viernes, enero 20, 2006

Desde mi estudio / Presupuesto de Medio Ambiente (2)

Medio Ambiente… un presupuesto
para un “estancamiento insostenible” (2)


Segunda hipótesis: una sociedad con niveles mínimos de ciudadanía

En mi artículo anterior señalé que la asignación presupuestaria a la Secretaría de Medio Ambiente y Recursos Naturales en el 2006 no alcanzará, en términos porcentuales, lo asignado por el Gobierno del PRD en cada uno de los primeros tres años de Gobierno y de gestión de la nueva institución (creada mediante la Ley 64-00, promulgada en agosto del 2000). Si tomo como referencia el análisis porcentual me doy cuenta de que en el 2001 a Medio Ambiente se le asignó el 3.13%; el 1.90% en el 2002, y el 3.23% en el 2003, para caer estrepitosamente a un 1.24% en el 2004. En el 2005 se “revierte” la tendencia con un 1.39% y sigue creciendo en el 2006 con un 1.77%.
Es decir, el 1.77% que se le asignará a Medio Ambiente en el presente año se queda distante de los primeros tres años de gestión del anterior Gobierno, y de existencia de la Secretaría.
También indiqué que, en términos absolutos la asignación presupuestaria de Medio Ambiente alcanzó, en el año 2001, los 2,345.4 millones de pesos, mientras que en el 2005 no superó esta cantidad, pues fue de 2,219.8 millones, y en el 2006 sería de 2,840.1 millones de pesos, con presupuestos globales inferiores al actual. En el 2001 el Presupuesto General fue de 78.6 mil millones, mientras que en el 2006 fue de 206.8 mil millones y en el 2006 de 285.2 mil millones. El Presupuesto asignado a Medio Ambiente en el 2006 es de apenas 163 millones de pesos más que en el 2003 (cuando todavía, según recuerdo, no había estallado la crisis bancaria).
Mi primera hipótesis explicativa fue esbozada planteando una falta de compromiso del liderazgo político nacional con un modelo sostenible de desarrollo.
Indiqué que no se trata de un tema político-partidario. No es el liderazgo del PRD o el liderazgo del PLD. Se trata del liderazgo político nacional.

Segunda hipótesis: una sociedad con niveles mínimos de ciudadanía.

Continuando con la lectura del Informe del PNUD, señalamos que en el país hay una “ausencia de un pacto social, de participación, de solidaridad y de empoderamiento de los sectores mayoritarios de la sociedad dominicana”. Sería interesante que organismos con el Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo pudieran establecer parámetros para definir cuando un grupo o persona puede ser considerado “ciudadano”: ente que asume conductas responsables ante el desarrollo de su sociedad.
En el caso ambiental, solemos señalar a los haitianos como “depredadores”, y pensamos en el medio ambiente como ese idílico rural que cada vez es más objeto de la memoria pasada y ausencia del presente. Las urbes, por lo general, están ausentes de nuestras consideraciones ambientales, tanto en lo cotidiano como en explosivas situaciones que se incumban como consecuencia de determinados procesos industriales y habitacionales (un ejemplo a recordar es la muerte de tres pescadores, el año pasado, como consecuencia de inhalar un gas en el río Higüamo, proveniente, probablemente, de descargas industriales).
Parece cierto aquello de que cada sociedad tiene el gobierno (y, en algunos casos, el desgobierno), que se merece. La nuestra es una sociedad con una ciudadanía menor de edad, por lo cual se hace cuesta arriba pedir institucionalidad, planificación…
Quiero repetir aquí lo que escribí en un artículo hace unos meses.
En 1996 Don Emilio Lapallese, quien ya no está con nosotros en esta empresa cotidiana de hacernos conscientes, afirmó que “mientras el pueblo no deje su minoriedad, estará buscando un salvador”. Y tenía y tiene razón. Somos un pueblo “menor de edad” en muchos y diversos aspectos. Voy más lejos: mientras seamos menores de edad, como pueblo, no estamos en condiciones de vivir en una auténtica democracia y la preservación del medio ambiente será una quimera.
Cuando calles en nuestros barrios, orillas de nuestros ríos, solares baldíos, parecen auténticas pocilgas, hay minoría de edad.
Cuando el agua se desperdicia por fugas remediables, hay minoría de edad.
Cuando la música de mi casa o del club que nos queda al lado es para que tenga que oírla todo el vecindario, hay minoría de edad.
Cuando los que dicen desear un cambio social, una transformación profunda, proceden como si se tratara de cambiar jefes y discursos, pero con el mismo modo excluyente de ejercer el poder, hay minoría de edad.
Cuando la corrupción es un hecho aceptado como “normal”, hay minoría de edad.
Cuando al país se le quiere hacer creer que lo negro no es parte de nuestra identidad y de nuestra historia, hay minoría de edad.
Cuando la política es el arte de la promesa por parte de líderes y la ingenua creencia en las mismas por parte de la población, hay minoría de edad.
Cuando en los militantes políticos existe la certeza de que, porque “se fajaron como locos” en la campaña, merecen y deben ser nombrados, aunque no sepan dónde, hay minoría de edad.
Cuando esos militantes políticos, sobre todo sus cuadros dirigentes, al analizar las posibilidades de empleo, lo hacen como nuestros niños al ir a un restaurante: viendo los precios de la derecha y no el plato que sirven, hay minoría de edad.
Cuando ser ciudadano se limita a unas cuantas horas en los procesos electorales, hay minoría de edad.
Cuando la fe cristiana no es un don que nos compromete, sino un refugio ante temores, dudas, incertidumbres, y la incapacidad de confiar en que el bien tiene la última palabra, hay minoría de edad.
Cuando lo “fuerte” es lo masculino y la ternura es lo femenino, hay minoría de edad.

Nos falta una hipótesis por esbozar, la tercera. Antes, sin embargo, quiero externar algunas reflexiones sobre lo que considero “auténticos ciudadanos”, pero será en nuestra próxima entrega.


Milton Tejada C.
tejadamilton@yahoo.com
tejadamilton@gmail.com

2 comentarios:

Anónimo dijo...

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Anónimo dijo...

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