viernes, junio 17, 2011

Desde mi fe / La actitud del que combate en nombre de Dios

LA ACTITUD DEL QUE COMBATE EN NOMBRE DEL SEÑOR

Milton Tejada C.

Es la historia de David y Goliat

El pueblo dominicano está llamado a ser parte del Pueblo de Dios… tenemos la confianza de que Dios no sólo salva personas, también salva naciones… y oramos y ayunamos y nos esforzamos diariamente por incorporar cada día a más dominicanos al ejército de los salvados…. Al ejército del Dios viviente, como dice la Palabra…

UNO.

PRIMERO, HABLEMOS DE LOS FILISTEOS Y DE GOLIAT, ENEMIGOS DEL PUEBLO DE DIOS.

Desde antes de la aparición de Sansón hasta la época de los reyes israelitas, los filisteos fueron los principales enemigos de Israel. Su deidad principal era Baal. Un pueblo poderoso y con una cultura avanzada. Guerrero, infundía temor al ejército de Saúl. Además, tenía a Goliat, un “campeón”, un guerrero temible, que provocaba espanto en los soldados de Israel…. Y no había quién se atreviera a pelear con él.

Goliat era un “gigante”…

Al igual que Israel que tenía de frente, en contra suya, a los filisteos… el pueblo dominicano tiene enemigos poderosos, gigantes que le amenazan … Goliat que les desafían, pecados inmensos que les impiden obedecer con confianza absoluta al Dios Altísimo y lo llenan de miedo y de gente que, como los soldados de Saúl, se dan por vencido antes de luchar…

Quiero preguntarles… cuáles son los “gigantes” que tenemos como pueblo delante de nosotros…

DOS.

HABLEMOS DE NUESTROS MIEDOS, TEMORES, FALTA DE OBEDIENCIA…

El pueblo de Israel estaba paralizado. Goliat salía día tras día a desafiarlo. Si un hombre, uno solo, le vencía, los filisteos pasarían a ser esclavos de los israelitas.

El rey Saúl había prometido un premio a quienes se decidieran al combate. Riquezas.

Esto, sin embargo, no era suficiente para animar al combate.

“Al oír lo que decía el filisteo, Saúl y todos los israelitas se consternaron y tuvieron mucho miedo” (1 Sam 17:12).

La Biblia señala que los israelitas, cuando vieron a Goliat, huyeron despavoridos (1 Sam 17:24). Hombres sin honor. Filas desanimadas, empezando por su cabeza visible, el rey Saúl.

El miedo, el temor, la vacilación, la cobardía, la falta de compromiso, hicieron de ese ejército un montón de cobardes.

¿Qué pasó para que el enemigo ganara esta batalla en el espíritu de la tropa de Israel?

Les doy una respuesta: la falta de fidelidad y de obediencia a Jehová hizo que Saúl y su ejército vieran la realidad con ojos humanos y no con los ojos de Dios.

Saúl desobedeció a Yaveh cuando le pidió exterminar a los amalecitas, de tal modo que Jehová declara:

“Me pesa haber puesto por rey a Saúl, porque se ha vuelto en pos de mi y no ha cumplido mis palabras” (1 Sam 15:10). Es decir: porque desobedece.

Es una expresión humana: a Dios le pesa nuestra desobediencia, el que no cumplamos su Palabra…. Pero le pesa sobre todo porque es el camino de nuestra perdición. Saúl quiso “comprar” la gracia de Dios con sacrificios, con holocaustos.

El profeta Samuel le señala a Saúl:

“Ciertamente el obedecer es mejor que los sacrificios y el prestar atención que la grosura de los carneros” (1 Sam 15,22).

A nosotros, como cristianos y como dominicanos, hay un conjunto de cosas que a veces nos llevan a ver la realidad, los gigantes que quieren combatirnos, con miedo, con terror, con desánimo…

Los cristianos vemos los problemas más grandes de lo que son por comodidad, preferimos la comodidad al carácter.

Los cristianos vemos estos gigantes como terroríficos porque buscamos la solución en nuestras propias fuerzas.

Vemos estos problemas como enormes porque pensamos equivocadamente que estas cosas –corrupción, crimen, narcotráfico, delincuencia, adulterio, etc.- no tienen nada que ver con el Reino de Dios, y esas cosas, mis hermanos, son las enemigas del Reino de Dios.

No nos ocupamos de estos problemas porque pensamos que la salvación es un tema individual, y nos olvidamos que Dios, aunque te llama a ti y a mí, también llama a pueblos, a Congregaciones, a familias….

