Mauricio
Reyes, en Xtremo
Joven - Protestante Digital, señala que los evangelistas de hoy han de
privilegiar el cara a cara, el contacto cálido, sin micrófonos. Una bonita
reflexión para nosotros, cristianos, que a veces admiramos a quienes llenan
grandes estadios y nos olvidamos del evangelismo en lugares de trabajo, calles
y plazas públicas… sin micrófonos.
Sin micrófonos
Mauricio Reyes
Esta tarde
estuve en la Puerta del Sol (Madrid) evangelizando con los de Kilómetro Cero ( www.kilometrocero.net ).
A lo largo de la tarde hablé con cinco personas y oré por dos de ellas. En
especial me impactó la historia de uno de ellos, de Valencia, casado y con dos
hijos, es adicto al adulterio, no puede ser fiel a su esposa. Mientras me
confesaba su infidelidad parecía sentirse aliviado aunque en realidad no estaba
dispuesto a arrepentirse. También me confesó que había robado un libro muy
importante y que había estado 4 meses en la cárcel. Desde hace un año es
consciente de la existencia de Dios y tenía muy claro que no era casualidad que
nos encontrara en la calle. Me dejó orar por él y le pedí a Dios que le
revelara la gravedad de su pecado y que pudiera reconciliarse con el Padre por
medio de Cristo.
Otro de los hombres con quien hablé estaba terriblemente triste porque no podía vivir una vida agradable a Dios. Esta misma mañana, el hombre había hablado con Dios pidiéndole que le ayudara; por la tarde nos encontró en la plaza, ¿casualidad?. Le expliqué que necesitaba un cambio de corazón para que sus deseos también cambiaran. Juntos oramos pidiendo ayuda y misericordia a Cristo.
Lo que realmente conmovió mi corazón fue ver jóvenes de diferentes iglesias de Madrid dando su tiempo para venir a la calle y compartir su fe con la gente. De vuelta a casa me puse a pensar en los evangelistas de los años 80 y 90, hombres o mujeres muy conocidos, llenando estadios, comunicando en televisión o por la radio.
Estoy convencido que los evangelistas de nuestra generación serán evangelistas de calle y no de estadios . Hombres y mujeres que están con la gente en el día a día, impactando con su testimonio y mensaje a las personas de su barrio. Si queremos comunicar en el siglo XXI tendremos que hacerlo de una manera cercana, sin micrófonos que nos distancien de la audiencia, sin plataformas que nos hagan parecer mejores, sin aplausos y sin reconocimiento.
Dios no quiere celebrities sino voces anónimas que han sido saturadas de Cristo y que quieren que Él sea el único conocido. Personas que aunque no son famosas a nuestro modo de entender, el cielo sí las conoce y el reino de oscuridad les teme. Jóvenes que están dispuestos a pasar frío, mojarse bajo la lluvia, estar horas debajo del sol, todo con tal de acercarse a la gente y proclamar el único mensaje que transforma nuestras vidas de verdad.
Otro de los hombres con quien hablé estaba terriblemente triste porque no podía vivir una vida agradable a Dios. Esta misma mañana, el hombre había hablado con Dios pidiéndole que le ayudara; por la tarde nos encontró en la plaza, ¿casualidad?. Le expliqué que necesitaba un cambio de corazón para que sus deseos también cambiaran. Juntos oramos pidiendo ayuda y misericordia a Cristo.
Lo que realmente conmovió mi corazón fue ver jóvenes de diferentes iglesias de Madrid dando su tiempo para venir a la calle y compartir su fe con la gente. De vuelta a casa me puse a pensar en los evangelistas de los años 80 y 90, hombres o mujeres muy conocidos, llenando estadios, comunicando en televisión o por la radio.
Estoy convencido que los evangelistas de nuestra generación serán evangelistas de calle y no de estadios . Hombres y mujeres que están con la gente en el día a día, impactando con su testimonio y mensaje a las personas de su barrio. Si queremos comunicar en el siglo XXI tendremos que hacerlo de una manera cercana, sin micrófonos que nos distancien de la audiencia, sin plataformas que nos hagan parecer mejores, sin aplausos y sin reconocimiento.
Dios no quiere celebrities sino voces anónimas que han sido saturadas de Cristo y que quieren que Él sea el único conocido. Personas que aunque no son famosas a nuestro modo de entender, el cielo sí las conoce y el reino de oscuridad les teme. Jóvenes que están dispuestos a pasar frío, mojarse bajo la lluvia, estar horas debajo del sol, todo con tal de acercarse a la gente y proclamar el único mensaje que transforma nuestras vidas de verdad.
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