Casi
todos los días, como parte de mi rutina de trabajo, salgo a media mañana. Doy
una vuelta a la cuadra, a veces corta, a veces larga. “Pico” algo (generalmente
una fruta), miro, observo, pienso… en definitiva, camino y clarifico mi
pensamiento, mis ideas, mis tareas… Por eso les comparto este artículo de
Grigsby sobre el pensar y el caminar. Pónganlo en práctica, verán resultados.
Pensar y caminar
Por Margaret R. Grigsby
“Solo
puedo meditar cuando estoy caminando.
Cuando me detengo, mi mente cesa de pensar, mi mente solo funciona con
mis piernas” decía el pensador Jacques Rousseau. Rousseau explicó varias veces que su
pensamiento se fundamentó en los miles de kilómetros que recorrió paseando y
pensando, en una introspección solitaria que llegaría a ser célebre. De hecho, en su ciudad natal, Ginebra, hay
varios senderos que buscan recrear los recorridos del filósofo.
Solvitur ambulando, dice la máxima en
latina, lo puedes resolver caminando.
Yo creo que sí, que muchas cosas se pueden resolver caminando, es como si de
pronto se le iluminara a uno la mente.
Decía Heidegger en su poema A los Mortales Paciencia que “El camino es
camino mientras se está en camino: el camino guía e ilumina, trae y
dicta”. Caminar es una de las maneras que muchos utilizamos para aclarar la mente. Los fanáticos de Steve Jobs recordarán que
muchas de sus reuniones importantes las
hacía caminando. De acuerdo a ciertas
crónicas, el filósofo griego Aristóteles, caminaba alrededor del Lycium
Gymnasium en Atenas, mientras explicaba
sus ideas a los seguidores que había reunido, actividad que realizó durante
doce años. Estos seguidores
eventualmente fueron llamados los peripatéticos, derivado de la palabra griega,
Pateo, caminar.
Hay estudios que hablan de si uno se
toma una caminata, por breve que sea, en exteriores, por unos cuantos minutos,
se energiza y clarifica el pensamiento, pudiendo ser más productivo a
continuación. Caminar estimula la generación de endorfinas y lleva al cerebro con el
oxígeno necesario para rendir más. Claro está que a veces el lugar incide o
tal vez el entorno o el clima. En mi
caso, cuando trabajaba en Buenos Aires, estaba cerca de la magnífica Plaza San
Martín, lo cual traté de aprovechar cada vez que pude. A mediodía, salía entre el bullicio enorme
del centro a la hora de almuerzo, caminaba 25 metros y estaba en ese pulmón
verde, que de inmediato me cambiaba de sintonía. Dar una pequeña vuelta por esa plaza llena de frondosos y grandes árboles, era una
inyección para despejarme.
Caminar
también cambia el estado de ánimo y puede aliviar emociones asociadas al stress
tales como la ansiedad, la ira, la depresión, la agresividad y la tensión. En muchas grandes empresas hoy en día, hay
senderos y jardines, que nadie utiliza más que para ir de una oficina a
otra. Son un lugar óptimo para
aprovechar para despejar un ratito cada 90 minutos dicen los expertos. Yo diría que al menos una vez a la mañana y
una vez a la tarde. También podrían ser
un buen método para tener reuniones de 2 a 4 personas, aquellas para las cuales
no se necesitan computadores ni pizarras, sino el intercambio de ideas e
impresiones.
Caminar, no solo para hacer ejercicio y ayudarle al corazón, sino también a la
razón. Caminar para adquirir
sosiego, para calmarse, para tomar distancia y adquirir perspectiva. Caminar muchas
veces implica una conversación consigo mismo, un sacar el tiempo de todo y
todos los que nos rodean para hablar en solitario. Cervantes decía que “El que lee mucho y anda mucho,
ve mucho y sabe mucho”.
En inglés hay una frase que dice “walk
the talk” o “sea camine lo que dice”, que se puede interpretar como pasar del
dicho al hecho o que los hechos hablan más que las palabras. A mí en lo particular me gusta mucho y la
utilizo con frecuencia, tal vez porque me refiere a una imagen muy clara, “walk
the walk and talk the talk”. Cuando uno
dice “Camine” hay una clara connotación de tomar acción, “venga y camine”, es decir no se quede ahí parado. No se quede ahí con solo las palabras. Tal vez también se podría pensar, no se quede
ahí con solo el ofuscamiento. Camine para que se le aclare la mente.
Caminante no hay camino, se hace
camino al andar, decía el poeta Antonio Machado, famosamente recreado por Joan Manuel Serrat
ahora en compañía de Joaquín Sabina.
Tomado de El Financiero / Costa Rica
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