Comentario a la cuarta frase de las siete pronunciadas por Jesús en la cruz: “Dios mío, Dios mío, por qué me has abandonado?” / Hecho en la Iglesia Cristiana por José Rafael Cabrera / Semana Santa 2012
“Elí, Elí, lama sabactani?” (Dios mío, Dios mío Por qué me has desamparado?)
En un momento de agonía, donde ya no se cree posible más
dolor, sufrimiento y soledad, Jesús
experimenta el más desolador y terrible sentimiento, el desamparo.
Cuando pienso en el dolor que produce la sensación de
desamparo, abandono, soledad, que podemos sentir en algún momento; sensación de
desolación absoluta, de sentir que no tienes ni puedes contar con nada ni con
nadie, a pesar de estar rodeado de cosas y personas.
Cuando pienso en el dolor íntimo, interno, quizás nunca expresado de heridas antiguas y
recientes, del que perdió un ser amado, del huérfano, del que le han
diagnosticado un mal incurable o mortal, el abandono del ser que más te importa,
del aparente triunfo de los inicuos que cometen
injusticias contra ti… que te hacen pensar que Dios ha quitado su vista y su oído
de tu sufrimiento.
Hoy, que conmemoramos el inicio de su sacrificio redentor
de tengo tres buenas noticias:
PRIMERA. Que Jesús
puede comprender este sentimiento de dolor/soledad y desamparo, pues por
nuestra redención tuvo que vivir, por unos instante, la angustiante y
profundamente dolorosa condición de separación de la comunión con su padre.
“Porque no
tenemos un sumo sacerdote que no pueda compadecerse de nuestras debilidades,
sino uno que fue tentado en todo según nuestra semejanza, pero sin pecado”
Hebreos4:15
“Mas él
herido fue por nuestras rebeliones, molido por nuestros pecados; el castigo de
nuestra paz fue sobre él, y por su llaga fuimos nosotros curados. Todos
nosotros nos descarriamos como ovejas, cada cual se apartó por su camino; mas
Jehová cargo sobre él, el pecado de todos nosotros.” Isaías
53 :5-6
SEGUNDA. Cuando
nos sentimos angustiados, heridos, abandonados y desesperanzados, debemos confesar
y proclamar todo lo que sabemos sobre nuestro Dios (Ejemplo: la perdida mi
hermano =Dios ha sido bueno….) En las épocas
más oscuras de nuestra existencia debemos proclamar a Jesús es suficientemente
poderoso para sanar y suficientemente misericordioso para rescatar.
TERCERO. El no te juzga por sentirte abandonado por todos, sino que quiere
que sepas, que lo que ya el padeció lo hizo por ti y no es necesario que
transites solo por tus momentos de dolor, perdida o dificultad; pues él está ahí para sostenerte, ayudarte
y confortarte como el buen pastor que asiste a su oveja
herida, la toma en sus brazos, la lleva a lugar seguro, la cura y la pone al
abrigo.
Puedes contar con El y refugiarte en El.
“Clama a
mí, y yo te responderé, y te enseñaré cosas grandes y ocultas que tu no
conoces” Jeremías 33:3
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