lunes, junio 01, 2009

Desde mi estudio / Palos de vidente



Señor Presidente, deje sus oídos abiertos

Leo una historia repetida publicada esta vez en El Caribe: “Critica de Bonetti causa perplejidad”. No se establece la fuente, tampoco se establece quién escribe. Se refiere al discurso pronunciado por el industrial José Miguel Bonetti Guerra con motivo del almuerzo-aniversario de la Asociación de Industrias de la República Dominicana (AIRD), actividad en la que estuvo presente el presidente de la República, Leonel Fernández Reyna.

El artículo del Caribe, atribuyendo los juicios a “algunos empresarios”, considera que el “escenario no fue el más adecuado”, que “el gobernante debió haber recibido un mejor tratamiento de parte de sus anfitriones” y que, por lo tanto, constituye una “falta de tacto y una situación realmente incómoda”.

Decía Voltaire que “es peligroso tener razón cuando el gobierno está equivocado”. Ciertamente, en la Francia de Voltaire lo era más que en la Dominicana de Bonetti. Sin embargo, Bonetti tiene razón en muchos de sus planteamientos (la misma reseña del Caribe le confiere este valor).

El titular. Se dice que una acción causa “perplejidad” cuando conduce a la confusión, a la incertidumbre o a la vacilación. Si esta es la reacción de esos empresarios, es un buen logro. Analicemos. ¿Se sienten confusos? Significa que estaban claros en otra dirección: no hay crisis, a quienes nos gobiernan es necesario tratarlos con “guantes de seda” (olvidando que son mandatarios, y que el mandante son sus electores).

¿Incertidumbre? La incertidumbre, uno de los sentimientos más molestos que tiene un ser humano, en cualquier campo de la vida, surge cuando, como se dice comúnmente, “le quitan la alfombra” de los pies y se tambalea. ¿Confusos? Esos empresarios deberían aclarar su visión del momento y sus posiciones como clase económico-social.

Ahora bien, la historia no es nueva (y por eso empecé externando que leo una historia repetida). Recuerdo cuando fue celebrado el Primer Congreso Industrial, año 2007, también en el hotel Jaragua y también organizado por la AIRD, que ante el discurso del presidente de esa institución, Manuel Diez Cabral, algunos empresarios externaron el mismo comentario (incluso algunos que solían tener pronunciamientos muy duros a través de los medios de comunicación): “falta de tacto”, “no era el escenario adecuado”, “pudo buscarse otro lugar”.

Sin embargo, este mensaje no es para esos empresarios. Es para el Presidente Leonel Fernández.

Hablan de la “soledad del poder” y es cierto. El poder aísla. El poder separa y hasta crea rupturas. Y lo peor, señor Presidente, es que el poder –obra de quienes medran alrededor de los hombres y mujeres que lo ejercen- crea unos filtros en nuestros oídos que impide que los gobernantes escuchen el sentir y pensar real de sus gobernados.

Y muchas veces, cuando los gobernantes tienen acceso a las posiciones reales de sus gobernados, el filtros e encarga entonces de leer las “intenciones”, los “intereses” que supuestamente están detrás de dichas posiciones, buscan descalificar aquello que le es molesto, aquello que, como dice el artículo de El Caribe, puede causar una “situación incómoda”.

El gobierno, su gobierno, señor Presidente, ha estado dando muchos palos a ciega. En ese sentido, una pequeña honra a ese poeta que recientemente partió. En esa mezcla de intuición y filosofía política, señalaba que:

Si a uno

le dan

palos de ciego

la única

respuesta eficaz

es dar

palos

de vidente.

Y eso fue lo que, a mi entender, ha intentando hacer Bonetti Guerra, convencido de que, como señalara Aristóteles, “no hace falta un gobierno perfecto, se necesito uno que sea práctico”, claro, para el bienestar de la nación y no de un segmento de ella.

Por lo tanto, señor Presidente, el discurso de Bonetti Guerra considérelo oportuno. Como demócrata, asuma que quienes le expresen sus verdades, sus puntos de vista sin la mediación necesaria de subalternos o el uso de los medios de comunicación, de modo público y no necesariamente en las “aposentos” del Palacio Nacional, pueden ser más sus amigos que algunos que medran a la sombra del poder. Amigos que desean ver mejorar el rumbo de la nave y que anhelan cambios, excepto que, como Bacon, usted crea que “en materia de gobierno todo cambio es sospechoso, aunque sea para mejorar".

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