Domingo 19 de agosto, 2012.
Gedeón, de la cobardía al valor
No es, quizás, el mejor coro del mundo. No tiene los
mejores instrumentos. Sin embargo, canta con toda el alma puesta en sus notas y
en la música que producen. "¡Qué dulce es estar en tu presencia!
Reconociendo que tú eres, Señor, todopoderoso y el gran YO SOY". Elevan
sus voces y nos preparan para escuchar la enseñanza del Pastor Rafael
Montalvo... “Mi corazón se une a la melodía angelical” (la verdad que no
entiendo como algunos hermanos, domingo tras domingo, se empeñan en llegar
tarde y perderse de estas deliciosas entradas).
La carga física del siervo es poca en relación con la
carga espiritual y emocional que muchas veces confronta al hacerse cargo de la
porción del pueblo de Dios que Jesús le ha encomendado. Un pueblo con mucho
dolor, pero también con mucha alegría y esperanza. Mi pueblo.
Y entonces escucho al pastor Rafael Montalvo.
El libro de los Jueces le sirve de marco para su
reflexión. La historia: la de Gedeón.
Moisés y Josué han quedado atrás. Fue una época de un fuerte
liderazgo. Los jueces es un período previo al surgimiento de la monarquía en
Israel. Es un período de transición. Dios había dicho a su pueblo que entrara
en la tierra prometida, la conquistara y la poseyera y echara fuera a los
habitantes de esas tierras que eran idólatras.
Israel llegó a Canaán, pero por lo general no echó al
cananeo, sino que cohabitó con ellos, con su cultura. Una terrible influencia
para el pueblo de Israel.
Dios levantaba hombres -y en una ocasión una mujer-
para que condujeran al pueblo. Un juez, en ocasiones, era un libertador que no
tenía el liderazgo de Moisés y Josué, pero tampoco tenía la autoridad de los
reyes. Era una autoridad limitada, parcial.
El libro describe una época en que la vida del pueblo
se parece a una montaña rusa: a veces está en la prosperidad, la obediencia, y
otras veces cae y desobedece, y entonces es azotado por las naciones vecinas y
enemigas. Es esclavizado y atemorizado como consecuencia de su pecado.
En Jueces 6 se narra una de esas historias en donde se
levanta un hombre llamado Gedeón.
El capítulo inicia ratificando que el mal, la miseria,
el azote, es consecuencia directa del pecado de Israel. Las decisiones malas en la dirección equivocada tiene sus
consecuencias. Nos estancamos. Lo que antes recibíamos de parte de Dios,
cesa, se deteriora cuando pecamos. El pecado detiene un ciclo de bendición. Sin
embargo, aclaramos que no siempre que tenemos males es consecuencia del pecado
en nuestras vidas: Job, Jesús... no siempre que tenemos males, pero muchas
veces sí es a causa del pecado.
6:1: “Los hijos
de Israel hicieron lo malo ante los ojos de Jehová, y Jehová los entregó en
manos de Madián por siete años”.
Esto significa que cuando sobrevienen males es bueno examinarse, sin un espíritu de
condenación, pero evaluando si hemos fallado y, si es así, arrepentirnos y
buscar la presencia de Dios.
Es parte de la Ley de la Siembra y la Cosecha, aunque también
a veces cosechamos cosas que no hemos sembrado, en lo bueno y en lo malo.
Consecuencia: “…empobrecía
Israel en gran manera”. Doloroso. Triste. Angustiante.
“…y los hijos de Israel clamaron a Jehová”. A veces es así, necesitamos llegar al fondo para clamar. A veces nos resignamos,
nos acomodamos a la miseria, a la desgracia, a la maldad. No te acomodes a vivir sobreviviendo. Clama a Dios, humíllate
delante de Dios, no te conformes con recibir la situación tal como está... En medio de la impotencia, arrodíllate.
A veces la respuesta no es inmediata, sino a través de un proceso.
