El proceso de estas dos semanas en torno a la "reforma fi$cal"
El
Ministerio de Hacienda afirma que la reforma fi$cal sólo implica un 1.9%
de presión tributaria extra, en lugar del 2.2 inicialmente planteado. De 55,123
millones planteados inicialmente pasa a 47,297 millones (una diferencia de 7,826).
Esto es positivo.
Un observador comentó que la sociedad
había sido avasallada por el Gobierno, más bien, por el Poder Ejecutivo
(avasallar en el sentido de “sujetarse, someterse por impotencia o debilidad a
quien tiene poder o valimiento[1]”,
RAE). No soy de esta opinión.
En primer lugar, la legitimidad para
continuar con un modelo de gasto aparentemente irracional queda reducida. El
Presidente ha sido obligado a tomar algunas medidas (obligado por las
circunstancias y obligado por sus planteamientos) de austeridad y racionalidad.
Por ejemplo, el tema de que de fondos públicos no se alimenten los fondos de
pensiones complementarios. Sin embargo, el gobierno no ha cedido en la demanda
social de presentar una propuesta organizada de gasto. Se actúa con un plan,
pero el del Presidente. Dependemos de la voluntad de un hombre, no de
instituciones.
En segundo lugar, este observador
señalaba que los voceros del gobierno estaban apuntando a culpabilizar al
empresariado de la situación fiscal. También esto es incierto. En un primer
momento algunos “inteligentes” quisieron, en un inicio, insistir en el
discurso de que la situación se debía a una herencia de la gestión de Hipólito
Mejía (2000-2004), pero este discurso no tiene asidero luego de pasarse
ocho años hablando de recuperación, de estabilidad macroeconómica, etc. Luego enarbolaron
la bandera de que no se podía reducir el gasto planteado, que el gobierno
estaba abierto a que se buscasen nuevas fuentes o se indicasen nuevas formas.
El Consejo Económico y Social (CES) planteó un ejercicio “técnico” que, hasta
el momento, desconocemos, pero que fue rechazado sin análisis por parte de los
representantes del gobierno en este espacio. Sin lograr imponerse en el CES,
los voceros del gobierno apuntaron a indicar que el Congreso Nacional era el
lugar en donde se decidiría la reforma.
Aquí llegamos a un punto clave. La Estrategia
Nacional de Desarrollo no habla de la presentación de una reforma fiscal –y mucho
menos tributaria- por parte del Gobierno. Habla de un “pacto fiscal”. En esa
dirección fue esbozado el papel del CES en esta coyuntura. Al no lograrse el
pacto, líderes de opinión le hacen un favor a las autoridades y toman el
discurso de que el papel del CES era consultivo y que se había agotado.
Incierto también. Es esencialmente consultivo, pero se presentó y se asumió
como el espacio para el pacto fiscal y un pacto es el resultado de un diálogo,
de consensos, no de simples consultas.
Mal harían los sectores productivos y
sociales en comenzar a llorar porque dejaron de ser el espacio para el pacto
fiscal. No sabemos si habrá pacto, pero el Congreso es el nuevo espacio en que
la sociedad habrá de echar sus batallas. Las protestas anunciadas por algunos medios
han de enfocarse en los representantes que tenemos en el Congreso.
Al iniciarse este proceso señalé que se
necesitaban tres milagros: el de la unidad, el de la consistencia en el
discurso y el de la vinculación sectores productivos-sectores sociales. Durante
dos semanas estos tres milagros hicieron posible que tuviésemos alguna
esperanza.
Falta saber si estos sectores serán capaces de mantener esta unidad
y esta vinculación o, por el contrario, ahora llegamos a la República de “Sálvese
quien pueda”, si así fuese, entonces sí, mi amigo observador tiene razón: seremos avasallados.
[1] . “Valimiento”
en el sentido de “servicio transitorio que el rey mandaba que le hiciesen sus
súbditos de una parte de sus bienes o rentas, para alguna urgencia”, en este
caso: una reforma tributaria para cubrir el enorme déficit fiscal dejado por la
administración anterior.
No hay comentarios:
Publicar un comentario