lunes, febrero 20, 2012

Comunicación / Escuchar... pautas


Principio de Liderazgo / Escuchar

"Un hombre sabio escuchará e incrementará el aprendizaje."  Proverbios 1:5
"Se necesita coraje para pararse y hablar. Pero mucho más para sentarse y escuchar".
Winston Churchill

Escrito por John Schrock– Hombre de negocios.
Editado: Milton Tejada C.

Subraye    los    conceptos    importantes encontrados en este tema.

Escuchar... la palabra escuchar significa hacer un esfuerzo de oír prestando atención a lo que otro dice; atender ó tomar consejos. El Proverbio dice: "Un hombre sabio escuchará…" lo que significa que si somos sabios, seremos  buenos  escuchadores. La  razón por la cual los hombres sabios escuchan, es porque ellos saben que se volverán más sabios  al  escuchar.    Los  buenos  oyentes están buscando aprender más. La sabiduría no es un don  heredado,  pero  sí  se gana escuchando, aprendiendo, observando y entendiendo lo que escuchamos y vemos. Alguien que escucha bien tiene estas cuatro características:

1.      Es un escuchador y conversador disciplinado.
2.      Busca la verdad. Desea saber lo que es correcto, independientemente de quién lo expresa.
3.      Es un pensador. Busca tiempo para estar solo y reflexionar sobre lo que tiene en su interior (alejándose de interrupciones como la radio, TV, distracciones).
4.      Tiene muchas preguntas. No quiere ser malentendido o malentender.

Jesús, siempre estuvo atento a no ser malentendido.  Es por eso que dijo: "Él que tiene oídos para oír, oiga."   Esto significa: "No oigan sólo mis palabras; comprendan y entiendan la idea y tomen el concepto de lo que estoy tratando de decir."   Los buenos profesores tratan de comunicar ciertos conceptos, pero no siempre usan las palabras adecuadas.   Nosotros, oímos las palabras pero no siempre llegamos al punto crucial.  Es por eso que los buenos oyentes preguntan. Si no somos oyentes disciplinados no llegaremos a la idea central.   Algunas veces pensamos que las personas  a quienes  nos dirigimos  oyen y entienden (escuchan) lo que decimos, pero luego encontramos que ellos pensaban que queríamos decir otra cosa.

No hemos escuchado hasta que entendemos completamente lo que la otra parte está tratando  de  transmitirnos.

La  televisión sólo comunica en parte, porque únicamente funciona en un solo sentido.  Los teléfonos son  un  mejor  sistema  de  comunicación, pues al oír, respondemos.   Las máquinas Fax, por otro lado, son perfectas en cuanto a la fidelidad del mensaje; la máquina receptora recibe exactamente lo que le transmite la máquina que envía el mensaje. Sin embargo, los seres humanos no somos como las máquinas de Fax.  Medimos y juzgamos las palabras de los otros a través de nuestras percepciones y emociones (nuestro estado de ánimo). Oímos las palabras, luego formamos nuestras propias percepciones basados en lo que pensamos que hemos escuchado, y lo interpretamos con nuestros sentimientos de experiencias pasadas. Todo lo que oímos se procesa a través de nuestras heridas y decepciones, y nosotros juzgamos de acuerdo a esto.   Es lo que llamamos  "ver  más  de lo que  realmente hay".   Puede ocurrir que alguien después de oírnos, interprete que estábamos hablando de él ó ella, cuando en realidad ni siquiera eso pasó por nuestra mente.

Si vamos a ser exitosos en nuestras relaciones familiares, laborales, de amigos, necesitamos aprender a escuchar, hasta que podamos entender a las personas y su necesidad. Sabremos sus necesidades si aprendemos a escuchar. Ese es el primer paso para ayudar a los demás. Los hombres sabios se volvieron sabios, escuchando  y se mantendrán  escuchando porque conocen el valor que eso tiene.

Una buena manera de asegurarse que estamos entendiendo a una persona cuando nos habla, es preguntarle: "Es esto... lo que usted está tratando de decirme?" ó "¿Es esto lo que quiere decir?"  No trate de evitar el preguntar ó pedir aclaración de lo que esté escuchando.  Será tiempo bien empleado y evitará confusiones y malos entendidos.