¿Cuánto tiempo seguirás aguantando, resignado a la
adversidad y a la desgracia hasta clamar a Dios? ¿Cuándo vas a acudir a Dios,
cuándo ya no tengas nada que hacer? Si así lo deseas, está bien, pero por qué
no ir al principio, por qué no ir ahora, cuando te das cuenta... no esperar que
la relación pareciera no tener remedio para clamar a él; no esperar que se
complique la situación financiera, al borde de la quiebra, para clamar entonces
a él.... Clamar no es una simple
oración, es orar con todo tu ser, con todas tus entrañas, tú te derramas
delante de él y te examinas y confiesa tu pecado.
¿Hasta cuándo esperar....? o quizás no estamos lo
suficientemente desesperado para clamar de esa manera.
El poder de la oración cambia situaciones, cambia la atmósfera...
En 6:11 entra en escena Gedeón que sacude el trigo
para esconderlo de los madianitas. Signo de cobardía. La situación no se
resuelve milagrosamente. "Varón
esforzado y valiente...". Me
encanta cómo Dios mira las cosas. Mira hacia dónde vamos y lo que llegaremos
a ser con su ayuda... Nos mira como lo que hemos de ser. Mira el potencial que
él mismo ha puesto en ti.
Pedro, por ejemplo, era voluble, como una mata de
trigo que mece el viento, y Dios le dice: Simón, tú serás Pedro.... tendrá la
estabilidad de una roca.
Nos va cambiando, transformando dentro de un proceso.
Y Gedeón pregunta: Si Jehová está conmigo, por qué me
sucede esto.... por qué estas dificultades, esta enfermedad, estos líos. Muchas
veces no nos damos cuenta de nuestros errores, pecados, de nuestras
responsabilidades, y no sabemos del por qué de las cosas... y tenemos una interpretación errónea: Dios me
ha desamparado, me ha abandonado. Interpretación equivocada. No entendemos
lo que está ocurriendo, no tenemos discernimiento espiritual, ni nos damos
cuenta de qué fue lo que aconteció. Gedeón culpa a Dios por sus males.
¡Qué fácil es culpar a Dios cuando estamos en desgracia y qué difícil es
mirar dentro de nosotros y mirar nuestra responsabilidad!
Con lo que tienes
Jehová llama a Gedeón y lo envía con lo que tiene. A
veces pensamos que para salir de la situación necesitamos miles de
herramientas. Jehová lo envía como es, como está...
Dios opera a través de nuestras limitaciones y
debilidades, con lo que tienes.
Cinco panes y dos peces se pusieron en las manos del
Señor, y con eso alimentó una gran multitud.
¿Qué tienes en las manos? No importa lo que tengas, lo
que importa es que te pongas en las manos de Dios. Dios no envía a los capacitados, sino que capacita a los enviados.
Gedeón (v. 15) se queja. Tiene miedo, siente que no
puede.
¿Sientes que no puedes? ¡Qué bueno! Eso nos lleva a la
dependencia de Dios.
El usa personas comunes, como tú y como yo, para traer su gloria, su
poder, su libertad... un hombre
engañador, Jacob, padre de la nación de Israel. José, un esclavo, segundo del
faraón. Moisés, tartamudo y limitaciones, líder de la liberación de Israel... a
Ana, sencilla, para traer al profeta Samuel. Un pastor, David, para convertirlo
en el rey de Israel. Esther, menospreciada, para liberar al pueblo de Israel.
María, pobre, campesina, para ser la madre de Jesús. Mateo, un vendepatria, un
apóstol y escritor del nuevo testamento. Pedro, pescador, inculto, sin letras,
apóstol líder en la iglesia primitiva...
Quiere usarnos a ti y a mi con nuestras limitaciones para traer
salvación, vida eterna, sanidad, romper cadenas, derribar toda fortaleza del
maligno, para que la gloria sea de Dios...
Hay seguridad, hay certeza. 6:16: “Ciertamente,yo estaré contigo, y tú derrotarás a los madianitas como a
un solo hombre”.
No estamos solos, el poderoso de Israel está con nosotros.
Dios está contigo, clama a él, ayuna, gime, busca su rostro, ponte en sus manos
y verás la gloria de Dios sobre ti y los tuyos. El mal no durará para siempre, clama a y verás la gloria de Dios en tu
vida, y en la vida de los tuyos, de tu pueblo…
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