martes, agosto 21, 2012

Desde mi fe / Dios trabaja con lo que tienes


Domingo 19 de agosto, 2012.

Gedeón, de la cobardía al valor

No es, quizás, el mejor coro del mundo. No tiene los mejores instrumentos. Sin embargo, canta con toda el alma puesta en sus notas y en la música que producen. "¡Qué dulce es estar en tu presencia! Reconociendo que tú eres, Señor, todopoderoso y el gran YO SOY". Elevan sus voces y nos preparan para escuchar la enseñanza del Pastor Rafael Montalvo... “Mi corazón se une a la melodía angelical” (la verdad que no entiendo como algunos hermanos, domingo tras domingo, se empeñan en llegar tarde y perderse de estas deliciosas entradas).

La carga física del siervo es poca en relación con la carga espiritual y emocional que muchas veces confronta al hacerse cargo de la porción del pueblo de Dios que Jesús le ha encomendado. Un pueblo con mucho dolor, pero también con mucha alegría y esperanza. Mi pueblo.

Y entonces escucho al pastor Rafael Montalvo.

El libro de los Jueces le sirve de marco para su reflexión. La historia: la de Gedeón.
Moisés y Josué han quedado atrás. Fue una época de un fuerte liderazgo. Los jueces es un período previo al surgimiento de la monarquía en Israel. Es un período de transición. Dios había dicho a su pueblo que entrara en la tierra prometida, la conquistara y la poseyera y echara fuera a los habitantes de esas tierras que eran idólatras.
Israel llegó a Canaán, pero por lo general no echó al cananeo, sino que cohabitó con ellos, con su cultura. Una terrible influencia para el pueblo de Israel.
Dios levantaba hombres -y en una ocasión una mujer- para que condujeran al pueblo. Un juez, en ocasiones, era un libertador que no tenía el liderazgo de Moisés y Josué, pero tampoco tenía la autoridad de los reyes. Era una autoridad limitada, parcial.
El libro describe una época en que la vida del pueblo se parece a una montaña rusa: a veces está en la prosperidad, la obediencia, y otras veces cae y desobedece, y entonces es azotado por las naciones vecinas y enemigas. Es esclavizado y atemorizado como consecuencia de su pecado.
En Jueces 6 se narra una de esas historias en donde se levanta un hombre llamado Gedeón.
El capítulo inicia ratificando que el mal, la miseria, el azote, es consecuencia directa del pecado de Israel. Las decisiones malas en la dirección equivocada tiene sus consecuencias. Nos estancamos. Lo que antes recibíamos de parte de Dios, cesa, se deteriora cuando pecamos. El pecado detiene un ciclo de bendición. Sin embargo, aclaramos que no siempre que tenemos males es consecuencia del pecado en nuestras vidas: Job, Jesús... no siempre que tenemos males, pero muchas veces sí es a causa del pecado.
6:1: “Los hijos de Israel hicieron lo malo ante los ojos de Jehová, y Jehová los entregó en manos de Madián por siete años”.
Esto significa que cuando sobrevienen males es bueno examinarse, sin un espíritu de condenación, pero evaluando si hemos fallado y, si es así, arrepentirnos y buscar la presencia de Dios.


