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Ysabel y yo nos casamos. Ella, con un hijo, yo, con tres. Muchos conflictos se originaron en torno a nuestros estilos de crianza, aprendizajes desde las familias, unidad de los hijos, etc. Una fuente de diferencias que nos vimos precisados a trabajar día a día.
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En
nuestro post del sábado anterior indicamos que los conflictos conyugales -y
las heridas-, son inevitables. “No hay matrimonio sin heridas”, decíamos. Alguien dijo que quien no tiene dificultades
de pareja o está soltero o está viudo. Hoy quiero compartirte algunas de las
causas de dichos conflictos:
Cada
pareja trae a la relación dos estilos de vida distintos. Al vivir
juntos, esto presenta todo tipo de problemas. Elementos muy comunes son:
Diferencias
por el trasfondo familiar. Esta es una fuente de conflicto en muchos
matrimonios. El choque de los valores y las tradiciones familiares encienden
conflictos, discusiones acaloradas, heridas.
Por ejemplo: tradiciones familiares, desacuerdos sobre dónde y con
quiénes pasar las fiestas, la no aceptación de hábitos de una de las familias
(por ejemplo: fumar; o ser nocturnos).
Diferencias
de personalidad. Un alma de la fiesta se casa con un silencioso; un
fanático del orden se casa con un desordenado, alguien que disfruta escuchar se
casa con alguien que disfruta conversar, un sentimental se casa con un
pensador, un amante de la puntualidad se casa con uno que “se llega cuando se
pueda”, un despistado se casa con una persona detallista, un ahorrador
disciplinado se casa con un despreocupado derrochador.
En
el noviazgo veían tales diferencias como complementarias, pero después
de la boda estas diferencias exacerban las discusiones.
Estas
diferencias son buenas, pero hay que mantenerse alerta para descubrir cómo se
convierten en fuente de conflicto. Alguien dijo: “si dos personas son
exactamente iguales, una de ellas es innecesaria”.
Diferencias
de valores.
Los conflictos a causa de valores son cada vez más comunes. Las diferentes
perspectivas acerca de algunos temas conducen a las ofensas. Es posible que yo
y mi cónyuge tengamos valores similares en lo referente a la fe o a costumbres
cristianas, pero cuando esos valores difieren, debemos tener cuidado con el
conflicto.
Diferencias
de género.
El Dr. James Dobson indica que “cualquiera que dude que los hombres y las
mujeres son diferentes, debería observar cómo abordan un juego de ping-pong,
monopolio, dominó, herradura, voleibol o tenis. Las mujeres a menudo utilizan
el acontecimiento como una excusa para el compañerismo y una agradable
conversación. Para los hombres, el nombre del juego es conquista… las gotas de
sudor de la frente de cada hombre revelan su pasión por ganar”.
Diferencias
en torno a la sexualidad. Los hombres se excitan y se satisfacen más
rápidamente que sus esposas. Así están diseñados. Las mujeres necesitan más
caricias, cuidado y relación. ¿Cuán a menudo los esposos ofenden a sus esposas
al apurarse cuando tienen relaciones sexuales? Para las mujeres, si todo está
bien, entonces viene una placentera relación sexual. Para los hombres, no
importa que no todo esté bien, puede haber una satisfactoria relación sexual.
En este aspecto, raíz de tantos conflictos, le decimos:
Esposos.
Para que sus esposas disfruten plenamente de la experiencia sexual, es
necesario que satisfagan sus necesidades emocionales como mujeres.
Esposas:
no minimicen la necesidad de sus esposos de la expresión física de intimidad
sexual, aunque ellos sean lentos en satisfacer sus necesidades emocionales y de
relación.
Todo
esto sumado a nuestra tendencia al pecado, son un marco en el que con facilidad
podemos ofender a nuestras parejas. La ofensa es el primer paso hacia un tema
todavía más grave: la herida y el enojo.
Grata
Vida te desea que puedas hacerte consciente de las causas de los conflictos en
tu relación conyugal. Es el primer paso para su solución.
11
de enero de 2025
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