Nueve
consejos para disminuir deudas y aumentar ingresos
(Tomado de: Ana Palomo/ “Tengo más deudas que ingresos, ¿cómo me
organizo?”,
- En las situaciones de crisis, es importante ser sincero con uno mismo y conocer qué cantidad de dinero entra en el hogar y cuánto se gasta al mes. Hacer un seguimiento de los gastos y tener consciencia de ellos evita el derroche. Por ello, como primera medida, hay que identificar los gastos superfluos que se pueden eliminar, reducir o aplazar hasta un momento de mayor desahogo económico y dar prioridad a los gastos esenciales. También es conveniente reconocer si se puede gastar menos cambiando el modo de vida, ciertos hábitos, algunas aficiones costosas, los caprichos, etc.
- Para conseguir el objetivo de reducción de los gastos y el aumento de los ingresos, toda la familia tiene que colaborar y estar concienciada de que hay que gastar menos. Por ello, conviene conocer con detalle los gastos que realiza cada uno de sus miembros para confeccionar un presupuesto útil.
- A través de la elaboración de un presupuesto se obtiene información sobre lo que se ingresa cada mes en el hogar y lo que se gasta. Recortar al máximo los gastos discrecionales y reducir los gastos variables hasta que no superen el 90% de los ingresos es una norma de obligado cumplimiento para sanear la economía doméstica. Los tipos de gastos son:
- Gastos fijos: no pueden dejar de abonarse, aunque su importe no varía excesivamente de un mes a otro. Entre ellos figuran la hipoteca o el alquiler de la vivienda, los gastos de comunidad, la letra del coche o los préstamos bancarios. Si no se pagan en los plazos estipulados, se aplican intereses de demora y la deuda aumenta. Además, puede verse afectado el historial crediticio del deudor, con lo que se dificulta la obtención de crédito en el futuro. En el peor de los casos, si no se cumple con los pagos, se puede perder la vivienda, o afrontar juicios y demandas, con sus correspondientes costes.
- Gastos variables: se refieren a la alimentación, la ropa, el transporte y los suministros básicos (luz, agua, gas, teléfono, etc.). Son gastos necesarios en la vida cotidiana, que pueden reducirse haciendo un consumo más moderado, como emplear bombillas de bajo consumo, viajar en transporte público, bajar la temperatura de la calefacción, desenchufar los aparatos eléctricos que no se usan a menudo, utilizar la lavadora y el lavavajillas cuando están llenos, darse una ducha en lugar de bañarse, etc.
- Gastos discrecionales: son los demás gastos domésticos que, en caso de necesidad y cuando se tiene deudas, se pueden reducir o eliminar. Aquí se incluyen las actividades de ocio, las comidas fuera de casa, el tabaco, las bebidas alcohólicas, etc.
- En los momentos de crisis se hace preciso conservar el puesto de trabajo y buscar una nueva fuente de ingresos extra. Empleos que en épocas de bonanza habrían sido desechados frente a otros mejor pagados, ahora constituyen una oportunidad para salir del aprieto. Son los trabajos a tiempo parcial, por horas o de media jornada (repartidor de publicidad y de comida rápida, camarero, comercial, profesor particular, cuidador de niños, ancianos y dependientes, colaborador en internet, etc.).
- Hay que conservar y clasificar los documentos, facturas y escritos importantes que se reciben. Conviene anotar en un calendario las fechas de vencimiento de pagos (contribución, impuesto de circulación, pólizas de seguros, cuotas de préstamos, etc.) para evitar penalizaciones por demoras.
Asimismo, se debe comprobar de modo exhaustivo los extractos de cuentas,
los recibos domiciliados y los resúmenes de tarjetas de crédito y, cuando no se
entiende un apunte bancario o se cree que puede haber un error, hay que
contactar enseguida con la entidad. Tener las cuentas bancarias ordenadas
permite, en caso necesario, demostrar que se ha pagado una deuda o reclamar
cualquier cobro indebido.
- Se debe reducir o eliminar las deudas abonando primero las más acuciantes y las de menor cuantía. En este sentido, hay que extremar las precauciones al intentar obtener un préstamo personal ya que, los tipos de interés son muy altos.
Debido a la crisis financiera, en muchos hogares españoles se solicitan
créditos rápidos para hacer frente a los pagos. La obtención de estos créditos
no es una solución, ya que sus elevados tipos de interés provocan que las
familias se vean envueltas en una espiral de deudas, por lo que no pueden
devolver el préstamo.
Por ello, es importante no pagar un crédito con otro crédito, puesto que
se acaba abonando intereses en lugar de capital, sin conseguir amortizar la
deuda que se va acumulando. En este sentido, los expertos afirman que un
crédito rápido puede constituir una medida de urgencia para un caso extremo.
Aun así, en los últimos meses a muchas familias no les queda otra alternativa
que recurrir a esta opción.
Por otra parte, el 30% de las ejecuciones hipotecarias que se han
producido en estos meses se habrían evitado si hubiera mediado un proceso de
refinanciación de deuda, con una ampliación del plazo de amortización de la
hipoteca. Gracias a la refinanciación tanto el cliente, como la entidad
bancaria obtienen un beneficio. Por un lado, el cliente puede seguir residiendo
en la misma vivienda y, por otro lado, la entidad financiera, en estos momentos
de dificultad económica y de imposibilidad para vender inmuebles, consigue
seguir cobrando el dinero de la hipoteca o, al menos, una parte.
Con esta refinanciación se puede ampliar el plazo o reducir el
diferencial aplicado sobre el Euribor, con lo que el tipo de interés mensual es
menor aunque, a largo plazo, el volumen de intereses generado para la entidad
financiera se ve incrementado de forma notable.
- Para los gastos diarios conviene utilizar dinero en efectivo. Los pagos aplazados de las tarjetas de crédito o débito generan un interés alto. Las tarjetas llevan un recargo en forma de tipo de interés que debe de ser asumido a la hora de los pagos, con lo que todo lo que se compró con una tarjeta de crédito se encarece. Además, la utilización de tarjetas incita a un mayor consumo, puesto que no se tiene la percepción de que se ha gastado.
- Se debe vivir conforme a las propias posibilidades, lo que permite hacer planes para afrontar el futuro de forma estable.
En la medida de lo posible, conviene apartar una cantidad de dinero
todos los meses para ahorrar o para dedicarla a emergencias y gastos
inesperados (una enfermedad, una avería del coche, la pérdida del empleo).
- Sin embargo, hay que procurar recortar lo menos posible en los temas relacionados con la salud, la alimentación, la educación de los hijos y la formación académica y profesional.
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