jueves, febrero 22, 2007

Desde mi fe / La oración, los esquemas religiosos y el ES

“La oración debería ser la llave del día

y el cerrojo de la noche”

Thomas Fuller (1610-1661)

22 de Febrero, 2007


La oración, los esquemas religiosos y el Espíritu Santo

¿Por qué nos es, en múltiples ocasiones, tan difícil orar? Nos definen la oración como “comunicación con Dios”. Sin embargo, vamos armados de esquemas religiosos, de barreras, de modos aprendidos, incapaces de desnudarnos ante el dador de la vida.

Comparto con ustedes algunas ideas que oí al Hermano Sanfor.

Me dijo que al ir a orar se dormía.

Que todos los problemas le venían a la cabeza.

Que hacía un listado de sus necesidades y el momento que se suponía de oración, de placer al estar con Dios, se convertía en aburrido.

No le enseñaron –a mi tampoco- a estar de rodillas y en silencio. A la escucha.

Somos bulliciosos en nuestras almas –y ser bulliciosos es una forma que tiene nuestro Enemigo de mantenernos distraídos, lejos del escuchar a Dios. O, más bien, concentrados en las “añadiduras”

Y es que, nos decía Sanfor, vamos a la oración de un modo “carnal”: en búsqueda de suplir nuestras necesidades. Nos dice la palabra: “busquen el Reino de Dios y su justicia y lo demás le vendrá por añadidura”, pero muchos de nosotros en los momentos de oración nos centramos en las “añadiduras”.

Pero yo puedo cambiar esa situación, puedo tomar una decisión y colocarme en las manos del Espíritu Santo: no me voy a dormir más, a aburrir más, voy a comenzar a disfrutar la presencia del Señor.

“Pero, además, precisamente el Espíritu viene en auxilio de nuestra debilidad: nosotros no sabemos a ciencia cierta lo que debemos pedir, pero el Espíritu en persona intercede por nosotros con gemidos sin palabras”…Este es el camino para romper los esquemas “religiosos”, “carnales” en nuestro modo de orar… asumir el silencio y en el silencio, el Espíritu Santo intercede por nosotros. Sin el Espíritu Santo la oración se convierte en algo monótono, aburrido, triste.

¿Por qué nuestra oración –se preguntaba el Hermano Sanfor- tiene que ser en el Espíritu Santo?

Una respuesta la encontramos en 1 Cor 2,10-13.

“Porque el Espíritu lo penetra todo, incluso lo profundo de Dios. A ver ¿quién conoce a fondo la manera de ser hombre si no es el espíritu del hombre que está dentro de él? Pues lo mismo: la manera de ser de Dios nadie la conoce si no es el Espíritu de Dios. Y nosotros no hemos recibido el espíritu del mundo, sino el Espíritu de Dios; así conocemos a fondo los dones que Dios nos ha hecho”… Me pregunto… qué espíritu mora en mí, el que viene de Dios o el que viene del mundo?

Si es el Espíritu Santo, el que viene de Dios, oramos conforme a la voluntad de Dios, no a la nuestra. Permitimos que el Espíritu nos guíe a lo que es mejor. Cuando crees el Espíritu te sella.

Y creer es sinónimo de obediencia.

El Espíritu Santo es dado por Dios a los que le obedecen (Hech 5,32). En la obediencia, por lo tanto, está la bendición. Me guste o no me guste. Fe, confianza, implica obediencia.

El Espíritu Santo es mi amigo

Sanfor me dijo que el Espíritu Santo es mi amigo, es Dios que vino a convivir contigo para enseñarte las maravillas de Dios. Llamados a obedecer, pero muchas veces queremos que sea el Espíritu Santo quien nos obedezca a nosotros: sana a este enfermo; bendíceme con este o aquel bien o solucionando esta situación… Y no me pregunto ¿cuál es tu voluntad, Señor?

Cuando oras no puedes hablar como un papagayo. Debes dejarte guiar. Y si tiene intimidad con El, con el Espíritu Santo, no dudas de lo que El te dice.

Para tener esta amistad, tienes que soltar. Si no te rindes, si opones resistencia, nunca podrás tener intimidad con el Espíritu Santo. Si queremos el control, nos irá mal. Nuestra vida tiene picadas, dificultades y queremos tomar las riendas, pero tenemos que soltar y dejar que sea el Espíritu Santo que nos guíe, como personas, como Iglesia.

Que sea el Espíritu Santo el que controle tu vida de oración.

Si quieres que tu vida de oración cambie, rompe con los esquemas religiosos, carnales y suéltale el timón al Espíritu Santo.

No hay comentarios: