jueves, junio 07, 2007

Tierra Adentro / De los biocombustibles a la "agflación"


(Con motivo de Día Mundial del Medio Ambiente).


Milton Tejada C. /Comunicador


  1. Una pregunta sin respuesta

En el Día Mundial del Medio Ambiente tuvimos el honor de presentar la conferencia dictada por el Ministro de Medio Ambiente y Recursos Naturales de República Dominicana, Dr. Max Puig. Planteamos, como contexto a su intervención, varias problemáticas, entre ellas la de los biocombustibles.

Señalamos la necesidad de preguntarnos sobre la validez ética del modelo económico y social en que existimos y que se fundamenta en el hiperconsumo que nos lleva a un proceso en que se hace de la agricultura un insumo para el funcionamiento de la energía industrial y la sustitución de los combustibles de uso en la vida diaria.

Y nos preguntamos en esa intervención sobre cuáles serían las consecuencias que tendrá para la alimentación en República Dominicana la siembra de grandes extensiones de tierra con cultivos destinados a la bioenergía –independientemente de que sea o no monocultivo.

El incremento de grandes extensiones de tierras dedicadas a cultivos para producir biocombustibles está ligado a la inflación de los productos agropecuarios y agroindustrialles, que algunos llaman “agflación”.

Aunque algunas de las interrogantes que planteamos fueron respondidas por el Ministro, Don Max no dio respuesta a esta interrogante.

En esa dirección, el periódico Hoy (7 de Junio, 2007) publica un artículo titulado “La “agflación” alimenta un nuevo problema mundial”. El término “agflación” es una combinación de “agricultura” e “inflación” y es aplicado por Hill Jamieson (en Business.Scotsman.com, de donde es tomado el artículo) a los altos, persistentes y continuos aumentos en los precios de los alimentos en todo el mundo.

“Algunos están advirtiendo que los precios de los alimentos pudieran duplicarse en los próximos cinco o diez años”, señala Jamieson. Para muestra, algunas estadísticas aportada por este autor: entre marzo de 2005 y marzo de 2007, el precio del trigo de Estados Unidos subió 34%, el maíz, 47.4%, la cebada 59.4% y el ganado en 41%.

El mismo Jamieson –y aquí nosotros- queremos relacionar el tema con otra problemática: los biocombustibles.

El Fondo Monetario Internacional señala que el auge de los biocombustibles está haciendo que los precios del maíz y la soya se muevan a la par que los precios del petróleo crudo. De paso, esta tendencia atrapa –señala Jamieson- a quienes usan del maíz en la cadena alimentaria: aceites comestibles, carne, productos lácteos, pollo y –añadimos nosotros- la producción porcina.

2. El etanol… una cuestión ética

El Gobierno dominicano y determinados sectores económicos se encuentran de lleno en la búsqueda de hacer factible la producción de etanol en el país. El mismo periódico Hoy publica una reseña bajo el título “Acuerdan invertir en etanol” e indica que inversionistas dominicanos y brasileños acordaron invertir en un ingenio para la producción de etanol. No es la primera noticia. Ya la prensa ha reseñado diversas iniciativas.

Y en esa misma dirección va la información de prensa en que se informa que Leonel Fernández y Lula Da Silva tratarán sobre el etanol bajo la promesa de que esto permitiría sustituir los derivados del petróleo en la generación eléctrica, el transporte y usos domésticos e industriales.

Entendemos, como ya planteamos en un artículo anterior, los motivos de esta esperanza en una puerta que bien podría ser un callejón sin salida: el cansancio de la dependencia de las importaciones petroleras; las presiones del sector agropecuario dada su carencia de competitividad en una economía global; grandes déficits o riesgos en sus balanzas de comercio (como reconociera recientemente el ingeniero Temistoclés Montás); presiones de la población urbana que ve como el precio de los combustibles incide en la inflación y su estilo de vida…

Sin embargo, se trata de una cuestión ética que necesitamos tomar en cuenta. Dicho de modo global: “Decidir si inyectar nuestra comida en los tanques de combustible de 800 millones de automóviles o hacerla más accesible para los famélicos estómagos de prácticamente 2,000 millones de seres humanos no es una cuestión menor. No es una cuestión económica. Tampoco lo es tecnológica. Es sencillamente una cuestión ética, que tanto la sociedad global, como especialmente los gobiernos no están analizando con la tranquilidad, seriedad y ecuanimidad que el caso requiere”(Walter A. Pengue y Jorge H. Morello, Argentina).

