miércoles, septiembre 27, 2023

Para ganar grandes batallas

Para ganar grandes batallas, la oración

No estoy seguro, pero creo que fue el Pastor Rafael Montalvo quien predicó este mensaje. Hoy nos ha de servir para entender lo vital de la oración en nuestras vidas como cristianos. En ella y con ella podemos ganar grandes batallas.

En la Palabra de Dios hay momentos en que pueblos, comunidades y hombres, NOS ENCONTRAMOS AL BORDE de la derrota, de la desesperación, sin saber qué hacer y entonces sólo NOS QUEDA reconocer nuestra impotencia, reconocer que esta o aquella circunstancia no dependen de nosotros, RECONOCER QUE POR NOSOTROS MISMOS NO PODEMOS ganar determinadas batallas… porque las grandes batallas se ganan con la oración.

Momentos en que:

  • No puedes ganarle la batalla al cáncer u otra enfermedad grave;
  • No puedes ganarle la batalla a un divorcio que te amenaza;
  • No puedes ganarle la batalla a una quiebra en tu empresa;
  • No puedes ganarle la batalla a un estar sin empleo;
  • No puedes ganarle la batalla a esa adicción que te afecta desde hace años, que puede ser la droga, el juego, el sexo, o hasta el trabajo;
  • No puedes ganarle la batalla a un hermano o hermana, un familiar que se empecina en seguir caminos de perdición.
  • No podemos ganarle la batalla a la descomposición moral de la sociedad que se expresa en el narcotráfico, la violencia, la corrupción, la ruptura de todos los límites…

Son GRANDES BATALLAS EN LAS CUALES SOLO PUEDE HABER VICTORIA SI NOS LA DA EL SEÑOR Y EL SEÑOR NOS LA OFRECE SI ORAMOS.

Te quiero mencionar sólo tres momentos narrados en la Biblia en los que SÓLO DIOS HIZO POSIBLE LA VICTORIA.

PRIMERO. UN LÍDER QUE ORA POR VICTORIA PARA SU PUEBLO.

El pueblo de Israel avanza por el desierto. Se ve obligado a enfrentar a un enemigo numeroso, bien organizado. Los amalecitas. Y nos dice la palabra de Dios que Josué capitaneó al pueblo en la batalla, PERO que Moisés subió a lo alto de un monte y dice que sucedía que cuando alzaba Moisés su mano, Israel prevalecía; mas cuando él bajaba su mano, prevalecía Amalec. Y las manos de Moisés se cansaban; por lo que tomaron una piedra, y la pusieron debajo de él, y se sentó sobre ella; y Aarón y Hur sostenían sus manos, el uno de un lado y el otro, del otro; así hubo en sus manos firmeza hasta que se puso el sol. Y Josué deshizo a Amalec y a su pueblo a filo de espada” (Ex 17:9 y ss).

¡DIOS LES DIO LA VICTORIA Y VENCIAN MIENTRAS MOISES MANTENIA SUS MANOS ALZADAS, NO ES MAGIA, ¡ES INVOCACION AL SEÑOR!

SEGUNDO.  UNA IGLESIA QUE ORA POR SU LÍDER.

Se trata de la primitiva Iglesia en Jerusalén. Comienza a ser perseguida. Herodes ha matado a Jacobo, hermano de Juan y Herodes vio que la muerte de Jacobo había agradado a los judíos. Toma preso a Pedro, en estas circunstancias el pronóstico para Pedro no es nada bueno. Dice la Palabra (Hechs 12:5-9): “…Así que Pedro estaba custodiado en la cárcel; pero la iglesia hacía sin cesar oración a Dios por él. Y cuando Herodes le iba a sacar, aquella misma noche estaba Pedro durmiendo entre dos soldados, sujeto con dos cadenas, y los guardas delante de la puerta custodiaban la cárcel. Y he aquí que se presentó un ángel del Señor, y una luz resplandeció en la cárcel; y tocando a Pedro en el costado, le despertó, diciendo: Levántate pronto. Y las cadenas se le cayeron de las manos. Le dijo el ángel: Cíñete, y átate las sandalias. Y lo hizo así. Y le dijo: Envuélvete en tu manto, y sígueme. Y saliendo, le seguía… “. Es decir ¡Quedó libre!

