sábado, octubre 24, 2020

EL PODER OCULTO DE LOS AMIGOS

 Para hombres: El poder oculto de los amigos


Hoy tengo un tema para hombres: el poder oculto de los amigos. ¿Cuál es el valor, como hombres, de tener amigos, verdaderos amigos, hermanos…? Amigos a quienes puedo llamar hermanos me han sostenido y me han ayudado en mi crecimiento como persona: Martín Luzón, Rafael Montalvo, Ramón Jiménez, José Cabrera, Bruno Ureña, Tulio… solo por mencionar algunos de los más significativos.

 

Todos –sobre todo si somos adultos- hemos tenido amistades que marcharon bien y amistades que marcharon mal. Recordamos cosas que hicieron posible que funcionaran bien y factores que terminaron con una amistad. Hoy quiero presentarte algunos elementos del poder de tener amigos, beneficios que he recibido y que tú puedes recibir. Lógico, mucho de mi caminar en la amistad se fundamenta en mi fe…

 

UNO. LA VIDA SE HACE MÁS PLENA

Cuando cuentas con amigos, la vida se hace más plena y se reduce el riesgo de enfermedad, tendrás hombres que te escuchen sin echarte un sermón, que te acepten por quien eres, a los que puedas hablar de los aspectos problemáticos de tu vida, pero sin condenarte (no son jueces).

 

Puedo asegurarte que si guardamos todas nuestras cargas dentro, estamos optando por provocar que se deteriore nuestra salud.

 

Dice la Palabra de Dios: Dos son mejor que uno, porque sacan más provecho de sus afanes. Si uno de ellos se tropieza, el otro lo levanta. (Eclesiastes 4:9-10)

 

DOS. ENCONTRARÁS APOYO CON AFECTO.

Un grupo de amigos te brindará apoyo con afecto. Un apoyo que puede ayudarte a superar crisis, a restaurar relaciones amorosas rotas o por romperse, a no sentirnos solos. La amistad es una forma de vivir el mandato del amor que tenemos los cristianos.

 

Dice 1 Juan 4:7:

Amados, amémonos unos a otros, porque el amor es de Dios. Todo aquel que ama, ha nacido de Dios y conoce a Dios. (1 Juan 4:7)

 

Y el Salmo 133:3:

¡Qué bueno es, y qué agradable, que los hermanos convivan en armonía!

             

TRES. MAYOR MOTIVACIÓN PARA HACER LO CORRECTO.

En esta sociedad, las motivaciones para andar torcidos son muchas. Contar con un grupo de amigos nos da mayor motivación y aliento para hacer lo correcto. Es un aliento para ser lo mejor y hacer lo mejor. Para dejar de ser pasivos o inactivos ante los problemas que nos aquejan. Nos dice la Palabra que “quien se junta con sabios, sabio se vuelve; quien se junta con necios, acaba mal”. (Proverbios 13:20)

CUATRO. CRECERÁ NUESTRO DOMINIO PROPIO

Mis amigos, encontrarme con ellos, presentarles mis dificultades en áreas críticas, han hecho posible que obtenga más dominio propio para desechar hábitos y pensamientos indeseables. Te podrán dar el valor para contar hasta 10 y otra vez 10 en lugar de maltratar verbalmente a tu esposa e hijos, o quienes te rodean cuando te irritas. En Proverbios 16:32 se nos dice que el dominio propio es más valioso que una victoria militar. Los amigos nos ayudan en ese entrenamiento. .

 

CINCO. UNA SANA AUTOESTIMA

 

Este no es un beneficio pequeño. Ni más ni menos de lo que eres. Contar con amigo facilita el crecimiento de una sana autoestima. Me han permitido sentirme tan valioso como Dios desea, que pueda tener la confianza en mi mismo, estar agradecido de puntos fuertes y ser sincero con mis lados débiles.  Los amigos, en ese sentido, son guías, consejeros… y dice el Señor que “cuando no hay buen guía, la gente tropieza; la seguridad depende de los muchos consejeros” (Proverbios 11:14).

 

Tener amigos es una forma de fortalecer el tener vida y vida en abundancia. GRATAVIDA.


 

 

SEIS. TENER GUÍAS.

 

En ocasiones necesitamos volver a “tener padres”, experimentar intimidad en el sentido de poder abrir nuestro corazón y ser consolados. Tener guías. Los amigos son utilizados por Dios para ayudarte, para guiarte, para sobrellevarte, para alegrarte el alma, para pulirte.

 

TE ANIMO A QUE INTENCIONALMENTE CULTIVES AMISTADES SIGNIFICATIVAS, INVIERTE EN ELLAS, ESFUERZATE… Es parte del tener vida y vida en abundancia.

 

lunes, octubre 05, 2020

Caminos y Destinos: A mis 60 y tantos... es la tierra la que anda ya

 De Mahoma a Santana

(Mahoma-Rancho Arriba-San José de Ocoa, a Valle de Dios-Santana-San Cristóbal)

Testimonio del Trekking Crew

Milton Tejada C. 

