“Airaos, pero no pequéis; no se ponga el sol sobre
vuestro enojo, ni deis lugar al diablo” (Ef 4:26-27).
La ira es un estado emocional que varía en intensidad,
yendo de la irritación leve a la furia intensa. Está acompañada, como otras
emociones, de cambios fisiológicos y biológicos: el ritmo cardiaco y presión
arterial aumentan, los niveles de adrenalina crecen.
Esta reacción
emocional puede indicar simplemente que estamos vivos y por lo tanto nos
revelamos contra injusticias, amenazas o abusos. Lo peligroso es cuando
mostramos una “tendencia a la ira fácil” y cuando esta ira es la que motoriza
nuestro accionar.
Como nos dice
Santiago 1:19-20: “Por esto, mis amados
hermanos, todo hombre sea pronto para oír, tardo para hablar, tardo para airarse; porque la ira del hombre no obra la justicia”.
Es decir, actuar a partir de la ira nos llevará, generalmente, a grandes
injusticias.
Hay lo que se
llama el “umbral de ira”. Las personas que tienen un umbral de ira muy alto se
van cargando, sin dar señales hasta que al final la última gota rebosa la copa
y estrangulan hasta el gato de la casa. Y comienzan las preguntas de los
vecinos: “¿Qué pasaría, si era una persona tan tranquila?”. La gente que se enfada fácilmente suele tener
lo que los psicólogos llaman una baja tolerancia a la frustración.
La verdad: todo el mundo se enoja.
1. ¿A qué se debe? Puede deberse a
acontecimientos externos o internos (dejar que el grupo mencione algunos
acontecimientos externos e internos que pueden provocar ira).
Podemos enfadarnos
con una persona, un acontecimiento (un tapón en el tráfico, la falta de un
reporte de parte de un subalterno, etc.), o puede ser por problemas o
situaciones personales.
2. ¿Cómo sabes si estas enojado? (esperar
algunas respuestas del grupo). Tu cuerpo normalmente te lo dice. Respiras más
rápido. La cara se pone colorada. Los músculos tensos y a veces cierras los
puños. Sientes ganas de golpear o romper algo. Puede que grites a quienes te
rodean e incluso a las personas que amas o te caen bien. Si ocultas la ira,
puede dolerte la cabeza, sentirte mal contigo mismo o hasta empezar a llorar.
3. ¿Qué hacer?
Solemos actuar
de dos maneras ante la ira: la
expresamos o la suprimimos.
Si suprimes la ira (no la expresa, la
dejas en tu interior, “autocontrol”), el peligro es que puede volverse contra
ti mismo. Puede dar lugar a actitudes como la venganza indirecta, sin decir
claramente el motivo; a una actitud hostil y cínica permanente. Nos lleva a ser
personas que estamos constantemente rebajando a otras, criticando todo y
haciendo comentarios cínicos, porque no hemos aprendido a expresar nuestro
enfado.
Una segunda
forma es expresar el enfado. Hay dos
modos de expresarlo.
El primero, dejarse llevar por la ira y dejarla salir
libremente, lo cual desencadena más ira y agresión y no sirve de ninguna
ayuda para resolver la situación. La biblia nos dice: “El de grande ira llevará la pena; y si usa de violencias, añadirá
nuevos males” (Prov 19:19). También nos indica: “Cruel es la ira, e impetuoso el furor” (Prov 27:4).
El segundo
modo, expresarla de un modo no agresivo
es la manera más sana. No pierdas el control. Desquitarse con los demás no
resuelve nada. Reconoce que estás enojado y trata de saber por qué. La Palabra
nos dice que el hombre sabio aparta la
ira (Prov 29:8).
Para apartar
la ira, es bueno hablar de tu ira
con un amigo, con tu esposa, con un líder espiritual, puesto que cuando hablas
de la ira tus sentimientos negativos comienzan a desaparecer. Es necesario que
puedas expresar cuáles son tus necesidades sin dañar a otros.
Algunos tips:
- · Habla con alguien de confianza;
- · Cuenta hasta diez;
- · Camina, tan rápido como puedas;
- · Pide abrazos;
- · Zapatea, golpea una almohada –no le duele-;
- · Canta una canción de tu agrado, que te sosiegue;
- · Ponte a hacer trabajo físico;
No es bueno esconder la ira, así que debes encontrar
la manera de liberarla sin herir a nadie (ni a ti mismo). ¡No dejes que la ira
te controle, toma las riendas!
II. La ira de otros
¿Cómo puedo saber si otra persona está enojada? Puede que esa
persona te deje de hablar o se aleje de ti. Es parlanchina y de pronto guarda
silencio. Algunas personas gritan y tratan de golpear o herir a cualquiera.
Consejo: aléjate de esa persona inmediatamente. Luego, trata de pensar qué le
enojó tanto y si puedes hacer algo para arreglar la situación. Cuando la otra
persona se haya calmado, trata de hablar del problema. Escucha lo que tenga que
decirte.
La biblia nos
dice, en Prov 15:1: “La blanda respuesta
quita la ira; más la palabra áspera hace subir el furor”.
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