Les comparto lo que escribí en una
clase de Diplomado en Consejería en que participé en el IMAFA, impartida esta
sesión por la profesora Eva Nieves. Cualquier imprecisión es mi responsabilidad, no de la profesora. Editado, claro está, a partir de mi interés
propio.
¿Cómo se elige la pareja? En Psicología suele
afirmarse que cada uno elige su pareja con lo que inconscientemente necesita. Es
como si eligiéramos para llenar unas necesidades. Hacemos un contrato, tenemos
una expectativa de cosas que queremos del otro. Esto es partir desde lo
individual.
En nuestro décimo aniversario de bodas. Un regalo precioso
de Dios a mi vida, un arroyo cristalino a las aguas
de este Mar Muerto.
|
Muchas
veces no se trata de la búsqueda de un Pacto, sino de un contrato para
satisfacción individual. Uno piensa: “Lo
que quiero cuando me case es…” Y tiene en su cabeza una serie de requisitos
de lo que espera que él o ella hagan, una “lista”. Son expectativas
individuales, procurando que se cumplan en el matrimonio. Cuando esas
expectativas no se cumplen, viene la desesperanza: “Me engañé o me engañó”, “me casé con la mujer equivocada”, o “con el
hombre equivocado”. Este “contrato matrimonial” dura mientras las
expectativas son satisfechas, completa o mínimamente.
En
un Pacto, en cambio, cada uno cumple con lo que corresponde, con su compromiso,
con carácter de permanente. Partiendo de mí, se orienta al otro.
A
veces también el Pacto se rompe, no se cumple, por la dureza del corazón del
ser humano.
La diferencia entre un pacto
y un contrato:
el contrato termina cuando cualquier de la parte lo decida. El pacto tiene carácter
de permanencia. Lamentablemente, hoy día el matrimonio tiene carácter de
contrato (no es la visión de Dios). Contrato que, en ocasiones, tiene
condicionantes preestablecidas, incluso escritas (como, por ejemplo, separación
de bienes, derechos a determinadas acciones, etc.).
Atención:
Una de las “causales” del divorcio es la incompatibilidad de caracteres. Sin
embargo, desde el punto de vista bíblico, el hombre y la mujer son
complementarios (no necesariamente compatibles).
Para
los que viven bajo este Pacto, las Escrituras son claras: solo en caso de
adulterio podría haber divorcio.
Lo que nos enseña Génesis
2:24
La
Biblia nos dice, en Génesis 2:24:
“Por tanto, dejará el hombre
a su padre y a su madre, y se unirá a su mujer, y serán una sola carne”.
Un
Pacto matrimonial, a partir de este texto bíblico, implica:
- Dejar a papá y mamá, emocional y físicamente. Quienes se casan y siguen viviendo con los padres, tienen dificultades. Quienes se casan y anteponen el ser hijo al ser pareja, tienen dificultades.
- La pareja debe darse el primer lugar. Él es el Rey y ella es la Reyna. Se tratan el uno al otro con todo lo mejor que la otra persona espera y con todo lo mejor que puedo dar. Es un pensar no en lo que quiero, sino en lo que mi pareja necesita.
- Implica que no se atan a los hijos, que hay límites con relación a los hijos. Los niños tienen que dormir en su propia cama, aunque sea en la misma habitación. Si tienen más de seis meses, es necesario pasarlo a habitaciones diferentes. Se les enseñan reglas de intimidad, de respeto de espacios. Se establecen fronteras, límites, con los hijos. Eso de que un niño siempre ha de dormirse o duerme en la cama de los padres, no es saludable.
- La pareja requiere momentos exclusivos. Espacios con su pareja, no con los hijos. En esa dirección va Deuteronomio 24:5: “Cuando alguno fuere recién casado, no saldrá a la guerra, ni en ninguna cosa se le ocupará; libre estará en su casa por un año, para alegrar a la mujer que tomó”. Salir en familia no es salir en pareja.
- Matrimonio implica exclusividad sexual. Si estoy contigo, es solo contigo, y tu compromiso es que tú estés solamente conmigo. Si no hay un compromiso, se rompe el disfrute. Hay muchas complicaciones en una no exclusividad: enfermedades, embarazos no deseados, daños en las finanzas, resentimientos y amarguras en el corazón de quien ha sido víctima de esta falta, dolores emocionales en ambos, heridas que tendrían que ser sanadas… La exclusividad sexual es tanto para el hombre como para la mujer. Es un mito pensar que todos los hombres son infieles. Es un mito pensar que es imposible la fidelidad. Hay parejas que viven la exclusividad. Es posible.
- Matrimonio implica un camino de doble vía, un principio de reciprocidad. En un momento yo soy el estímulo y tú la respuesta, y viceversa.
- Un matrimonio saludable requiere de una comunicación positiva. El éxito de un matrimonio requiere de una buena comunicación. Facilita la crianza de los hijos, el manejo de las finanzas, el disfrute sexual. Facilita la sanidad interior porque hay la oportunidad de sanar las heridas, de pedir perdón por el daño causado. La comunicación es clave. Quejarse no es comunicarse. Deben evitarse las quejas. Se comunica de manera positiva cuando expresa directa, clara y de modo asertivo lo que desea o quiere, con la esperanza de que pueda ser resuelto.
- La economía doméstica se debe manejar como un único presupuesto, a menos que no haya alguna condición que lo impidan. Formas: lo ideal es una sola cartera.
- Tener una misma fe facilita todo lo demás. Finanzas, fidelidad, enseñanza de los hijos. El hombre es el líder espiritual de su hogar y deberá dar cuenta de este rol a Dios. También aquí incluimos el NO al yugo desigual cuando la relación se trata de un noviazgo. Es sano que un matrimonio viva bajo la guía de Dios y el Espíritu Santo.
- Carácter de permanencia. Es para toda la vida. No se trata de un horizonte limitado de tiempo en esta tierra. No se trata de un tiempo condicionado.
El
matrimonio cristiano es un Pacto, no un contrato.