viernes, mayo 05, 2006

Desde mi estudio / libre comercio y bienestar social

Libre comercio no significa bienestar social


Muchos todavía soñamos con que las políticas de desarrollo económico impulsadas por nuestro gobierno tengan, como finalidad, un mayor bienestar y una mayor equidad social. Soñar no cuesta nada. El Informe sobre Desarrollo Humano elaborado por el Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo y correspondiente al año 2005, tiran nuestros sueños contra la pared: hemos crecido de modo extraordinario en lo económico, pero la brecha social es cada día más grande. La “teoría del derrame” del Banco Interamericano de Desarrollo es avergonzada por las cifras, incluso por sus propias cifras.

Sin embargo, el panorama económico para algunos sectores productivos no parece halagüeño. A dos meses de la posibilidad de entrar en vigencia el DR-CAFTA, el sector industrial dominicano sigue reclamando la definición y aplicación de políticas y medidas que mejoren la competitividad de las empresas del país. Graves problemas inmediatos como el del costo de la energía eléctrica, parecen agotar la capacidad de reclamo de los industriales, pero sus dirigentes están obligados a ver más allá y lo han hecho.

República Dominicana se encuentra lejos de lo que Gassmann llamó “frontera productiva internacional”. Esta lejanía se debe no sólo a elementos de carácter económico, sino elementos que podemos caracterizar como económico-sociales. A modo de ejemplo (tomando como base cifras del Banco Mundial), entre 1996 y el 2004, el salario promedio por hora descendió de 100 (1996 como año base) a 80 (en el 2004). El costo de electricidad en Estados Unidos es de US$0.05 por el kilovatio hora, mientras que en República Dominicana alcanza los 0.22 centavos de dólar.

Más aún. Podemos fijarnos en la disponibilidad de recursos humanos para la competitividad (la cual tiene un pilar fundamental en el incremento de la productividad). De 117 países incluidos en un ranking mundial de competitividad por el Foro Económico Mundial, República Dominicana ocupa el lugar 113 en cuanto a calidad del sistema de educación; en el lugar 103 en cuanto a disponibilidad de ingenieros; en la posición 114 en cuanto a calidad de los institutos de investigación (por debajo de Guatemala, Nicaragua, Honduras, México y El Salvador), y en la posición 99 en cuanto al grado de entrenamiento de personal. Calamitosa situación.

La retórica política llevó al Presidente Leonel Fernández a proclamar, en su discurso ante la Asamblea Nacional, que el Gobierno daría pasos hacia la convergencia industrial. Fernández es percibido hoy como un mandatario crucificado entre una visión modernizadora de la sociedad dominicana y el pragmatismo paralizante de sostenerse en el poder.

Esta semana el Poder Ejecutivo remitió cinco proyectos para facilitar que el país ingrese activamente al DR-CAFTA e incluso manifestó que algunas medidas podrían ser tomadas transitoriamente por Decreto, si se hacía necesario, con tal de lograr la meta de que “julio amanezca con libre comercio”. Ninguno de los proyectos sometidos se refiere a la convergencia industrial y todos quedan en el ámbito de la modernización institucional del Estado dominicano. Positivo, pero insuficiente y, además, falta de visión integral.

Wilson Peres, hace ya una década, indicaba que las políticas de competitividad industrial deben estar orientadas a “nivelar el campo de juego”: prevención de monopolios, fortalecer derechos de propiedad, mejorar el acceso a las tecnologías de la información y la comunicación (TICs), igualar los aspectos institucionales de las zonas francas y la industria local, entre otros.

De estas breves pinceladas puede concluirse que el aparato productivo nacional no está ni estará en condiciones de realizar una mayor contribución al bienestar social. Nuevos impuestos significan simplemente continuar la tendencia a ahogarle. Falta de políticas es lo mismo que marchar sin rumbo. Y, a mediano plazo, ni una sólida posición económica, ni bienestar social y el Informe del PNUD no tendrá mucho trabajo en ser elaborado, puesto que bastará decir que se profundizaron las tendencias.

Estamos lejos de “nivelar el campo de juego” y la voluntad política no parece ser suficientemente diligente en esa dirección por lo que el equipo productivo dominicano participará en el DR-CAFTA como si fuese un equipo de la NBA, contra un equipo real de la NBA que es Estados Unidos, con reglas de la NBA y hasta en la cancha de la NBA. Vistas así las cosas, que vengan las apuestas…


Milton Tejada C.
tejadamilton@yahoo.com

1 comentario:

Anónimo dijo...

Here are some links that I believe will be interested