Geografía de la salvación
“Pablo, apóstol de Jesucristo por la voluntad de Dios,
a los santos y fieles en Cristo Jesús
que están en Efeso….”.
“En Cristo…” y
“en Efesios…”. Dos lugares de distinta dimensión. La eterna y la temporal. La
eternidad se vive en un tiempo específico, en un lugar específico.
Pablo no dice
simplemente que estos cristianos creen en Cristo, sino que estaban en Cristo en un
sentido de posición. En las cartas de Pablo se utiliza la expresión “en
Cristo” (o similares como: “en el Señor”, “en él”) unas 164 veces. Es un lenguaje que expresa la unidad e identidad del creyente con
Cristo.
En Efesios,
más que en ninguna otra carta, se enfatiza esta unidad-identidad: 36 veces.
Estas
expresiones son difíciles de entender en nuestra cultura, puesto que estar en…
es una ubicación espacial-temporal: Estoy en Santo Domingo, hoy, sábado 24 de
diciembres, a las 7:30 AM, cuando esto escribo….
Para Pablo,
explica Snodgrass, al igual que aquellos cristianos residían físicamente en
Éfeso, vivían también en Cristo. “El
territorio, clima, valores e historia en que crecen y viven las personas ayuda
a definir quiénes son. Igual que la región cercana a Éfeso definía su identidad,
Cristo define la de quienes creen
realmente en Él. Él es la “esfera de influencia” o “campo de fuerza” en el
que viven y del que reciben sus beneficios y transformación. Es decir, su
Espíritu, valores, carácter, historia, y propósitos configuran sus vidas”
(Snodgrass, pg. 51).
En este
pensamiento “geográfico” acerca de Cristo, voy un poquito más lejos. Cada
habitante de este Santo Domingo tiene un modo particular de vivir en la ciudad,
de relacionarse con sus vecinos, de sumarse o resistirse a determinadas
tendencias y corrientes… Así cada uno de
nosotros tiene un modo particular de “vivir en Cristo”. Pablo –y todos los
héroes de la fe- pueden ser una referencia, pero cada uno de nosotros tiene que descubrir su propio modo de “habitar” en
Cristo.
Nuestra fe no
es simplemente un conjunto de verdades que aceptamos como buenas y válidas,
sino más bien un profundo compromiso,
una unión que implica tanto que se constituye en el “ambiente” en que somos,
estamos, existimos. Pablo sólo puede hablar de esto como de “vivir en Cristo”. Esto nos redefine, nos
re-configura, nos da una identidad distinta a la que éramos antes de aceptar al
Señor, pero una identidad que, además, es dinámica, cambiante, en proceso, en
crecimiento.
Esto, como es
lógico, tiene consecuencias éticas enormes. Ya comentamos que los cristianos
somos “hechos” santos (verdad ontológica), pero también estamos llamados a
vivir como santos (verdad moral), aunque muchas veces no seamos santos
ejemplares (proceso).
La salvación tiene su "geografía".
Dejo para mi
siguiente reflexión las consecuencias
que implica para mi, como cristiano, vivir en Santo Domingo y vivir en Cristo,
al mismo tiempo. Habitante de la ciudad temporal y camino a ser uno con el
Eterno, con Jesucristo.
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