 

(Nota: Con esta primera entrega abro un proyecto, una idea: contar a mi manera mi andar por caminos y destinos. Atrevámonos a disfrutar ambas cosas. Quise iniciar con una experiencia personal, mi primera experiencia de campismo con el Club Patas Sucias. Al final me pregunté: por qué disfrutarlo yo y no abrir la puerta de la comunicación para que otros también se animen... y de ahí mi idea de "Caminos y Destinos". Originalmente publicado (contribuido) en el blog de Patas Sucias: https://clubpatassucias.blogspot.com/2020/10/a-mis-60-y-tantos-es-la-tierra-la-que.html , a mi club, las gracias ).

 “Tanto he andado la tierra, que es la tierra la que anda ya”, dicen unos versos de Manuel Del Cabral en su obra “Compadre Mon”. Yo provengo de esa tierra que es cultura, que es sendero, que es dolor y es esperanza, de ese “tierra adentro” que a veces olvidamos en la vida sedentaria de las ciudades y que, sin embargo, no he andado tanto como pregonaba el Compadre Mon. Mi propósito al hacerme parte del Club Patas Sucias es, precisamente, recorrer de nuevo los senderos de mi patria, sus montañas, disfrutar de la compañía de mi gente sencilla de los campos. 


En el caso del Sendero Mahoma (Rancho Grande-San José de Ocoa) – Valle de Dios (Santana-San Cristóbal)
me motivó, además, el probarme si era capaz, a mis 60 y tantos años, de volver a hacer lo que hacía con tanto placer en mi juventud, compartir la filosofía del Club, y tender puentes (llamo así a la posibilidad de nuevas amistades). César Caamaño, líder de la excursión y del Club, me animó desde el primer momento, asumió que podía puesto que tengo dos años practicando algo de running con otro club (Locorredores) y de mi experiencia previa. Me advirtió que la dificultad era media, que tratara de llevar en la mochila sólo aquello que necesitara. 

El campismo, como lo practica Patas Sucias, implica que llevas sobre tus espaldas todo lo que vas a necesitar. También implica –en el caso de rutas ya exploradas– que tienes un mapa por el que puede guiarte, sin necesidad de conexión a internet, y que en tu celular puedes ir viendo con precisión que tanto estás o no estás sobre la ruta trazada. Sin dejar de ser parte de un equipo que participa, a la vez eres autónomo, vas a tu propio ritmo. 

Les cuento que la pasé muy bien. Cumplí el propósito individual por el cual me animé, pero además, encontré mucho más. 

En Valle de Dios, el segundo día

Encontré un grupo de personas respetuosas de la naturaleza, que quieren aprender siempre, que se ayudan, pero que a la vez impulsan la autonomía. Que tienen el principio de impactar lo menos posible el entorno por el que atraviesan, de no sacar nada, de no contaminar.
 

Encontré -más bien, recordé- que mi patria está llena de senderos. Volví a ver los rostros humildes de gente de mis campos, con los cuales disfruto compartir y hablar un montón. Aunque para ser sincero, mi ritmo fue demasiado rápido para permitirme las paradas de las fotos, la conversación calmada, apenas uno que otro adiós. Es deuda pendiente y es aprendizaje, “sin prisa, pero sin pausa”. 

Encontré inspiración para seguir haciendo lo que hago como Consejero (restaurar relaciones, incluyendo nuestra relación con la creación).

Encontré un Club organizado.  

Encontré que podemos cometer fallos, pero ellos no nos definen y de ellos  aprendemos. Sólo como ilustración enumero algunos: me perdí dos veces: la primera vez de modo individual por unos 25 minutos al interpretar mal una señal, pero retomé el camino, y la segunda vez junto a una parte del equipo, en un monte, a causa de árboles que habían caído por la Tormenta Laura y que parecían borrar el camino, luego de unas vueltas, fue posible retomar el sendero. Este perderme fue una maravillosa experiencia de confiar, de esperar, de no desesperar, seguro de que lo más que podía pasar es que me viese obligado a acampar en cualquier lugar para continuar al otro día. Otro fallo (error) es la cantidad de cosas innecesarias que llevé: me sobró ropa limpia, me sobró comida, y me faltó agua (lo cual suple abundantemente la zona). 

Vi que podría ser cierto aquello del poder de la naturaleza para su recuperación: "Con que no me jodan, es suficiente", pero también vi que hay personas -con otras filosofías- que no les importa tirar basura en el camino o dejar huellas pesadas sobre el medio ambiente (especialmente esto fue deprimente de Valle de Dios a Santana. Así no es posible hablar de ecoturismo sostenible). 


Cada arroyo, cada charco en el que me bañé, cada río que crucé (y cruzamos el mismo río varias veces, pues prácticamente recorrimos el Mahomita desde que era un niño de pantalones cortos hasta que ya tenía pantalones largos, es decir, desde riachuelo a realmente río) fue refrescante.
 

Recibí mucha retroalimentación positiva de mis compañeros de camino y hasta reconocimiento inmerecido, porque sólo doy de lo mucho que me ha sido entregado por otros. 

