María José Díez Aguado, citado por Rafael Guerrero,
llega a la conclusión de que hay tres características que cumplen los
profesores que nosotros consideramos que han sido realmente importantes y
transformadores para nosotros.
La primera característica es que son profesores que
aman su trabajo. Les gusta la docencia y disfrutan mucho la docencia.
En segundo lugar, tienen un gran deseo por aprender,
quieren crecer profesionalmente.
Y en tercer y último lugar, son profesores que han
ayudado personalmente a sus alumnos a superar el miedo, a superar situaciones
angustiosas personales, familiares, sociales. Por tanto, les han mirado
incondicionalmente, les han ayudado.
Otras características que, según Rafael Guerrero,
podríamos añadir:
La ternura, el principal factor que previene la
violencia.
Sentido del humor, esforzándose en realizar clases
dinámicas, divertidas…
Empático. Es decir, que sea capaz de ponerse en el
lugar de sus alumnos, de entender sus circunstancias, que conecte su hemisferio
derecho con el de sus alumnos.
Llama a los alumnos por su nombre. Esto implica
tiempo, implica dedicación. Y eso el alumno, al final, lo capta y lo agradece,
por supuesto.
En el caso de los niños es una segunda oportunidad para
aquellos casos en donde desgraciadamente mamá y papá, por problemáticas equis,
no han podido hacerse cargo o no han podido darle al niño lo que realmente
necesita, el profesor ejerce esa figura, desarrollando apego, porque son
figuras muy importantes para niños y niñas.
Se muestra vulnerable. Es decir, el profesor no es
alguien que sabe absolutamente todo y el alumno no es alguien que no sabe
absolutamente nada. En ese deseo de aprender, estoy seguro de que el profesor
hace una buena labor escuchando lo que dicen los alumnos para seguir
aprendiendo. Como indica Howard Gardner, para ser buen profesor hace falta ser una
buena persona, sin lugar a dudas. No podemos tener profesores excelentes que
sean malas personas.
Lo expresado por Díez Aguado y Guerrero tiene
validez sobre todo para niños, pero creo que también algunas cosas en nuestro
ser docentes de adultos. Pondría, como punto de partida y zapata, lo siguiente:
Una persona de profunda fe en Cristo, que también
se traduce en su calidad humana, pues como Cristo será humilde, persona de
oración y de intensa pasión por evangelizar y dar por Gracia lo que recibió por
Gracia.
1 comentario:
Me encantó
Publicar un comentario