Cuál regulación
El ministro
de Economía, Planificación y Desarrollo, Temístocles Montás, recurrió a un
planteamiento clásico en la gestión económica del Estado. Con poca difusión, Montás
abogó por la tesis de un Estado cada vez más regulador y levantó la bandera de
que “los mercados no tienen la capacidad para resolver las principales demandas
sociales y económicas” de la población.
Afirmó
que en “los últimos años” se ha fortalecido el criterio de que es necesaria una
presencia activa del Estado para regular las actividades de los mercados.
En
realidad, salvo lamentables excepciones, nadie ha dicho que no se requieran
regulaciones del Estado. Incluso el capitalismo más salvaje afirma necesitar
reglas para aguardar las apariencias de equidad en la competencia.
La
regulación es el papel propio de los Estados en las economías de mercado de
modo tal que se favorezca la competencia leal, se impulse el crecimiento de las
industrias, se proteja e incentive el trabajo formal y la formalidad como
cultura empresarial y, sobre todo, se pueda apelar (al menos como discurso) a
la posibilidad de construcción de un “estado de bienestar” en beneficio del
conglomerado social.
Si por
ser un Estado cada vez más regulador se entiende colocar obstáculos que
dificulten el desarrollo de las empresas y la generación de empleo… eso no es
regulación, es obstaculización. No creo que sea intención de ningún funcionario
escribir un manual de “reglas para obstaculizar el desarrollo privado”.
Si
de lo que se trata es que tengamos claridad jurídica y un marco que favorezca
la inversión y el empleo, entonces coincidimos con el ministro de Economía.
Compartimos
la preocupación de Montás por la inversión social, pero sin llevarnos por el
sendero de un Estado paternalista, sino del desarrollo de condiciones para que
la gente incremente su capacidad de generar riquezas en beneficio propio y para
la sociedad en la que vive.
La asignación
de recursos por parte de los gobiernos será siempre una materia de vigilancia
social y económica, para que se haga con la mayor eficiencia y transparencia
posible, con las prioridades claras y con metas de mediano y largo plazo…. Como
desarrollo humano, no sólo ni simplemente como desarrollo económico.
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