jueves, mayo 05, 2011

La Hookah ¿Nuevos límites?

Estaba en Playa Grande, Cabrera. Vimos un grupo de jóvenes compartir animosamente alrededor de una mesa, fumando mediante una “hookah”, que también se conoce como narguile o narguilé, cachimba, bong, shisha o pipa de agua. Generalmente fuman tabacos de distintos sabores y, según uno de mis hijos, “cualquier cosa”.

Se trata de que nuestros jóvenes exploran nuevos límites, socializan entre sí como nunca antes y el espíritu de tribu –pequeñas tribus- se incrementa enormemente… serán las nuevas fronteras necesariamente expansión de territorio y gozo o, por el contrario, implican nuevos pantanos para nuestra juventud (y para muchos no tan jóvenes que todavía no tienen definido su territorio y su conquista).

Fidel Pérez, fotógrafo, nos hizo llegar este párrafo que veo está en varios lugares en la Red:

Thomas Eissenberg, un profesor de psicología en Virginia Commonwealth University, es co-autor de un estudio de hooka que descubrió que una sesión de fumar hookah con una duración aproximada de 45 minutos, produce 36 veces más sarro, 15 veces más monóxido de carbono y 70% más nicotina que un cigarrillo (un cigarrillo no dura más de 5 minutos, lo cual hace que aproximadamente 9 cigarrillos equivalgan a los 45 minutos de una sesión de hookah)”.

En un país como el dominicano, en donde el “dejar hacer-dejar pasar” es parte de las normas no escritas, donde normas culturales extrañas se difunden y adoptan rápidamente, en donde avanzamos hacia una especie de “anomia social”, podemos preguntarnos por los efectos somáticos de esta costumbre (de origen oriental).

Algunos han planteado la necesidad de que este tipo de actividad también sea tomada en cuenta en las campañas contra el tabaquismo. Sin embargo, más allá de las normas, reglas y leyes que muchas veces se constituyen en letra muerta, vale recordar que “maduro es quien no hay que obligar desde fuera, porque se obliga desde dentro”.

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