TERCERO. CUANDO TENEMOS UNA SITUACIÓN DE LA QUE NO PODEMOS SALIR POR NOSOTROS MISMOS. Es el caso de Bartimeo, el ciego. Va detrás de Jesús. Dice el Evangelio (Mcs 10:46 y ss), que primero “gritando”, en una segunda ocasión “gritando con más insistencia” o “más todavía”. Y es que le mandan a callar. Es como cuando te dicen: para qué oras, eso no sirve de nada. Y Jesús simplemente le pregunta: “¿Qué quieres que haga por ti?” “Quiero recobrar la vista”. Y así fue. “En aquel mismo instante el ciego recobró la vista, y siguió a Jesús”. RETORNÓ LA VISTA… y tú, ¿qué quieres para ti en este día?

Tres circunstancias desesperadas, grandes batallas, grandes causas.

  • Un hombre, ciego, grita a Jesús, y grita con fuerza y recupera la vista.
  • Una comunidad, la Iglesia de Jerusalén, ante la prisión y posible muerte de uno de sus líderes, “ora sin cesar” y Pedro queda libre.
  • Un líder, Moisés, ante la batalla de su pueblo contra un enemigo superior en fuerzas, mantiene los brazos elevados al cielo y la victoria es de su pueblo.

Y las tres batallas se ganaron del mismo modo: orando, con oración. ES ORANDO COMO SE GANAN LAS GRANDES BATALLAS.

Moisés, en lo alto de la montaña, intercede por el pueblo, y sus brazos alzados son un seguro de victoria en la batalla. «Unos confían en sus carros, otros en sus caballos; nosotros confiamos en el nombre del Señor» … «Si el Señor no construye la casa en vano se cansan los albañiles». 

El tema de hoy, la oración, es una invitación a dos cosas: primero, a poner toda nuestra confianza en manos del Señor, y segundo, a ser tercos.

DEBEMOS ORAR CON LA MISMA TERQUEDAD de la viuda del Evangelio. Ella sabe que o le hace justicia ese juez inicuo o pierde el pleito contra su enemigo. DICE LA PALABRA:

También les refirió Jesús una parábola sobre la necesidad de orar siempre, y no desmayar, diciendo: Había en una ciudad un juez, que ni temía a Dios, ni respeta a hombre. Había también en aquella ciudad una viuda, la cual venía a él, diciendo: hazme justicia de mi adversario. Y él no quiso por algún tiempo; pero después de esto dijo dentro de sí: Aunque ni temo a Dios, ni tengo respeto a hombre, sin embargo, porque esta viuda me es molesta, le haré justicia, no sea que, viniendo de continuo, me agote la paciencia. … ¿Y acaso Dios no hará justicia a sus escogidos, que claman a él día y noche? (Lc 18:1 y ss).

Somos tercos cuando tenemos la conciencia de que dependemos TOTALMENTE de otro. La vida de esta viuda estaba en manos del juez… ¿somos nosotros conscientes de que nuestra vida está en manos de Dios? Desde nuestra debilidad ¿Levantamos cada día los brazos en busca de ayuda: «levanto los ojos a los montes… ¿de dónde me vendrá el auxilio?», ¿del talento, del dinero, del poder, de los amigos, de los libros? Y el creyente proclama sin dudar: «El auxilio me viene del Señor.

Esta terquedad que busca el auxilio del Señor, que descansa en él, que pone en él todas nuestras cargas y toda nuestra confianza, tiene un nombre: ORACIÓN. Es el único camino seguro para ganar grandes batallas que creemos perdidas o alcanzar cimas que nos parecen imposibles. Y es, también, una forma de tener intimidad con nuestro Dios. Es el camino para cambiar lo que parece que no tiene posibilidad de cambios.

QUIERO DECIRTELO DE UNA VEZ: LA ORACIÓN ES LA FORMA SEGURA DE GANAR GRANDES BATALLAS. NO A LA MANERA MIA, NO A LA MANERA TUYA, SINO A LA MANERA DE DIOS, PORQUE EL SABE QUE NOS CONVIENE AUN ANTES DE QUE LE IMPLOREMOS, ROGUEMOS, DEMOS GRACIAS, LE ADOREMOS, LE ALABEMOS…

Mateo 26:39

Yendo un poco adelante, se postró sobre su rostro, orando y diciendo: Padre mío, si es posible, pase de mí esta copa; pero no sea como yo quiero, sino como tú.

