PREADOLESCENTES: RESPONSABILIDAD, LIBERTAD Y LÍMITES
La maestría en Psicología Evolutiva me llevó a establecer con claridad -en mi marco de comprensión de la realidad humana- que cada etapa del desarrollo de las personas es única, con desafíos únicos.
Una de esas etapas es la PREADOLESCENCIA. Leía recientemente un libro que ya tiene diez años: “Entiende a tu preadolescente: lo que padres y maestros debemos saber”[1], de Mark Oestreicher. Genial: un preadolescente es un “NI-E”: ya no son niños, pero tampoco son adolescentes.
Debemos
estar presentes (bueno, lo de debemos ya para mi es pasado, mis hijos son
adultos), no como vigilantes, sino como acompañantes activos. Esto
implica intencionalidad, tiempo, flexibilidad y la disposición a caminar
junto a los chicos incluso en medio de sus fracasos. Estar al lado de ellos
en momentos de triunfo y en momentos de dolor permite moldear su carácter
y ayudarles a madurar. Ojo: moldear el carácter, esto es fundamental.
Esta
etapa presenta desafío, pero también es una oportunidad de crecimiento.
Los preadolescentes necesitan adultos que les inspiren confianza, que les
respondan con honestidad y que les ofrezcan un equilibrio entre libertad y
límites. Solo así estarán mejor preparados para asumir su vida con
autonomía, fe y responsabilidad.
- Responde preguntas
difíciles con paciencia y sinceridad. No basta con decir que “es bueno
preguntar”: los preadolescentes necesitan sentirse escuchados y recibir
respuestas que los inviten a seguir reflexionando
- Valora el cambio
en su cerebro tanto como el físico. Reconoce que las emociones intensas, las
dudas de fe o los conflictos con las reglas son parte del desarrollo
cognitivo, no simples “rebeldías”
- Da
responsabilidades reales. La adultez comienza a formarse cuando los
chicos tienen tareas significativas y viven las consecuencias de sus
decisiones
- Prefiere el
compromiso al control. Estar presente, dedicar tiempo e involucrarse en la
vida de los preadolescentes impacta mucho más que imponer reglas rígidas
sin relación cercana
- Equilibra libertad
con límites claros. La libertad los ayuda a crecer, pero sin un marco se
sienten abrumados o paralizados. Ajusta los límites según demuestren
responsabilidad
- Reconoce su
necesidad de independencia. Muchas veces aparentan no querer
cercanía, pero en realidad es una etapa de diferenciación. No dejes de
estar presente, aunque pidan distancia
- Acepta el error
como parte del aprendizaje. Los riesgos y fracasos son espacios donde
se forja el carácter y se consolidan valores duraderos
[1]
. Oestreicher, M. (2016). Entiende a tu preadolescente: lo que padres y
maestros debemos saber. Dallas, Texas: e625.
No hay comentarios:
Publicar un comentario