Palabras que pronunciamos anoche en la presentación del "Estudio exploratorio sobre el aporte y características del voluntariado a la sociedad dominicana", hecho para Alianza ONG, Plan Internacional y Voluntariado NU.
Un voluntario
es una llama encendida
¡Buenas Noches!
Compartir con ustedes estas palabras es una hermosa oportunidad que me permiten Alianza ONG, Plan Internacional y Voluntarios de
las Naciones Unidas y por lo cual estoy muy agradecido.
Agradezco también a Rosa Matos, que desde Sirve Quisqueya coordinó todo el proceso e hizo posible muchas actividades en algunas provincias del interior. A mi esposa, Ysabel, y a Ruth y Fátima, las tres formaron parte del equipo que recopiló la información. Gracias. Y, sobre todo, a la decena de voluntarios que aceptaron darnos de su tiempo para compartir con nosotros información y puntos de vista.
Agradezco también a Rosa Matos, que desde Sirve Quisqueya coordinó todo el proceso e hizo posible muchas actividades en algunas provincias del interior. A mi esposa, Ysabel, y a Ruth y Fátima, las tres formaron parte del equipo que recopiló la información. Gracias. Y, sobre todo, a la decena de voluntarios que aceptaron darnos de su tiempo para compartir con nosotros información y puntos de vista.
Lo más valioso no tiene precio, se entrega
gratuitamente, sea por convicción o por corazón, es voluntario. Al recorrer
parte de la geografía nacional preguntando por esa entrega gratuita, generosa,
vinculada a lo social que hacen personas y organizaciones, reafirmé que hay un gran banco de la esperanza cuyos
accionistas son un montón de gente que entrega sus vidas cada día, que a veces
no sabe ni siquiera rasguñar su nombre,
pero que están convencidos de que la solidaridad es algo más que una palabra.
Son los voluntarios y las voluntarias, llamas encendidas que pueden convertirse
en una hoguera social, humana, fraterna.
Una llama encendida y accionista de este banco de la esperanza es Tuty, una santiaguera que forma parte de una familia de
ocho hermanos. Tuty se extravió para
encontrarse. Se extravió una noche buscando la salida del hospital
oncológico de Santiago, cuando un niño, Mieli José, le anima a entrar al
pabellón de niños con cáncer y con su sonrisa, con su necesidad de ser
abrazado, su ingenuidad, su valentía, hace posible que Tuty encuentre la pasión de su vida: acompañar y
ayudar a los niños con cáncer y a sus familiares en momentos tan duros y
difíciles como los que se ven obligados a atravesar.
Para Tuty, Dios, el de los cristianos, anima su
entrega y por eso nos dice que “Voluntariado
no es solo dar amor y ayuda a los necesitados, sino que es también una
expresión del amor de Jesús por la humanidad. No concibo servir como voluntaria
sin la presencia de Dios en mi vida”, indica.
Horas incontables, trabajo sin descanso, siempre
tratar de hacer más por aquellos que sufren, robando, incluso, el tiempo de su
propia familia, de su esposo, de sus hijos.
Otra llama encendida lo es Francia Moquete, una mujer nacida sur adentro, en Duvergé, parte de
una familia que habitó en la pobreza, uno de cuyos componentes es, en muchos
casos, el matrimonio temprano de muchas adolescentes. Ella, a los 17 años se
unió a su compañero. Abandonó los
estudios, creo que en quinto curso.
Procreó cinco hijos. Su territorio, La Barquita, a
orillas del Ozama. Tiene 25 años como voluntaria en Tu-Mujer…Se inició como
voluntaria en el área de la salud.
Luego de unos años se moviliza contra la violencia a
la mujer, el maltrato de los hombres machistas. “La verdad, dice con
palabras cansadas, es que en esta comunidad hacía falta de todo”.
Nos dice que dos palabras marcan su vida: perseverancia y superación.
Declara a boca llena que “el mayor valor de mi vida
es el trabajo voluntario comunitario, eso ha sido lo que me ha cambiado, me ha
hecho crecer y es la chispa que me ha llevado al compromiso, a ver más allá,
porque no solo importa uno, sino que importan también los que están alrededor.
Como una da, una recibe”, concluye.
En este banco de esperanza y siendo una llama encendida está la tía Fanny, nacida en el seno de una familia que se distinguió
por sus valores sociales y su lucha contra la tiranía trujillista, ella se
inclinó al servicio bajo motivaciones religiosas. Marcada con el nacimiento de
Rosa Ellín, una niña con síndrome de Down, que nació a los ocho meses, pesando
2 libras y media, con un soplo en el corazón y otros problemas de salud. Los médicos diagnosticaron que no pasaría de
los 3 años de vida. Actualmente, sin embargo, tiene cumplidos 45 años.
