Tomado de la web de la Iglesia Presbiteriana en Levittown.
Es una hermosa reflexión a partir de Mat 20:1-9, en que nos hace ver una doble
vertiente del carácter de Dios: justo y generoso… y es por esa generosidad que
somos salvos. También es un llamado a que seamos generosos, más allá de la
justicia y de los criterios mercantilistas de la sociedad moderna.
LA GENEROSIDAD
NUESTRO
DIOS ES UN DIOS GENEROSO
Mt 20:1-16
Parábola de los obreros de la viña
20 »El
reino de los cielos es semejante a un hombre, padre de familia, que salió por
la mañana a contratar obreros para su viña. 2 Y
habiendo convenido con los obreros en un denario al día, los envió a su
viña. 3 Saliendo cerca de la hora tercera del día,
vio a otros que estaban en la plaza desocupados 4 y
les dijo: “Id también vosotros a mi viña, y os daré lo que sea justo.” Y ellos
fueron. 5 Salió otra vez cerca de las horas sexta y
novena, e hizo lo mismo. 6 Y saliendo cerca de la
hora undécima, halló a otros que estaban desocupados y les dijo: “¿Por qué
estáis aquí todo el día desocupados?” 7 Le dijeron:
“Porque nadie nos ha contratado.” Él les dijo: “Id también vosotros a la viña,
y recibiréis lo que sea justo.”
8 »Cuando
llegó la noche, el señor de la viña dijo a su mayordomo: “Llama a los obreros y
págales el jornal, comenzando desde los últimos hasta los primeros.” 9 Llegaron
los que habían ido cerca de la hora undécima y recibieron cada uno un
denario. 10 Al llegar también los primeros,
pensaron que habían de recibir más, pero también ellos recibieron cada uno un
denario. 11 Y al recibirlo, murmuraban contra el
padre de familia, 12 diciendo: “Estos últimos han
trabajado una sola hora y los has tratado igual que a nosotros, que hemos
soportado la carga y el calor del día.” 13 Él,
respondiendo, dijo a uno de ellos: “Amigo, no te hago ninguna injusticia. ¿No
conviniste conmigo en un denario? 14 Toma lo que es
tuyo y vete; pero quiero dar a este último lo mismo que a ti. 15 ¿No
me está permitido hacer lo que quiero con lo mío? ¿O tienes tú envidia, porque
yo soy bueno?” 16 Así, los primeros serán últimos y
los últimos, primeros, porque muchos son llamados, pero pocos escogidos.
El texto de
hoy nos invita a entrar en el secreto de la bondad de Dios, a través de una
parábola que desconcierta, porque quizás, nos hemos acostumbrado a vivir de lo
calculado y planificado.
La parábola de
los trabajadores es un texto desafiante para una sociedad materialista como la
nuestra. Pero también es un texto radical al leerlo en un contexto humano y
social tan marcado por la generalización de las injusticias en todos los
ámbitos y la multiplicación del egoísmo y la insensibilidad de los unos hacia
los otros.
La parábola
contada por Jesús resulta ser una invitación a un tipo de generosidad que
trasciende incluso el cumplimiento de la justicia. Justicia es pagar a cada uno por su trabajo, pagar de más no es
injusticia, es generosidad. Concepto que para muchos puede ser extraño
porque no están acostumbrados a experimentarlo. La generosidad es difícil de
explicar si no es con ejemplos, porque es sobre todo una práctica de vida. Si tú eres diariamente tacaño, difícilmente
puedas pasar la enseñanza a quienes te rodean sobre cuán importante es dar,
compartir, y hacerlo generosamente, es decir pasando el límite esperado.
El comentario
de la Biblia de Jerusalén a Mateo 20
dice que "contratando hasta la tarde a los obreros sin trabajo y dándoles
a todos el jornal completo, el dueño de la viña da pruebas de una bondad que
sobrepasa la justicia, sin lesionarla.... Así es Dios que admite en el Reino a los que han llegado tarde, como los
pecadores y los paganos. Los llamados a la primera hora (los judíos
beneficiarios de la Alianza de Abrahám) no deben escandalizarse por ello".
Ciertamente la
parábola nos permite hacer una mirada introspectiva y confrontarnos sobre el
momento de la vida en que nos encontramos y especialmente el momento de la vida
en que Dios nos encuentra y darnos cuenta que -antes o después, al inicio, al
medio o al final de la vida- Dios siempre nos ha dado lo que no merecemos y eso
no es injusticia, sino generosidad. Nosotros merecíamos y merecemos castigo y
maldición, pero la bondad de Dios y su misericordia hacia nosotros es tan
grande que Dios, en su amor, perdona todo nuestro pecado, limpia toda nuestra
imperfección y nos da lo que no merecemos: la vida, la salvación, la fuerza, su
bendición.
La parábola de los jornaleros de la viña nos es
dada para que comprendamos que seguimos a un Dios generoso que nos invita a
nosotros también a la generosidad.
Si reconocemos que todo lo que hemos recibido
no lo merecemos y reconocemos que todo lo que tenemos nos viene de la
generosidad de Dios que trasciende todos los parámetros imaginables ¿Podemos nosotros administrar la vida y las
posesiones, con tacañería y sin generosidad?
Muchas veces y
de diversas maneras actuamos como si aún no hubiéramos entendido el mensaje.
Actuamos con reservas, con
avaricias, sintiéndonos dueños y señores
de la vida y de las cosas. Y hasta discriminamos quienes merecen y quienes no,
la bendición de la bondad y la generosidad como muestras de la bendición de
Dios. Este la merece aquel no.
Las relaciones
con Dios que establecía el legalismo en la época de Jesús eran de paga, en
razón de los méritos que se tenían. La enseñanza incansable de Jesús era, por
el contrario, que las relaciones con Dios que es Padre se establecían por amor
y no por meritos frente a la Ley. Con Jesús queda bien definido el
comportamiento de Dios con el Ser humano: Dios no se fija en méritos sino en
necesidad. Quien necesitara de su amor lo obtendría, no quien lo “mereciera”.
Como el dueño
de la viña, y por libre iniciativa de su gracia, Dios regala a sus hijos e
hijas una recompensa que no guarda
proporción con la duración de su trabajo. Tal es la respuesta de Jesús a
los espíritus legalistas que veían con malos ojos su trato amistoso con
recaudadores de impuestos y pecadores (cfr. 9:11) .
Según la
Parábola de Mateo, Dios no procede con la lógica de empresa, ni de negocios, ni
con la lógica del rendimiento, ni de eficacias o eficiencias. Él sólo procede
con la lógica de un amor que lo trastoca todo. Por eso mismo es el Padre de
todos, y lo es en todo momento.
Así pues, el
cristiano, ha de alegrarse y convertir su vida en una colaboración permanente
con el Dios que busca a todos y en especial a los últimos. Porque cuando una
vida se convierte asemejándose al Dios Bueno, es poseída por la esperanza,
puede sonreír al mundo y puede comunicar la amistad de Dios.
Sean Generosos
así como vuestro Dios que está en los cielos ha sido, es y será generoso con
ustedes.
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