sábado, noviembre 10, 2012

Tierra Adentro / El dolor se hizo solidaridad


Tuty: acompañando a los más pequeños

Tantas historias vividas por Tuty a lo largo de más de 25 años sirviendo, algunas con final triste, otras con un final feliz, pero cada una la ha marcado de una manera especial y la comprometen a seguir adelante

Nacida en Santiago, Patricia Isabel para luego ser Altagracia Isabel Almonte Pichardo y finalmente, por decisión propia, a los 5 años, y para zanjar las diferencias familiares surgidas por su nombre, decidió que se llamaría Tuty, nombre por el cual hoy todos la conocen.

Con una familia de 8 hermanos y luego de un período nómada, pues su padre era militar, se radican de manera definitiva en Santiago, Tuty contaba en ese momento con 6 años de edad.  Creció viendo a su alrededor a personas que servían de diferentes formas, de manera particular su madre que era voluntaria en hospitales y, desde muy joven sintió ese llamado para ayudar a los demás. 

Cuenta que siendo muy pequeña tenía un compañero de  escuela sordomudo  por cuyo defecto era discriminado  y esto hizo nacer en ella una profunda necesidad de ayudarlo, por lo que en las tardes lo invitaba a su casa para platicar con él y ayudarlo a  superar esa limitación.  Señala ésta, tal vez, como su primera acción voluntaria.

En sus años de adolescencia siempre buscaba servir y se integra como voluntaria en la institución Acción Callejera. Durante 4 años realiza distintas labores dentro de esta organización.

Señala que ha sido marcada de modo especial por la madre Teresa de Calcuta, quien se convierte para Tuty en un modelo a seguir. “Voluntariado no es solo dar amor y ayuda a los necesitados, sino que es también una expresión del amor de Jesús por la humanidad. No concibo servir como voluntaria sin la presencia de Dios en mi vida”, indica.

 Apoyando en la organización de un evento, su trabajo profesional, entra en contacto con el  Hospital Oncológico de Santiago, donde intuye que hay  tanto el dolor y sufrimiento que por temor no se acerca a los pabellones pues temía  no poder sobrellevarlo, pero hoy comprende que ese fue el camino que Dios usó para acercarla  al lugar donde ella debía servir. 

Una noche, saliendo del hospital se extravía buscando la salida y llega al pabellón donde estaban los niños con cáncer y encuentra un niño llamado Mieli José el cual la anima a entrar para que lo salude, ella accede y el impacto de ese encuentro marca un antes y un después en su vida. Mieli José  con su sonrisa, con su necesidad de ser abrazado, su ingenuidad, su valentía le descubre a Tuty lo que se ha convertido en la pasión de su vida: ayudar, acompañar a los niños con cáncer y a sus familiares en esos momentos tan duros y difíciles por los que tienen que atravesar.

Es un acompañar, junto a otros voluntarios, que se traduce en ayuda y apoyo: remodelar el pabellón infantil del hospital convirtiéndolo en un área modelo, dotada con las condiciones necesarias para que los niños enfermos de cáncer reciban ese trato digno y respetuoso al que tienen derecho; conseguir las medicinas; cumplir, en lo posible, sus últimos deseos; acompañar a los niños y apoyar a los padres y familiares en el duelo si el niño fallece, son parte del intenso día a día en la vida y el voluntariado de Tuty.

Horas incontables, trabajo sin descanso, siempre tratar de hacer más por aquellos que sufren, robando, incluso, el tiempo de su propia familia, de su esposo, de sus hijos. 

Luego de una ardua labor en el Hospital Oncológico pasa a servir en otra institución,  pero con la misma misión, se trata del voluntariado “Jesús con los Niños”, que desarrolla sus actividades en el Hospital Infantil Arturo Grullón de Santiago. Esta institución fue fundada en el año 1997 y apoyaba distintas áreas dentro del hospital.  Luego de  la llegada de Tuty, y por su gran motivación, comienzan con el proyecto de un pabellón de oncología para albergar a   los niños con cáncer.

Luego de varios años de trabajo y con el aporte de muchas personas maravillosas e instituciones generosas de Santiago y del país y hasta de fuera de República Dominicana, inauguran un pabellón pequeño inicialmente, que luego se convierte en un edificio de 3 plantas, en un terreno cedido dentro de las áreas del hospital, y que brinda hoy un servicio excepcional a niños con cáncer y es un modelo a seguir, elogiado por muchos.

A Tuty le brillan los ojos cuando habla de sus niños, nombres como Mieli José , el niño que la atrapó; Nicole, una pequeña de 5 años con cáncer y cuyos padres por creencias religiosas no celebraban la Navidad, pero que por amor aceptaron que ella recibiera, como todos los demás niños, un regalo con motivo de esa festividad; o el de Lorenza, aquí más que brillar sus ojos se humedecen, una jovencita ya fallecida pero cuyo ejemplo de valor y perseverancia dejó huellas profundas en el corazón de esta generosa mujer.

 Tantas historias vividas por Tuty a lo largo de más de 25 años sirviendo, algunas con final triste, otras con un final feliz, pero cada una ha marcado su vida de una manera especial y la comprometen a seguir adelante.

Tuty no solo ha visto el cáncer en ajenos, también lo ha vivido en carne propia y en su familia. Dos tías sobrevivientes, su madre y su suegra han muerto por esta enfermedad y su propio padre está aquejado de la misma dolencia.  Todo lo aprendido en sus años de voluntariado ha tenido que usarlo para apoyar y ayudar a sus cercanos y también a ella misma, que recientemente acaba de pasar por una enfermedad muy grave, una especie de cáncer cerebral.  Pero pasar por esto la hace apreciar más lo que hace, la acerca más a los que sufren, ahora los entiende más porque ya ella también ha estado ahí, en ese túnel oscuro de dolor, enfermedad y muerte de los seres amados.

Su esposo y sus hijos han sido apoyo incondicional para el voluntariado de Tuty, se han involucrado así como todos sus amigos, porque la pasión de Tuty contagia, arrastra, compromete tanto, que incluso muchos de los que recién la conocen también quieren participar, dar un paso al frente y comprometerse con este proyecto que tantas vidas ha marcado.

Tuty morirá con las botas puestas, sirviendo como voluntaria, ayudando a los demás, entregándose por entero, porque ella hace suyas estas palabras: El que no vive para servir, no sirve para vivir.

(Tomado de nuestra investigación: Estudio exploratorio sobre el aporte y características del voluntariado a la sociedad dominicana, hecho para Alianza ONG-Plan Internacional. Esta parte fue colaboración de mi esposa Ana Ysabel Acosta).

No hay comentarios: