martes, noviembre 15, 2022

Vida Conyugal / El hijo pródigo y el matrimonio

Matrimonio /2: Senda del amor que perdona

Ante los conflictos, los malentendidos, tenemos dos posibilidades: o dejamos el circuito abierto o lo cerramos. La parábola del Hijo Pródigo es una ilustración de esto.


Establecimos un primer punto: en todo matrimonio hay una cuota de malentendidos. No nos enseñaron a resolver conflictos, y el conflicto no resuelto conduce al divorcio emocional y, en muchas ocasiones, al divorcio legal. Gary y Bárbara Rosberg, nos explican que hay un Plan, el de Dios, que da resultados para sanar las heridas de tu matrimonio. Dependerá de las decisiones que adoptemos el que nuestros matrimonios vayan en una dirección (su destrucción) o en otra, su fortalecimiento.

Hoy todavía no entramos en las pautas para sanar. Antes debemos comprender bien el proceso que se da cuando hay un conflicto. Es el mismo proceso que el de la Parábola del Hijo Pródigo. Avancemos en entender la dinámica de los conflictos en el matrimonio.

La ofensa, el malentendido, abre un proceso, un circuito. El conflicto conyugal comienza con una ofensa de algún tipo: estas herido y luego enojado. Es posible que tu cónyuge ni siquiera sepa que algo está mal. Muchos cónyuges ofendidos responden de manera que solo empeoran las cosas. El circuito o proceso queda abierto cuando:

  • Te empeña en devolver el golpe. “Él me la hizo, él me la paga…”.
  • Cuando entierras tu enojo y deja que fermente. Tu pareja ni se entera.
  • Cuando sencillamente te rindes y deja que tu cónyuge se salga con la suya. Te cansas, e incluso te alejas.

Muchas parejas viven con decenas de circuitos abiertos en sus matrimonios. Yo (MT) les llamo expedientes y recomiendo que no hagamos expedientes. Los conflictos sin resolver y las heridas sin sanar se apilan sobre cada uno de ellos. El enojo latente crece hasta transformarse en amargura, resentimiento y aun odio. El esposo y la esposa se alejan entre sí y se acercan al divorcio emocional.

La Parábola del Hijo Pródigo: un mensaje que ilustra cómo sanar

¿Saben por qué me considero un consejero cristiano? Para mí, Milton Tejada, es muy simple: porque ponemos la Palabra de Dios en el centro de las dinámicas de crecimiento y sanidad. En este caso, estos autores hacen lo mismo.

La historia del hijo pródigo es un ejemplo de cómo abrir y cerrar el circuito: conflicto, herida, solución, sanidad, de modo de restaurar nuestras relaciones deshechas.

La ofensa más grande que podía un hijo cometer, era pedir su herencia con anticipación. El padre satisfizo la demanda del joven pagando su herencia. Pasado el tiempo, la realidad se hizo patente: Estaba en quiebra y lejos de su hogar...el joven comenzó a pasar hambre. Dios tenía que hacer algo en el corazón del muchacho antes de que pudiera volver a su hogar. El padre mantenía los ojos en el camino con la esperanza de que su hijo volviera algún día. 

El joven se dio cuenta de que había cometido un gran error, estaba parado en una bifurcación. Se trata de tomar decisiones ¿Dejaría abierto el circuito para siempre, justificando su conducta, culpando a otros, revolcándose en la autocompasión y en la culpa implacable o elegiría cerrar el circuito y restaurar la relación con su padre?

Reflexionó. Sabía que tenía que humillarse a sí mismo y confesar su pecado para hacer las cosas bien. El orgullo había sido reemplazado por un corazón quebrantado, el hijo prodigo deseaba restaurar una relación deshecha.

El padre de la historia estaba más ansioso por cerrar el circuito que su hijo descarriado. El padre no permaneció parado en la entrada de la casa esperándolo. Se levantó y corrió para salirle al encuentro.  El padre le garantizó el perdón completo y restauró su compañerismo.

Este final feliz ilustra la manera cómo es el corazón de Dios para sanar las heridas e inspira el amor que perdona en su matrimonio. Los esposos y las esposas están más unidos que los padres y los hijos.

El dolor del circuito abierto es aún más grande en el matrimonio y el gozo y la paz de la sanidad son aún más dulces. Puedes revivir la escena final de esta parábola una y otra vez a través de tu propia experiencia a medida que aprendas a cerrar el circuito del conflicto y la herida.

Las ofensas conyugales son inevitables y a veces atacan por sorpresa. El adulterio, por ejemplo, es una ofensa conyugal de primer grado. Pero hay un sinnúmero de maneras con las que agraviamos a nuestro cónyuge que son de menor gravedad.

La bifurcación en el camino

Al igual que el muchacho de la parábola, los esposos y las esposas en muchos casos tenemos dificultad para tomar la decisión de sanar nuestras heridas. A veces no lo hacemos hasta que hemos tocado fondo. Estamos en una encrucijada ante la cual debemos tomar una decisión. Podemos elegir hacer lo que se necesita para cerrar el circuito mediante el amor que perdona o podemos no hacer nada y sufrir las dolorosas consecuencias. Es lo que se llama la “bifurcación en el camino”.

“Hacer lo que se necesita” significa poner en práctica el amor que perdona en tu matrimonio. Dios te dará el poder para esa tarea por medio de su Espíritu y pondrá en marcha el proceso de sanidad. Si quieres “hacer lo que se necesita”, lo primero es que prepares tu corazón, disipes el enojo y puedas comunicarle tus preocupaciones a tu pareja. Luego, es necesario enfrentar los conflictos, perdonar a tu cónyuge y reconstruir la confianza como esposo y esposa.

Puedes sanar las lesiones emocionales, antes de que la gangrena de la distancia y la desunión envenenen tu matrimonio. El Plan de Dios se fundamenta en el amor que perdona. Cuando este se vuelve una expresión cotidiana en sus vidas, damos pasos a un matrimonio a prueba de divorcio. Es un proceso (un circuito lo llaman estos autores), que tiene algunos puntos clave que nos ayudan a visualizar dónde nos encontramos en una crisis conyugal, a determinar cómo llegamos allí y a experimentar los principios bíblicos del amor que perdona.

Más adelante los autores nos enseñan los pasos para cerrar el circuito. Sin embargo, es necesario que aprendamos a comprender el origen de los conflictos que experimentas en el hogar te equipará mejor para ocuparte de ellos.  Sobre el origen de nuestros conflictos conyugales, escribiremos en la próxima entrega.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Excelente reflexión y la verdad yo hacia eso, luego de leer todo haré los cambios de lugar.Bediciones