Me alegró inmensamente ver parejas que hacían el sendero juntas (por experiencia sé lo que esto estrecha la relación), y hasta pequeños grupos de amigos que compartían el camino. 

Sentí lo que hace tiempo siento: admiración por nuestra juventud. “No todo está perdido, vengo a entregar mi corazón…” dice una cantante, y es cierto. Luego de conocerles un poquito, se fortalece mi esperanza. 

Encontré, finalmente, que en mis próximos 20 años (hasta que cumpla 85) tengo algo valiosísimo que practicar y animar a otros a que lo practiquen: el campismo autónomo. 


Mis fallos –o errores– de los que ya he hablado, los convierto en recomendaciones: no llevar más peso del que necesitas (así debiera ser también la vida), ir a un ritmo que te permita disfrutar de las maravillas de Dios en la creación, hablar más con las personas, y ropa siempre adecuada.
 

Gracias al Club Patas Sucias, a César Caamaño, y a cada uno de aquellos con quienes caminé este sendero placentero que me recuerda que vinimos aquí a tener vida y vida en abundancia. #AcamparEsFacil


A veces pasamos dificultades...por las libras.

Otras fotos de la excursión:





miércoles, mayo 06, 2020

Escuchando / Hiperpadres

Hiperpaternidad: sobreproteger es desproteger

Eva Millet
Este es un resumen de una conferencia sostenida por Eva Millet, periodista y escritora especializada en educación y crianza. La conferencia fue organizada por el proyecto BBVA - Aprendemos Juntos.
Millet advierte de las consecuencias sobre niños y jóvenes de la “hiperpaternidad”: sobreprotección y control excesivo, tanto en casa como en el aula. Es un modelo que desautoriza a los profesores e invade el espacio de los niños en la escuela.
Esta crianza “monstruosamente intensiva” está creando una generación de jóvenes ansiosos, impacientes, dependientes, con miedos y baja tolerancia a la frustración, que además se refleja en su aprendizaje y rendimiento académico.
Millet propone que “las madres tigre, los padres apisonadora o helicóptero” den paso hacia un modelo que les permita relajarse, confiar en el sentido común y en los hijos, y no apostar solo por la acumulación de experiencias y conocimientos, sino por una “educación del carácter” que refuerce su empatía, resistencia, valores y tolerancia a la frustración.

Como padres nuestra misión es proteger a nuestros hijos y ayudarles a que crezcan como personas. Sin embargo, muchos padres confunden la protección natural con una hiperprotección.

Los padres que hiperprotegen a sus hijos creen que para ser buenos padres no pueden permitir que sus hijos experimenten malestares. Creen que sus hijos no tienen que sufrir una contradicción, no tienen que tolerar la frustración y que ser un buen padre implica casi ejercer de guardaespaldas del hijo. Hacen del hijo alguien intocable. ¡Cuidado si te metes con mi muchacho!

Educar es preparar para dejar ir y dejar ir, es darles herramientas a tus hijos para que ellos crezcan, adquieran autonomía.

Si tú estás todo el día detrás del niño protegiéndolo de todo lo que le puede pasar no solo le creas una ansiedad, le empiezas a poner un germen de ansiedad, sino que también le estás incapacitando. Le estas quitando una de las herramientas básicas de la vida que es la adquisición de autonomía.

Sobreproteger es desproteger.

Los padres tenemos que observar. Estamos llamados a estar pendientes de los hijos, pero no intervenir a la primera de cambio. Si tu hijo se cae en el parque no corras como Usain Bolt a rescatarlo porque al final lo que vas a conseguir es que el niño sea incapaz de levantarse por sí mismo.

Nuestra tarea: observar, estar pendiente, ver cómo se desenvuelven en la vida.

Al sobreproteger estamos creando hiperniños. Niños que tienen una baja tolerancia a la frustración. Los hiperniños son el producto de esta hiperpaternidad, que es este estilo de crianza generalmente típico de las clases medias-altas y que implica una hiperatención, una hiperprotección y una sobrepreocupación por el hijo.

La baja tolerancia a la frustración se ve casi como una enfermedad crónica, incurable, contra la que no se puede hacer nada. Si tú no educas en el error, prueba-error, prueba-error, prueba-error, al final el niño se derrumba ante cualquier cosa.

¿Qué podemos hacer los padres para ayudarles a tolerar la frustración?

Lo primero es ejercitar una habilidad fundamental en la vida: la paciencia. Vivimos un tiempo en que todo quiere resolverse con un clic. Saber esperar, la contención, el autocontrol, es importantísimo.

También la gestión de las emociones. Los niños tienen que entender que no todo son emociones buenas, sino que hay emociones malas como la rabia, la tristeza, la impotencia, el no saber muy bien qué te pasa… ellos tienen que aprender a gestionar sus emociones.
Si crees que para que el niño gestione sus emociones y tenga mucha autoestima de lo que se trata es de decirle que él es maravilloso y nunca decirle que no, no estás desarrollando un niño con autoestima, sino un narcisista.

