domingo, julio 31, 2016

PADRE NO ES CUALQUIERA

CUATRO REFLEXIONES EN EL DÍA DEL PADRE
  
HE SEMBRADO
Milton Tejada C.
A mis hijos Carlos Ariel, Juan Roberto, Luis Reynaldo y Laura María
Lo que había de sembrar
ya lo he sembrado.
Ustedes, de mi estirpe son
pero tan distintos
transitan su camino conmigo a sus espaldas…
Llevan mi coraje
y algunas de mis angustias.
Llevan la pasión por saber
y la entrega...


Oración del Padre
Douglas MacArthur
Dame, oh Señor, un hijo que sea lo bastante fuerte para saber cuándo es débil,
y lo bastante valeroso para enfrentarse consigo mismo cuando sienta miedo;
un hijo que sea orgulloso e inflexible en la derrota honrada
y humilde y magnánimo en la victoria.

Dame un hijo que nunca doble la espalda cuando debe erguir el pecho
un hijo que sepa conocerte a Ti... y conocerse a sí mismo,
que es la piedra fundamental de todo conocimiento.

Condúcelo, te lo ruego, no por el camino cómodo y fácil
sino por el camino áspero, aguijoneado por las dificultades y los retos.
Allí déjale aprender a sostenerse firme en la tempestad
y a sentir compasión por los que fallan…


A PAPÁ
Mañana es un gran día
Milton Tejada C.
Mañana es un gran día. Yo lo recuerdo dando su sabiduría durante todo el año, desde sus 24 años cuando lo conocí, hasta sus 59 años cuando murió dejando un vacío que no entendí durante muchos años y que entregué mucho tiempo después, llorando ante su tumba. Se trató de mi padre.

La semilla de ese sistema que me ha servido de sustento y que ha marcado de modo imborrable lo que soy, es decir, la familia, se plantó un 21 de septiembre de 1958, cuando mi padre, Cesáreo Apolinar Tejada Rodríguez, y mi madre, María del Carmen Cruz, decidieron casarse.

Papá tuvo el coraje y la valentía de enfrentar múltiples dificultades provenientes de su hogar. Tenía un sentido de responsabilidad familiar muy elevado –incluyendo el ser el sustento del hogar- que lo obligó a emigrar de un lugar a otro, buscando un dorado que nunca llegaba. Cerca de veinte “mudanzas”, algunas de las cuales ni recuerdo, son testimonio de este constante peregrinaje. Ver: http://red-formando.blogspot.com/2016/07/a-papa.html

Tierra Adentro / Paternidad responsable
La paternidad ir-responsable
Reconocimiento y manutención son necesarios, pero insuficientes
Milton Tejada C.

Uno de cada tres niños (32%) de los hijos de madres solteras menores de 20 años, es decir, generalmente adolescentes, no son reconocidos por sus padres o presuntos padres. Origen de una sociedad de “huérfanos” paternos, indicador de la irresponsabilidad de muchos hombres en primer lugar con su propia sangre y, en segundo lugar, con todos nosotros.

Y este segmento de madres solteras no abarca la totalidad del universo de madres solteras en República Dominicana.

Un papel integral
Es un buen lema: “padres saludables, hijos saludables, sociedad saludable”. Esta es una visión de meta, de conjunto, no una relación automática y determinante para cada caso específico. Cuando se dice “saludable” no se refiere a la condición somática (la cual es importante), sino sobre todo a la condición emocional del ejercicio de la paternidad responsable.

La Revista “Ginecología y Obstetricia” (Universidad Nacional Mayor de San Marcos, Volumen 41 No. 1, Enero 1995) indica que “paternidad responsable” implica no sólo procurar “brindar adecuada vivienda, alimentación, educación, salud y vestimenta a sus hijos, sino, además, la responsabilidad de brindarles amor, amistad, tiempo y protección”. Esto implica ir más allá del reconocimiento y la manutención económica e incluir la responsabilidad por la salud sicológica, social y espiritual de los hijos.


O, dicho como síntesis: la paternidad incluye vínculos afectivos, educación, cuido, esparcimiento en la vida cotidiana de niños y niñas… Ver: http://red-formando.blogspot.com/2015/09/tierra-adentro-paternidad-responsable.html

sábado, julio 30, 2016

A papá

Mañana es un gran día

Mañana es un gran día. Yo lo recuerdo dando su sabiduría durante todo el año, desde sus 24 años cuando lo conocí, hasta sus 59 años cuando murió dejando un vacío que no entendí durante muchos años y que entregué mucho tiempo después, llorando ante su tumba. Se trató de mi padre.

La semilla de ese sistema que me ha servido de sustento y que ha marcado de modo imborrable lo que soy, es decir, la familia, se plantó un 21 de septiembre de 1958, cuando mi padre, Cesáreo Apolinar Tejada Rodríguez, y mi madre, María del Carmen Cruz, decidieron casarse.

Papá tuvo el coraje y la valentía de enfrentar múltiples dificultades provenientes de su hogar. Tenía un sentido de responsabilidad familiar muy elevado –incluyendo el ser el sustento del hogar- que lo obligó a emigrar de un lugar a otro, buscando un dorado que nunca llegaba. Cerca de veinte “mudanzas”, algunas de las cuales ni recuerdo, son testimonio de este constante peregrinaje.

Sin embargo, papá tenía un territorio firme que le servía de referencia constante: el bienestar de sus hijos y su esposa y un pan del que disfrutó poco durante su juventud: la educación escolar.

“Lo recuerdo como un tipo honesto, tenía un gran sentido de amor a la justicia y a lo justo, muy por encima de lo legal. Era muy trabajador, quizás un poco desorganizado, pero era muy trabajador, como lo es ahora Ruth, Milton, Víctor… Lo que es la familia de Apolinar se debe al amor al trabajo al que se dedicó y que no tuvo fronteras”, explicó el tío Pucho en una entrevista que le realizamos en el 2007. “Ustedes son hijos del esfuerzo de Apolinar y Carmen. Él sin Carmen no existía y viceversa”, añadió tío Pucho.

La tía Fanny, una de sus hermanas que todavía vive, expresa que “Apolinar era de un carácter especial, extraordinario. Cuando su mamá  lo necesitaba, ahí estaba él y estuvo hasta el último momento”.

La parte jocosa de papá era ser muy expresivo en el amor a su esposa. En una ocasión recuerdo que, caminando junto a él hacia la Iglesia, mamá se fue delante, tendría ella unos 40 años y estaba en la flor de su juventud. Un hombre que le pasa por el lado le dice dos o tres “piropos” y mi padre, con orgullo, sólo comentó: “viste que buena elección hice, tu madre le gusta a cualquiera”.

¿Qué puedo testimoniar en mi vida de ese señor que conocí el 26 de Junio de 1959 y que fue durante tantos años mi padre? Su amor al trabajo, una escala de valores verticalmente vividos, un amor profundo por la justicia, una forma de vivir su fe cristiana en donde su Dios era más bien el Dios de la Biblia y no el de las tradiciones y esa rara mezcla de ternura y disciplina