lunes, marzo 12, 2012

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La ira
“Airaos, pero no pequéis; no se ponga el sol sobre vuestro enojo, ni deis lugar al diablo” (Ef 4:26-27).

La ira es un estado emocional que varía en intensidad, yendo de la irritación leve a la furia intensa. Está acompañada, como otras emociones, de cambios fisiológicos y biológicos: el ritmo cardiaco y presión arterial aumentan, los niveles de adrenalina crecen.

Esta reacción emocional puede indicar simplemente que estamos vivos y por lo tanto nos revelamos contra injusticias, amenazas o abusos. Lo peligroso es cuando mostramos una “tendencia a la ira fácil” y cuando esta ira es la que motoriza nuestro accionar.

Como nos dice Santiago 1:19-20: “Por esto, mis amados hermanos, todo hombre sea pronto para oír, tardo para hablar, tardo para airarse; porque la ira del hombre no obra la justicia. Es decir, actuar a partir de la ira nos llevará, generalmente, a grandes injusticias.
Hay lo que se llama el “umbral de ira”. Las personas que tienen un umbral de ira muy alto se van cargando, sin dar señales hasta que al final la última gota rebosa la copa y estrangulan hasta el gato de la casa. Y comienzan las preguntas de los vecinos: “¿Qué pasaría, si era una persona tan tranquila?”.  La gente que se enfada fácilmente suele tener lo que los psicólogos llaman una baja tolerancia a la frustración.
La verdad: todo el mundo se enoja.

1. ¿A qué se debe? Puede deberse a acontecimientos externos o internos (dejar que el grupo mencione algunos acontecimientos externos e internos que pueden provocar ira).
Podemos enfadarnos con una persona, un acontecimiento (un tapón en el tráfico, la falta de un reporte de parte de un subalterno, etc.), o puede ser por problemas o situaciones personales.


2. ¿Cómo sabes si estas enojado? (esperar algunas respuestas del grupo). Tu cuerpo normalmente te lo dice. Respiras más rápido. La cara se pone colorada. Los músculos tensos y a veces cierras los puños. Sientes ganas de golpear o romper algo. Puede que grites a quienes te rodean e incluso a las personas que amas o te caen bien. Si ocultas la ira, puede dolerte la cabeza, sentirte mal contigo mismo o hasta empezar a llorar.

3. ¿Qué hacer?  
Solemos actuar de dos maneras ante la ira: la expresamos o la suprimimos.
Si suprimes la ira (no la expresa, la dejas en tu interior, “autocontrol”), el peligro es que puede volverse contra ti mismo. Puede dar lugar a actitudes como la venganza indirecta, sin decir claramente el motivo; a una actitud hostil y cínica permanente. Nos lleva a ser personas que estamos constantemente rebajando a otras, criticando todo y haciendo comentarios cínicos, porque no hemos aprendido a expresar nuestro enfado.
Una segunda forma es expresar el enfado. Hay dos modos de expresarlo.
El primero, dejarse llevar por la ira y dejarla salir libremente, lo cual desencadena más ira y agresión y no sirve de ninguna ayuda para resolver la situación. La biblia nos dice: “El de grande ira llevará la pena; y si usa de violencias, añadirá nuevos males” (Prov 19:19). También nos indica: “Cruel es la ira, e impetuoso el furor” (Prov 27:4).
El segundo modo, expresarla de un modo no agresivo es la manera más sana. No pierdas el control. Desquitarse con los demás no resuelve nada. Reconoce que estás enojado y trata de saber por qué. La Palabra nos dice que el hombre sabio aparta la ira (Prov 29:8).
Para apartar la ira, es bueno hablar de tu ira con un amigo, con tu esposa, con un líder espiritual, puesto que cuando hablas de la ira tus sentimientos negativos comienzan a desaparecer. Es necesario que puedas expresar cuáles son tus necesidades sin dañar a otros.
Algunos tips:
  • ·         Habla con alguien de confianza;
  • ·         Cuenta hasta diez;
  • ·         Camina, tan rápido como puedas;
  • ·         Pide abrazos;
  • ·         Zapatea, golpea una almohada –no le duele-;
  • ·         Canta una canción de tu agrado, que te sosiegue;
  • ·         Ponte a hacer trabajo físico;

No es bueno esconder la ira, así que debes encontrar la manera de liberarla sin herir a nadie (ni a ti mismo). ¡No dejes que la ira te controle, toma las riendas!

II. La ira de otros

¿Cómo puedo saber si otra persona está enojada? Puede que esa persona te deje de hablar o se aleje de ti. Es parlanchina y de pronto guarda silencio. Algunas personas gritan y tratan de golpear o herir a cualquiera. Consejo: aléjate de esa persona inmediatamente. Luego, trata de pensar qué le enojó tanto y si puedes hacer algo para arreglar la situación. Cuando la otra persona se haya calmado, trata de hablar del problema. Escucha lo que tenga que decirte.
La biblia nos dice, en Prov 15:1: “La blanda respuesta quita la ira; más la palabra áspera hace subir el furor”.

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