También enseñarles que se puede perder. Que puedes fallar, te puedes equivocar y no pasa nada. Porque hoy hay un miedo en los niños y en los adolescentes a equivocarse. Todos perdemos y no pasa nada, y nos recuperamos. De hecho, yo creo que nos formamos a base de caernos y volvernos a levantar.

Para desarrollar la habilidad de tolerar la frustración y desarrollar también otras habilidades un factor importantísimo en los niños es jugar. Los niños tienen que jugar. El modelo de hiperpaternidad llena a los niños de tardes cargadas de actividades extraescolares, todo programado, todo estructurado… Impide un derecho reconocido hasta por las Naciones Unidas: el derecho de jugar. Esencia de la infancia.
El juego, ese juego libre, sin estructurar, solo o acompañado, no solo aprende a trabajar en equipo, a ser creativo… sino también aprendemos a tolerar la frustración.

La hiperpaternidad es un estilo de crianza que básicamente se basa en una atención excesiva al hijo, una sobreprotección y un estar detrás del niño todo el rato.
La primera figura que surgió de este tipo de crianza son las madres helicóptero.
En el norte de Europa y en Canadá, existe la idea de los padres quitanieves, que son estos padres que, en vez de preparar a los hijos para el camino, preparan el camino para los hijos. Les allanan todo. Aquí serían un poco los papás apisonadores.
Tenemos también los padres guardaespaldas que es el “No toque usted a mi hijo”, literalmente.
Los padres manager, que es un clásico muy masculino que si tienes hijos en deporte escolar los has visto. Sus hijos son los futuros Messi, Cristiano Ronaldo, Rafa Nadal o estrellas del deporte y ellos saben más que nadie, gritan y ponen nerviosos a los hijos.
Un último modelo que es muy discretito, que es divertido, que son los papás bocadillo o las mamás bocadillo. Es esta idea de seguir al niño con el bocadillo, con el táper de frutas en el parque para que el niño de vez en cuando se gire y dé un mordisquito, no sea que muera de inanición… Es una constante atención al hijo, esta supervisión 24 horas al día.

Una de las consecuencias de este modelo de crianza intensiva es el estrés familiar, la hiperpaternidad perjudica seriamente el bienestar familiar. Las mamás que practican la crianza intensiva son más infelices cuando pasan tiempo con sus hijos. ¿Y por qué son más infelices? Porque nunca se sienten lo suficientemente buenas.

Siempre creen que tendrían que estar haciendo algo más para que ese niño no se pierda en esa carrera en la que se han convertido, un poco, las infancias hoy en día.

¿Cómo afecta esta infelicidad, esta insatisfacción, a los hijos? Si el hijo tiene una madre o un padre estresadísimos todo el día… los niños lo notan y los niños van muy estresados. Los niños hoy tienen agendas de ministro. Las extraescolares están muy bien, ayudan a conciliar, son importantes para la formación de los hijos, pero hay un abuso. Una de las características de la hiperpaternidad es amar la precocidad y la hiperactividad. O sea, cuantas más cosas y antes mejor, no sea que el niño se quede atrás en la carrera por ser Einstein o Mozart…

Tenemos niños muy pequeños, de parvulario, con todas las tardes ocupadas, que llegan a casa agotados. Se convierten en un trabajador que llega a casa agotado porque pasa ocho horas en el colegio más dos de extraescolar o de coche para arriba y para abajo. Pierden el tiempo de jugar, no tienen tiempo para jugar, el juego libre sin estructurar está desapareciendo.

El juego no estructurado es un patrimonio de la infancia que perdemos al hacernos adultos y que ahora se está perdiendo cada vez más rápido, y para mí es un pecado.

Hiperpaternidad: cuestión de grado

Todos somos hiperpadres, pero hay grados de hiperpaternidad.

Cinco preguntas que son las que puntúan más alto al evaluar la hiperpaternidad que son estas:

La primera, si tenía ya un plan trazado para las vidas de sus hijos antes de que nacieran, esta idea de que “el niño será médico, será abogado, será no sé qué…”, ya todo diseñado.

La segunda, si les ayuda con los deberes o se los hace por sistema.

La tercera, es si ha excusado alguna vez a su hijo con la famosa frase: “No, mira, es que tiene una baja tolerancia a la frustración”.

La cuarta, sería si habla en plural, hoy en día se ha normalizado el hablar en plural de los hijos. Hoy en día, “hemos ganado”, “hemos perdido”, “hemos aprobado”, “hemos suspendido”, “nos hemos enamorado”… O sea, la unión con el hijo es tal que ya somos una misma persona.

Y la última es si discrepa a menudo con los maestros o entrenadores de sus hijos. Estas cinco preguntas son clave, ¿no? Si contestas que sí a las cinco…

Si contestamos afirmativamente a estas cinco cuestiones, no vamos bien.

