NECESITAMOS QUE LOS JÓVENES NO ESTÉN DE ACUERDO
Sonrío ante quienes
piensan que nuestros jóvenes -especialmente nuestros adolescentes- son peores
que lo que lo fuimos nosotros o fueron los jóvenes de hace 3,000 años.
Se sobredimensionan
los signos superficiales de inconformidad y, además, muchos adultos no aceptan
del todo que son personas con identidades propias.
Dos ejemplos de que
siempre se ha pensado con estereotipos similares sobre los jóvenes:
"Cuando los padres se acostumbran a dejar a sus
hijos a hacer lo que quieren, cuando los hijos no tienen en cuenta las palabras
de sus padres, cuando los maestros tiembran ante sus alumnos y prefieren
halagarlos, cuando finalmente, los jóvenes desprecian las leyes, porque no
reconocen por encima de ellos a ninguna autoridad... entonces vive, en pleno
esplendor y juventud, el comienzo de la tiranía".
¿Se atreven a
adivinar quién tuvo tal pensamiento? Nada menos que de Platón, en La República!
Y este otro:
"Esta juventud está podrida hasta el fondo de su
alma. Los jóvenes son pérfidos y negligentes. Nunca se parecerán a los jóvenes
de otros tiempos. La joven generación de hoy día no sabrá conservar nuestra
cultura".
¿Más reciente que
Platón? ¿Creen que sí? ¡Qué va! Es una inscripción en una vasija de Babilonia
3000 años antes de Cristo.
Pueden crucificarme
los de mi edad (llego pronto a los 60). Pero necesitamos hoy más que nunca que
los jóvenes no estén de acuerdo.
No pueden y no
deben estar de acuerdo -y lo celebro- con el modo en que sus mayores llevan
esta sociedad, los manipulan, culpan a la escuela de sus desaciertos como
gobernantes o simplemente como padres...
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