Aquí te proponemos algunas pautas que pueden ayudarte a escuchar mejor (“10 Reglas de la Buena Escucha” de Keith Davis):

1.      Deje de hablar. Usted no puede escuchar si está hablando.
2.      Hacer que el que habla se sienta cómodo. Ayúdelo a sentirse que es libre de hablar.
3.      Demuéstrele que desea escucharlo. Parezca y actúe como si estuviera sinceramente interesado.
4.      Elimine y evite las distracciones. No se distraiga jugando con pedazos de papel, escribiendo, etc.
5.      Trate de ser empático con el otro. Intente ponerse en su lugar, comprender su punto de vista.
6.      Sea paciente. Dedíquele el tiempo necesario, no interrumpa.
7.      Mantenga la calma y su buen humor. Una persona colérica toma el peor sentido de las palabras.
8.      Evite discusiones y críticas, sea prudente con sus argumentos.
9.      Haga preguntas. Esto estimula al otro y muestra que usted está escuchándolo.
10.   Pare de hablar. Esto es lo primero y lo último. Todas las otras reglas dependen de esto. Usted no puede ser un buen escucha mientras esté hablando.

Escuchando a Dios

Son muchas las maneras en que Dios trata de que le escuchemos, de dársenos a conocer y ponernos en comunión con Él. Aquí presentamos tres: la naturaleza, su Palabra y Cristo….

 La naturaleza habla constantemente a nuestros sentidos. El corazón quedará impresionado por el amor y la gloria de Dios según es revelada por las obras de Sus manos. El oído atento puede escuchar y entender las comunicaciones de Dios a través de la naturaleza. Los campos verdes, los árboles, los capullos y las flores, la nubecilla que pasa, la lluvia que cae, el arroyo que murmura, las maravillas del cielo, hablan a nuestro corazón y nos invitan a conocer a Aquél que todo lo hizo.

Dios nos habla mediante Sus obras providenciales y la influencia de Su Espíritu Santo en el corazón. En nuestras circunstancias y ambiente, en los cambios que suceden diariamente a nuestro alrededor podemos encontrar preciosas lecciones, si tan sólo abrimos nuestros corazones para recibirlas. El salmista, recordando la obra de la Providencia divina, dice: "De la misericordia de Jehová está llena la tierra." Y también: "¿Quién es sabio y guardará estas cosas, y entenderá las misericordias de Jehová?" Salmos 33:5; 107:43.

Dios nos habla en Su Palabra. En ella se encuentra, en líneas más claras, la revelación de Su carácter, de Su trato con los hombres y de la gran obra de la redención. En ella, abierta ante nosotros, tenemos la historia de los patriarcas, profetas y otros hombres santos de la antigüedad. Ellos estaban sujetos a "sentimientos semejantes a los nuestros" Santiago 5:17. El Señor Jesús dijo de las Escrituras del Antiguo Testamento, — y cuánto más cierto es esto acerca del Nuevo, — "Ellas son las que dan testimonio de Mí". Sí, la Biblia entera nos habla de Cristo. Desde el primer relato de la creación, en el cual dice: "Sin Él nada de lo que ha sido hecho, fue hecho," hasta la última promesa: "Mira que Yo vengo pronto," leemos acerca de Sus obras y escuchamos Su voz. Juan 1:3; Apocalipsis 22:12. Si deseas conocer al Salvador, estudia las Santas Escrituras.

La Biblia no fue escrita para el hombre erudito solamente; al contrario, fue destinada a la gente común. Las grandes verdades necesarias para la salvación están presentadas con tanta claridad como la luz del mediodía; y nadie se equivocará o perderá el camino, excepto aquellos que sigan su propio juicio en vez de la voluntad divina tan claramente revelada.

Preguntas para el diálogo:

1.      Compartir cuál de las pautas para escuchar más le impacto y por qué
2.      Invitar a uno de los presentes a dar testimonio de una circunstancia en que no se sintió o no fue escuchado.
3.      Invitar a que compartan también alguna circunstancia en que se dieron cuenta de que realmente no escucharon o no estaban escuchando.
4.      Enumerar problemas que ha originado el no escuchar en algunas de las relaciones: familiares, pareja, amigos, laborales…
5.      Compartir brevemente sobre el escuchar a Dios.

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