¿Qué podemos hacer para revertir esta tendencia?
El primer consejo es relajarnos. Relajarnos todos un poquito porque la educación es un proceso a largo plazo y cosas que hoy tú estás diciéndole a tu hijo que no te hace ni caso, pues igual de aquí a cinco años te hará caso. Relajarnos.

Confiar en nosotros, confiar en nuestros hijos, ellos pueden hacer muchas más cosas de las que nosotros nos creemos y también quieren. Y no solo apostar por esa educación de conocimientos y experiencias mágicas… pensar que la educación es también el carácter. Necesitamos educar el carácter para tener unas herramientas para implementar esos conocimientos.

Educar a nuestros hijos en la valentía. La sobreprotección no ayuda a los niños a superar sus miedos. Hay que educar la valentía, la empatía, la resiliencia y hay que empezar a dejar que los hijos hagan cosas por ellos mismos. No grandes cosas, sino cosas pequeñitas. Que se carguen ellos su mochila.

La educación también es carácter: hay que educar la valentía, la empatía y la resiliencia, y dejar que los hijos hagan cosas por sí mismos. Los hijos son muy capaces, pueden hacer muchas cosas ellos y nosotros hemos de confiar, hemos de relajarnos y confiar.

El carácter es fundamental. Tú puedes tener tres masters, pero si tienes miedo no irás a ninguna entrevista de trabajo. A la empatía, a la colaboración… O sea, a esta serie de elementos de la persona que van más allá de los conocimientos puros y duros. Esa es la verdadera educación, la que combina las materias con las habilidades para implementar esas materias. Es verdad que las escuelas han de educar en el carácter, pero los mejores posicionados para esa educación son los padres.

En este modelo de hiperpadres, los profesores están más cuestionados que nunca, porque los padres conciben al niño como un ser perfecto al que nadie puede contradecir… Si un hace alguna observación del hijo que no es la adecuada pues no se le acepta. Si siempre se justifica a los hijos, no vamos a ningún sitio.

Una atención excesiva a los hijos es hacer cosas por sistema por ellos, cosas que ellos están capacitados para hacer. Y el mejor ejemplo que pongo son los deberes. Se están haciendo los deberes por los hijos. Además, los padres les apuntan a tantas actividades extraescolares, que el poco o mucho trabajo que tengan que hacer en casa pues al final lo sustituyen los padres haciéndolo…

La escuela ha de ser un espacio del alumno. Si, de repente, tienen a mamá o papá todo el día que si el niño, la niña, que si el pollo, que si no le gusta la ensalada, no le pongas ensalada, que si este profesor no va bien, que si no pongan el marcador en clase de Educación Física porque se frustra, porque pierde… Para el niño eso es insoportable, tener todo el día a esos padres helicóptero revoloteando sobre sus vidas.

El niño se convierte en un altar. Una antropóloga estadounidense tiene una frase que a mí me encanta, dice: “Hemos pasado del culto a los ancestros, a los antepasados, al culto a los descendientes”. Se ve en cualquier casa a la que vas hoy. Tú vas a las casas, te acuerdas antes que en las casas había las fotos de los abuelos, los bisabuelos, los tatarabuelos… ahora no hay ni un ancestro. Ahora todo son los niños. Los niños haciendo mil cosas o dibujos de los niños. O sea, realmente, es una veneración al niño.

Es necesario seguir poniendo límites. Muchos maestros comentan que la primera vez que un niño oye la palabra “no” es al llegar a la escuela porque los límites están muy pasados de moda. Estamos en un momento social que se confunde autoridad con autoritarismo y tenemos esta idea de que la familia debe ser una democracia y que todo se hace por asamblea y que todo se vota democráticamente. La familia no tiene que ser una dictadura, pero hay una jerarquía. En la parte de arriba estamos los padres porque somos los adultos responsables que hemos decidido traer a esos niños al mundo para educarlos con unas normas. Y las normas son los límites.

Una de las características de los hiperpadres es la justificación a ultranza al hijo con una frase que a mí me fascina. El niño te pega, escupe, se porta fatal, patalea, es insoportable: “Oye no, mira, es que tiene baja tolerancia a la frustración”. Como si fuera una enfermedad crónica ante la que no se pudiera hacer nada.

La frustración es una emoción. O sea, la vida está llena de frustraciones, y es una emoción negativa y como tal se tiene que educar y gestionar. Y tenemos que enseñar a nuestros hijos a tolerarla, pero parece que seas un mal padre si les enseñas a aceptar el no, a repetir las cosas cuando las hacen mal.

La hiperasistencia de los padres debilita a los hijos, los vuelve frágiles. Le estás dejando sin recursos. Es una combinación un poco perversa. Por un lado, son niños con una inflada noción de ellos mismos. Son niños que siempre se le ha dicho que son lo más, se les han hecho 20.000 fotos siempre, se ha documentado todo lo que hacen, se les ha consultado todo, se les ha permitido todo, en muchos casos. Entonces, tienen una inflada noción de ellos mismos, pero por otro lado son muy inseguros porque sin mamá o papá no se ven capaces de hacer nada. Y eso es una combinación explosiva.

Educar es dejar ir, darles herramientas para que ellos vayan espabilándose.

Contribuido de:



jueves, abril 16, 2020

Un profesor inolvidable


 Características de un profesor inolvidable

María José Díez Aguado, citado por Rafael Guerrero, llega a la conclusión de que hay tres características que cumplen los profesores que nosotros consideramos que han sido realmente importantes y transformadores para nosotros.
La primera característica es que son profesores que aman su trabajo. Les gusta la docencia y disfrutan mucho la docencia.
En segundo lugar, tienen un gran deseo por aprender, quieren crecer profesionalmente.
Y en tercer y último lugar, son profesores que han ayudado personalmente a sus alumnos a superar el miedo, a superar situaciones angustiosas personales, familiares, sociales. Por tanto, les han mirado incondicionalmente, les han ayudado.

Otras características que, según Rafael Guerrero, podríamos añadir:
La ternura, el principal factor que previene la violencia.
Sentido del humor, esforzándose en realizar clases dinámicas, divertidas…
Empático. Es decir, que sea capaz de ponerse en el lugar de sus alumnos, de entender sus circunstancias, que conecte su hemisferio derecho con el de sus alumnos.
Llama a los alumnos por su nombre. Esto implica tiempo, implica dedicación. Y eso el alumno, al final, lo capta y lo agradece, por supuesto.
En el caso de los niños es una segunda oportunidad para aquellos casos en donde desgraciadamente mamá y papá, por problemáticas equis, no han podido hacerse cargo o no han podido darle al niño lo que realmente necesita, el profesor ejerce esa figura, desarrollando apego, porque son figuras muy importantes para niños y niñas.
Se muestra vulnerable. Es decir, el profesor no es alguien que sabe absolutamente todo y el alumno no es alguien que no sabe absolutamente nada. En ese deseo de aprender, estoy seguro de que el profesor hace una buena labor escuchando lo que dicen los alumnos para seguir aprendiendo. Como indica Howard Gardner,  para ser buen profesor hace falta ser una buena persona, sin lugar a dudas. No podemos tener profesores excelentes que sean malas personas.

Lo expresado por Díez Aguado y Guerrero tiene validez sobre todo para niños, pero creo que también algunas cosas en nuestro ser docentes de adultos. Pondría, como punto de partida y zapata, lo siguiente:

Una persona de profunda fe en Cristo, que también se traduce en su calidad humana, pues como Cristo será humilde, persona de oración y de intensa pasión por evangelizar y dar por Gracia lo que recibió por Gracia.

viernes, abril 10, 2020

Ficha de Lectura / El duelo

DUELO EN MEDIO DE LA CRISIS

“Aunque todos debemos intentar encontrar sentido a nuestras pérdidas y a la vida que llevamos después de sufrirlas, no hay ningún motivo para que tengamos que hacerlo de manera heroica, sin el apoyo, los consejos y las ayudas concretas de los demás”. Neimeyer

Hace unos meses participé –junto a tres maravillosos profesionales de la conducta: Susana, José Luis y Patricia- en un taller que organiza la Iglesia Palabra de Vida para personas que han tenido pérdidas significativas de seres queridos. Como Consejero, me enriqueció muchísimo en torno a la dinámica del duelo. Desde entonces mi lectura del tema ha sido constante. Sin embargo, lo que ocurre ahora es diferente.
Es verdad que cada duelo es especial, pero los duelos actuales tienen elementos que surgen de las circunstancias que le dan características particulares.
Más de 125 familias se encuentran en duelo por la muerte de un ser querido a causa del COVID-19. Muchas otras también están en duelo por el fallecimiento de algún ser querido por otra causa, pero en medio de las circunstancias que han creado las medidas decididas por el gobierno y acatadas por la sociedad, incluyendo la prohibición de viajar de un pueblo a otro (tengo el testimonio de un amigo que no pudo ir de Santo Domingo a La Vega al entierro de su padre y a acompañar a su anciana madre).
En esas circunstancias me preguntaba cómo acompañar a los conocidos que han tenido pérdidas en estas circunstancias, qué orientaciones podríamos tener para que podamos ser parte de esa dinámica en medio de las rupturas de las pautas culturales de cercanía física, de acudir a funerarias, de acompañar a deudos, de estar con la familia. Incluso ritos religiosos que no pueden ser cumplidos como los nueve días, el velatorio con los detalles que generalmente tiene… y que contribuyen a superar el duelo.
El duelo obliga a las personas a estructurar una nueva normalidad, pero uno se pregunta: cómo hacerlo en medio de la anormalidad social que vivimos.
Así llegó a una guía del Colegio Oficial de Psicología de Andalucía Occidental: Guía dedicada a las personas que se hallan en estos momentos en duelo por la muerte de algún ser querido por Covid-19, cuyos aportes fundamentales quiero compartir con ustedes (divulgar, eso es lo que hago, simplemente divulgar, en algunos casos tratando de adaptar y en otros, ampliando).


