viernes, julio 17, 2009

Desde mi fe / Celibato y gozo sexual (1)

El gozo sexual, un don de Dios (1)

(A propósito de Cutié, Espinal y el matrimonio).

Milton Tejada C.

¿Qué lugar ocupa el gozo sexual en los propósitos de Dios? La Iglesia Católica, a lo largo de los siglos, ha manifestado posiciones ambiguas cuando se trata de este tema y todavía más ambiguas cuando el tema se vincula a un sacerdote.

En ese sentido, leo con tristeza la condena de un sacerdote católico a quince años de prisión por los jueces del Tercer Tribunal Colegiado de la Cámara Penal del Juzgado de Primera Instancia del Distrito Nacional. En mi memoria, aún fresco, el episodio del Padre Alberto Cutié y su rápida solución al ordenarse como sacerdote episcopal.

En el caso dominicano, Domingo Espinal fue condenado “por la presunta violación de un menor de 14 años en el sector El INVI de la carretera Sánchez” (Diario Libre – 17 de Julio, 2009).

Y es triste porque vincular a quien se supone que ha de ser un siervo de Dios y un servidor de sus hermanos con un abuso tanto de posición como de autoridad, hace que muchos resten credibilidad no sólo a sacerdotes y pastores en específicos, sino a las iglesias de modo general.

No es una condena definitiva, quedan instancias a las cuales sus abogados pueden apelar.

Evidentemente, una violación sexual es, además de un delito penado por las leyes, un pecado. Desde el punto de vista ético, se trata de una acción contra la voluntad –y en muchos casos bajo manipulación- de la víctima.

Aquí no puedo preguntarme si el placer logrado en una violación es simplemente sexual o si, por el contrario, responde a otros vacíos de la persona. Lo que deseo, reitero, es preguntarme qué lugar ocupa el placer sexual en el plan de Dios.

Cuando muchos que buscan seguir fielmente al Señor escuchan la palabra “sexo” piensan en algo pecaminoso, sucio, que Dios permite por nuestra naturaleza pecadora, pero que sería mejor no tener, etc. Y me surge una inquietud: ¿cómo llegamos a esta “sabia” conclusión?

Sacerdocio y celibato

Nuestro punto de partida: el celibato (lo llamo “castidad”) es un don-llamado de Dios, al igual que lo es el casarse y el permanecer soltero.

Sin embargo, para entender qué ha pasado que se ha hecho del placer, del gozo sexual casi un “anatema” para varias denominaciones cristianas, es necesario recurrir a un aspecto normativo de la Iglesia Católica: el celibato de los sacerdotes.

No siempre fue así y como dijera Juan Pablo II, en julio de 1993: “El celibato no es esencial para el sacerdocio; no es una ley promulgada por Jesucristo”.

Pedro y los apóstoles eran, en su mayoría, hombres casados.

En el Concilio de Elvira (año 306) se daba una norma (Decreto 43): Todo sacerdote que duerma con su esposa la noche antes de dar isa perderá su trabajo.

En Nicea (Año 325) se decreta que una vez ordenados sacerdotes no pueden casarse (pueden llegar al sacerdocio casados).

A lo largo de los primeros diez siglos, las posiciones fueron ambiguas, pero de hecho se permitía la existencia de sacerdotes casados. Sin embargo, es en el Concilio de Letrán en que se decreta que los matrimonios de los clérigos no son válidos (emitido en Letrán I, año 1123 y confirmado en Letrán II, año 1139).

En dicho concilio se decreta, en uno de sus cánones: “Prohibimos absolutamente a los presbíteros, diáconos y subdiáconos la compañía de concubinas y esposas, y la cohabitación con otras mujeres fuera de las que permitió el Concilio de Nicea, que habitaran por el solo motivo de parentesco, la madre, la hermana, la tía materna o paterna y otras semejantes, sobre las que no puede darse justa sospecha alguna”

En el Concilio de Trento (1545-1563) se establece que el celibato y la virginidad son superiores al matrimonio. Esta “teología” es rectificada por el Papa Pío XII quien señala que el sexo puede ser bueno y santo y quien en 1951 ordena a un pastor luterano, casado, como sacerdote. Es, sin embargo, en el Vaticano II cuando el matrimonio se le da igual valor que a la virginidad.

Papas que tuvieron hijos: Felix III (483-492); Hormidas (514-523), Adriano II (867-872). Y luego de 1139 (Concilio de Letrán II que decreta inválido el matrimonio de los sacerdotes), tuvieron hijos ilegítimos: Clemente IV (1265-1268), Félix V (1439-1449), Inocencio VIII (1484-1492); Alejandro VI (1492-1503); Julio (1503-1513); Pablo III (1534-1549); Pío IV (1559-1565); Gregorio XIII (1572-1585), entre otros.

También estuvieron los papas que fueron hijos de otros papas u otros miembros del clero. Hijos de sacerdotes fueron los papas: Damasco I, Bonifacio, Félix, Anastasio II, Marino y Juan XV.

Y los papas que fueron hijos de otros papas: Inocencio I, Agapito I, Silverio y Juan XI. Además, Bonifacio VI, hijo de un obispo.

Es decir, que el placer sexual –legítimo e ilegítimo- estuvo presente en la dirección de la Iglesia Católica (unas veces los papas convivían con esposas, casados o no, y otras veces eran hijos de miembros del clero) durante casi doce siglos de existencia –hasta el Concilio de Letrán- y lo estuvo de manera abierta, sin que esto constituyera la razón principal de los desaciertos en el camino de la santidad.

3 comentarios:

Daniel Canelo dijo...

Milton

Excelente Articulo!!!


Bendiciones!!!

Ramón Emilio Almánzar Montás dijo...

Lamenablemente, Dios no es la religión, y la religión está guiada por hombres que en su "buena intención" creen hacer lo que Dios quiere que hagan. Obviamente, que en este proceso, todo lo que se derive del pensamiento del hombre tendrá sus defectos.

Anónimo dijo...

Milton.. en buen dominicano y del campo, "mas claro de ahí no canta un gallo"

Muy bien explicado la historia del celibato.. Faltó una parte, sobre el por qué tambien se vio conveniente el celibato.. El asunto ese de las herencias.. El Hijo tenia todas las ventajas... y a la hija del papa, le construian un monasterio... en Fin... la Iglesia debe hacer memoria y me parece que le urge, tomar decisiones bien serias y "drásticas"...