lunes, diciembre 12, 2005

Una nación sin rumbo

La planificación no opera en el caos

¿Conocemos cuántos somos? ¿Qué es bueno para los dominicanos? ¿Qué es bueno para República Dominicana? ¿Cuántos haitianos hay en el país? ¿Qué queremos que sea nuestra educación en el 2015? ¿Qué sueños tienen nuestros jóvenes? ¿Por qué se suicidan tratando de ver el fondo de una botella de tequila? Somos una nación sin rumbo. El mar está embravecido y cambiamos de capitanes, pero ninguno de ellos se detiene a elaborar los mapas que nos lleven a puerto seguro.
Y no pueden.
No pueden porque carecemos de información y cuando lo han intentado, tal es el caso de nuestros censos nacionales, llegan tarde sus resultados. Información inútil.
Nos encontramos como “Alicia en el país de las maravillas”:
“Alicia: Cómo puedo salir de aquí?
El gato: Hacia dónde quieres ir?
Alicia: A cualquier parte!
El gato: Escoge cualquier camino!”.
Y esta es una forma de religión que profesamos. Escogemos cualquier camino. Elegimos para que nos ayuden a salir de una crisis. Y nos tranquilizamos momentáneamente, pero el mar sigue batiendo nuestro barco y nos amenaza con zozobrar.
No sabemos dónde estamos y por eso nos es difícil precisar hacia dónde vamos. Cualquier camino parece bueno.
El barco se deteriora. Suben seis pasajeros en un carro de cuatro. Contaminan. Compran neumáticos viejos en Taiwán o en Japón. No respetan las reglas de juego del tránsito. Gastan muchísimos dólares y no puede hacerse nada.
El barco se deteriora. Se sabe cuándo empiezan las obras, pero no se precisa cuándo terminarán y, por lo tanto, tampoco es fácil precisar cuál será su costo final.
El barco se deteriora. La modernidad nos empuja a un metro que promete resolver los problemas del tránsito capitalino, pero las necesidades de decenas de escuelas no están satisfechas; nuestras ciudades carecen de auténticos rellenos sanitarios; el sistema de salud pública se preocupa más de las crisis hospitalarias que de generar auténticos caminos de bienestar.
El barco se deteriora. La superficie de áreas protegidas se reduce y el capital sobrante irá a manos de particulares. Los recursos naturales son una riqueza apetecida por grupos que no anhelan el bienestar común y mucho menos piensan en un desarrollo con características de sostenible.
Somos una sociedad sin planificación, porque la planificación no opera en el caos.
Sin embargo, también somos una sociedad que se resiste a enterar sus sueños y que, por lo tanto, puede ponerse de pie, levantarse y andar.

tejadamilton@yahoo.com

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Y lo peor de todo, querido amigo... sólo nos quedan estos espacios para desahogarnos. Sordos, los capitanes, a cualquier llamada de auxilio, ciega su tripulación a cualquier señal de hastío... Sólo nos queda... ¿hasta cuándo?

Anónimo dijo...

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