En las Pymes no siempre hay que inventar la "fórmula del agua tibia". Algunas pautas del éxito personal y del éxito de las grandes empresas pueden ser aplicadas y garantizan dividendos... Carlos Cordero, de El Financiero-Costa Rica, nos presenta algunas fundamentadas en "Los siete hábitos de las personas altamente efectivas" de Stephen R. Covey: responsabilidad, liderazgo personal, administración personal, beneficio mutuo, comunicación efectiva, interdependencia y mejora continua son hábitos importantes para nuestras pequeñas y medianas empresas...
Los hábitos de las empresas altamente
efectivas
Cuando la
empresa crece el empresario debe contagiar a sus proveedores y colaboradores
con la misma efectividad que le viene garantizando el éxito. ¿Cuáles son los
hábitos que debe generar?
Innovación, productividad y eficiencia. Esas son tres máximas que usualmente escuchará como claves de para
poder sostener la empresa y hacerla crecer.
La innovación, ya lo vimos, es crear
una diferencia real que brinde una ventaja competitiva. La productividad la medimos por la cantidad de
clientes, ventas y la relación entre el volumen de lo que fabricamos y las
horas hombre. Pero, ¿cómo ser efectivos?
Según Stephen R.
Covey (creador de la franquicia “Los siete hábitos de las personas altamente
efectivas”) la
efectividad solo se puede ver a largo plazo, pero permite resolver
problemas, maximizar sus oportunidades y aprender e integrar
continuamente otros principios en una espiral de desarrollo ascendente.
Juan Carlos
Leiva, del Centro de Incubación de Empresas del Instituto Tecnológico de Costa
Rica, escribe: “La primera conducta personal emprendedora
es la capacidad de fijación de metas. Es fundamental y sobre ella reposa
cualquier otra actividad que se pretenda emprender”.
Los emprendedores tienen de alguna forma similares
hábitos. El reto es cómo se logra que la efectividad personal contagie a los
colaboradores y toda la operación y ellos personalmente también sean altamente
efectivos. ¿Cómo se aplican esos hábitos en la empresa?
Hábito de la responsabilidad: Implica evidentemente la puntualidad y cumplimiento
de los pedidos, citas de negocios, contratos y deberes empresariales en el
ámbito legal, laboral, ambienta y tributario. Sobre todo significa que el
emprendedor y la empresa deben ser altamente proactivos, que tomen la
iniciativa en relación con los clientes, sus necesidades, gustos y deseos; con
las oportunidades que existen en el mercado; y con la creación de las propias
condiciones de crecimiento, innovación y productividad.
Hábito del liderazgo personal: Para ser líder no es suficiente tener una
personalidad y la capacidad de dirigir y entusiasmar a los colaboradores,
proveedores y hasta los clientes en el crecimiento de la empresa. Se tiene que
tener la visión, visualizar dónde se quiere estar al fin del año y en el
futuro, “empezar con un fin en mente”,
tener una imagen, cuadro o paradigma realista de lo que se quiere
lograr como marco de referencia o criterio para el examen de todas las otras
cosas. Así se puede comprender mejor dónde se
está y dar siempre los pasos adecuados en la
dirección correcta. Pero no construya la visión en soledad. Involucre a
todos. Escuche a sus proveedores y colaboradores, quienes también pueden y
quieren –si Usted les da la oportunidad- construir esa imagen del futuro de la
empresa.
Hábito de la administración personal: Cuando tome
una decisión –luego de analizar los pro y contra de una situación- debe tener
la capacidad de actuar en consecuencia, realizarlo, mantener el rumbo
disciplinadamente, no quedarse en el discurso, llevar proactivamente a cabo la
idea o plan pensado. “Mientras que el liderazgo decide qué es lo primero, la
administración le va asignando el primer lugar día tras día, momento a
momento”.
Hábito del beneficio mutuo: La empresa debe
tener ganancias. Pero su avance depende de si procura y logra el beneficio de
los colaboradores, proveedores y clientes. Es un ganar-ganar, donde los acuerdos
o soluciones son mutuamente benéficos y satisfactorios. Cuando se
piensa en ganarle a los demás la operación se vuelve defectuosa, basada
en el poder y la posición, sin lograr la real cooperación de
los demás, la fidelidad y el compromiso para trabajar en el crecimiento de la
empresa.
Hábito de la comunicación efectiva: ¿Cuántos
problemas, malentendidos y pérdidas se pueden evitar con una comunicación
efectiva? “Procure primero comprender y después ser comprendido. Este
principio es la clave de la comunicación interpersonal efectiva”. Tómese el
tiempo necesario para diagnosticar, así como comprender profunda y realmente el
problema o situación. Hay que ponerse en el lugar de los otros (empatía),
entender las necesidades de cada uno para poder establecer canales de
comunicación, integración y compromiso mutuos para beneficio mutuo.
Hábito de interdependencia: Se requiere también sinergia creyendo realmente que
todos pueden colaborar, aprender y crecer colectivamente, en forma
recíproca. Las redes sociales en Internet demuestran que las personas y
las empresas pueden aprovechar su potencial en forma conjunta.
Hábito de la mejora continua: La naturaleza, la sociedad y el mercado suponen el
cambio, avanzar permanentemente, resolver debilidades y aprovechar las
fortalezas para enfrentar amenazas y crecer sacándole jugo a las oportunidades,
renovándose. Hoy la frase “siempre lo hice así” solo significa que hay una base
para hacerlo diferente, adecuándose a los cambios en el mercado. La mejora
continua significa que hay que ser proactivos, tener metas y una visión, ser
disciplinados en la ejecución del plan, obteniendo ganancias colectivas con
base en la comprensión y la comunicación con los demás.
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