3. Algunos elementos de análisis a tomar en cuenta

a. El desarrollo de este camino lleva, según muchos expertos, al monocultivo y sus riesgos

Aunque es fundamentalmente una cuestión ética, el punto de vista técnico no puede dejar de ser tomado en cuenta. Ya en Paraguay el monocultivo de la soja para forraje ha significado la desaparición casi total del bosque Atlántico. La nueva meta “energética” probablemente signifique una expansión exponencial de monocultivos en gran escala a cuenta de la tala de los remanentes del bosque. Un conjunto de organizaciones de esa nación advierte, además, que la nueva industria “no implica ningún progreso para la población, repite el esquema de los silos de soja transgénica, son industrias sin trabajadores que se alimentan de un agro sin agricultores”. (Cfr. http://www.ecoportal.net/content/view/full/68843).

Paraguay, según esta misma rseña, se ha puesto como meta el exportar agrocombustibles a corto plazo. Los planes son exportar al menos 50 millones de dólares en el término de cuatro años, y simultáneamente dejar de importar por lo menos 150 millones de dólares de carburantes fósiles en el mismo período – En República Dominicana los planes, si son tales, son difusos.

b. Giro de organismos internacionales

Los organismos internacionales también parecen presionados. La Organización de las Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación –FAO- se reunió del 25 al 28 de abril en Roma y analizó el tema. La FAO, que tiene el mandato de “asegurar una buena nutrición para todos”, tiene dificultades para explicar cómo los cultivos para obtener biocombustibles contribuirán con este objetivo.

Alexander Müller, responsable del Departamento de Agricultura y Protección del Consumidor de la FAO, en declaración para la prensa (http://www.fao.org/newsroom/es/news/2007/1000540/index.html) comentó que “a la vez que existe una preocupación legítima entre algunos grupos de que la bioenergía puede dañar a la seguridad alimentaria y el medio ambiente, puede ser también una herramienta importante para mejorar el bienestar de la población rural, siempre que los gobiernos tengan en cuenta esos aspectos”. La FAO, por lo tanto, ahora abre las puertas o apoya los cultivos para “alimentar automóviles”, siendo insuficientes sus esfuerzos para garantizar la alimentación de las personas. Vale la pregunta para la FAO: ¿La comida, para el auto o para el ser humano?

Müller, consciente del peligro, señala que “necesitamos un compromiso internacional para asegurarnos que no se lesiona la seguridad alimentaria y que los recursos naturales se utilizan de forma sostenible”. Sin embargo, debemos preguntarnos: ¿quién impulsará ese compromiso internacional? ¿Los inversionistas –especialmente las multinacionales- que ya perciben ganancias en las nuevas tendencias energéticas? ¿Los gobiernos, enfrentados a problemas y presiones como los que enunciamos al principio?

c. Cada vez menos tierra cultivable

Como señalan Walter A. Pengue y Jorge H. Morello en un análisis publicado en Ecoportal.net (http://www.ecoportal.net/content/view/full/68742), el modelo no toma en consideración “el hecho de que en casos específicos como el argentino, o en una buena parte de los territorios del Brasil, Bolivia y el Paraguay, existe una sostenida demanda por nuevas tierras y se avanza directamente sobre la masa boscosa, aportando con la intensa deforestación, extracción y quemado del material vegetal, una ingente masa de gases, justamente de efecto invernadero”.

La tierra agrícola es cada vez más escasa. A modo de ejemplo, Jamieson señala que China ha perdido una porción de tierra cultivable equivalente al tamaño de Escosia. En República Dominicana el proceso de desertificación avanza, a la par que existen en diferentes zonas serias dificultades con el abastecimiento de agua, lo que hace que la tierra a la que se tiene acceso sea cada día de menor calidad.

“La tierra es limitada y los incrementos en la productividad de los cultivos, aun no absorben ni hacen neutro este proceso”, concluyen Pengue y Morello.

4. Algunas preguntas para el fin de semana…

Al Dr. Max Puig no le planteamos todas las preguntas. La crisis que vivimos, como ya señalamos, tiene que ver con el modelo de hiperconsumo al que está sometida la sociedad moderna. Un modelo social implica la necesidad de preguntarnos por su validez ética. Ante el modelo de sembrar para producir biocombustibles en lugar de alimentos avanza, nos preguntamos:

  • ¿Cómo afectará este modelo la sostenibilidad social en el campo dominicano?
  • ¿Cómo afectará la biodiversidad, tanto la bajo amenaza como la que se encuentra en condiciones satisfactorias? ¿Cómo podrán ser manejados temas como el uso intensivo de agroquímicos, la escasez de agua y la extensión de la desertificación en República Dominicana?
  • ¿Qué del futuro humano ante la voracidad energética que demandan unos patrones de consumo que nos parecen insostenibles?
  • Si el proceso de desertificación avanza, y simultáneamente crece la exclusión social… ¿Será viable

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