domingo, febrero 12, 2006

Desde mi estudio / Con temor, casi con miedo...

Con temor, casi con miedo…


Múltiples voces se elevan de modo permanente contra la delincuencia que “arropa” nuestra sociedad. Cierto, en algunos espacios geográficos causa temor caminar por las calles. La cultura de la sospecha, del prevenir, se ha ido incrementando. La inseguridad parece una nota cotidiana.
Sin embargo, no es hasta hoy domingo cuando este temor que nos habita a todos se me comienza a convertir en miedo y espanto. Dos prominentes funcionarios del presente Gobierno –Franklin Almeyda Rancier y Danilo Medina- hacen declaraciones que –aunque puede que sean ciertas- indican descomposición desde la cabeza estatal.
Franklin Almeyda Rancier, Secretario de Interior y Policía, a quien hemos de reconocer su afán reformador –más allá de los tiempos universitarios-, considera válida todavía hoy las apreciaciones que en el 1996 hiciera el Presidente Leonel Fernández: la corrupción estatal se lleva más de 30 mil millones de pesos del erario público (El Nacional – 12 de febrero, 2006).
Afirmó que parecen unos “quijotes” quienes usan los fondos del erario adecuadamente y son honrados (entre los que se incluyó él y al Presidente Fernández). Dijo creer que hoy son mucho más de 30 mil millones de pesos. Sin embargo, hábil político, dirigió los dardos hacia poderes del Estado que no controla el Partido de la Liberación Dominicana: los ayuntamientos y el Congreso, los cuales dijo que tendrían que cambiar “a otra mano que no coja lo que no es suyo”, “otras manos que hagan posible el progreso y el avance de la sociedad dominicana”.
¿Cómo es posible que se acepte como válido tal nivel de corrupción y los organismos de investigación –sobre los cuales Almeyda Rancier tiene poder, por sus funciones de Secretario de Interior y Policía- no sean capaces de evidenciar con mayor fortaleza tal avalancha de recursos?
¿Cómo es posible que el Gobierno se enfrasque en una lucha con el Congreso por aprobar una reforma fiscal, primero, y luego un presupuesto en donde se discuten siete mil millones de pesos, cuando la corrupción se lleva “más de 30 mil millones” y la evasión no se sabe cuánto?
¿Cómo es posible que haya quienes cuestionen al Secretario de Interior y Policía por ser serio ante los recursos del Estado?
O tempora! O mores! Sí, qué tiempos y qué costumbres, ya camino no sólo del temor, sino también del espanto.
Y es que nos atemoriza el asaltante que cuchillo en mano se entra a nuestra residencia o es capaz de arrancar, sobre una motocicleta, la cartera de una dama. Nos causa horror un guardián privado que mata a casi toda su familia –pese a las denuncias reiteradas de la esposa-, o una sorpresa un asalto a un hogar de un casacambista que más bien parece, como alguien indicaba, una “operación de comando”.
Por tiempos y costumbres, sin embargo, guardamos silencio, pasa desapercibido otro tipo de delincuente. Más aún: algunos suelen expresar sin rubor alguno cierta admiración, porque esos “sí saben cómo hacer las cosas”, refiriéndose a los mismos que Almeyda Rancier señala como beneficiarios, en provecho propio, del erario público.

II
La segunda intervención también es de un influyente funcionario –quizás más que el anterior. Se trata de Danilo Medina, Secretario de la Presidencia. Algo así como “la mano derecha” del Presidente. En El Nacional de hoy, domingo 12, Medina justifica las tendencias. No tiene nada de nuevo justificar las tendencias al interior de instituciones, sobre todo de los partidos políticos (aunque el PLD tuvo un tiempo en que negó las mismas).
Lo novedoso –y da lástima por la concepción política que parece subyacer detrás- es que esa concepción de “tendencia” se plantea como algo que existe en “todas las instituciones de la sociedad dominicana” y que “aplasta a los demás”.
Las iglesias, las familias, las empresas privadas, las Fuerzas Armadas… nada escapa a esta categoría de análisis, según Medina. “Cuando a un general lo hacen jefe de Estado Mayor, es con su grupo que va a aplastar al resto. En todas las instituciones ocurre eso, hasta en los 12 apóstoles existían divisiones".
Si la primera indica una descomposición moral que reconoce Almeyda Rancier, la segunda indica una descomposición política. Que existan diferencias, vale. Que incluso esas diferencias se articulen en grupos, tendencias, estructuras, también es válido y hasta legítimo. Sin embargo, que dichas articulaciones se constituyan en estructuras para “aplastar” (recuerdo a mi abuela persiguiendo a las voladoras cucarachas)… espanta.
Y cabe que nos preguntemos si esa es la “filosofía” con la que el PLD encara las próximas elecciones: “si ganamos el Congreso y los Ayuntamientos, que no le quepa duda a nadie, aplastaremos a los vencidos”… Una cultura que anuncia el terror. Vae victis!

Milton Tejada C.
tejadamilton@yahoo.com

1 comentario:

Anónimo dijo...

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