viernes, abril 10, 2020

Ficha de Lectura / El duelo

DUELO EN MEDIO DE LA CRISIS

“Aunque todos debemos intentar encontrar sentido a nuestras pérdidas y a la vida que llevamos después de sufrirlas, no hay ningún motivo para que tengamos que hacerlo de manera heroica, sin el apoyo, los consejos y las ayudas concretas de los demás”. Neimeyer

Hace unos meses participé –junto a tres maravillosos profesionales de la conducta: Susana, José Luis y Patricia- en un taller que organiza la Iglesia Palabra de Vida para personas que han tenido pérdidas significativas de seres queridos. Como Consejero, me enriqueció muchísimo en torno a la dinámica del duelo. Desde entonces mi lectura del tema ha sido constante. Sin embargo, lo que ocurre ahora es diferente.
Es verdad que cada duelo es especial, pero los duelos actuales tienen elementos que surgen de las circunstancias que le dan características particulares.
Más de 125 familias se encuentran en duelo por la muerte de un ser querido a causa del COVID-19. Muchas otras también están en duelo por el fallecimiento de algún ser querido por otra causa, pero en medio de las circunstancias que han creado las medidas decididas por el gobierno y acatadas por la sociedad, incluyendo la prohibición de viajar de un pueblo a otro (tengo el testimonio de un amigo que no pudo ir de Santo Domingo a La Vega al entierro de su padre y a acompañar a su anciana madre).
En esas circunstancias me preguntaba cómo acompañar a los conocidos que han tenido pérdidas en estas circunstancias, qué orientaciones podríamos tener para que podamos ser parte de esa dinámica en medio de las rupturas de las pautas culturales de cercanía física, de acudir a funerarias, de acompañar a deudos, de estar con la familia. Incluso ritos religiosos que no pueden ser cumplidos como los nueve días, el velatorio con los detalles que generalmente tiene… y que contribuyen a superar el duelo.
El duelo obliga a las personas a estructurar una nueva normalidad, pero uno se pregunta: cómo hacerlo en medio de la anormalidad social que vivimos.
Así llegó a una guía del Colegio Oficial de Psicología de Andalucía Occidental: Guía dedicada a las personas que se hallan en estos momentos en duelo por la muerte de algún ser querido por Covid-19, cuyos aportes fundamentales quiero compartir con ustedes (divulgar, eso es lo que hago, simplemente divulgar, en algunos casos tratando de adaptar y en otros, ampliando).


El duelo es un camino de recuperación del dolor. Ese camino se hace más difícil con las normas de establecer distancia, de no contacto físico para prevenir contagio (razonable, pero hay razones que el corazón no entiende. Es un camino difícil, pero un camino posible, y el ser humano tiene múltiples recursos que pueden ayudar a recorrerlo y salir de él.

DUELO ANTICIPADO
“El duelo es la intensa respuesta emocional al dolor de una pérdida. Es el reflejo de una conexión que se ha roto… es un viaje emocional, espiritual y psicológico a la curación. El poder del duelo es maravilloso… El duelo transforma el alma rota y herida, el alma que ya no desea levantarse por las mañanas, el alma que es incapaz de encontrar una razón para vivir, el alma que ha sufrido una pérdida increíble. El duelo posee el poder de curar”. Elisabeth Kübler-Ross

Ante el ingreso de un familiar, con la información disponible, asumimos que se encuentra en riesgo de muerte (especialmente si ese familiar tiene alguna condición vulnerable: edad, hipertenso, diabético, etc.). Nos da miedo la posibilidad de una pérdida que aún no ha llegado. Es lo que se conoce como duelo anticipado: se vive la pérdida como si hubiese ocurrido en realidad, pero no ha sucedido todavía. Es una respuesta que nos va permitiendo adaptarnos, aunque no seamos conscientes, pero desata en nosotros extrañas sensaciones. El cuerpo, la cabeza se están protegiendo, tomándose tiempo para adaptarse a los posibles cambios. “Nos estamos preparando para lo que nos espera”, indican las autoras.
El énfasis, como supongo lo hacen la mayor parte de los profesionales de la conducta, está en que se tiene un conjunto de emociones, pensamientos y conductas con la potencial pérdidas que son normales, adaptativas “e incluso deseables porque nos van a permitir continuar hacia adelante”. Entre las cosas que pueden sentirse están:
·         Angustia, ansiedad, llanto, pena, incluso enojo y culpa, sentimientos inherentes al duelo.
·         Incremento de preocupación por el enfermo, imaginación de posibles desenlaces.