Al voluntariado la llevó la desesperación,
frustración, la tristeza de ver que la hija amada no responde a los criterios
de éxito que parece marcar la sociedad, pasando en momentos por la depresión,
pero encontró luz y ganas de luchar y la alegría de ayudar. Funda, junto a
otros padres y madres, la comunidad “Fe y Luz”, en donde, dice: “he
hecho de todo”.
Hoy, casi ciega y con 75 años de edad y dificultades
en su movilidad, sigue siendo la bujía inspiradora de un movimiento formado por
decenas de jóvenes voluntarios que dirigen las pequeñas comunidades de Fe y Luz
a lo largo de toda la geografía nacional. Estos jóvenes han sido modelados para
entender lo que es amar a personas especiales, valorarlas, tomarlas en cuenta,
celebrar con ellos…en una sociedad que les margina.
“Rosa Ellín no es solo una de mis mayores alegrías,
sino una gracia de Dios para mí, es mi inspiración, será siempre mi niña”, expresa la Tía Fanny.
Y es una llama encendida don Joaquín Albizu Levy, un “jefe” scout que ha
dedicado su vida a honrar una ley y una promesa.
Desde los 10 años se integra a estas tropas y en 1963
asume el rol de voluntario que, en este movimiento, equivalía al de dirigente.
Don Joaquín, al igual que el movimiento scout, basa su
acción en una “ley” y una “promesa” que deben cumplir fielmente los jóvenes
para ser parte del mismo y que reflejan los valores que quieren sembrar en la sociedad.
La Ley Scout establece que el o la scout es una persona digna de confianza,
leal, servicial, amable, protector de la vida y la naturaleza, que no hace nada
a medias, que enfrenta la vida con alegría… el ciudadano o ciudadana que cada
uno de nosotros quisiera ver en nuestros hijos.
Su obsesión por más de medio siglo ha sido tratar de
influir de una manera positiva y sana en la juventud dominicana, sembrando valores
en más de 800 jóvenes que han pasado por sus manos. “La mayoría de ellos ha honrado
su promesa de scout y son buenos ciudadanos, muchos son líderes, altos
militares, funcionarios públicos que están sirviendo desde sus distintas
posiciones con honestidad e integridad al país”, asegura. Esta ha sido
su gran cosecha, su gran logro.
El más joven de los socios de este banco de la esperanza a los que quiero
referirme hoy es Eduardo Confidente. Joven de origen haitiano, nacido
en uno de los bateyes del Central Romana en el seno de una familia de seis
hijos. Crece –como la mayor parte de los hijos del batey- con muchas
limitaciones, propias del entorno que le rodea, donde las oportunidades de
escolaridad son muy escasas y de bajo nivel y acceder a la escuela primaria es
casi un privilegio. Además, las escuelas existentes generalmente no sobrepasan
el sexto curso.
Siendo un adolescente de 15 años, en el 2005, se
integra como voluntario a la institución 180 Grados para la Cooperación y el
Desarrollo.
Es un apasionado con su compromiso. Su compromiso: Los
campamentos, organizados en el verano en los bateyes del Central Romana, y en
el que participan varios jóvenes como voluntarios, buscan que los niños reciban
esparcimiento, diversión, pero también formación. “Los talleres se basan en
algunos principios o leyes –explica-: 1) Ley de atención, escuchar con todos
los sentidos, 2) ley de protección, que es protegerse uno a otro, no pegarse y
3) Ley de limpieza, dejar el batey limpio”.
A sus cortos 22 años es mucho lo que ha servido y como
a muchos, dice que ser voluntario le ha cambiado la vida, el servir le ha abierto nuevos caminos, ha superado
limitaciones, ha abierto nuevas expectativas para sí y para los suyos, expresa
lo que piensa. En fin, se ha hecho más libre.
Son llamas encendidas y como ellas cientos, miles,
decenas de miles en toda la geografía nacional.
Finalmente, permítanme hacer referencia a algunas de las conclusiones que se
presentan en los resultados de la investigación puesta en sus manos hoy (sobre todo
porque algunas de ellas deberían servir
para encender mejor esta llama del
voluntariado).
·
Considero necesaria la
creación de una “mesa del voluntariado social”, que permita coordinar y animar
esfuerzos, llevar a cabo estudios, procesos y acciones que contribuyan a
apreciar mejor el valor del voluntariado en los procesos de cambio económico,
político y social;
·
La gestión del
voluntariado al interior de las organizaciones puede mejorar y debe mejorar:
organizar los programas en cada organización, definir procesos de gestión y
seguimiento, desarrollo de capacidades… desde el proceso de planeación hasta la
creación de un sistema que incluya reclutamiento, gestión, comunicación
interna, entrenamiento, reconocimiento y motivación, entre otros aspectos.
·
Les animo a la
realización de un mapa del voluntariado que incluya sus áreas geográficas, sus
temas, sus coordinaciones.
·
Desarrollar un portal del
voluntariado en República Dominicana, en que sus organizaciones establezcan su
perfil, áreas en que es posible para un ciudadano o ciudadana incorporarse,
requerimientos de voluntarios, voluntarios y voluntarias on-line, entre otros
aspectos.
·
Difundir las mejores
prácticas de gestión de voluntariado en República Dominicana.
·
Y, sobre todo, continuar
el proceso por la aprobación de una Ley del Voluntariado que permita a los
voluntarios y voluntarias saber que son una llama encendida apreciada por
diversos actores políticos y sociales.
Mencioné personas. También están las organizaciones,
innumerables a lo largo de toda la anatomía dominicana, en cualquier rincón.
Con vicios organizativos, sí. Con debilidades en su funcionamiento, su
dinámica, sí. Con problemas por carencia de recursos, sí. Con poco
reconocimiento público, sí. Sin embargo, llenas de fuerza, llenas de búsqueda
del bienestar de terceros… buscando una patria en donde la palabra hermano no
sea solo una palabra, en donde la equidad no sea un afán de todos los días, sino que encuentre
un espacio para poner su tienda entre nosotros. Organizaciones que sueñan, que
afanan, que coordinan con otras, que conocen su territorio, que están abiertas,
que yerran y aciertan…hablar de voluntariado es hablar de participación social. “Voluntariado es participar, es (poner) un granito de arena para que algo
pueda ir mejor o apoyarlo”, señaló una persona de las que abordamos en
esta investigación.
La acción social hoy se sustenta en el voluntariado.
Más aún –y si les provoco, qué bueno- no puede entenderse una acción social
efectiva sin el compromiso voluntario de ciudadanos y ciudadanas.
El trabajo voluntario en una organización es
–parodiando un poco a Don Pedro Mir- como un abrir los ojos y sorprenderse de
tantas manos tejiendo una canción, la canción dulce de una sociedad distinta,
donde el bienestar, el desarrollo humano, la equidad, la justicia son posibles…
En uno de los considerando de la Ley 122-05 se señala
que “los
incentivos, estímulos y beneficios que el Estado ha establecido para las
asociaciones sin fines de lucro o para quienes las favorecen, a través de
donaciones, es insuficiente y no guardan relación con la importancia de los
aportes que las organizaciones de promoción humana y desarrollo social han
hecho en el país”. Quiero
señalar que este considerando era verdad en el 2005, pero que hoy no sólo es
verdad, sino que estas organizaciones quieren ser despojadas de hasta los pocos
incentivos con los que contaban, en una reforma fiscal que piensa sólo en
llenar las arcas vacías de un Estado que gastó de modo irracional y poco
eficiente todo ese dinero… Obviando el aporte que estas organizaciones hacen a
la salud, a la educación, a la cultura, a la recreación, a la siembra de
ciudadanía responsable, al cuidado del medio ambiente, a la equidad de género, a
la protección de sectores más vulnerables… en fin, a la dignidad humana, a la
vida social, al desarrollo humano.
Permítanme terminar como he empezado, apelando a lo
mejor en medio de este trago amargo que se desea hacer beber a los dominicanos
y dominicanas.
Un voluntario es una llama encendida
Varios voluntarios forman una antorcha
Varias antorchas forman un pequeño fuego
Y varios pequeños fuegos
Pueden cambiar la oscuridad en que a veces vivimos
Y encender la noche de la patria
Para que la alegría y el bienestar
Tengan morada en cada casa
Y en cada uno de ustedes.
Es el desafío
de organizaciones como Sirve Quisqueya, PNUD, Plan Internacional: lograr que
cada dominicano y cada dominicana se animen a arrimar el hombre y abrir los
ojos y los brazos… Concluyo con unos versos de Mario Benedetti, quien nos dice:
Si a uno
le dan
palos de ciego
la única
respuesta eficaz
es dar
palos
de vidente.
le dan
palos de ciego
la única
respuesta eficaz
es dar
palos
de vidente.
Muchas gracias.
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