El duelo es un camino de recuperación del dolor. Ese camino se hace más difícil con las normas de establecer distancia, de no contacto físico para prevenir contagio (razonable, pero hay razones que el corazón no entiende. Es un camino difícil, pero un camino posible, y el ser humano tiene múltiples recursos que pueden ayudar a recorrerlo y salir de él.

DUELO ANTICIPADO
“El duelo es la intensa respuesta emocional al dolor de una pérdida. Es el reflejo de una conexión que se ha roto… es un viaje emocional, espiritual y psicológico a la curación. El poder del duelo es maravilloso… El duelo transforma el alma rota y herida, el alma que ya no desea levantarse por las mañanas, el alma que es incapaz de encontrar una razón para vivir, el alma que ha sufrido una pérdida increíble. El duelo posee el poder de curar”. Elisabeth Kübler-Ross

Ante el ingreso de un familiar, con la información disponible, asumimos que se encuentra en riesgo de muerte (especialmente si ese familiar tiene alguna condición vulnerable: edad, hipertenso, diabético, etc.). Nos da miedo la posibilidad de una pérdida que aún no ha llegado. Es lo que se conoce como duelo anticipado: se vive la pérdida como si hubiese ocurrido en realidad, pero no ha sucedido todavía. Es una respuesta que nos va permitiendo adaptarnos, aunque no seamos conscientes, pero desata en nosotros extrañas sensaciones. El cuerpo, la cabeza se están protegiendo, tomándose tiempo para adaptarse a los posibles cambios. “Nos estamos preparando para lo que nos espera”, indican las autoras.
El énfasis, como supongo lo hacen la mayor parte de los profesionales de la conducta, está en que se tiene un conjunto de emociones, pensamientos y conductas con la potencial pérdidas que son normales, adaptativas “e incluso deseables porque nos van a permitir continuar hacia adelante”. Entre las cosas que pueden sentirse están:
·         Angustia, ansiedad, llanto, pena, incluso enojo y culpa, sentimientos inherentes al duelo.
·         Incremento de preocupación por el enfermo, imaginación de posibles desenlaces.

Estrategias que pueden contribuir a respuestas adaptativas
Algunas de las estrategias propuestas por las autoras las hemos experimentados en los talleres de duelo y son válidas no solo para el duelo anticipado. Entre ellas:

1.       Evitar el aislamiento social. Insisto, prefiero hablar de la medida impuesta de quedarse en sus hogares o de guardar distancia de los demás no como aislamiento social, sino como distanciamiento físico. El aislamiento social debe ser evitado en toda circunstancia, no solo en caso de duelo.
Compartir los sentimientos de tristeza, impotencia, con familiares y amigos. Podemos utilizar vías como videollamadas, whatsApp, llamadas telefónicas para poder conectar con ellos.
2.       Tomarse tiempo para sentir. Deje que fluyan sus emociones. En algunos casos puede que sean desagradables, pero es beneficioso dejarlas fluir, pues ayudan a avanzar y no se reprimen. Si se reprimen, tarde o temprano aparecerán. Permítase sentir la angustia.
La palabra escrita puede servir para expresar estas emociones y sentimientos. Lo único que necesitas es un lápiz y papel, un lugar tranquilo y comenzar a escribir sobre lo que te está pasando, lo que está sintiendo. Una forma es que incluso puedes escribir al ser querido que está distante, contándole como te va, lo que temes.
3.       Llorar. “Es una buena manera de afrontar el estrés y la pena” y nos indican que hay que darse permiso para hacerlo. Se produce, además, un efecto sedante.
4.       Reducir el nivel de ansiedad. En general, miedo y ansiedad pueden ayudarnos a enfrentarnos a peligros, pero cuando se convierten en respuesta excesiva pueden ser perjudiciales. Una técnica utilizada es la respiración diagramática (podemos encontrar en internet el cómo hacerla). También el ejercicio físico, aunque pueda ser difícil practicarlo. Yo hago ejercicios de resistencia y corro en la azotea o techo del edificio. Actividades como bailar, hacer tareas del hogar, yoga, pueden ser posibles en las actuales circunstancias.
5.       Manejar los pensamientos desagradables. “Lo que nos decimos y cómo nos lo decimos influye mucho en nuestro estado de ánimo”. Cuando se trata de pensamientos negativos, las autoras recomiendan distanciarnos un poquito de ellos, para lo cual indican dos pasos: 1º. Reconocer el pensamiento que estás teniendo; 2. Expresarlo de una forma no dañina para la persona, utilizando la frase: “Estoy pensando que…” Un ejemplo: “Estoy sola”, puedo sustituirlo por “Estoy pensan que me siento sola”.

MI FAMILIAR HA MUERTO

“En ninguna otra situación como en el duelo, el dolor producido es TOTAL: es un dolor biológico (duele el cuerpo), psicológico (duele la personalidad), social (duele la sociedad y su forma de ser), familiar (nos duele el dolor de otros) y espiritual (duele el alma). En la pérdida de un ser querido duele el pasado, el presente y especialmente el futuro. Toda la vida, en su conjunto, duele”.
J. Montoya Carraquilla

Al enterarnos de que ha muerto alguien a quien queremos mucho, importante en nuestras vidas, puede existir una primera sensación de: “esto no es verdad. Es lo que se llama “negación”. Su duración puede ser breve o tiempo ilimitado. Nos permite asumir poco a poco la noticia, el dolor.
La negación puede ser más intensa en esta situación de aislamiento porque quizás no hemos podido despedir a nuestro ser querido, no le hemos podido visitar en el hospital o clínica y a lo mejor ni hemos podido comunicarnos con él telefónicamente. La sensación de que no, que no ha muerto, puede incrementarse.
Sin embargo, poco o mucho tiempo, vamos tomando conciencia de la realidad, del dolor que sentimos y entonces se presenta un segundo momento: aceptar la realidad de la pérdida.
A causa del COVID-19 puede que quien tenga una pérdida en estas circunstancias no cuente con tener cerca a familiares y amigos.
Ayuda:
·         Contar lo sucedido, tiene valor terapéutico.
·         Pedir lo que necesitamos, no aislarnos.
·         Aprovechar las formas de comunicación que están a nuestro alcance, eligiendo cada uno aquella forma con la que se sienta más cómodo l(teléfono, mensajes escritos o de voz, videollamadas).

Ayudar a entender que emociones, sentimientos y pensamientos asociados a la pérdida son naturales y forman parte del proceso. Es bueno identificar las emociones y los pensamientos que la acompañan, siendo los más frecuentes:
·         Tristeza. Si deseas llorar, llora.
·         Ira: impotencia. Es indignación cuando algo está pasando de forma que uno considera que no debería. Evita que nos ahoguemos en la tristeza.
·         Temor. El miedo a que les ocurra a otros seres queridos. Aceptémoslo como normal, démosle un espacio.
·         Culpa. La culpa a veces confunde, a veces no es más que impotencia, imposibilidad de cambiar algunas cosas.

En medio de esta crisis de COVID-19, ayudará en el proceso de duelo transitar por las emociones que vengan a propósito de la pérdida.

Un punto difícil del duelo es la despedida. Es muy importante despedirse (Nota MT: Entre los cristianos evangélicos se suele hacer lo que se llama “memorial”, es una despedida de familia, pero también son muy importantes las despedidas individuales: compartir recuerdos, anécdotas, puede ayudar). Hablar, dar explicaciones, dar gracias, etc. nos dará tranquilidad. El no poder despedirnos en ocasiones complica el duelo, por eso es importante despedirse cuando es posible.
“Si sentimos que hay cosas que no pudimos decir a esa persona, antes o después, permítete decirlas. En voz alta, por escrito, mirando algún retrato o pertenencia de ella…”.

¿Y CON LOS MENORES QUÉ?
Es un tema difícil. Las autoras indican que, sin embargo, “explicarles adecuadamente la muerte les permite desarrollar herramientas y habilidades emocionales muy importantes que les facilitarán enfrentarse tanto a esta pérdida como a las que puedan tener en el futuro”. Es decir: sí, debe comunicárseles.
Además, en las actuales circunstancias es muy difícil ocultárselo. Hay que decirles la verdad, irles informando según su edad, que la persona está enferma o que ha fallecido. Si no lo haces, pueden perder la confianza en los adultos. Decirles, quién y cuándo: alguien cercano y querido y lo antes posible.
Tener claro: que la edad es importante para saber qué son capaces de entender sobre la muerte. Es bueno dejar claro que la muerte es universal (todos vamos a morir); irreversible (la persona no va a volver, no la veremos nunca más); no hay funciones vitales (la persona no come, no ve, no oye, no siente, no sufre); tiene una causa médica.
Las autoras hacen algunas recomendaciones sobre cómo despedirse los menores. Si la persona está grave, podrían: grabar un audio o escribir una carta en que le puedan expresar y decir lo que quieran; hacer un dibujo y escribir en él lo que le quieran decir; cantar y grabar una canción, o un cuento, etc.). A pesar de las circunstancias, hay que intentar que este mensaje llegue a la persona interesada. Si hay respuesta, se le hará llegar al niño o adolescente.
Si la persona ha fallecido, igual puede animársele a la carta o dibujo, en que expresen lo que quieran. Luego puede ser leída ante una foto de esa persona, en voz alta o silencio, como cada uno desee. De modo individual o en familia. Se pueden compartir recuerdos bonitos que cada uno tenga de esa persona, escuchar alguna canción que le gustaba, etc.
¿Qué podemos esperar? (MT: El duelo es un camino difícil, es el camino a sanidad). Podemos esperar avances y retrocesos. Momentos en que todavía vuelvo a no creérmelo (negación). Podemos esperar –por lo general- que los niños elaboren el duelo más rápido que los adultos. Podemos esperar que las reacciones emocionales varíen en función de la edad.

Las autoras continúan con una serie de recomendaciones a los adultos para contribuir con el duelo de los niños, así como una algunas consideraciones sobre lo que podría pasar tras la situación de alarma.

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