Estrategias que pueden contribuir a respuestas adaptativas
Algunas de las estrategias propuestas por las autoras las hemos experimentados en los talleres de duelo y son válidas no solo para el duelo anticipado. Entre ellas:

1.       Evitar el aislamiento social. Insisto, prefiero hablar de la medida impuesta de quedarse en sus hogares o de guardar distancia de los demás no como aislamiento social, sino como distanciamiento físico. El aislamiento social debe ser evitado en toda circunstancia, no solo en caso de duelo.
Compartir los sentimientos de tristeza, impotencia, con familiares y amigos. Podemos utilizar vías como videollamadas, whatsApp, llamadas telefónicas para poder conectar con ellos.
2.       Tomarse tiempo para sentir. Deje que fluyan sus emociones. En algunos casos puede que sean desagradables, pero es beneficioso dejarlas fluir, pues ayudan a avanzar y no se reprimen. Si se reprimen, tarde o temprano aparecerán. Permítase sentir la angustia.
La palabra escrita puede servir para expresar estas emociones y sentimientos. Lo único que necesitas es un lápiz y papel, un lugar tranquilo y comenzar a escribir sobre lo que te está pasando, lo que está sintiendo. Una forma es que incluso puedes escribir al ser querido que está distante, contándole como te va, lo que temes.
3.       Llorar. “Es una buena manera de afrontar el estrés y la pena” y nos indican que hay que darse permiso para hacerlo. Se produce, además, un efecto sedante.
4.       Reducir el nivel de ansiedad. En general, miedo y ansiedad pueden ayudarnos a enfrentarnos a peligros, pero cuando se convierten en respuesta excesiva pueden ser perjudiciales. Una técnica utilizada es la respiración diagramática (podemos encontrar en internet el cómo hacerla). También el ejercicio físico, aunque pueda ser difícil practicarlo. Yo hago ejercicios de resistencia y corro en la azotea o techo del edificio. Actividades como bailar, hacer tareas del hogar, yoga, pueden ser posibles en las actuales circunstancias.
5.       Manejar los pensamientos desagradables. “Lo que nos decimos y cómo nos lo decimos influye mucho en nuestro estado de ánimo”. Cuando se trata de pensamientos negativos, las autoras recomiendan distanciarnos un poquito de ellos, para lo cual indican dos pasos: 1º. Reconocer el pensamiento que estás teniendo; 2. Expresarlo de una forma no dañina para la persona, utilizando la frase: “Estoy pensando que…” Un ejemplo: “Estoy sola”, puedo sustituirlo por “Estoy pensan que me siento sola”.

MI FAMILIAR HA MUERTO

“En ninguna otra situación como en el duelo, el dolor producido es TOTAL: es un dolor biológico (duele el cuerpo), psicológico (duele la personalidad), social (duele la sociedad y su forma de ser), familiar (nos duele el dolor de otros) y espiritual (duele el alma). En la pérdida de un ser querido duele el pasado, el presente y especialmente el futuro. Toda la vida, en su conjunto, duele”.
J. Montoya Carraquilla

Al enterarnos de que ha muerto alguien a quien queremos mucho, importante en nuestras vidas, puede existir una primera sensación de: “esto no es verdad. Es lo que se llama “negación”. Su duración puede ser breve o tiempo ilimitado. Nos permite asumir poco a poco la noticia, el dolor.
La negación puede ser más intensa en esta situación de aislamiento porque quizás no hemos podido despedir a nuestro ser querido, no le hemos podido visitar en el hospital o clínica y a lo mejor ni hemos podido comunicarnos con él telefónicamente. La sensación de que no, que no ha muerto, puede incrementarse.
Sin embargo, poco o mucho tiempo, vamos tomando conciencia de la realidad, del dolor que sentimos y entonces se presenta un segundo momento: aceptar la realidad de la pérdida.
A causa del COVID-19 puede que quien tenga una pérdida en estas circunstancias no cuente con tener cerca a familiares y amigos.
Ayuda:
·         Contar lo sucedido, tiene valor terapéutico.
·         Pedir lo que necesitamos, no aislarnos.
·         Aprovechar las formas de comunicación que están a nuestro alcance, eligiendo cada uno aquella forma con la que se sienta más cómodo l(teléfono, mensajes escritos o de voz, videollamadas).