A veces parecen darnos “tres pito” la miseria, la injusticia, el hambre, la falta de vivienda y educación, las condiciones desastrosas en que viven muchos dominicanos porque pensamos que el Reino de Dios no es cosa de este mundo… y el Reino de Dios, mis hermanos, está en medio del mundo, vive entre nosotros…. Porque estamos en el mundo, aunque no somos del mundo…. También lo está el reino del mal… porque las victorias de estas cosas negativas que mencionamos son victorias del mal y no se trata de carne, sino de potestades, de principados, de maldad…

Fue Jesús quien dijo, mis hermanos, “No he venido a traer paz a la tierra. No vine a traer paz sino espada”… y es que un cristiano no puede estar en paz con el mal, es un guerrero del Señor, es un guerrero contra el mal.

Mi pregunta… ¿Qué cosas hoy te impiden ser un guerrero cien por ciento contra el mal, contra el reino de las tinieblas? ¿Obedeces plenamente al Señor o, por el contrario, como Saúl, te reservas un poquito para ti, porque no es para tanto? Dejo esa pregunta en tu corazón…

¡Sacudámonos, hermanos! Estamos en una guerra pero tenemos la palabra cierta de Dios: en Jesús somos más que vencedores… esforcemos y seamos valiente!

TRES.

LA ACTITUD CORRECTA

De pronto, un muchacho enviado por su padre para abastecer de alimento a sus hermanos, aparece en la escena. Es David.

Oye el desafío de Goliat.

Y a ese ejército tambaleante, lleno de miedo, David lo con unos ojos diferentes, con los ojos de Dios:

“¿Quién se cree este filisteo pagano, que se atreve a desafiar al ejército del Dios viviente?” (1 Sam 17:26).

Y le dice a Saúl:

“¡Nadie tiene que desanimarse a causa de este filisteo! Yo mismo iré a pelear contra él”.

Cuando se enfrenta a Goliat, le declara:

“Tú vienes contra mí con espada, lanza y jabalina, pero yo vengo a ti en el nombre del Señor Todopoderoso, el Dios de los ejércitos de Israel, a los que has desafiado. Hoy mismo el Señor te entregará en mis manos; y yo te mataré y te cortaré la cabeza. Hoy mismo echaré los cadáveres del ejército filisteo a las aves del cielo y a las fieras del campo, y todo el mundo sabrá que hay un Dios en Israel. Todos los que están aquí reconocerán que el Señor salva sin necesidad de espada ni de lanza. La batalla es del Señor, y él los entregará a ustedes en nuestras manos” (1 Sam 17:45-47).

He aquí los elementos que David nos señala y aporta hoy:

o Va en nombre del Señor, el Dios de los ejércitos de Israel

o Es el Señor quien entregará a este gigante en sus manos y al ejército de los filisteos.

o “Te mataré y te cortaré la cabeza”

o “Todo el mundo sabrá que hay un Dios en Israel”

o “La batalla es del Señor”, “El Señor salva sin necesidad de espada ni de lanza”,

Cuando hablamos de nuestros problemas y de los problemas que padece este pedacito de tierra que se llama República Dominicana ¿lo hacemos con la fe de David?

Al enfrentarnos a nuestros gigantes ¿Lo hacemos en nombre del Señor o de nuestras propias y tambaleantes fuerzas?

Al obtener victorias ¿La atribuimos al Señor o nos damos bombo diciendo: yo hice esto, yo hice aquello?

Cuando enfrentamos un problema, una situación que proviene de las fuerzas del mal… negociamos y la combatimos a medio o, por el contrario, afirmamos como David: “Te mataré y te cortaré la cabeza” en nombre del Señor…

¿Vivimos sabiendo que la honda, la piedra, son nuestras, pero que la batalla es del Señor y que El salva sin necesidad de espada ni de lanza, para que todo el mundo sepa que hay un Dios?

Estas son las actitudes que la Palabra de Dios, hablándonos de David y Goliat, quiere enseñarnos hoy.

Somos guerreros, soldados del Ejército de Dios…

Estamos llamados a obedecerles, estamos en guerra y la cobardía y la falta de compromiso es una victoria para el enemigo y una derrota para nosotros.

Somos parte de un país al que queremos para Dios… una tierra que queremos que se salve como nación.

No hay gigantes invencibles, la batalla es del Señor… batalla que supone trabajo, oración, ayuno, estudio…

Batalla que, en este año, significa para esta Iglesia que cada uno de los que estamos aquí traeremos otro dominicano o dominicana a esta Iglesia, a esta “columna” del ejército de Jehová…

Terminemos con una oración y, luego, pidiendo a Jehová, con todos nuestros pulmones, que sane nuestra tierra…

(Corito final: Sana nuestra tierra…).

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