Es parte de la Ley de la Siembra y la Cosecha, aunque también a veces cosechamos cosas que no hemos sembrado, en lo bueno y en lo malo.
Consecuencia: “…empobrecía Israel en gran manera”. Doloroso. Triste. Angustiante.
“…y los hijos de Israel clamaron a Jehová”. A veces es así, necesitamos llegar al fondo para clamar. A veces nos resignamos, nos acomodamos a la miseria, a la desgracia, a la maldad. No te acomodes a vivir sobreviviendo. Clama a Dios, humíllate delante de Dios, no te conformes con recibir la situación tal como está... En medio de la impotencia, arrodíllate. A veces la respuesta no es inmediata, sino a través de un proceso.
¿Cuánto tiempo seguirás aguantando, resignado a la adversidad y a la desgracia hasta clamar a Dios? ¿Cuándo vas a acudir a Dios, cuándo ya no tengas nada que hacer? Si así lo deseas, está bien, pero por qué no ir al principio, por qué no ir ahora, cuando te das cuenta... no esperar que la relación pareciera no tener remedio para clamar a él; no esperar que se complique la situación financiera, al borde de la quiebra, para clamar entonces a él.... Clamar no es una simple oración, es orar con todo tu ser, con todas tus entrañas, tú te derramas delante de él y te examinas y confiesa tu pecado.
¿Hasta cuándo esperar....? o quizás no estamos lo suficientemente desesperado para clamar de esa manera.
El poder de la oración cambia situaciones, cambia la atmósfera...
En 6:11 entra en escena Gedeón que sacude el trigo para esconderlo de los madianitas. Signo de cobardía. La situación no se resuelve milagrosamente. "Varón esforzado y valiente...". Me encanta cómo Dios mira las cosas. Mira hacia dónde vamos y lo que llegaremos a ser con su ayuda... Nos mira como lo que hemos de ser. Mira el potencial que él mismo ha puesto en ti.
Pedro, por ejemplo, era voluble, como una mata de trigo que mece el viento, y Dios le dice: Simón, tú serás Pedro.... tendrá la estabilidad de una roca.
Nos va cambiando, transformando dentro de un proceso.
Y Gedeón pregunta: Si Jehová está conmigo, por qué me sucede esto.... por qué estas dificultades, esta enfermedad, estos líos. Muchas veces no nos damos cuenta de nuestros errores, pecados, de nuestras responsabilidades, y no sabemos del por qué de las cosas... y tenemos una interpretación errónea: Dios me ha desamparado, me ha abandonado. Interpretación equivocada. No entendemos lo que está ocurriendo, no tenemos discernimiento espiritual, ni nos damos cuenta de qué fue lo que aconteció. Gedeón culpa a Dios por sus males.
¡Qué fácil es culpar a Dios cuando estamos en desgracia y qué difícil es mirar dentro de nosotros y mirar nuestra responsabilidad!

Con lo que tienes
Jehová llama a Gedeón y lo envía con lo que tiene. A veces pensamos que para salir de la situación necesitamos miles de herramientas. Jehová lo envía como es, como está...
Dios opera a través de nuestras limitaciones y debilidades, con lo que tienes.
Cinco panes y dos peces se pusieron en las manos del Señor, y con eso alimentó una gran multitud.
¿Qué tienes en las manos? No importa lo que tengas, lo que importa es que te pongas en las manos de Dios. Dios no envía a los capacitados, sino que capacita a los enviados.
Gedeón (v. 15) se queja. Tiene miedo, siente que no puede.
¿Sientes que no puedes? ¡Qué bueno! Eso nos lleva a la dependencia de Dios.
El usa personas comunes, como tú y como yo, para traer su gloria, su poder, su libertad... un hombre engañador, Jacob, padre de la nación de Israel. José, un esclavo, segundo del faraón. Moisés, tartamudo y limitaciones, líder de la liberación de Israel... a Ana, sencilla, para traer al profeta Samuel. Un pastor, David, para convertirlo en el rey de Israel. Esther, menospreciada, para liberar al pueblo de Israel. María, pobre, campesina, para ser la madre de Jesús. Mateo, un vendepatria, un apóstol y escritor del nuevo testamento. Pedro, pescador, inculto, sin letras, apóstol líder en la iglesia primitiva...
Quiere usarnos a ti y a mi con nuestras limitaciones para traer salvación, vida eterna, sanidad, romper cadenas, derribar toda fortaleza del maligno, para que la gloria sea de Dios...
Hay seguridad, hay certeza. 6:16: “Ciertamente,yo estaré contigo, y tú derrotarás a los madianitas como a un solo hombre”.
No estamos solos, el poderoso de Israel está con nosotros. Dios está contigo, clama a él, ayuna, gime, busca su rostro, ponte en sus manos y verás la gloria de Dios sobre ti y los tuyos. El mal no durará para siempre, clama a y verás la gloria de Dios en tu vida, y en la vida de los tuyos, de tu pueblo…

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