Ayudar a entender que emociones, sentimientos y pensamientos asociados a la pérdida son naturales y forman parte del proceso. Es bueno identificar las emociones y los pensamientos que la acompañan, siendo los más frecuentes:
·         Tristeza. Si deseas llorar, llora.
·         Ira: impotencia. Es indignación cuando algo está pasando de forma que uno considera que no debería. Evita que nos ahoguemos en la tristeza.
·         Temor. El miedo a que les ocurra a otros seres queridos. Aceptémoslo como normal, démosle un espacio.
·         Culpa. La culpa a veces confunde, a veces no es más que impotencia, imposibilidad de cambiar algunas cosas.

En medio de esta crisis de COVID-19, ayudará en el proceso de duelo transitar por las emociones que vengan a propósito de la pérdida.

Un punto difícil del duelo es la despedida. Es muy importante despedirse (Nota MT: Entre los cristianos evangélicos se suele hacer lo que se llama “memorial”, es una despedida de familia, pero también son muy importantes las despedidas individuales: compartir recuerdos, anécdotas, puede ayudar). Hablar, dar explicaciones, dar gracias, etc. nos dará tranquilidad. El no poder despedirnos en ocasiones complica el duelo, por eso es importante despedirse cuando es posible.
“Si sentimos que hay cosas que no pudimos decir a esa persona, antes o después, permítete decirlas. En voz alta, por escrito, mirando algún retrato o pertenencia de ella…”.

¿Y CON LOS MENORES QUÉ?
Es un tema difícil. Las autoras indican que, sin embargo, “explicarles adecuadamente la muerte les permite desarrollar herramientas y habilidades emocionales muy importantes que les facilitarán enfrentarse tanto a esta pérdida como a las que puedan tener en el futuro”. Es decir: sí, debe comunicárseles.
Además, en las actuales circunstancias es muy difícil ocultárselo. Hay que decirles la verdad, irles informando según su edad, que la persona está enferma o que ha fallecido. Si no lo haces, pueden perder la confianza en los adultos. Decirles, quién y cuándo: alguien cercano y querido y lo antes posible.
Tener claro: que la edad es importante para saber qué son capaces de entender sobre la muerte. Es bueno dejar claro que la muerte es universal (todos vamos a morir); irreversible (la persona no va a volver, no la veremos nunca más); no hay funciones vitales (la persona no come, no ve, no oye, no siente, no sufre); tiene una causa médica.
Las autoras hacen algunas recomendaciones sobre cómo despedirse los menores. Si la persona está grave, podrían: grabar un audio o escribir una carta en que le puedan expresar y decir lo que quieran; hacer un dibujo y escribir en él lo que le quieran decir; cantar y grabar una canción, o un cuento, etc.). A pesar de las circunstancias, hay que intentar que este mensaje llegue a la persona interesada. Si hay respuesta, se le hará llegar al niño o adolescente.
Si la persona ha fallecido, igual puede animársele a la carta o dibujo, en que expresen lo que quieran. Luego puede ser leída ante una foto de esa persona, en voz alta o silencio, como cada uno desee. De modo individual o en familia. Se pueden compartir recuerdos bonitos que cada uno tenga de esa persona, escuchar alguna canción que le gustaba, etc.
¿Qué podemos esperar? (MT: El duelo es un camino difícil, es el camino a sanidad). Podemos esperar avances y retrocesos. Momentos en que todavía vuelvo a no creérmelo (negación). Podemos esperar –por lo general- que los niños elaboren el duelo más rápido que los adultos. Podemos esperar que las reacciones emocionales varíen en función de la edad.

Las autoras continúan con una serie de recomendaciones a los adultos para contribuir con el duelo de los niños, así como una algunas consideraciones sobre lo que podría pasar tras la situación de alarma.

Contribuido de:


No hay comentarios: