso de modo responsable. Sin embargo, no hay soluciones mágicas. Todas son soluciones de este mundo y todas tienen un costo económico y social. Gobernar es optar, y a veces las opciones no son fáciles porque nos confrontan con sectores, creencias, percepciones, pero tampoco deben hacerse sobre la base de “deseos”, sino que dichas opciones han de tomar en cuenta lo factible. Sobre esto me gustaría oír su opinión responsable.

Milton Tejada C.
Director de Comunicaciones
Secretaría de Medio Ambiente y Recursos Naturales