viernes, julio 12, 2013

Desde mi estudio / Regulacón sí, pero...



Cuál regulación
El ministro de Economía, Planificación y Desarrollo, Temístocles Montás, recurrió a un planteamiento clásico en la gestión económica del Estado. Con poca difusión, Montás abogó por la tesis de un Estado cada vez más regulador y levantó la bandera de que “los mercados no tienen la capacidad para resolver las principales demandas sociales y económicas” de la población.
Afirmó que en “los últimos años” se ha fortalecido el criterio de que es necesaria una presencia activa del Estado para regular las actividades de los mercados.
En realidad, salvo lamentables excepciones, nadie ha dicho que no se requieran regulaciones del Estado. Incluso el capitalismo más salvaje afirma necesitar reglas para aguardar las apariencias de equidad en la competencia.
La regulación es el papel propio de los Estados en las economías de mercado de modo tal que se favorezca la competencia leal, se impulse el crecimiento de las industrias, se proteja e incentive el trabajo formal y la formalidad como cultura empresarial y, sobre todo, se pueda apelar (al menos como discurso) a la posibilidad de construcción de un “estado de bienestar” en beneficio del conglomerado social.
Si por ser un Estado cada vez más regulador se entiende colocar obstáculos que dificulten el desarrollo de las empresas y la generación de empleo… eso no es regulación, es obstaculización. No creo que sea intención de ningún funcionario escribir un manual de “reglas para obstaculizar el desarrollo privado”.
Si de lo que se trata es que tengamos claridad jurídica y un marco que favorezca la inversión y el empleo, entonces coincidimos con el ministro de Economía.
Compartimos la preocupación de Montás por la inversión social, pero sin llevarnos por el sendero de un Estado paternalista, sino del desarrollo de condiciones para que la gente incremente su capacidad de generar riquezas en beneficio propio y para la sociedad en la que vive.
La asignación de recursos por parte de los gobiernos será siempre una materia de vigilancia social y económica, para que se haga con la mayor eficiencia y transparencia posible, con las prioridades claras y con metas de mediano y largo plazo…. Como desarrollo humano, no sólo ni simplemente como desarrollo económico.

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