ESTE ES EL ESPIRITU CON EL QUE ORAMOS LOS CRISTIANOS CUANDO ESTAMOS EN DIFICULTAD: PADRE, TU PUEDES APARTAR DE MI ESTE DOLOR, ESTA AMARGURA, ESTA CALAMIDAD, ESTA TRISTEZA, ESTA ENFERMEDAD… PERO QUE SE HAGA NO COMO YO QUIERO, SINO COMO QUIERES TU.

  

miércoles, septiembre 06, 2023

Nuestra cuota de malentendidos

 MATRIMONIO: NUESTRA CUOTA DE MALENTENDIDOS

Una relación conyugal está formada por dos personas imperfectas y todos tenemos nuestra cuota de topetazos y errores en la relación


Hace un par de años -no recuerdo con exactitud cuándo- leí un libro que organizó algunos de mis conocimientos sobre las heridas en un matrimonio y sobre la resolución de conflictos. Se llama “Sana las heridas en tu matrimonio”, de Gary y Bárbara Rosberg. Hoy les comparto algunas notas.

¿Alguna vez te has sentido herido por causa de tu cónyuge? Seguro que sí. ¿Alguna vez has sido la causa del dolor en la vida de tu pareja? Seguramente. En toda relación matrimonial el esposo y la esposa han sido -alguna vez- tanto el ofendido como el ofensor, la causa y el objeto del dolor conyugal.

¿Por qué nos herimos mutuamente si somos esposos? ¿Por qué dos personas que se han comprometido a amarse el uno al otro durante toda la vida, a veces se olvidan del otro, se ignoran o se ponen en contra?

Porque todo matrimonio está formado por dos personas imperfectas, que a veces son desconsideradas, ásperas, o sencillamente egoístas. Y dos personas imperfectas compartiendo el mismo espacio están destinadas a tener desacuerdos. Todos tenemos estos "topetazos" conyugales de vez en cuando, no importa cuánto deseemos evitarlos, ni cuán tristes nos sintamos cuando suceden.

Cada matrimonio tiene su cuota de malentendidos y errores en la relación, conflictos y desaires, palabras hirientes y peleas a gritos que terminan en dolor. Y a veces es como una colisión de frente que causa daños más severos (como traición, infidelidad o abuso).

Ciertos conflictos y heridas en determinados momentos son inevitables ¿Qué haces cuando sucede? ¿Cómo respondes cuando tienen un conflicto?

La resolución de conflictos y heridas se encuentra a la misma altura que la comunicación, que es el principal problema que encuentran las parejas.

Muchos estamos desorientados a la hora de resolver los problemas conyugales. ¿Por qué?  Porque nadie nos enseñó cómo hacerlo. Entonces, en lugar de sanar nuestras heridas y continuar con la vida, dejamos que nuestros problemas se acumulen, pensando erróneamente (o deseando en secreto) que el tiempo en verdad sane todas las heridas.

No es así. En cambio, con el tiempo, los conflictos sin resolver y las heridas sin sanar endurecen nuestros corazones y abren una brecha entre nosotros como esposos. Cuando enterramos nuestros conflictos en lugar de enfrentarlos, cuando guardamos nuestro dolor en lugar de ocuparnos de él se pone en marcha un proceso.

Evitarlo finalmente te guiará a un lugar donde no quieres ir: al divorcio emocional. Es posible que nunca te separes físicamente o inicies un divorcio legal por determinadas razones, como las apariencias, los hijos o las conveniencias religiosas. Pero la distancia entre ustedes se seguirá ensanchando.

Te sentirás atascado e infeliz, viviendo en la misma casa y compartiendo el mismo apellido. El matrimonio soñado que alguna vez compartieron morirá lenta y dolorosamente. Todo lo que les falta es iniciar públicamente los trámites en los tribunales locales. 

Cuando tu cónyuge habla acerca de la importancia que tiene su matrimonio, escúchalo. Cuando dejan de hablar: cuidado, puede significar que han dejado de buscar la salida. Si este modelo de separación emocional continúa, este cónyuge puede terminar yéndose físicamente. Y queda la pregunta: ¿Qué debemos hacer? ¿Qué debemos saber?

Cuatro conclusiones: 1. En todo matrimonio hay heridas; 2. No nos enseñaron cómo solucionar conflictos conyugales; 3. El divorcio emocional ocurre mucho antes que el divorcio legal (a veces este no ocurre nunca); 4. Una pareja “divorciada” emocionalmente no es feliz). Nos vemos…

GRATAVIDA para todos.